sábado, 13 de agosto de 2011

Cintillos de ramplona adulación.

Mario J. Viera
La humillante Serenata de la Fidelidad de la Fundación Guayasamín


Si hay algo que resulta lo más repugnante en Cuba, es el adulón exaltamiento del culto a la personalidad de Fidel Castro que a cada paso se le presenta a cualquiera, tanto en vallas públicas como en la prensa oficial y única legal en el país.
Desde el más oscuro “dirigente” hasta el más encumbrado miembro del Buró Político no puede faltar en sus discursos una alusión a los grandes “méritos” del caudillo o la cita de algunas de sus “brillantes” frases. El nombre de Fidel es permanente dentro de la retórica oficialista. Es el hombre noticia.
Todo lo que él toca se convierte en genialidad para los impulsores del culto a su figura. El ha sido el genio que necesitaba Cuba desde el martirio del cacique Hatuey. Martí, Maceo y Gómez son figuras secundarias dentro de la nueva historia de Cuba tal y como la interpreta el Comité Central del Partido Comunista.
El es el gran caudillo, intocable, sagrado, que nunca se equivoca, que ve lo que otros no son capaces de ver, que su pensamiento se adelanta hasta los siglos venideros. Hasta se le declara vencedor invicto de mil batallas.
Ni aun distanciado del primer plano del poder se deja de elevar loores a su figura, la figura del “legendario comandante”. “Caballero del Alba” lo denomina una mujer que se define como fidelista y se autotitula martiana, la directora del Memorial José Martí, Haydée Díaz Ortega y le da ese nombre a una exposición que enaltece la figura de Castro promovida por su hijo Alex Castro Soto del Valle y por el pintor Nelson Domínguez, todo dentro de la celebración por el 85 aniversario del decadente caudillo. Y el pintor dice que la exposición “resume la hidalguía de un hombre cuya vida y obra están iluminadas. Fidel es eso, un Caballero del Alba”.
Nada de hidalguía existe en la figura del epónimo Castro, carente de toda generosidad y nobleza de ánimo. Epónimo sí, porque su nombre designa una oscura y vergonzosa época de la historia de Cuba.

Hasta en la televisión se presentará esa que llaman Mesa Redonda para resaltar a Fidel Castro como “soldado de las ideas”, cuando siempre ha sido, no soldado, sino comandante represor de las ideas, el guía de las Unidades Militares de Ayuda a la Producción, las tristemente célebres UMAP; el abanderado de la censura a los intelectuales que siguió a sus conocidas “Palabras a los intelectuales” que rememoraban lo que dijera Benito Mussolini: “Dentro del Estado, todo; contra el Estado, nada”, diciendo: “Dentro de la revolución, todo; contra la revolución, nada”.
Y se llenan los periódicos gubernamentales con cintillos adulones.
Granma dice, “Cuba y Latinoamérica le cantaron a Fidel” en la serenata que organizó la Fundación Guayasamín para celebrar el cumpleaños de Castro.
Trabajadores proclama: “Vencedor de la bala y el veneno” con un subtitular que dice: “Múltiples y muy variados sucesos pueden determinar que una figura entre a la historia y viva en el recuerdo agradecido de su patria o de la humanidad”. Tambié publica un reportaje, “Voluntad de Fidel” en el que se resalta como genial el proyecto de Castro de embalsar los riachuelos cubanos emprendido bajo el programa de Voluntad Hidráulica, responsable en gran medida de la salinidad de muchas áreas agrícolas del país.
Y hasta Frank Fernández y el Team Cuba de la Rumba, según Trabajadores, grabaron un CD denominado “Rumba para hombres inmensos” que según ese medio es “una interpretación (...)  dedicada al cumpleaños 85 de Fidel y a los Cinco cubanos presos en Estados Unidos”.
Da asco leer la prensa gubernamental de Cuba y se experimenta un sentimiento de lástima por aquellos que escriben alabanzas a un hombre mediocre cuya única genialidad ha sido lograr imponerse por cincuenta años en la usurpación del poder y dirigir la más detestable tiranía que haya conocido la América Latina.

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