Mario J. Viera
Eran dos hermanos que murieron el mismo día. Eran dos hermanos que el castrismo convirtió en íconos. Dos jóvenes que perdieron la vida en la pira de la insurrección que estremeció a Cuba en los años 50 del Siglo XX. Murieron, como tantos otros jóvenes de la época, inútilmente. Sus sueños fueron traicionados por una gavilla de ambiciosos que trocaron la esperanza en desilusión.
Se llamaban Luis y Sergio Saiz. Vivieron y murieron en la humilde ciudad pinareña de San Juan y Martínez, el municipio tabacalero por excelencia.
Ambos hermanos poseían inquietudes literarias expresadas en cuentos y poemas. Muy jóvenes se comprometieron con los movimientos revolucionarios que se oponían por la vía armada al régimen batistiano.
Luis, el hermano mayor, nacido en 1938, ingresó en la Universidad de La Habana para estudiar Derecho, carrera que no pudo finalizar al truncarse su vida. Sergio estudiaba en el Instituto de Segunda Enseñanza de Pinar del Río cuando le sorprendiera la muerte.
En la Universidad, dicen los biógrafos oficiales, Luis fue elegido como Delegado de su curso en la Federación de Estudiantes Universitarios y se unió al Directorio Revolucionario dirigido por José Antonio Echeverría.
Una antigua amiga de los hermanos Saiz, Sora Fernández los describe de la siguiente manera: “Físicamente eran distintos, Sergio era menudito, bajito, delgado, del pelo negro muy espeso, muy alegre, risueño, cariñoso. Luisito era más alto, más bien delgado, su carácter era más serio, más reflexivo, menos expresivo que el hermano”
Es breve la biografía oficial de los dos hermanos, apenas una síntesis. En ella se presenta a los dos hermanos como estudiosos, no solo de las obras de José Martí, sino también de Marx y de Lenin y se dice que poseían ideas socialistas. Sin embargo ninguno de los dos se unieron a la sección juvenil del Partido Socialista Popular (comunista), la Juventud Socialista y en cambio, Luis militó en el Directorio y posteriormente, junto a su hermano menor, en el Movimiento 26 de julio (M-26-7).
Se dice que estaba unido a José Antonio, a Fructuoso Rodríguez y Angel “Machaco” Ameijeiras, que no pertenecía al Directorio Revolucionario; no obstante cabe una pregunta ¿Por qué no participó en el asalto al Palacio Presidencial ocurrido el 13 de marzo de 1957 cuando en este participaron conspiradores de San Juan y Martínez?
Cuando el gobierno cerró la Universidad en 1956, dicen los biógrafos oficiales, que Luis Saiz retornó a su pueblo y se incorporó al M-26-7 y de inmediato es nombrado coordinador de esa organización en el Municipio de San Juan y Martínez.
Por su parte, Sergio, el hermano menor, es nombrado Jefe de acción y sabotaje del Veintiséis de Julio y se dice que antes militaba también en el Directorio Revolucionario.
Según la biografía oficial, ambos hermanos realizaban una destacada actividad conspirativa y de sabotajes, sin embargo no habían pasado a la clandestinidad; se movían libremente por su pueblo. No resulta creíble que dos activos conspiradores pudieran actuar impunemente en una pequeña ciudad provinciana donde todos se conocen, y en medio de la violencia social y la fuerte represión policiaca en contra de los insurgentes.
La exaltación de la personalidad de los dos hermanos fue llevada a cabo por el castrismo para presentarles como jóvenes que se apartaron del Directorio para seguir la guía de Fidel Castro. En 1959, Castro mantenía su confrontación con el Directorio Revolucionario, recuérdese la carta que Fidel Castro le enviara a Ernesto Guevara en la que cuestionaba al Directorio Revolucionario al que calificaba como “un grupito cuyas intenciones y cuyas ambiciones (...) en el futuro serán fuente de problemas y dificultades. Tan soberbios y presumidos son, que ni siquiera ha acatado tu jefatura, ni la mía, pretenden erigir una fuerza militar autónoma y particular que no podremos tolerar de ningún modo” (Ver Carta inédita de Fidel Castro a Ernesto Guevara ).
El 13 de agosto de 1957 son asesinados por un soldado llamado Margarito Díaz.
Aprovechando la coincidencia de fechas, los biógrafos oficiales de los hermanos Saiz aseguran que el día en que ambos perdieron la vida pretendían hacer una acción para celebrar el cumpleaños de Fidel Castro. Es dudoso que ambos hermanos conocieran la fecha de natalicio de Fidel Castro y que decidieran en consecuencia celebrar tal acontecimiento.
Por otra parte existen relatos sobre ese día que ponen en entredicho tal afirmación. Uno de estos relatos, aparecido en la prensa gubernamental dice:
“El escenario donde se desarrollará el drama es en el Hotel Panamericano, céntrico lugar donde acostumbraba a reunirse gran cantidad de público sobre todo a esa hora temprana de la noche; el Cine Martha, separado del hotel por la casa de la maestra Carmela Aneces, y ambos edificios con frente a la calle Estévez, que a su vez lo separa del costado de la casa de Socorro, situada a un frente del portal de una tienda de ropa La Casa Grande, con el kiosco minorista propiedad de Faustino Hernández ex guardia rural, de situación más alta y separado del resto del área de acción por el ancho de la calle Francisco Rivera.
“Sergio se encontraba frente a la taquilla del cine Marta, cuando el soldado Margarito Díaz llega hasta él queriendo registrarle a viva fuerza.
“El joven se negó, tras lo cual el agente lo empuja hasta la acera intentando pegarle. Muy cerca Luisito (quien según se indica en otro medio oficial “conversaba con unas muchachas frente a un cine y Sergio compraba las entradas) advierte como abusan del hermano. Grita que lo deje mientras que avanza hacia ellos, pero el guardia le dispara. Luis cae, desde el suelo Sergio se abre la camisa y le grita: "Asesino, has matado a mi hermano, hazlo conmigo también". Con sangre fría el militar aprieta el gatillo de su arma y le hace un disparo mortal al joven, que le atravesó los pulmones”.
De acuerdo con lo declarado por un amigo común, Aldo Martínez Malo. Quien informó a un periodista gubernamental: “El lunes 12 (de agosto) recibí una nota (de Luis) de disculpa. Ese día se reunió en la Maboa con varios frentes del Movimiento 26 de Julio y el Directorio Revolucionario... al día siguiente, martes 13 de agosto era asesinado junto a Sergio”
Según estos informes era improbable que los dos hermanos hubieran decidido por su cuenta realizar la supuesta acción para conmemorar el cumpleaños de Fidel Castro, a no ser que fuera asistiendo a una función de cine.
El castrismo se robó las figuras de los dos jóvenes, muertos a la edad de 19 y 18 años para presentarlos como parangón de la juventud castrista.
Es interesante leer lo que Sergio escribiera a propósito de una huelga estudiantil realizada en solidaridad con los combatientes del 13 de marzo:
“Ser estudiante no es solo repetir en un examen materias, la mayor parte de las veces aprendidas ligeramente, ni asistir todos los días a clases y hacer de vez en cuando una trastada (...) Es algo más que eso, es llevar en su frente joven las preocupaciones del presente y el futuro de su país, es sentirse vejado cuando se veja al más humilde de los campesinos o se apalea a un ciudadano. Es sentir muy dentro un latir de Patria, es cargar bien pronto con las responsabilidades de un futuro más justo y digno”. (Sergio Saiz: ¿Por qué no vamos a clases?)
De haber llegado a nuestros días qué hubiera pensado aquel joven que esto escribiera, viendo como se veja a los opositores a la nueva dictadura, sin el recurso a la violencia. ¿Qué diría frente a la presente injusticia e indignidad a la que se ha sumido todo un pueblo?
Quizá sea un absurdo aventurarse a imaginar lo que habría sido de la vida de esos dos hermanos llenos de idealismo y de sensibilidad poética de no haber muerto aquel 13 de agosto. Quizá Luis se hubiera graduado de abogado y continuaría desarrollando su poesía y Sergio tal vez llegara a consagrarse como escritor; tal vez serían unos desconocidos, tal vez se habrían opuesto al régimen despótico que sustituyó al cuartelario de Fulgencio Batista, tal vez hubieran terminado en el exilio o ajusticiados en el paredón de fusilamiento. No podremos saberlo nunca. Lo que sí podemos ratificar es que murieron de balde, como tantos otros de su generación que se dieron a la violencia para rescatar la pisoteada constitución y elevar la república sobre los postulados martianos de una Cuba con todos y para el bien de todos.
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