Mario J. Viera
Se dio el concierto de Pablo Milanés en Miami en medio de fuertes contradicciones y, finalmente, no pasó nada. Esta vez Pablo no tuvo coraje ni para plantear críticas al régimen ni para cantarle loas.
Es cierto que Milanés ya no se presenta con la misma actitud de lacayo de su colega Silvio Rodríguez; pero no deja de ser un admirador de Fidel Castro ya retirado del poder directo. Lo más a lo que se atrevió fue cantar su composición Exodo que ha dedicado, no a los exiliados cubanos, sino a los cubanos que viven fuera de Cuba. No, Pablo no se comprometió con su pueblo, no hizo el menor comentario sobre el desgarramiento en el que viven aquellos cubanos que por aspirar a la libertad, que por enfrentarse al tiránico régimen se han visto obligado a acogerse al refugio en tierras extrañas.
No es lo mismo hacer críticas al sistema castrista desde España que hacerlas en el mismo corazón del exilio cubano, para eso se necesita mucho valor en un artista comprometido con la línea oficial de Cuba, mucho más que concederle una entrevista a Radio y TV Martí.
Agradeció a los que concurrieron al concierto: “Gracias por venir a disfrutar de una noche tan especial” y alguno de los espectadores le respondió diciendo: "¡Viva Cuba, nuestra Cuba, mi Pablo!"; porque siempre, dentro de la comunidad cubana en Miami, hay aquellos que añoran a la dictadura, que se identifican con la Cuba de los Castro, con la Cuba que no es Cuba.
En el exterior del American Airlines Arena se amontonaba un grupo de exiliados que se oponían a la presentación del cantautor en Miami. Allí no se citaron los que consideraban se debía ofrecer a Pablo el beneficio de la duda atendiendo a la evolución que aparentemente se ha ido produciendo en su ideario político. Ambos quedaron frustrados. Los primeros se tuvieron que resignar, aunque no sin protesta, ver como muchos cubanos y otros hispanos entraban al salón de concierto; los segundos al constatar que el concierto fue solo eso, un concierto celebrado por un artista que vive en la isla y se cuida mucho de lo que ha de decir.
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