miércoles, 17 de agosto de 2011

El congresista norteamericano David Rivera ruje.

Mario J. Viera. Englewood, Florida.

Un nuevo proyecto de ley está impulsando el congresista norteamericano David Rivera. El nuevo proyecto no se dirige a crear condiciones para garantizar los empleos que en su campaña electoral había prometido. Su objetivo es “reformar” la Ley de Ajuste Cubano.
Su proyecto de ley propone retirarle el estatus de residente a todo cubano que, acogido a los presupuestos de la Ley de Ajuste Cubano viaje a Cuba, por cualquier razón antes de transcurrido cinco años de haberse acogido a dicha ley.
La defensa de su proyecto la basa sobre sofismas, argumentos demagógicos y medias verdades.
Tenemos ─ dice ─ que hacer algo acerca de aquellos que hacen uso de una ley concebida para protegerlos de la persecución y luego viajan al país perseguidor en un evidente abuso de la ley”.
Planteado de este modo cualquiera, en una primera impresión, puede coincidir con su propuesta. Parece razonable, pero si se profundiza en la idea más allá de argumentos retóricos, se llega a la conclusión de que se trata de un propósito politiquero de doble propósito, Primero oponerse a cualquier medida de la administración Obama en el tema cubano y, segundo, buscar los votos de esa parte del exilio tan sensible a todo lo que parezca una ayuda a la dictadura castrista. David Rivera razona como un norteamericano nacido y educado en los Estados Unidos, sin ninguna vinculación con la isla salvo por lo que sus progenitores le hayan podido trasmitir.
El Nuevo Herald comenta que “Las críticas a la ley han estado creciendo en los últimos años en Estados Unidos, e incluso entre los exiliados más antiguos del sur de Florida, a medida que un número creciente de recién llegados argumenta que abandonaron la isla por motivos económicos y no políticos”.
Es precisamente a los exiliados más antiguos del sur de Florida a quienes va dirigido el mensaje del representante republicano David Rivera sin darse cuenta de que él mismo ha mordido la carnada lanzada por el castrismo.
Ramón Saúl Sánchez, presidente del Movimiento Democracia expresó su oposición a la propuesta del newyorkino Rivera: “El gobierno de Cuba se ha pasado la vida dividiendo a la familia cubana. Y nosotros nos encontramos ahora a una persona como Rivera, que por razones políticas hace lo mismo y divide al pueblo. Lo que está haciendo es castigar a los cubanos y no al dictador”.
Con la experiencia acumulada durante cincuenta años de manipular al exilio de Miami para presentarle como intransigentes extremistas, Raúl Castro lanzó la carnada buscando que algún político de Estados Unidos, cegado por conceptos ideológicos, se la trague. Esa es la intención del régimen castrista, dar la impresión de que desea acercarse a los exiliados catalogándoles como emigrantes que pudieran ser una buena ayuda para la tambaleante economía socialista. Su propósito es que los exaltados congresistas republicanos, partiendo de ese criterio, endurezcan el embargo, como antes hiciera Bush, y con ello propiciar las contradicciones de unos cubanos con otros y de este modo lograr la división  del exilio.
Ciertamente, hay cubanos que una vez acogidos a los beneficios de la Ley de Ajuste Cubano, viajan a Cuba como si fueran turistas, presumiendo y actuando presuntuosamente ante sus antiguos vecinos y familiares; sin embargo estos constituyen una minoría. La gran mayoría de los que viajan a Cuba son por motivos familiares, por añoranza de la tierra en que nacieron; una añoranza que por supuesto está en el corazón de todos los exiliados cubanos, de los que arribaron a estas costas decenas de años atrás o decenas de años después; que está en el corazón de todos los cubanos que pueden viajar a Cuba como en el corazón de los que no podemos o no queremos viajar a Cuba; añoranza por Cuba que de ninguna manera está en el corazón del norteamericano David Rivera.
Por otra parte, de convertirse en Ley el proyecto de Rivera, prohibiría viajar a Cuba a los recién llegados que confrontaran la enfermedad grave o de muerte de algún familiar cercano. De aprobarse como ley el proyecto Rivera, todo cubano que viajara a Cuba antes de transcurrido los cinco años perdería la condición de residente para convertirse legalmente en un indocumentado, un emigrante ilegal y susceptible de ser deportado.

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