Mario J. Viera. Englewood, Florida.
Los ideólogos de la extrema izquierda y de la extrema derecha se enfrentan en un poderoso debate a favor de la ideología económica que defienden. De un lado, la economía marxista, del otro lado la economía que promueve la Escuela de Chicago. Comunismo versus neoliberalismo.
El desastre del bloque soviético, la caída del Muro de Berlín, la disolución de mundo del socialismo real demostraron fehacientemente el fracaso de la economía estatalizada del comunismo. La crisis que estremece al mundo occidental, que ha generado una fuerte recesión en los Estados Unidos, el descalabro en Grecia, las protestas de los indignados en España, las manifestaciones estudiantiles en Chile, la insolvencia de Portugal, son pruebas del fracaso de la economía del Laissez Faire y ponen al descubierto las grandes desigualdades sociales que el neoliberalismo ha engendrado.
La crisis global actual ha puesto en duda la tesis de la “mano invisible” de que el mercado puede autorregularse y de la propuesta del orden espontáneo.
El neo keynesiano Joseph Eugene Stiglitz ha señalado: “Las teorías que desarrollamos explican por qué los mercados sin trabas, a menudo, no sólo no alcanzan justicia social, sino que ni siquiera producen resultados eficientes. Por determinados intereses aún no ha habido un desafío intelectual a la refutación de la mano invisible de Adam Smith: la mano invisible no guía ni a los individuos ni a las empresas -que buscan su propio interés- hacia la eficiencia económica”.
El neoliberalismo origina un inusitado crecimiento económico al tiempo que produce una enorme desigualdad social, La economía marxista contrae el desarrollo y expande la miseria a toda lo población. Ninguna de las dos ideologías económicas garantiza el bienestar social ni la libertad de todos. El marxismo impone la dictadura del partido único. El neoliberalismo impone la dictadura de las grandes corporaciones.
Las grandes contradicciones que en el seno de una sociedad introduce el neoliberalismo son aprovechadas por los ideólogos del comunismo para desestabilizar las democracias. Este es el caso de las protestas que los estudiantes chilenos conducen y a las que se han unido diversos sectores de la sociedad chilena. Como apunta Paulina Abramovich de la AFP, “Nunca antes tras el fin (de la) dictadura (de Pinochet), en 1990, estudiantes, trabajadores y dueñas de casa habían unido su voz para exigir cambiar un modelo económico, político y social impuesto por Pinochet y que se ha mantenido casi inalterado”.
La reportera de AFP cita las palabras del sociólogo de la Universidad Católica, Manuel Antonio Garretón, quien dijo: “Hoy día se trata de cambiar desde la legalidad el sistema institucional heredado de la dictadura, en el modelo educacional, en el modelo socioeconómico y en el modelo político. Se trata no de mejorarlo, no de corregirlo, se trata de cambiarlo, porque nunca se le preguntó a los chilenos si querían ese modelo o no”.
Es el fracaso del neoliberalismo en Chile que junto al gran crecimiento económico que alcanzara este país desde la dictadura de Pinochet ha ampliado las desigualdades sociales. Como dijera Claudio Fuentes, analista de la Universidad Diego Portales, citado por AFP: “Esto desde hace mucho tiempo dejó de ser una protesta solamente estudiantil y refleja una acumulación de frustración y de alza de expectativas en la sociedad chilena, asociada no sólo al tema de una mejor educación sino que también al de endeudamiento y desigualdades en el país”. Esa frustración social que los comunistas pretenden capitalizar y manipular, a favor de sus intereses ideológicos, las justas demandas de cambio de los estudiantes y de una mayoría de la población chilena.
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