jueves, 13 de septiembre de 2012

Sangre en nombre del Profeta


Mario J. Viera

Cuando uno observa las atrocidades que cometen, a impulso de un criminal fanatismo, los seguidores de Muhammad (Mahoma) se obliga a preguntarse ¿Vale la pena salir en defensa de la llamada Primavera Arabe? ¿Vale la pena que Occidente se comprometa en una guerra para defender a poblaciones de credo musulmán masacradas por sus tiranos?

El Islam es el credo de la intolerancia. La fe, según sus principios, se defiende derramando la sangre de los infieles, llevando a la muerte a los acusados de blasfemia. El dios de los musulmanes no es dios de amor, no es dios de perdón. “No hay ningún Dios sino Alá y Muhammad es su profeta” y si para defender este dogma hay que matar, se mata y “Alá es grande”.

Desde un punto de vista ético no es correcto denigrar a ningún credo religioso,  eso conlleva herir sentimientos y ofender a sus fieles, pero los musulmanes con su actuar denigran su propio credo. Los últimos acontecimientos producidos en países de mayoría musulmana ─ Egipto y Libia ─ evidencia esta verdad.

Un vídeo filmado en Estados Unidos por un cineasta israelí Sam Bacile residente en Estados Unidos fue la causa eficiente para disparar las protestas musulmanas en Egipto y Libia caracterizadas por asaltos a las sedes diplomáticas de Estados Unidos en ambos países y la muerte del embajador americano en Libia, Chris Stevens y de otros tres funcionarios diplomáticos. El vídeo en cuestión,  La inocencia de los musulmanes, podría considerarse como ofensiva a la figura del profeta, ya que lo presenta como un adicto al sexo, y podría herir los sentimientos religiosos de los musulmanes; pero la respuesta dada por los seguidores de Mahoma ha sido más insultante que el propio film.

Como los grupos extremistas del Islam no tienen ni la más remota idea de lo que significa la libertad de expresión de inmediato cargaron la ofensa sobre los Estados Unidos. Asaltaron la embajada americana en el Cairo, quemaron banderas de Estados Unidos. En Libia el asalto se combinó con lanza cohetes y granadas.

Aunque el asalto a la embajada en Libia fue promovida, según el viceministro del Interior libio, Wanis al Sharf, por delincuentes y simpatizantes del régimen de Gadafi, existen evidencias de que, según opinión de algunos analistas, el grupo islámico extremista Ansar al Sharia (Partidarios de la Sharia) habría iniciado la agresión. Otras evidencias apuntan hacia militantes de Al Qaeda.

La película que denigra al profeta del Coram ha sido promocionada en Estados Unidos por el pastor fundamentalista Terry Jones, el Inquisidor del Coram y en el Oriente medio por Morris Sadek un egipcio copto ortodoxo profundamente anti islámico y que considera que su enemigo es “el Dios del Islam”. Morris Sadek ha hecho público su apoyo al régimen de Bashar al-Asad porque, en su opinión el tirano sirio “se enfrenta a la Hermandad Musulmana y a otros grupos terroristas que matan en nombre de Alá”. En su repudio al Islam Sadek anota: “El Islam difama a las mujeres a todos aquellos que creen en otras religiones y Jesús (…) perdono a la gente en la cruz, incluyendo a las mujeres, y dijo aquel que no tenga pecado, lance la primera piedra. (Ver http://www.bikyamasr.com/42699/morris-sadek-my-enemy-is-the-god-of-islam/) Por otra parte  Sam Bacile el realizador del filme La inocencia de los musulmanes define al Islam como un cáncer.

Repito que desde un punto de vista ético no se debe denigrar a ningún credo religioso; pero, Occidente no está obligado a pedir disculpas por lo que un individuo realice, exprese o diga en uso de su derecho a la libre emisión de opinión, y mucho menos expresarle esa disculpa a una comunidad que no se detiene para denigrar y prohibir a otros credos religiosos. Occidente debe exigir reparaciones por los actos de criminal vandalismo que los seguidores de Alá, cargados de resentimientos y odios llevan a cabo impunemente.

Maldito sea el Dios que pide sangre. Es un dios falso. Maldito el profeta que reclama sangre. Es un falso profeta.

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