Mario J. Viera
Cuando uno observa las atrocidades que
cometen, a impulso de un criminal fanatismo, los seguidores de Muhammad
(Mahoma) se obliga a preguntarse ¿Vale la pena salir en defensa de la llamada
Primavera Arabe? ¿Vale la pena que Occidente se comprometa en una guerra para
defender a poblaciones de credo musulmán masacradas por sus tiranos?
El Islam es el credo de la
intolerancia. La fe, según sus principios, se defiende derramando la sangre de
los infieles, llevando a la muerte a los acusados de blasfemia. El dios de los
musulmanes no es dios de amor, no es dios de perdón. “No hay ningún Dios sino Alá y Muhammad es su profeta” y si para
defender este dogma hay que matar, se mata y “Alá es grande”.
Desde un punto de vista ético no es
correcto denigrar a ningún credo religioso,
eso conlleva herir sentimientos y ofender a sus fieles, pero los
musulmanes con su actuar denigran su propio credo. Los últimos acontecimientos
producidos en países de mayoría musulmana ─ Egipto y Libia ─ evidencia esta
verdad.
Un vídeo filmado en Estados Unidos por
un cineasta israelí Sam Bacile residente en Estados Unidos fue la causa eficiente
para disparar las protestas musulmanas en Egipto y Libia caracterizadas por
asaltos a las sedes diplomáticas de Estados Unidos en ambos países y la muerte
del embajador americano en Libia, Chris Stevens y de otros tres funcionarios
diplomáticos. El vídeo en cuestión, La inocencia de los musulmanes, podría
considerarse como ofensiva a la figura del profeta, ya que lo presenta como un
adicto al sexo, y podría herir los sentimientos religiosos de los musulmanes;
pero la respuesta dada por los seguidores de Mahoma ha sido más insultante que
el propio film.
Como los grupos extremistas del Islam
no tienen ni la más remota idea de lo que significa la libertad de expresión de
inmediato cargaron la ofensa sobre los Estados Unidos. Asaltaron la embajada
americana en el Cairo, quemaron banderas de Estados Unidos. En Libia el asalto
se combinó con lanza cohetes y granadas.
Aunque el asalto a la embajada en
Libia fue promovida, según el viceministro del Interior libio, Wanis al Sharf,
por delincuentes y simpatizantes del régimen de Gadafi, existen evidencias de
que, según opinión de algunos analistas, el grupo islámico extremista Ansar al
Sharia (Partidarios de la Sharia) habría iniciado la agresión. Otras evidencias
apuntan hacia militantes de Al Qaeda.
La película que denigra al profeta del
Coram ha sido promocionada en Estados Unidos por el pastor fundamentalista
Terry Jones, el Inquisidor del Coram y en el Oriente medio por Morris Sadek un
egipcio copto ortodoxo profundamente anti islámico y que considera que su
enemigo es “el Dios del Islam”. Morris Sadek ha hecho público su apoyo al
régimen de Bashar al-Asad porque, en su opinión el tirano sirio “se enfrenta a
la Hermandad Musulmana y a otros grupos terroristas que matan en nombre de Alá”.
En su repudio al Islam Sadek anota: “El Islam difama a las mujeres a todos
aquellos que creen en otras religiones y Jesús (…) perdono a la gente en la
cruz, incluyendo a las mujeres, y dijo aquel que no tenga pecado, lance la
primera piedra. (Ver http://www.bikyamasr.com/42699/morris-sadek-my-enemy-is-the-god-of-islam/)
Por otra parte Sam Bacile el realizador
del filme La inocencia de los musulmanes
define al Islam como un cáncer.
Repito que desde un punto de vista ético
no se debe denigrar a ningún credo religioso; pero, Occidente no está obligado
a pedir disculpas por lo que un individuo realice, exprese o diga en uso de su
derecho a la libre emisión de opinión, y mucho menos expresarle esa disculpa a
una comunidad que no se detiene para denigrar y prohibir a otros credos
religiosos. Occidente debe exigir reparaciones por los actos de criminal
vandalismo que los seguidores de Alá, cargados de resentimientos y odios llevan
a cabo impunemente.
Maldito sea el Dios que pide sangre.
Es un dios falso. Maldito el profeta que reclama sangre. Es un falso profeta.
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