Mario J. Viera
De veras que ya cansa la
perorata de los busca votos que se presentan en el restaurant Versailles, en la
Calle 8 de Miami. prometiendo lo mismo: “apretar al castrismo”, pedir una “Cuba
Libre”, para después no hacer nada que obligue a los Castro a darle paso a lo
que quieren la democratización de la mayor de las Antillas.
La retórica es barata,
cansona de tanto ser repetida por más de cinco décadas. En los últimos 40 años,
ni demócratas ni republicanos han hecho nada
que pueda ser considerado efectivo contra el castrismo. Por supuesto,
siempre son los republicanos los que más duros se presentan ante al castrismo,
al menos durante sus periodos de campaña electoral, para luego no hacer nada,
salvo alguna propuesta demagógica de limitar lo viajes de los cubanos,
residentes y naturalizados, a la isla y limitar las remesas que se pueden
enviar a Cuba, para luego abrirse al comercio con los Castro y hasta concederle
la humanitaria compra de papel de imprenta, como hiciera la administración Bush
hijo.
Hay que ganarse el voto
de la Florida partiendo de coquetear con la comunidad cubana que, como caso especial
del voto hispano, concurre masivamente a las urnas electorales.
Ahora el recién converso
a la línea dura contra los Castro, Pau Ryan se fue a tomar un café cubano en el
Versailles ─ recuérdese que fue un ardiente partidario de suprimir el embargo ─
y a declarar fervorosamente su pasión anticastrista, diciendo algo que agrada
al oído del exilio cubano: “Déjenme
decirles esto: en la administración Romney no vamos a seguir practicando esta
política blanda, sino que vamos a ser duros con este dictador brutal y vamos a
ayudar a los grupos a favor de la democracia”. Lástima que yo no le crea
aunque sería muy bueno que se le apretaran las clavijas a “este dictador brutal”.
Me pregunto, ¿en qué
grado será la dureza en contra del castrismo que una hipotética administración
Romney pudiera aplicar? Tal vez ¿intentar una nueva Bahía de Cochinos? No,
porque eso sería políticamente incorrecto por parte de Estados Unidos; quizá ¿romper
todo vínculo diplomático con el régimen de La Habana, eliminando las Secciones
de Intereses de Estados Unidos en Cuba, y de los Castro en Estados Unidos? No,
creo que no sería práctico por muchas razones. A lo mejor ¿lograr la expulsión de la representación
castrista como miembro en la Comisión de Derechos Humanos de la ONU? No creo
que lo logre.
¿Qué otra cosa?
¿Exigirle a la Unión Europea que enfríe sus relaciones diplomáticas con la
dictadura castrista hasta rebajarlas a la de simples encargados de negocios?
Esto ni soñarlo. ¿Suprimir en Estados Unidos cualquier tipo de comercio con los
Castro? Los primeros que rechazarían esa propuesta serían los empresarios que
los republicanos favorecen y que responden a interese comerciales de muchas
empresas agrícolas de los Estados Unidos.
¿Qué otras opciones le
queda a la supuesta administración Romney-Ryan? Sí, quizá prohibir el
funcionamiento de los numerosos comités que en Estados Unidos hacen campaña a
favor de la liberación de los cinco sicarios castristas presos por labor de
espionaje. No, eso sería lo ideal pero hay un detalle, tal medida violaría el
derecho que ampara la Primera Enmienda de la Constitución. Probablemente el
gobierno republicano se decantaría por suprimir el llamado intercambio cultural
de Estados Unidos-Cuba negándole visa de entrada al país a artistas e
intelectuales cubanos comprometidos con los intereses del Partido Comunista de
Cuba. Estoy de acuerdo, lo considero adecuado; sin embargo tal medida, con la
que repito estoy muy de acuerdo, poco daño le haría a los Castro y nada
cambiaría en Cuba.
Por más que me estrujo
el cerebro ─ ¿seré obtuso? ─ no puedo deducir cómo la administración
Romney-Ryan va a ser dura con el dictador brutal. Creo que lo único en que
mostrarían su dureza es repitiendo la politiquera fórmula de George W. Bush, para
hacerle la vida un yogurt a los cubanos residentes o naturalizados en Estados
Unidos que tengan familiares en Cuba.
Definitivamente, este
Paul Ryan, el Sarah Palin masculino de los republicanos, el Golden boy del Tea
Party, lo único que busca es congraciarse con el exilio cubano ─ que en su gran mayoría sigue creyéndose la
demagogia republicana ─ para ganarse sus votos, porque el anticastrismo, ya sea
sincero o politiquero, da votos en Miami.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario