Guillermo Descalzi. EL NUEVO HERALD
Estamos ante el proceso de una muerte
prematura. La ven todos salvo quienes no quiere darse cuenta de ella. Es la
muerte de la candidatura Romney. Empezó hace tiempo, víctima de falsedad
genérica en su candidato. La deslucida convención republicana dejó ansiosos a
todos en su equipo, tanto así que buscaron salvarlo empujándolo a darle un
zarpazo a Obama. Lo dio el día de los ataques a nuestras representaciones en El
Cairo y Bengazi, tras la muerte de nuestro embajador y tres compatriotas en
Libia.
La campaña venía desarrollándose al
compás de un minuet electoral. Tras las muertes y asaltos en Bengazi y El
Cairo, sus asesores dejaron de lado el bailecito, decidiendo allí, en ese
instante, ejecutar su plan. Aprovecharían las muertes y asaltos. Es algo que
cayó muy mal. Aprovechar los ataques y la solemnidad de cuatro muertes para
herir al presidente fue falto de clase y elegancia, especialmente por haber
procedido con argumentos falaces, de un supuesto pedir perdón al Islam por
quiénes y cómo somos los estadounidenses. Obama mostró temple en una entrevista
donde se le preguntó de Egipto. Egipto no es un país aliado, y si lo fue ya no
lo es. Se lo dijo a José Díaz Balart, de Telemundo.
La Casa Blanca luego trató de dorar la
píldora, pero lo dicho quedó. Egipto no es nuestro aliado. Tampoco es nuestro
enemigo. ¿Qué es? Obama no lo aclaró, pero Egipto no es más el bastión de
seguridad que fue para nosotros ante el descontento islámico. En adelante
podemos esperar casi cualquier cosa de su gobierno. Es en estas circunstancias
que la campaña de Romney le propinó su zarpazo a Obama. Después apareció un
editorial en Politico, prestigioso portal conservador en Internet, donde se
declara que “Mitt Romney proved today
that he is more a blathering idiot than Presidential material” (Mitt
Romney, concluyó, ha probado ser más balbuceante idiota que material
presidencial). Son palabras fuertes en un portal conservador.
Al día siguiente Joe Scarborough,
periodista también conservador, alertó al partido diciendo que “ we should be willing to face the fact that
Mitt Romney is likely to lose, and should, given that he’s neither a true
conservative nor a courageous moderate” (Debemos, dijo, enfrentar los
hechos y aceptar que Romney probablemente pierda, y es más, que debiera perder
por no ser ni conservador verdadero ni valeroso centrista).
No ser ni verdadero ni valeroso se
refiere a su persona, no a su política. Que Romney debiese perder por no ser ni
conservador ni moderado, eso se refiere a su política. En ese espectro solo
queda la opción de liberal. ¿Habrá implicado que es un liberal? No creo que
haya querido ir tan lejos pero, en todo caso, la conclusión inescapable es que
en ambos lados, personalidad y política, se le encuentra carente. Romney se
está convirtiendo en mala compañía a mes y medio de la elección, y en el
partido se ha interrumpido el acercamiento entre sus líderes y el candidato. Va
a ser triste ver a las campañas republicanas en el Congreso mantener su
distancia de la procesión fúnebre en que se está convirtiendo la candidatura
Romney/Ryan.
¿Qué es Romney? ¿Un pseudo conservador
y moderado sin valor? Es la adjetivación sugerida por los hechos. Esa parece
ser su insignia. Romney abrazó un conservadorismo valiente pero lo que muestra
es un conservadorismo descabellado. Es descabellado porque no está en él, no
nace de él, no vive en él. Lo lleva como peluca. Parece difícil pedirle la
clase y estilo de la autenticidad, pero no todo está perdido. Aún tiene una
oportunidad para remediar la situación, tres en realidad, en los debates.
El conservadorismo busca y ansía su
resurrección. Ha habido muertes previas con posterior resurrección política. Un
ejemplo reciente está en el comeback kid, el Clinton de teflón que rehusó morir
tras cada uno de sus escándalos, pero lo de Romney no es un escándalo. Es algo
más esencial. Es su personalidad e ideología, y allí está la dificultad. La
resurrección es factible con personalidad saludable e ideología sólida. La de
Romney parece personalidad marginal, y su ideología se mueve con el cambiar de
los vientos. Hoy procede con una campaña que parece procesión, una que todos
debemos tratar con respeto porque no es fácil continuar con una candidatura
moribunda a mes y medio de la elección.
El partido necesitará nobleza. Temo
que al final haya poca nobleza para Romney. Los conservadores están auto
arrinconados en un extremo donde han empezado a ver a su candidato como chivo
expiatorio, víctima para el altar del conservadorismo. Algo más: El atracón en
el Medio Oriente empieza a recalentarse. Sea quien sea el triunfador en
noviembre, todo apunta a que tendrá que lidiar con una nueva explosión en la
región.
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