Alex Vásquez S. EL NACIONAL
Desde las 8:00 am había gente
aguardando a Henrique Capriles Radonski en el aeropuerto de San Felipe, en
Yaracuy. No importaron las horas de espera ─ el candidato llegó a las 11:30 am
─ ni el calor.
Llegaron temprano, como dijo una mujer
que llevaba un paraguas para protegerse del sol, con el único propósito de
conseguir un buen puesto para verlo de cerca. “En la caravana uno no lo va a poder ver bien”, dijo.
La historia se repite en cada
aeropuerto. La gente busca un árbol o cualquier cosa que sirva para cubrirse
del sol. El calor parece bajar los ánimos, hasta el momento en que el avión del
candidato llega y parece inyectar energía a los presentes: empiezan a correr y
sacan fuerza sobrehumana para verlo de cerca. "Aquí lo vi ahí mismo; la caravana va a ser una locura”, dijo una
niña. Y tenía razón.
Como bien señaló el hombre que animó
la caravana desde un camión, lo que se vivió ayer fue una avalancha. Mientras
el candidato pasaba, todos corrían alrededor, se caían niños tratando de
capturar gorras tricolor, se caían ancianas, se caían motos. Se caían, se
levantaban, seguían corriendo.
En el recorrido de más de seis
kilómetros por la quinta avenida de San Felipe los objetivos eran claros, uno
más ambicioso que el anterior: verlo, conseguir la foto, conseguir la gorra,
conseguir el autógrafo en la gorra.
La caravana empezó antes de lo
previsto, porque un grupo de taxistas de San Felipe protestaba por la muerte de
un compañero a manos del hampa. Se atravesaron ante el autobús que llevaba al
candidato a la caravana. Él se bajó para escucharlos. “Sé que en Yaracuy uno de los principales problemas es la violencia. Los
taxistas me dijeron que quieren un gobierno que defienda la vida de sus hijos.
Yo defenderé la vida de sus hijos, no la vida planetaria”, expresó.
Las calles se llenaban de gente cuando
el candidato pasaba. La quinta avenida estaba abarrotada cuando Capriles llegó
a la tarima. El mismo día, a la misma hora, en una calle paralela, la
Gobernación de Yaracuy organizó una “caminata por las misiones”. Pero todo el
pueblo estaba en el acto de Capriles y en la calle paralela había muy poca
gente.
Insultar. El candidato criticó que el
oficialismo insista en invertir su tiempo en afectar su campaña. Al igual que
el martes, Hugo Chávez se encadenó cuando su oponente hacía un acto de campaña.
Capriles considera que eso ocurre
porque el mandatario se quedó sin propuestas, luego de 14 años en el poder. “Lo único que les queda es insultar y
amenazar. Se encadenan para que el país no vea esto”, agregó.
Capriles enumeró los tres principales
problemas del estado: fallas en los servicios públicos, inseguridad y
desempleo.
Dijo que las personas quieren y
necesitan un empleo que las ayude a progresar. Aseguró que su gobierno
garantizará que así sea.
Afirmó que desde las oficinas públicas
le manifiestan apoyo constantemente. “Los
venezolanos no queremos construir un partido político, queremos construir un
país. El trabajador público va a tener en mí el líder de un equipo para todos”,
dijo.
El cierre en Yaracuy fue la séptima
visita del candidato. Luego de su caravana, viajó a Maracay, estado Aragua,
donde realizó un mitin de cierre de campaña en la avenida Bolívar, a la altura
del bulevar Pérez Almarza.
Capriles pidió perder el miedo y
aseguró que nada podrá contra el poder del voto el 7 de octubre. “Los invito a que voten por ustedes, porque
yo voy a votar por ustedes”, añadió. El candidato cerrará hoy su campaña
con una caravana en Sucre y un acto en el estadio José Bernardo Pérez de
Valencia, Carabobo.
Al público le importaba más ver al
candidato que escuchar lo que decía. A pesar de la llovizna, gritaban para que
quienes estaban delante cerraran sus paraguas y poder fotografiarlo. “Es que algo así no se veía desde que vino
Chávez. No me acuerdo cuándo”, dijo una mujer con su celular en la mano
enfocando a Capriles.
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