Mario Julio Viera
Con fuerza de orgullo, el Himno
Nacional de Cuba, proclama: “Morir por la
patria es vivir”. Hasta qué punto esta consigna tiene validez es asunto de
criterios y circunstancias. En mi opinión es preferible vivir para la patria
antes que morir. Tener la decisión de vivir, para defender la dignidad patria,
para luchar por la libertad aunque en su consecución se tenga que enfrentar a
la muerte; pero lo primario es vivir, no entregar inútilmente la vida.
Los muertos pueden servir de faro para
ilumina las batallas por la verdad, pero los que caen, solo son eso: símbolos.
Es mejor luchar decididamente teniendo como fundamento mantener la vida para alcanzar
la victoria y ser luego útiles como fundadores, que morir sin alcanzar la meta
añorada; porque después de muertos ¿qué beneficio obtiene la patria?
El sacrificio del Gólgota impulsó la
vida, porque, el Cristo no murió para siempre, ¡Resucitó! Más útil es el
patriota vivo que el patriota mártir.
Entregar la vida heroicamente para
obtener una victoria es sencillamente, alcanzar solo una pírrica victoria.
El primer deber de los forjadores de
patrias es mantenerse vivos.
Todo esto digo en relación con la
huelga de hambre que recientemente realizaran en Cuba un grupo de opositores en
reclamo de una reparación de la justicia. Lograron su propósito. Por primera
vez en su historia, el régimen cedió ante el viril reclamo. Sin embargo otro
pudiera haber sido el resultado.
El castrismo es intransigente; es
prepotente, es agresivo y carece de escrúpulos morales. De buena gana ─ si
determinadas circunstancias no hubieran estado presente ─ habría dejado morir a
los huelguistas; graciosamente hubiera podido librarse de un grupo de
opositores que no cesan en sus reclamos de justicia y democracia; como
acallaron el reclamo de Orlando Zapata Tamayo; como silenciaron la voz de
denuncia de Wilman Villar Mendoza, sin importarles el repudio internacional.
Ellos pudieron haber muerto por la
patria, pero quedarían silenciadas sus voces de denuncia y su ejemplo de
resistencia en vida. La vida de los osados impulsa a ser seguidos, más que sus
muertes. Los muertos son memoria; son voces apagadas para siempre aunque su
entrega, su renuncia a la vida sea luego idealizada por los aedos de la
historia.
Marta Beatriz Roque Cabello y José
Luis García Pérez “Antúnez”, las figuras más representativas del grupo de
huelguistas, son más útiles vivos que muertos. Entre ellos hay diferencias de
métodos, pero se identifican en un mismo objetivo. Ambos son ejemplos de
resistencia, ejemplos a seguir. Todavía tienen mucho que aportar. Todavía no
tienen derecho a entregar la vida… Tienen que vivir.
Por suerte, gracias a la solidaridad
internacional, gracias a los tiempos que vivimos, lograron su objetivo… Morir
por la patria no siempre es vivir. ¡Vivir por la patria y para la patria, es
vivir!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario