Mario J. Viera
Se nombra Sirley Ávila León, es
delegada del Poder Popular por la circunscripción 37 del Municipio Majibacoa en
la provincia oriental Las Tunas. Ella, tal vez creyendo en lo que declarara
Raúl Castro de “discrepar y discutir en el lugar adecuado, en el momento
oportuno y de forma correcta” ─ ella misma se declara “revolucionaria” ─ se
dirigió a diferentes instancias del llamado Poder Popular, reclamando a favor
de su comunidad, específicamente frente a las dificultades que experimenta una
escuela primaria de la localidad. La escuela había sido cerrada.
Se quejó de la falta de atención que
recibía a favor de su reclamo. La poca atención prestada para solucionar los
problemas que ella argüía no es debida a
falta de recursos, se trata de un error, de una desidia de personas que no
podía justificarse con “el bloqueo”. “Nadie
nos atendía (ni a ella ni a los padres de los escolares), nadie nos daba una respuesta”. No
recibían la atención; “no hacían lo que
tenían que hacer, por lo que les pagaban (…) defender al pueblo”, no se trataba de un asunto particular lo que
ella pretendía que le escucharan “porque
yo no tengo niños en la escuela, ni tengo nietos…”, aclaró Sirley Avila.
“Me
personé nueve veces al Consejo de Estado y a la Asamblea Nacional del Poder
Popular para reclamar por un problema de mi comunidad”, aseguró la
delegada. Ningún caso le hicieron; solo la expulsaron de la Asamblea Nacional
del Poder Popular y la advertencia de que no se presentara de nuevo como
delegada.
Insistió: “Le escribí a Alarcón (Ricardo Alarcón de Quesada, presidente de la Asamblea
Nacional) para que me atendiera o que designara a alguien porque es un problema
que afecta al pueblo y a los niños”. Silencio. Le escribió a Raúl Castro.
Silencio. Se presentó ante la redacción del libelo Granma para que por conducto
de la prensa llamar la atención de Castro y de Alarcón de Quesada. No obtuvo respuesta.
Finalmente recibe respuesta del
Consejo de Estado: “y me dijeron que la
inquietud mía la habían pasado al gobierno provincial”; pero en el gobierno
provincial no había inquietud alguna, sencillamente le informaron que no habían
recibido la comunicación del Consejo de Estado. Fue citada al Comité Municipal
del Partido Comunista solo para ser intimidada y exigírsele que no continuara
presentándose en las diferentes instancia gubernamentales como delegada.
Lo único que alcanzó la delegada de la
circunscripción 37 es una citación para presentarse ante la fiscalía municipal
bajo una acusación formulada por el Vicepresidente del gobierno municipal por
haberle cambiado un televisor a un discapacitado físico del que se alegaba no
estaba en sus facultades mentales.
Ahora bajo presiones policiales, bajo
presiones políticas, solo por reclamar en defensa de su comunidad, la delegada
optó por hacer pública su denuncia por medio de la emisora Radio Martí, quizá
así pueda llegar a ser escuchada.
“…discrepar y discutir en el lugar
adecuado, en el momento oportuno y de forma correcta” no parece ser la tónica
del gobierno del general presidente. Haberlo hecho y luego de no ser escuchada
denunciarlo por Radio Martí traerá consecuencias no muy agradables para Sirley
Ávila León, una delegada que creyó que podía defender los intereses
comunitarios.
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