Augusto Cesar San Martin. CUBANET
El gobierno cubano acaba de apoyar en
Ginebra el derecho de las personas a una vivienda adecuada, y al parecer en un
raro acto de coherencia con lo que dice, reparte lujosos apartamentos y
construye nuevos edificios… pero solo para militares y altos funcionarios
comunistas. Mientras, las destartaladas viviendas de La Habana marginal, se
derrumban sobre los cubanos de a pie, aplastándolos a veces.
En la capital, donde en el transcurso
de este año se han derrumbado varios edificios causando víctimas mortales y continúan
siendo evacuados edificios completos a punto de colapsar sobre sus infelices
moradores, la entrega de casas a los dirigentes y militares no se detiene.
Estos inmuebles son parte de la piñata que organiza el gobierno, quizás como
estrategia para mantener fidelidades en estos peligrosos momentos de crisis.
Con el tiempo y la ayuda del cargo que ocupan, los astutos jerarcas pasan del
usufructo a obtener la propiedad de la vivienda, en ocasiones sin hacer
dejación de la anterior.
Nuevo
edificio construido por Habaguanex en el Malecón - Foto de Augusto Cesar San
Martin
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Uno de los ejemplos actuales de esta
práctica es el establecimiento de funcionarios gubernamentales en uno de los
inmuebles construidos por la empresa Habaguanex, perteneciente a la Oficina del
Historiador de la Ciudad, bajo el mando del poderoso Eusebio Leal. Ubicado
frente al Malecón habanero, el lujoso condominio de tres plantas, con
veinticuatro apartamentos, tiendas y otros servicios, se concibió para la renta
a extranjeros. Sin embargo, según los trabajadores de la inmobiliaria el
edificio está siendo ocupado por dirigentes del Consejo de Estado y la Fiscalía
General, trasladados desde otras provincias del país.
Detalle
interior del nuevo edifico de Malecón - Foto de Augusto Cesar San Martin
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Otro ejemplo reciente es el edificio
concluido en el pasado mes de julio en la avenida Vento y calle L, en el
municipio Boyeros. La edificación de cuatro plantas pertenece al Ministerio del
Interior, según los vecinos del lugar. La construcción no se parece en nada a
los pocos y horrorosos edificios de microbrigadas que se construyeron en
décadas anteriores para los trabajadores. Muestra un lindo diseño arquitectónico
y una calidad en el terminado que revelan lo que pudiera hacer el gobierno para
la legión de cubanos sin techo que residen en albergues improvisados, algunos
desde hace décadas.
Edificio para oficiales del MININT terminado
en julio en Boyeros - Foto de Augusto Cesar San Martin
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La meca de estas construcciones
parecen ser los edificios que la población ha dado en llamar los “Meliá
MININT”, en alusión a los lujosos hoteles de la cadena española. Construidos en
zonas selectas de los municipios Playa y Lisa, dan la idea clara del poder del
gobierno y de la creciente diferencia de clases.
Lujosos apartamentos, cuyo lujo
aumenta con la jerarquía militar del afortunado inquilino. Construcciones
modernas, para mayor ironía levantadas en muchas ocasiones con la mano de obra
de los presos, algo que ciertamente no escasea en la isla, gracias en gran
medida a la labor del MININT.
Cuentan los que por allí viven que los
jerarcas militares que habitan en La Coronela ya comenzaron a ejercer en el
barrio la influencia de sus cargos. La Giraldilla, un complejo gastronómico
ubicado allí, que comprende restaurante, piscina y discoteca, tuvo que
modificar sus horarios ante la protesta de los poderosos nuevos vecinos, a
quienes molestaba la música del centro.
¿Quién ha dicho que hay un enorme
déficit habitacional en el país y montones de cubanos sin hogar? Que les
pregunten a los jerarcas del MININT.
Mientras, para entretener a la
población, el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social fue investido con la
absoluta ─ y lucrativa ─ potestad de entregar viviendas. Atrás quedaron los
días de gloria de la archicorrupta Dirección de Vivienda. La demagógica medida
debe ser vista por el pueblo como un paso de avance.
Pero el nuevo Ministerio repartidor de
casas –que si aun no es corrupto, pronto lo será-, solo cumple aplicando los
lineamientos del Partido Comunista sobre la construcción de viviendas “por
esfuerzo propio”. O sea, entrega a los sin techo pedazos de antiguas bodegas de
barrio o almacenes abandonados para que ellos mismos levanten un cuarto, casas
destartaladas para dividirlas entre cuatro familias, o terrenos baldíos luego de
un derrumbe. En fin, nada de apartamentos nuevos, el “combativo pueblo” debe
hacerlo todo “con esfuerzo propio”, como dictan los “lineamientos”.
Los cubanos sin hogar deberán seguir
esperando años, quizás la vida entera, para salir de los albergues a donde
fueron a parar cuando sus viviendas fueron declaradas inhabitable, o se les
derrumbó encima después de años de desidia y prohibiciones del mismo Estado que
las expropió a los legítimos propietarios.
La otra opción para solucionar sus
problemas habitacionales podría ser convertirse en altos funcionarios
comunistas o montarse en una balsa.
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