Oviedo, 20 de octubre de 2017
Señoras
y Señores,
Quiero
iniciar esta parte final de mi discurso agradeciendo nuevamente a todos los
premiados su asistencia especialmente a los Presidentes del Parlamento, del
Consejo y de la Comisión Europea, a quienes acompaña el Presidente de su
Tribunal de Justicia. Su presencia hoy aquí en Asturias simboliza, el
compromiso, el apoyo y la solidaridad de las instituciones europeas con España,
con nuestro sistema constitucional y con nuestro Estado Social y Democrático de
Derecho.
Señores
Presidentes: España tiene que hacer frente a un inaceptable intento de secesión
en una parte de su territorio nacional, y lo resolverá por medio de sus
legítimas instituciones democráticas, dentro del respeto a nuestra Constitución
y ateniéndose a los valores y principios de la democracia parlamentaria en la
que vivimos desde hace ya 39 años.
Durante
las últimas décadas, los españoles hemos continuado nuestra historia, haciendo
honor a nuestra decisión soberana de convivir juntos en democracia. Hemos
vivido y compartido éxitos y fracasos, triunfos y sacrificios, que nos han
unido en alegrías y sufrimientos. No lo podemos olvidar. Como no queremos ni
podemos renunciar a lo que juntos hemos construido, sumando las aportaciones de
todos, que constituye un valiosísimo legado que a todos y cada uno nos
pertenece por igual.
Y
ello ha sido posible gracias a una España cimentada en el deseo sincero de
convivencia y de entendimiento; en el respeto de las normas y de las reglas de
la democracia; en reconocer con grandeza y generosidad los errores del pasado
para no caer de nuevo en ellos; una España en la que todos sus ciudadanos
—cualesquiera que fuesen sus ideas, dondequiera que nacieran o vivieran—
tuviesen la oportunidad de encontrar su lugar en paz y libertad, sin temores ni
miedos a la imposición ni a la arbitrariedad, alejados del rencor y las
fracturas.
Y
a una España, también, abierta y solidaria en la que pudieran reconocerse todos
y cada uno de los españoles, y en la que los pueblos que la integran viesen
protegidas, reconocidas y respetadas sus lenguas, sus culturas, sus tradiciones
y sus instituciones, como un verdadero patrimonio común que sin duda nos
enriquece y nos identifica.
Unos
ideales estos que, como los que estuvieron en la razón de ser de la UE, debemos
tener siempre presentes. Porque ningún proyecto de futuro se puede construir
basándose en romper la convivencia democrática; ningún proyecto de progreso y
libertad se sustenta en la desafección, ni en la división — siempre dolorosa y
desgarradora— de la sociedad, de las familias y de los amigos; y ningún
proyecto puede conducir al aislamiento o al empobrecimiento de un pueblo.
La
España del siglo XXI, de la que Cataluña es y será una parte esencial, debe
basarse en una suma leal y solidaria de esfuerzos, de sentimientos, de afectos
y de proyectos. Una suma que siga alimentando nuestra vocación universal,
nuestro legítimo orgullo de pertenecer a la gran realidad democrática que es
Europa.
Por
eso, Europa, la Unión Europea, forma parte del ser de esa España; una Unión que
trasciende a los Estados con respeto a todas nuestras identidades y
sensibilidades; una Union que dé respuesta a la modernidad, que indudablemente
avanza hacia una mayor integración y convergencia. Ese es el signo de nuestros
tiempos, del mundo en el que vivimos.
Señores
Presidentes: los españoles no olvidan ni olvidarán que la Unión ha sido siempre
un referente para España en el origen y en la consolidación de nuestra
democracia; y que ha impulsado decisivamente nuestra prosperidad y bienestar.
Pueden estar seguros de que la Unión encontrará en nuestro país un pilar
esencial de apoyo y lealtad ante los nuevos desafíos que juntos debemos
afrontar. Un camino que debemos recorrer acompañados de la razón, la palabra y
el respeto a las reglas de convivencia, inspirándonos en tres principios
europeos que también son indisociables: la democracia, los derechos fundamentales
y el Estado de Derecho.
Señoras
y Señores,
La
entrega de nuestros premios en Oviedo ha sido siempre un acto de reconocimiento
de valores cívicos y de principios morales. Y esta tarde hemos continuado esa
tradición una vez más, como lo venimos haciendo desde hace ya 36 años.
Y
en estos tiempos duros y difíciles que vivimos, es necesario más que nunca
reivindicar los principios democráticos en los que creemos y en los que se
sustenta nuestra vida en común. Son tiempos para la responsabilidad. Nuestros ciudadanos
lo merecen. Unos ciudadanos que desean convivir y progresar en paz y que
diariamente ofrecen un ejemplo de sacrificio, entrega y compromiso con su país.
Y
me siento muy orgulloso de afirmarlo aquí en Asturias, en esta tierra leal, tan
querida y siempre admirable.
Muchas
gracias
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