martes, 26 de enero de 2021

COMUNISMO Y SOCIALISMO TOTALITARIO NO FUNCIONAN

Enrique Guzmán Karell

 


El mapa es un acercamiento a la división política del mundo en el año 1980

De Perogrullo: el comunismo y el socialismo totalitario no funcionan. Es lo que se ha demostrado en todas partes. No importa que se tenga la mayor extensión territorial ni las mayores reservas naturales (URSS). No importa que se cuente con una sociedad instruida y organizada (Alemania Oriental). No importa que dicha ideología se implante en culturas milenarias y laboriosas (China, Viet Nam, Cambodia, Corea). No importa que se intente en países de la periferia que no han sido ‘contaminados’ por las prácticas de un capitalismo monopólico ni por la industrialización (Angola, Etiopia, Mozambique, Albania, Yemen…). No importa la cantidad de hidrocarburo (Venezuela). No hace la diferencia si lo implementas en naciones disciplinadas y que hacen culto a la autoridad.

 

El comunismo y el socialismo autoritario no han funcionado en ninguna de las grandes tradiciones religiosas y culturales del globo. No les han servido a católicos ni a protestantes. Tampoco a ortodoxos, musulmanes, budistas, taoístas, sincréticos o animistas. Incluso, tampoco les han servido a los ateos materialistas.

 

De la misma manera que no les sirvió a eslavos, árabes, beduinos y bereberes, latinoamericanos y caribeños, zhuang, manchú, caucásicos, ilirios, etruscos, bosniacos, jemeres y mongoles.

 

O sea, no importa el continente, el clima, el idioma, el grupo étnico, la idiosincrasia, el tamaño y la ubicación geográfica. Si algo ha sido un factor común a todas las prácticas de este tipo es que ninguna funcionó.

 

El comunismo y el socialismo totalitario son solo una aspiración, un muy caro deseo de unos pocos que contradicen los instintos naturales del hombre -al menos hasta este minuto. Los iluminados del comunismo terminaron siendo unos tiranos y reventando todas las sociedades que han vivido esas prácticas.

 

No hay progreso sin generación de riqueza ni garantías de mayor libertad.

¿Por qué obligarse con lo que no sirve?

LOS EMBARGOS SÓLO FUNCIONAN CUANDO HAY UNA AMPLIA RESISTENCIA INTERNA

 

Lázaro González Valdés

 


Leyendo posts en Facebook encuentro de nuevo debates (aunque casi siempre apasionados e irracionales) sobre el embargo y si éste es o no eficiente para derribar a la dictadura del PCC.

 

Por lo general, los que debaten estos temas tienen una creencia, casi siempre sin base en información real, la cual sostienen sin posibilidad de que cambie, aunque le demuestren que están errados.

 

Conviene recordar que en 1995 unas veinte organizaciones de la sociedad civil le pidieron por escrito al presidente Bill Clinton que aprobara la Ley Helms-Burton para que conjuntamente con la Ley Torricelli reforzará el embargo a fin de mermar los recursos materiales de la dictadura. Lo recuerdo porque yo suscribí esa petición a nombre del Partido Pro Derechos Humanos de Cuba (PPDHC) luego de reunirnos, debatir el asunto y haber acordado apoyar esa petición al presidente Clinton.

 

Para los más jóvenes rememoro que Clinton no aprobó la Ley Helms-Burton como le pedimos en ese momento, pero lo hizo posterior al 24 de febrero de 1996 luego del derribo de los aviones de Hermanos al Rescate, cuya verdadera causa del derribo fue que antes habían entrado volando al territorio nacional para lanzar cientos de miles de octavillas en apoyo a la alianza de toda la oposición que se llamó Concilio Cubano.


¿Por qué consideramos en aquel momento que fortalecer el embargo podría ayudar a la resistencia interna? Pues porque había 140 organizaciones y la mayoría de ellas tenían muchos activistas. Por ejemplo, el PPDHC que poco después de su fundación en 1988 contaba más de 10 mil miembros, tras siete años de represión brutal ordenada directamente por Fidel Castro todavía le quedaban unos 3 mil integrantes en 1995.

 

Es principio básico de la lucha estratégica no violenta que los embargos, boicots, listas negras de comerciantes y otras técnicas de restricción económica para debilitar los recursos materiales de la dictadura sólo, escuchen bien, sólo funcionan cuando dentro del país existe un potente y articulado movimiento de resistencia como creímos que teníamos en 1995. Sin embargo desconocíamos un detalle, porque en aquella época no había acceso a bibliografía, ni Internet, ni redes sociales, ni teléfonos móviles, ni siquiera llamadas directas al extranjero porque se hacían a través de una telefonista marcando el número 00 desde un teléfono de tierra y comunicando con Canadá. El detalle que desconocíamos en aquel momento es que necesitábamos mucha, pero mucha más cantidad de activistas de la que teníamos. La cifra es entre el 3 y el 5 por ciento de la cantidad de ciudadanos inscritos en el registro de electores lo que ahora serían unos 420 mil activistas.

 

Ahora viene la confrontación con la realidad, que es lo que a pocos les gusta porque es más fácil vivir fantasías o imaginando que sucederá el milagro. La realidad es que hoy hay menos activistas en Cuba que los que había en 1995. Tan es así que en 1998 habían más de mil 500 prisioneros políticos, pero hoy no llegan a 140, lo que evidencia que con represión menos intensa el PCC consigue mantener un nivel de resistencia que es inocuo para su status quo. Esto es un hecho confirmado, no es mi opinión.

 

Por lo tanto, para que el embargo funcione se necesita primero que exista ese amplio movimiento de resistencia interno en Cuba, como lo hubo en su momento en Sudáfrica, y esa combinación causó que, cuando boicotearon al régimen del apartheid, entre el embargo comercial y la resistencia desintegraron ese régimen opresor. En Cuba no hay esas condiciones ahora mismo, por lo que el embargo se queda corto ya que no tiene respaldo interno, que es donde radica precisamente la dictadura a derribar.

 

Pero, además, en el caso hipotético que el embargo funcionara sin esa resistencia interna la dictadura del PCC no caería porque aún le quedarían intactas cinco de las seis fuentes de poder que nutren a los regímenes opresivos y que únicamente pueden ser mermadas por ese amplio movimiento de resistencia interno.

 

Lo anterior no significa que debe levantarse el embargo, sino que ahora la prioridad es aumentar los recursos humanos de la resistencia porque ese es su mayor problema. Sin la movilización de amplios sectores de la sociedad civil el embargo es ineficiente, por sí solo, para desintegrar a la dictadura. Los que esperan el milagro del embargo liberador están cometiendo un grave error de cálculo por desconocimiento de los principios de la lucha estratégica no violenta.

 

También se equivocan quienes creen que el pueblo, por hambre y otras carencias, saldrá a las calles y derribará al opresor PCC. Eso no funciona así. No es que yo lo diga, sino que lo demuestran las investigaciones de los expertos, como Gene Sharp, y la Historia. Estamos ante un conflicto que sólo se podrá solucionar con ciencia, porque la improvisación, las discusiones sin sentido, las directas en redes sociales y los proyectos sin base científica no nos solucionarán nada.

lunes, 25 de enero de 2021

PODER POLÍTICO vs. LIBERTADES ECONÓMICAS

 

Lázaro González Valdés

 


El activista del Movimiento San Isidro Oscar Casanella abre un debate en Facebook el cual considero importante tratar a fondo, porque repercute en cómo convendría desarrollar la lucha no violenta para solucionar el problema en Cuba. También creo que es una excelente oportunidad para que activistas desterrados (con experiencia dentro y fuera de Cuba) intercambien experiencias y opiniones con quienes ahora están en la primera línea de batalla.

 

Casanella enuncia: “No creo que podamos derrocar a la dictadura sin antes ganar significativas libertades económicas. El pueblo está chantajeado con perder su trabajo estatal” (sic).

 

Al analizar el argumento de Casanella encontramos que lo componen dos premisas:

Premisa No.1: Sin antes ganar libertades económicas es imposible derribar a la dictadura.

 

Premisa No.2: El temor a perder su empleo estatal causa que el pueblo no actúe en contra de la dictadura.

 

El principio de la argumentación de Casanella radica en que para alcanzar el resultado (liberación del opresor) deben cumplirse las dos premisas anteriores. Traducido al cubano esto significa que cuando el pueblo (o una parte considerable del mismo) sea cuentapropista ya no tendrá temor a quedarse sin ingresos monetarios y a partir de ese momento actuará, a pesar del chantaje estatal, para desintegrar a la dictadura.

 

Sin embargo, sólo si esas dos premisas son verdades confirmadas es que se transmitirán al resultado para hacerlo realidad. Por lo tanto, debemos evaluar y confirmar ambas premisas.

 

Lo primero que refuta la argumentación de Casanella es que de los cinco estados comunistas vigentes en el orbe (China, Laos, Vietnam, Corea del Norte y Cuba) tres de ellos ya no tienen economías centralizadas, pero siguen oprimiendo a sus sociedades las cuales permanecen tan o más inmóviles que las de Cuba y Corea del Norte que sí mantienen la centralización económica.

 

Otra realidad que contradice el argumento en cuestión proviene de las investigaciones del erudito estadounidense Gene Sharp quien en su obra de la Dictadura a la Democracia revela:

 

Con el control de los recursos financieros del sistema económico, la propiedad, los recursos naturales, el transporte y los medios de comunicación en manos de los verdaderos opositores del régimen, o de otros en potencia, otro recurso de poder importantísimo se les ha vuelto vulnerable o se les ha negado. Las huelgas, el boicot y la creciente autonomía en algunos sectores de la economía, las comunicaciones y el transporte, debilitarán al régimen” (página 70, tercer párrafo).

 

Considerando lo anterior es obvio que el partido comunista (PCC en lo adelante), en su papel de dirigente exclusivo de la sociedad y del Estado tanto de facto como por precepto constitucional (Artículo 5), jamás concederá motu proprio esa autonomía económica que argumenta Casanella y tampoco hay vía ni órgano judicial para conseguir tales libertades económicas por medio de una demanda legal. Para probar lo antedicho, basta recordar que el PCC ha legalizado la represión y castigo de todo ciudadano que trate de cambiar el ordenamiento vigente, como se confirma no solo en la Constitución de 2019 sino también en la supraconstitucional Ley No.75 de 1995.

 

Por si fuera poco lo anterior, el PCC es quien controla qué tipo de trabajo puede hacerse de modo independiente, regula todo lo relacionado al autoempleo y es quien entrega o deniega los permisos de trabajo por medio de la institución que creó para tales efectos.

 

Conociendo el funcionamiento de las dictaduras, Gene Sharp formula que para debilitar al régimen la resistencia debe usar “las huelgas, el boicot” y todas las demás técnicas que apliquen según el caso particular de dictadura a la cual se enfrente.

 

Considerando estas investigaciones de Gene Sharp es que se comprende lo inútil de un embargo externo sin la existencia previa de un amplio, fuerte y eficiente movimiento de lucha estratégica no violenta operando dentro del país. Por ejemplo, cuando en 1995 decenas de organizaciones pidieron desde Cuba que se aprobara la Ley Helms-Burton, esos grupos eran poderosos comparados con los que hoy existen. Cualquier organización de aquella época contaba con cientos de activistas y casos como el Partido Pro Derechos Humanos de Cuba y otros aun disponían recursos humanos de unos miles de afiliados. Sin embargo, fueron destruidos precisamente porque esos números, que hoy parecen de lujo, no eran suficientes para mantener el desafío político contra la dictadura y derribarla porque, conforme a las investigaciones de sociólogos como Damon Centola, se requiere de entre el 3 y el 5 por ciento del total de personas inscritas en el padrón electoral del país, cifra que hoy estaría alrededor de las 420 mil.

 

Por lo tanto, queda demostrado que es incorrecta la premisa que para derribar al opresor los cubanos primero necesitan “ganar significativas libertades económicas”, porque el requerimiento necesario para ejecutar esa tarea es el recurso humano, o sea lo que los sociólogos que han investigado los cambios sociales llaman “el número mágico”, el cual es requisito previo para que la masa crítica alcance el punto de inflexión, momento que como sugiere su nombre es el instante en que comienza a desintegrarse la dictadura.

 

Después de la demostración anterior, centraré el análisis en la otra premisa, lo No. 2, la que el pueblo no secunda ni apoya a la resistencia interna por miedo a perder el empleo estatal. Esta premisa es real en parte, pero no en todo como veremos a continuación.

 

La primera contradicción es que ahora mismo hay unos 600 mil trabajadores por cuenta propia (fuente: https://rb.gy/pwa3yd), cifra que sobrepasa el necesario “número mágico”, pero ellos no se han pasado a las filas de la resistencia. ¿Por qué no lo hacen si de acuerdo a la Premisa No.2 ya no deben temer que los despidan y por lo tanto no los pueden chantajear?

 

La respuesta es que mientras el PCC sea el exclusivo dirigente de la sociedad y del Estado tiene el poder político para cancelar los permisos de trabajo de los cuentapropistas, para ordenar a los cuerpos represivos que hostiguen, capturen y encausen a los disidentes y para pedirle a los tribunales que los condenen con cárcel de ser necesario.

 

Por lo tanto, la causa real de por qué el pueblo está inmóvil y no apoya a los actores de la sociedad civil no es el temor a perder el empleo sino el temor a perderlo todo: empleo, libertad y hasta la vida.

 

Bajo cualquier dictadura atemorizar a la sociedad y atomizarla son formas de conseguir su obediencia. Por el contrario, en los sistemas democráticos la obediencia emana de la autoridad conferida por la legitimidad de elecciones auténticas.

 

Al respecto, Gene Sharp nos advierte que:

 

“(…) individuos y pequeños grupos pueden haber hecho valientes pero impotentes demostraciones, afirmando algún principio o simplemente su desafío. Por muy nobles que hayan sido los motivos, estos actos de resistencia pasados frecuentemente han sido insuficientes para vencer el miedo de la gente y su habitual obediencia, condición esencial para destruir una dictadura” (ibid., página 4, primer párrafo).

 

El investigador Sharp, quizás la fuente más confiable en este tema debido a más de medio siglo de investigaciones sobre el mismo, confirma que actos valientes realizados por individuos o grupos pequeños (como ahora mismo sucede en Cuba) son “insuficientes para vencer el miedo de la gente y su habitual obediencia”. Además, Gene Sharp recalca que conseguir que la gente venza el miedo y deje de obedecer al opresor es “condición esencial para destruir una dictadura”.

 

Sin lugar a dudas, el número de activistas es un aspecto vital para desarrollar la lucha no violenta. De hecho, debería ser hoy la prioridad de cada organización de la sociedad civil cubana. Además, un número creciente de actores de la sociedad civil contribuye en parte a que la gente supere el miedo a confrontar a la dictadura.

 

Sin embargo, no sólo el crecimiento de los recursos humanos ayuda a la pérdida del miedo, sino que también se necesita disciplina, auto control, capacitación y entrenamiento. En la medida que se consiga avanzar en estos aspectos la gente perderá exponencialmente el temor a la dictadura y a sus acciones represivas. Sobre este asunto, Gene Sharp dice:

 

La lucha no violenta requiere una pérdida del miedo y un mayor control sobre sí mismo, por una parte, y tiende a producir este efecto frente al gobierno y su represión brutal. Esa pérdida del miedo, o el control sobre sí mismo, es un elemento clave para destruir el poder que los dictadores tienen sobre la población en general” (ibid., página 33, último párrafo).

 

Sin embargo, Gene Sharp agrega otro factor determinante para contribuir a la credibilidad del movimiento y que también influye en la pérdida del miedo. Sobre esto, Sharp precisa que:

 

En todas las etapas del conflicto es necesario mantener un comportamiento intachable en la acción no violenta. Factores como el no tener miedo y el mantener la disciplina no violenta deben estar siempre presentes. Es importante tener en cuenta que va a necesitarse un gran número de gente para efectuar grandes cambios. Esa cantidad de participantes confiables sólo se puede obtener manteniendo el más alto nivel de comportamiento” (ibid., página 34, último párrafo).

 

De lo anterior queda claro que todo actor de la lucha no violenta debe tener, sin excusa, el estándar más alto posible de “comportamiento intachable”, una característica que no tienen muchos actores de la sociedad civil, líderes de grupo incluidos, quienes dedican más tiempo a críticas negativas, a luchas de egos y a pedir dinero en las redes sociales, en vez de hacer proselitismo en el terreno para aumentar los recursos humanos de sus respectivas organizaciones.

 

Resumiendo, luego de evaluar las dos premisas que el activista Oscar Casanella usa en apoyo de su argumentación se ha demostrado que tales premisas son incorrectas. Siendo el argumento de Casanella del tipo: si la premisa A y B se cumplen el resultado sería C; al no ser correcta alguna de esas premisas el resultado no sería viable, por lo que al no ser correctas las dos premisas tampoco se cumplirá el resultado previsto.

 

La conclusión de este análisis nos lleva a afirmar que para derribar a la dictadura se necesita aumentar los recursos humanos de la resistencia interna al nivel mínimo de 420 mil activistas debidamente capacitados, entrenados, que mantengan altos estándares de disciplina, auto control y comportamiento intachable. Además, se requieren recursos materiales, no para la manutención de cada activista y sus familias como creen erróneamente algunos que debe ser, sino para cubrir el costo de operaciones decisivas en contra de la dictadura. También se necesita la creación de un equipo que diseñe el plan general de operaciones estratégicas y tácticas para quitarle el poder político al PCC, y que se garantice la aplicación cabal de los principios de la lucha no violenta y sus técnicas. De no cumplirse con los requerimientos anteriores, será imposible derribar a la dictadura del PCC.

 

Es axiomático que sin alcanzar el poder político la resistencia nunca conseguirá cambios económicos, tampoco podrá liberarse de la opresión del PCC y mucho menos establecer un sistema democrático en Cuba.