Lázaro González Valdés
El
activista del Movimiento San Isidro Oscar Casanella abre un debate en Facebook
el cual considero importante tratar a fondo, porque repercute en cómo
convendría desarrollar la lucha no violenta para solucionar el problema en
Cuba. También creo que es una excelente oportunidad para que activistas
desterrados (con experiencia dentro y fuera de Cuba) intercambien experiencias
y opiniones con quienes ahora están en la primera línea de batalla.
Casanella
enuncia: “No creo que podamos derrocar a
la dictadura sin antes ganar significativas libertades económicas. El pueblo
está chantajeado con perder su trabajo estatal” (sic).
Al
analizar el argumento de Casanella encontramos que lo componen dos premisas:
Premisa
No.1: Sin antes ganar libertades económicas es imposible derribar a la
dictadura.
Premisa
No.2: El temor a perder su empleo estatal causa que el pueblo no actúe en
contra de la dictadura.
El
principio de la argumentación de Casanella radica en que para alcanzar el
resultado (liberación del opresor) deben cumplirse las dos premisas anteriores.
Traducido al cubano esto significa que cuando el pueblo (o una parte
considerable del mismo) sea cuentapropista ya no tendrá temor a quedarse sin
ingresos monetarios y a partir de ese momento actuará, a pesar del chantaje
estatal, para desintegrar a la dictadura.
Sin
embargo, sólo si esas dos premisas son verdades confirmadas es que se
transmitirán al resultado para hacerlo realidad. Por lo tanto, debemos evaluar
y confirmar ambas premisas.
Lo
primero que refuta la argumentación de Casanella es que de los cinco estados
comunistas vigentes en el orbe (China, Laos, Vietnam, Corea del Norte y Cuba)
tres de ellos ya no tienen economías centralizadas, pero siguen oprimiendo a
sus sociedades las cuales permanecen tan o más inmóviles que las de Cuba y
Corea del Norte que sí mantienen la centralización económica.
Otra
realidad que contradice el argumento en cuestión proviene de las
investigaciones del erudito estadounidense Gene Sharp quien en su obra de la
Dictadura a la Democracia revela:
“Con el control de los recursos financieros
del sistema económico, la propiedad, los recursos naturales, el transporte y
los medios de comunicación en manos de los verdaderos opositores del régimen, o
de otros en potencia, otro recurso de poder importantísimo se les ha vuelto
vulnerable o se les ha negado. Las huelgas, el boicot y la creciente autonomía
en algunos sectores de la economía, las comunicaciones y el transporte,
debilitarán al régimen” (página 70, tercer párrafo).
Considerando
lo anterior es obvio que el partido comunista (PCC en lo adelante), en su papel
de dirigente exclusivo de la sociedad y del Estado tanto de facto como por
precepto constitucional (Artículo 5), jamás concederá motu proprio esa
autonomía económica que argumenta Casanella y tampoco hay vía ni órgano
judicial para conseguir tales libertades económicas por medio de una demanda
legal. Para probar lo antedicho, basta recordar que el PCC ha legalizado la
represión y castigo de todo ciudadano que trate de cambiar el ordenamiento
vigente, como se confirma no solo en la Constitución de 2019 sino también en la
supraconstitucional Ley No.75 de 1995.
Por
si fuera poco lo anterior, el PCC es quien controla qué tipo de trabajo puede
hacerse de modo independiente, regula todo lo relacionado al autoempleo y es
quien entrega o deniega los permisos de trabajo por medio de la institución que
creó para tales efectos.
Conociendo
el funcionamiento de las dictaduras, Gene Sharp formula que para debilitar al
régimen la resistencia debe usar “las huelgas, el boicot” y todas las demás
técnicas que apliquen según el caso particular de dictadura a la cual se
enfrente.
Considerando
estas investigaciones de Gene Sharp es que se comprende lo inútil de un embargo
externo sin la existencia previa de un amplio, fuerte y eficiente movimiento de
lucha estratégica no violenta operando dentro del país. Por ejemplo, cuando en
1995 decenas de organizaciones pidieron desde Cuba que se aprobara la Ley
Helms-Burton, esos grupos eran poderosos comparados con los que hoy existen.
Cualquier organización de aquella época contaba con cientos de activistas y
casos como el Partido Pro Derechos Humanos de Cuba y otros aun disponían
recursos humanos de unos miles de afiliados. Sin embargo, fueron destruidos
precisamente porque esos números, que hoy parecen de lujo, no eran suficientes
para mantener el desafío político contra la dictadura y derribarla porque,
conforme a las investigaciones de sociólogos como Damon Centola, se requiere de
entre el 3 y el 5 por ciento del total de personas inscritas en el padrón
electoral del país, cifra que hoy estaría alrededor de las 420 mil.
Por
lo tanto, queda demostrado que es incorrecta la premisa que para derribar al
opresor los cubanos primero necesitan “ganar significativas libertades
económicas”, porque el requerimiento necesario para ejecutar esa tarea es el
recurso humano, o sea lo que los sociólogos que han investigado los cambios
sociales llaman “el número mágico”, el cual es requisito previo para que la
masa crítica alcance el punto de inflexión, momento que como sugiere su nombre
es el instante en que comienza a desintegrarse la dictadura.
Después
de la demostración anterior, centraré el análisis en la otra premisa, lo No. 2,
la que el pueblo no secunda ni apoya a la resistencia interna por miedo a
perder el empleo estatal. Esta premisa es real en parte, pero no en todo como
veremos a continuación.
La
primera contradicción es que ahora mismo hay unos 600 mil trabajadores por
cuenta propia (fuente: https://rb.gy/pwa3yd), cifra que sobrepasa el necesario
“número mágico”, pero ellos no se han pasado a las filas de la resistencia.
¿Por qué no lo hacen si de acuerdo a la Premisa No.2 ya no deben temer que los
despidan y por lo tanto no los pueden chantajear?
La
respuesta es que mientras el PCC sea el exclusivo dirigente de la sociedad y
del Estado tiene el poder político para cancelar los permisos de trabajo de los
cuentapropistas, para ordenar a los cuerpos represivos que hostiguen, capturen
y encausen a los disidentes y para pedirle a los tribunales que los condenen
con cárcel de ser necesario.
Por
lo tanto, la causa real de por qué el pueblo está inmóvil y no apoya a los
actores de la sociedad civil no es el temor a perder el empleo sino el temor a
perderlo todo: empleo, libertad y hasta la vida.
Bajo
cualquier dictadura atemorizar a la sociedad y atomizarla son formas de
conseguir su obediencia. Por el contrario, en los sistemas democráticos la
obediencia emana de la autoridad conferida por la legitimidad de elecciones
auténticas.
Al
respecto, Gene Sharp nos advierte que:
“(…)
individuos y pequeños grupos pueden haber
hecho valientes pero impotentes demostraciones, afirmando algún principio o
simplemente su desafío. Por muy nobles que hayan sido los motivos, estos actos
de resistencia pasados frecuentemente han sido insuficientes para vencer el
miedo de la gente y su habitual obediencia, condición esencial para destruir
una dictadura” (ibid., página 4, primer párrafo).
El
investigador Sharp, quizás la fuente más confiable en este tema debido a más de
medio siglo de investigaciones sobre el mismo, confirma que actos valientes
realizados por individuos o grupos pequeños (como ahora mismo sucede en Cuba)
son “insuficientes para vencer el miedo
de la gente y su habitual obediencia”. Además, Gene Sharp recalca que conseguir
que la gente venza el miedo y deje de obedecer al opresor es “condición
esencial para destruir una dictadura”.
Sin
lugar a dudas, el número de activistas es un aspecto vital para desarrollar la
lucha no violenta. De hecho, debería ser hoy la prioridad de cada organización
de la sociedad civil cubana. Además, un número creciente de actores de la
sociedad civil contribuye en parte a que la gente supere el miedo a confrontar
a la dictadura.
Sin
embargo, no sólo el crecimiento de los recursos humanos ayuda a la pérdida del
miedo, sino que también se necesita disciplina, auto control, capacitación y
entrenamiento. En la medida que se consiga avanzar en estos aspectos la gente
perderá exponencialmente el temor a la dictadura y a sus acciones represivas. Sobre
este asunto, Gene Sharp dice:
“La lucha no violenta requiere una pérdida
del miedo y un mayor control sobre sí mismo, por una parte, y tiende a producir
este efecto frente al gobierno y su represión brutal. Esa pérdida del miedo, o
el control sobre sí mismo, es un elemento clave para destruir el poder que los
dictadores tienen sobre la población en general” (ibid., página 33, último
párrafo).
Sin
embargo, Gene Sharp agrega otro factor determinante para contribuir a la
credibilidad del movimiento y que también influye en la pérdida del miedo.
Sobre esto, Sharp precisa que:
“En todas las etapas del conflicto es
necesario mantener un comportamiento intachable en la acción no violenta.
Factores como el no tener miedo y el mantener la disciplina no violenta deben
estar siempre presentes. Es importante tener en cuenta que va a necesitarse un
gran número de gente para efectuar grandes cambios. Esa cantidad de
participantes confiables sólo se puede obtener manteniendo el más alto nivel de
comportamiento” (ibid., página 34, último párrafo).
De
lo anterior queda claro que todo actor de la lucha no violenta debe tener, sin
excusa, el estándar más alto posible de “comportamiento intachable”, una
característica que no tienen muchos actores de la sociedad civil, líderes de
grupo incluidos, quienes dedican más tiempo a críticas negativas, a luchas de
egos y a pedir dinero en las redes sociales, en vez de hacer proselitismo en el
terreno para aumentar los recursos humanos de sus respectivas organizaciones.
Resumiendo,
luego de evaluar las dos premisas que el activista Oscar Casanella usa en apoyo
de su argumentación se ha demostrado que tales premisas son incorrectas. Siendo
el argumento de Casanella del tipo: si la premisa A y B se cumplen el resultado
sería C; al no ser correcta alguna de esas premisas el resultado no sería
viable, por lo que al no ser correctas las dos premisas tampoco se cumplirá el
resultado previsto.
La
conclusión de este análisis nos lleva a afirmar que para derribar a la
dictadura se necesita aumentar los recursos humanos de la resistencia interna
al nivel mínimo de 420 mil activistas debidamente
capacitados, entrenados, que mantengan altos estándares de disciplina, auto
control y comportamiento intachable. Además, se requieren recursos
materiales, no para la manutención de cada activista y sus familias como creen
erróneamente algunos que debe ser, sino para cubrir el costo de operaciones
decisivas en contra de la dictadura. También se necesita la creación de un
equipo que diseñe el plan general de operaciones estratégicas y tácticas para
quitarle el poder político al PCC, y que se garantice la aplicación cabal de
los principios de la lucha no violenta y sus técnicas. De no cumplirse con los
requerimientos anteriores, será imposible derribar a la dictadura del PCC.
Es
axiomático que sin alcanzar el poder político la resistencia nunca conseguirá
cambios económicos, tampoco podrá liberarse de la opresión del PCC y mucho
menos establecer un sistema democrático en Cuba.