domingo, 26 de octubre de 2014

Los plutócratas contra la democracia

Paul Krugman. EL PAIS


Siempre es bueno que los dirigentes digan la verdad, especialmente si no era esa su intención. Así que debemos agradecer que a Leung Chun-ying, el jefe ejecutivo de Hong Kong respaldado por Pekín, se le haya escapado la verdadera razón por la que los manifestantes prodemocracia no pueden conseguir lo que quieren: en unas elecciones abiertas, “estaríamos dirigiéndonos a esa mitad de la población de Hong Kong que gana menos de 1.800 dólares al mes. Y acabaríamos teniendo esa clase de políticos y de medidas políticas” (unas políticas, suponemos, que harían que los ricos lo fuesen menos y proporcionarían más ayuda a quienes tienen menos ingresos).

Así que a Leung le preocupa el 50% de la población de Hong Kong que, en su opinión, votaría a favor de unas malas políticas porque no gana lo suficiente. Puede que esto nos recuerde al 47% de los estadounidenses que Mitt Romney dijo que votarían contra él porque no pagan impuestos sobre la renta y, por tanto, no asumen sus responsabilidades, o a ese 60% que el representante Paul Ryan sostenía que representaba un peligro porque eran “aprovechados” que recibían de la Administración más de lo que aportaban. En el fondo, todo esto es lo mismo.

Porque a la derecha política siempre le ha incomodado la democracia. Por muy bien que les vaya a los conservadores en las elecciones, por muy generalizado que esté el discurso a favor del libre mercado, siempre hay un trasfondo de miedo a que el populacho vote y ponga en el Gobierno a izquierdistas que cobren impuestos a los ricos, regalen dinero a espuertas a los pobres y destruyan la economía.

De hecho, el propio éxito del programa conservador no hace más que acrecentar ese temor. En la derecha — y no me refiero solo a la gente que escucha a Rush Limbaugh; hablo de miembros de la élite política — muchos viven, al menos durante una parte del tiempo, en un universo alternativo en el que Estados Unidos lleva varias décadas avanzando a paso ligero por el camino hacia la servidumbre. Les da igual que las rebajas de impuestos y la liberalización hayan dado pie a una nueva Edad Dorada; ellos leen libros que llevan títulos como A Nation of Takers: America's Entitlement Epidemic (Un país de aprovechados: la epidemia de las subvenciones en Estados Unidos), en los que se afirma que el gran problema que tenemos es la redistribución descontrolada de la riqueza.

Eso es una fantasía. Aun así, ¿hay algún motivo para temer que el populismo económico nos vaya a llevar al desastre? Lo cierto es que no. Los votantes con menos ingresos apoyan mucho más que los ricos las políticas que benefician a los menos acomodados y, en general, respaldan las subidas de impuestos para los más adinerados. Pero si nos preocupa que los votantes con pocos ingresos se vuelvan locos, que la avaricia les lleve a quedarse con todo y a gravar a los creadores de empleo hasta destruirlos, la historia nos dirá que estamos equivocados. Todos los países desarrollados han tenido estados de considerable bienestar desde la década de 1940 (estados de bienestar que, inevitablemente, gozan de un mayor respaldo entre los ciudadanos más pobres). Pero la realidad es que no se ven países que entren en espirales mortales de impuestos y gastos; y no, esto no es lo que aqueja a Europa.

Aun así, aunque la “clase de políticos y de medidas políticas” que se preocupa por la mitad inferior de la distribución de ingresos no vaya a destruir la economía, sí que tiende a alterar los beneficios y la riqueza del 1% que más gana, al menos un poco; el 0,1% con más ingresos está pagando bastantes más impuestos ahora mismo de los que pagaría si Romney hubiese ganado. ¿Y qué puede hacer entonces un plutócrata?

Una de las respuestas es la propaganda: decirles a los votantes, con frecuencia y bien alto, que el hecho de gravar a los ricos y ayudar a los pobres provocará un desastre económico, mientras que rebajarles los impuestos a los “creadores de empleo” nos traerá la prosperidad a todos. Hay una razón por la que la fe conservadora en la magia de las rebajas de impuestos se mantiene, por mucho que se incumplan esas profecías (como está sucediendo ahora mismo en Kansas): hay un sector, magníficamente financiado, de fundaciones y organizaciones de medios de comunicación que se dedica a promover y preservar esa fe.

Otra respuesta, con una larga tradición en Estados Unidos, es sacar el máximo partido a las divisiones raciales y étnicas (las ayudas del Gobierno solamente son para Esa Gente, ya saben). Y además, los liberales son elitistas altaneros que odian a Estados Unidos.

La tercera respuesta consiste en asegurarse de que los programas gubernamentales fracasen, o nunca lleguen a existir, para que los votantes nunca descubran que las cosas pueden hacerse de otra manera.

Pero estas estrategias para proteger a los plutócratas de la plebe son indirectas e imperfectas. La respuesta evidente es la de Leung: no dejar que vote la mitad de abajo, o ni siquiera el 90% de abajo.

Y ahora entenderán por qué hay tanta vehemencia en la derecha por el supuesto pero en realidad casi inexistente problema del fraude electoral, y tanto apoyo a esas leyes de identificación de los votantes que dificultan que los pobres e incluso la clase trabajadora puedan votar. Los políticos estadounidenses no se atreven a decir abiertamente que solo los ricos deberían tener derechos políticos (al menos, no todavía). Pero si siguen las corrientes de pensamiento que ahora están más extendidas en la derecha hasta su conclusión lógica, es ahí adonde llegarán.

La verdad es que una gran parte de lo que sucede en la política estadounidense es, en el fondo, una lucha entre la democracia y la plutocracia. Y no está nada claro qué bando ganará.

Paul Krugman es profesor de Economía de la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía de 2008.

© 2014, New York Times Service. Traducción de News Clips.

martes, 14 de octubre de 2014

Los frankenstein del chavismo

Marta Colomina. REPORTERO 24


A unque el gobierno conoce hace rato quiénes fueron los asesinos de Robert Serra ─ como lo saben los periodistas que han conversado con los vecinos de La Pastora y están policialmente “dateados” ─ Maduro anunció que pronto dará a conocer los nombres de los ejecutores del crimen de Serra y sus “autores intelectuales”, coletilla esta última que le permite seguir acusando a Uribe y a otros “fascistas”, y repite así la pifia sobre la “culpabilidad del imperio y de los mayameros” en el asesinato de Otaiza, cuando la verdad es que este murió a manos de una sanguinaria banda de adolescentes. La fantasía macabra de achacar los asesinatos del fiscal Anderson, Otaiza y ahora Serra a los “enemigos” del régimen no puede ser sostenida a la luz de las pruebas recabadas esta semana por quienes investigan oficialmente el espantoso asesinato del joven diputado. Periodistas avezados en criminalística y algunos diarios han develado que Serra fue asesinado por personas cercanas. Thábata Molina desde el principio afirmó que los asesinos de Serra “pertenecían a su entorno” y Yasmín Velasco el martes 7 publicó en su cuenta de Twitter que “Robert Serra fue robado y luego asesinado por 2 de sus escoltas” y menciona las detenciones que ha venido haciendo el Cicpc (aunque este las niega).

En “allanamiento a edificio de la Misión Vivienda de El Paraíso fueron detenidas 8 personas, pues se presume que allí vive el policaracas detenido por el caso Serra, quien era uno de sus escoltas”. El Nacional del viernes 10 informa que “las investigaciones sobre el doble crimen apuntan a Edwin Torres, agente de Policaracas, quien está detenido desde el lunes (…) De la residencia de Torres, el Cicpc se habría llevado objetos de interés criminalístico”. Además de Torres, “4 de los autores materiales del crimen ya fueron identificados por los investigadores y son buscados”.

Además de sus cuatro escoltas, Serra era protegido por numerosos “colectivos” con los que mantenía contacto permanente, así que cuando estallaron los sucesos sangrientos en Quinta Crespo tras el allanamiento del Cicpc del edificio Manfredir, donde murieron cinco miembros de los grupos “Escudos de la Revolución” y “5 de Marzo”, la posible asociación de tal hecho con la muerte de Serra era inevitable, aunque la especie fuese negada por el director del Cicpc. El colega Manuel Malaver el pasado domingo, en La Razón, apunta que Serra habría sido comisionado para convencer a los “colectivos” del desarme, a lo que se habrían negado mayoritariamente. Sabido es que estos grupos tienen armas de guerra, como las tenía el diputado Serra. Por cierto, mudez oficial sobre esta irregular tenencia.

Las 8 horas de enfrentamiento en Quinta Crespo concluyeron con la muerte de 5 “colectivos”, entre ellos José Odreman, quien recibió 32 disparos y pasó de ser un personaje fotografiado al lado de Maduro, Cilia Flores, Robert Serra, generales y otros miembros del alto gobierno, y de aparecer elogiado en el canal militar TV FANB, a ser calificado de “asesino” y “delincuente”: “No se trata de colectivos, eran grupos organizados dedicados al robo, secuestro y homicidios en el área metropolitana”, dijo el subdirector del Cicpc. Sin embargo, Richard Sánchez, policía y hermano de Odreman, desmintió al Cicpc: dice haber revisado en el Sipol el expediente de su hermano y de Maikol, y “ninguno de los dos tienen solicitud por homicidios”. Las contradicciones son indigeribles. Mientras los vecinos del Manfredir niegan que “colectivos” se enfrentaran al Cicpc y acusan al cuerpo policial de “limpiar la escena del crimen”, el Cicpc lo niega y repite que estos “colectivos” serían delincuentes de la peor ralea.

Maduro no ha emitido palabra sobre tan graves hechos.

La ficción de la escritora Mary Shelley sobre el desquiciado “científico” Victor Frankenstein en su búsqueda del secreto de la vida y asesinado por su monstruosa creación, parece haberse hecho realidad en Venezuela. Los “colectivos” tendrían más poder de fuego que los organismos de seguridad, incluida la FAN, y han sido usados por el régimen para atacar manifestaciones pacíficas, amedrentar testigos en las mesas electorales y otras acciones delictivas.

Aunque por ahora la sublevación parece sofocada (durante el funeral de Odreman en Cotiza los integrantes del colectivo “5 de Marzo” emitieron un comunicado en el que ya no responsabilizan al ministro Rodríguez Torres de las muertes de los colectivos, sino a la CIA), lo cierto es que el régimen les ha dado un poder enorme que no parece estar en condiciones de controlar.

Lo terrible es que también los cuerpos de seguridad y los demás poderes públicos, nacidos para ser guardianes del orden y la seguridad, se han convertido en enemigos de la justicia y de los derechos ciudadanos.


Así que frente a tanta violencia incontrolada, tanto caos y tanto silencio cómplice, Venezuela es víctima de numerosos frankenstein, entre ellos quienes piden a Maduro rechazar el mandato de la ONU de liberar a Leopoldo López. 

sábado, 11 de octubre de 2014

Raúl Castro cancela la creación de una mezquita en La Habana

Carlos Alberto Montaner
 
Pedro Lazo Torres, alias "Imán Yahya”
Le pregunté por qué a un experto en el tema, conocedor de varios idiomas, exdiplomático en la región, y ésta fue su respuesta.

Querido CAM:

No sé si estás al tanto del dilema que se le presentó al gobierno cubano cuando una agencia religiosa turca ofreció construir una mezquita en La Habana Vieja para atender a los cientos de musulmanes que viven en la capital.

Según lo que he averiguado, el departamento de asuntos religiosos del PCC recibió el proyecto en abril y lo aprobó a comienzos de mayo. El proyecto consistía en un edificio de 32,300 pies cuadrados con capacidad para 500 fieles.

El diseño sería basado en la famosa Mezquita Ortakˆy en Estambul y la construcción sería financiada por Diyanet, la Fundación de Asuntos Religiosos de Turquía. Según la prensa turca, Diyanet ya ha ofrecido construir una mezquita en Haití.

Lo que me llamó la atención sobre el caso de Cuba es que el gobierno cubano canceló su beneplácito el mes pasado (septiembre), apenas cuatro meses después de haberlo otorgado. ¿Por qué el ‘volte face’?

El líder musulmán en La Habana es un cubano de 63 años, un sunita negro llamado Pedro Lazo Torres, alias "Imán Yahya”, ha puesto el grito en el cielo, quejándose que el gobierno permite la construcción de templos para los católicos cubanos y ortodoxos rusos pero no para los musulmanes e insiste en una explicación.

El proyecto fue presentado al PCC por Lazo y Mustafá Tuktun, subdirector de Diyanet, en abril. Quizás por coincidencia, un alto funcionario turco, Meviut Cavusoglu, delegado de Turquía ante la Unión Europea, viajó a La Habana a comienzos de mayo, tal vez para remachar el convenio. (Ostensiblemente, fue a celebrar el Primero de Mayo.)

He estado ojeando los diarios turcos desde comienzos de este mes, cuando se publicó la noticia de la retracción, y he notado que les echan la culpa a los hermanos Castro personalmente. Los diarios dicen que los Castro consideraron que la mezquita "no era necesaria" (cita exacta).

Algunos titulares entre los 30 y tantos diarios que yo ojeé:

"Hermanos Castro no permiten construcción de mezquita"

"Fidel prohíbe construcción de mezquita"

"Vetan construcción de mezquita en La Habana"

"No permiten a fundación religiosa turca construir mezquita en Cuba"

"Gobierno de Cuba dice que mezquita es innecesaria"

"Iglesia [ortodoxa rusa] recibe permiso, pero mezquita no!"

"Castro pone la lápida"

Es obvio que los turcos están furiosos por lo que consideran un insulto a Islam. Y también parece que los Castro se dieron cuenta de que, al dar más amplias facilidades a los musulmanes de Cuba y de afuera, podrían crear un peligro para sí mismos y para la región –un peligro que sería difícil controlar. Enorme dilema.

Dados los estragos que el Estado Islámico está causando en el Oriente Medio, sería una locura dar entrada a Cuba a musulmanes extremistas y ésa es probablemente la razón para cerrarles la entrada. Al menos, así lo veo yo.

En todo caso, los medios oficiales cubanos no han dicho ni pío sobre este tema. Todo lo que he leído proviene de la prensa turca, que cita las quejas de Lazo. Si te interesa el tema, te mantendré al tanto, según lo que yo pueda averiguar.


Ah, si utilizas estos datos, por favor mantenme anónimo como fuente. Gracias.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Esta vez, sí, estoy de acuerdo


Mario J. Viera

La noticia nos la ofrece Cubanet: El gobierno castrista no da su pláceme para que se erija una mezquita en La Habana. Entonces Pedro Lazo Torres, de quien se dice es el líder de la comunidad musulmana de Cuba, pone el grito en el cielo, tal vez clamando a Alá y al profeta Mohammed. Y se enciende declarando que la decisión castrista, viola la libertad religiosa dentro de la isla, algo que es una realidad más grande que la mezquita de Ortaköy en Estambul.

Sí, los Castro no propician ni la libertad de conciencia ni la libertad de religión, ni ninguna otra libertad civil, pero me pregunto ¿Exigirán el señor Lazo Torres y el señor Wilfredo Ruiz, de la Asociación Musulmana Americana que se respete el derecho de los cristianos a ejercer su libertad de conciencia en los países sometidos a la maldición de la Sharía o que los que no crean en ningún Dios puedan vivir en paz sin persecuciones en los países musulmanes?

El Islam es bien extraño en la conciencia social cubana. ¿De dónde han salido esos cuatro mil musulmanes en Cuba? Cuba es y siempre ha sido, un país cristiano, predominante católico o mayoritariamente de fe sincrética. No puedo concebir a Cuba caminando hacia la formación de un califato.

Los califatos surgieron en el Cercano Oriente, en Turquía, en el África del Norte y en el sur de España, pero serían una completa aberración en el continente americano y más que aberración en una isla del Caribe.

El IS pretende erigir un emirato sobre Siria e Irak derramando sangre de cristianos, de agnósticos e, incluso, de musulmanes. Son bestias salvajes, enloquecidas por el fanatismo y las ambiciones; con la intolerancia propia del Corán, con el odio hacia todo lo que sea progreso.

Cuba ya tiene bastante con los Castro y con el estigma de ser un país aliado al terrorismo, sería apocalíptica su suerte si los piadosos musulmanes tropicales formaran en la isla su mezquita y sus escuelas donde se cobija el odio y se forjan los voluntarios del Estado Islámico.


Definitivamente, esta vez, sí, estoy de acuerdo con una medida tomada por el castrismo.

lunes, 6 de octubre de 2014

Los tristes “héroes” del castrismo


Mario J. Viera

Luego de 24 párrafos, algunos descomunales, recontando a su modo la historia del mal llamado “proceso revolucionario” que el impusiera, Fidel Castro se decide, finalmente en su último artículo titulado “Los héroes de nuestra época”, a tocar el tema que le motivó a escribir: el envío, por el recurso de “ordeno y mando”, de una brigada médica al África para “luchar contra el Ébola” y especular sobre el asesinato del prepotente y furibundo diputado oficialista Robert Serra.

Según el casi decrépito caudillo “ambos hechos reflejan el espíritu heroico y la capacidad de los procesos revolucionarios que tienen lugar en la Patria de José Martí y en la cuna de la libertad de América, la Venezuela heroica de Simón Bolívar y Hugo Chávez”.

Y parece que Castro, el anciano, parece conmoverse hasta las lágrimas ante el asesinato de uno que hizo de la violencia su principal leitmotiv, el diputado del PSUV, Robert Serra.

Es que los “revolucionarios” muertos, por cualquier motivo, hasta después de muertos son útiles para la propaganda y el azuzar de odios. De este modo declara, como alguien que conoce muy bien el tema: “No podría jamás creer que el crimen del joven diputado venezolano sea obra de la casualidad”. Y a continuación insinúa que tras el cruel asesinato se esconde la mano de la inteligencia de Estados Unidos y la complicidad de la oposición democrática venezolana: “Sería tan increíble, y de tal modo ajustado a la práctica de los peores organismos yankis de inteligencia, que la verdadera casualidad fuera que el repugnante hecho no hubiera sido realizado intencionalmente, más aún cuando se ajusta absolutamente a lo previsto y anunciado por los enemigos de la Revolución Venezolana”.

Sí, es posible que Robert Serra tuviera la simpatía de Castro, quizá ese joven le recordaría sus tiempos cuando era un matón en la Universidad de La Habana dentro del grupo gansteril de Emilio Tro Rivero, la Unión Insurreccional Revolucionaria (UIR); cuando participó ─ aunque no se le pudo probar ─ en el asesinato del Presidente de la Federación Universitaria, Manolo Castro y del Campo. 

Serra, como antes lo hiciera Castro vinculado a la UIR, tenía estrecho lazos con los matones de los colectivos La Piedrita, Los Tupamaros y Alexis Vive. Un analista político, Helly Ángel lo caracterizó de la siguiente manera: “Él fue un muchacho muy controversial, muy problemático, incluso dentro de su propio núcleo familiar, con muchos conflictos y enfrentamientos, incluso entre sus propios familiares. Era un muchacho castrista, muy admirador de Fidel Castro, seguidor de la revolución cubana”.

Serra no era un tipo fácil. El 25 de abril de 2010, junto a 30 de los temibles motorizados que le eran fieles fueron a exigir que pusieran en libertad a uno de sus compinches detenidos por la Guardia Nacional Bolivariana por agredir a dos personas y a quien se le confiscaron un arma con los seriales limados. Al no conseguir su propósito tirotearon al Destacamento Móvil 51 de la GNB.

La alharaca producida tras el asesinato del conflictivo diputado del PSUV, contrasta con el silencio que se hizo en relación con el asesinato de dos de sus guardaespaldas; el primero el 5 de julio de 2011 y el segundo el 24 de julio de 2012.

En el primer caso se trató del joven de 25 años, Celestino Rodrigues, tiroteado en Carapita supuestamente por criminales que le robaron su motocicleta y su pistola personal. Cuando los periodistas preguntaron a Serra sobre la muerte de su escolta solo contestó: “No sé de qué me hablan”. Sin embargo, el padre de la víctima declaró: “Yo sé que él (Serra) no quiere que ustedes se enteren que mi hijo era escolta suyo, pero ¿cómo puedo hacer yo? Lo único que quiero es que entreguen el cuerpo”. 

En el segundo caso se trató  del detective del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), Alexis Barreto Venezuela cuyo cadáver fue encontrado bocabajo con un tiro en la nuca, pero, a diferencia del primer caso, a Barreto no le robaron ni su arma de fuego ni su cartera. Para la madre de la víctima, Serra era el principal sospechoso así declaró al diario El Nacional: “Para mí, el que mató a mi hijo está dentro de la Asamblea Nacional. Yo como madre siento que la gente que trabajaba con él está metida en ese caso. ¿Por qué si el diputado es inocente no ha dado la cara?

Lo que pretenden, tanto Nicolás Maduro, como Diosdado Cabello y hasta el mismo soberano del Punto Cero en La Habana, de presentar el asesinato del controvertido líder juvenil del PSUV, como resultado de una conspiración donde estan envueltos el ex presidente de Colombia, Álvaro Uribe, la CIA y hasta algún miembro de la oposición anti chavista, es solo manipulación política y el propósito de convertir a un malandro con título universitario y puesto de diputado en un héroe revolucionario, en un mártir del Socialismo del Siglo XXI. Nadie, con dos dedos de frente puede darles credibilidad.

Veamos: Cotejando los hechos del lamentable incidente, no existe ningún rasgo que configure un asesinato político. La violencia con que le dieron muerte es típica de un acto llevado a cabo por criminales comunes. Así lo considera Luis Godoy, quien fuera jefe de Investigaciones de la División contra Homicidios del Cicpc diciendo: “Podría presumirse que tendría que ver con algo muy personal, muy intenso”. Cuarenta heridas hechas con un arma punzo penetrante a la altura del pecho, un punzón de hielo.

Según Godoy, el asesinato podría ser debido a “alguna deuda moral o material” como manifestación de “un odio intenso”.

La reportera Ronna Rísquez de Runrún cita las declaraciones de una amiga personal de Serra, Reina González que hacen pensar que los asesinos eran conocidos de confianza del diputado. González dijo: “En esa casa nunca se le abría la puerta a nadie, así nada más. Uno tocaba y Robert veía quién era desde unas cámaras que tenía en su oficina. Él decidía si uno podía entrar y abría desde arriba con un control. A veces se asomaba y te decía que volvieras más tarde”.

De acuerdo con las declaraciones recogidas por la reportera al domicilio de Serra solo era posible entrar usando llave, pues ninguna de las dos puertas de acceso tenían manijas. “Solo él y las muchachas (María Herrera, y las hermanas Jesica y Rosalba Contreras) tenían llave para abrir”, afirmó González, y solo él y sus asistentes autorizaban el ingreso al interior de la vivienda.

Además, según la declarante que fue la que descubrió los cadáveres de Serra y de su acompañante María Herrera a él le “golpearon muchísimo y lo atacaron con un punzón”.

Vecinos que frecuentaban la vivienda de Serra no se explican cómo pudieron los victimarios abrir la caja fuerte que Serra tenía en su oficina, de donde, se dice, tomaron dinero en efectivo, incluido dólares. Además los criminales se llevaron con ellos dos fusiles M-16 y AR-15 de Serra. Tal vez la explicación se encuentre en la golpiza que le dieran a Serra y los punzonazos, posiblemente para que este les diera la combinación de la caja fuerte.

Es evidente que los que ultimaron a Robert Serra, eran conocidos de él y ninguno afiliado a la oposición, ya que el mismo Serra había declarado en una entrevista de prensa que “nunca se ligaría con una escuálida”.

Búsquense los asesinos de Robert Serra, los autores materiales e intelectuales, entre los motorizados de los colectivos de los Tupamaros del 23 de Enero, de La Piedrita, de Alexis Vive y del Frente Francisco de Miranda. Allí dentro de esos colectivos están los asesinos amparados por el régimen chavista.

Los otros tristes héroes de Castro son los integrantes de la Brigada Médica enviada a Sierra Leona con total desprecio por la seguridad de sus integrantes en aras de la aclamación de los medios que tanto ha perseguido el senil Castro desde sus tiempos de la Sierra Maestra y no ha dejado de hacerlo todavía.


Los médicos cubanos, simples marionetas de un régimen que desprecia sus vidas. Las autoridades sanitarias de Cuba no son capaces de contener las periódicas epidemias de dengue que golpean al país, mucho menos podrían hacerle frente a un brote de Ébola que se presentara en Cuba, si uno de los integrantes de la Brigada Médica resultara infestado con el mortal virus. Pero nada de eso le importa al decrépito Fidel Castro; lo que importan son los titulares sensacionalistas de los medios internacionales. 

jueves, 2 de octubre de 2014

Made in Hong Kong

Fernando Mires. BLOG POLIS

Los jóvenes de Hong Kong no han salido a las calles a luchar por mejores salarios, ni contra la inflación o la escasez, ni a causa del paro, ni siquiera por el medio ambiente. Eso es lo que nunca podrán entender quienes siguen los cánones ideológicos impartidos por neo-liberales y neo-marxistas.

Según doctrinas neo-liberales y neo-marxistas, el humano es un “homo economicus”. Es por eso que sus ideólogos piensan que, superadas ciertas necesidades materiales, no habrá motivos para ninguna rebelión social. Y si de todas manera tiene lugar, sus actores serán calificados desde el poder, de anormales, delincuentes, o como ya es usual, de agentes financiados desde el exterior.

La política, vista de ese modo, es para los neo-liberales un subproducto de la economía y para los neo-marxistas una superestructura determinada por relaciones de producción. Ambas doctrinas son devotas de la lógica de la razón económica. De ahí la admiración que profesan tantos tecnócratas occidentales al “modelo chino” (un capitalismo perfecto, sin organizaciones obreras, sin derecho a huelgas; una nación de compradores, vendedores y consumidores: la unión amorosa entre el neoliberalismo más despiadado con los cultos estatistas del despotismo asiático). De ahí también el fanatismo de los “comunistas” chinos por la tecnología occidental la que, apropiada por ellos, llevará a China ─ ese es el objetivo ─ a convertirse en la mayor potencia económica del planeta.

Ni a neo-liberales ni a neo-marxistas les cabe en la cabeza que los seres humanos del siglo XXl exigen, además del cumplimiento de necesidades materiales, determinadas libertades, como las de opinión, reunión y de prensa. Y bien, esas libertades no están garantizadas en China. Y en Hong Kong, debido al status de “Un país: dos sistemas” (vigente desde 1997), solo lo están parcialmente. El objetivo de PC chino es, evidentemente, abolir el status autonómico de Hong Kong y subordinar a la península bajo la férula de “Un Estado y un solo sistema”.

La lucha de los jóvenes de Hong Kong tiene lugar entonces en contra del imperialismo de Pekín. Pekín, por su parte, busca apropiarse del sistema electoral de Hong Kong para designar desde las oficinas del partido a los candidatos al parlamento. 

Los estudiantes, liderados por el profesor Benny Tai Yiu, forjador del movimiento Occupy Central, levantan por el contrario una plataforma que contempla tres puntos: 1) Elecciones libres y secretas, 2) Libertad de opinión y de prensa y 3) La inmediata renuncia del gobernador de Hong Kong, el “pekinista” Leung Chun-Ying.

Casi está de más decir que la aceptación de uno solo de estos tres puntos dejaría al presidente chino, Xi Jinpig, en posición inconfortable frente a los sectores “duros” del Partido.

¿Cómo reaccionará Pekín? No pocos son los que temen una reedición de la masacre de Tiannamen. Pero la China de hoy no es la de 1989. China es uno de los países más imbricados en la globalización de la economía mundial, sino su más decidido impulsor. Una nueva Tiannamen, cometida en un territorio que no pertenece totalmente a China, desataría en contra de Pekín un repudio internacional cuyas repercusiones económicas son incalculables.

La segunda alternativa es que los jerarcas chinos abran un compás de espera para, en algún momento, establecer negociaciones con los rebeldes. Esa sería la solución política adecuada, siempre y cuando las movilizaciones de Hong Kong no entusiasmen a otras fuerzas disidentes al interior de la propia China.

La tercera sería seguir el “camino ruso”, es decir, que Pekín llevara a cabo una ocupación parcial de Hong Kong (como la de Putin en Ucrania) aceptando cierta autonomía administrativa de la península.

Mas, cualquiera sea el camino que tome Xi, lo cierto es que una vez más se demuestra que el talón de Aquiles de los países no democráticos no reside en su economía sino en su incapacidad de acoger demandas populares mediante el uso de mecanismos políticos. Pues, sea en una dictadura tradicional, totalitaria, o una simple autocracia, expresiones como “la revolución de los paraguas” (usados  por los estudiantes de Hong Kong para protegerse de los carros de agua y de los gases lacrimógenos) no solo ponen en jaque a un determinado gobierno, sino a todo un sistema de dominación. De ahí la brutalidad con la cual dichas manifestaciones son reprimidas.

En el fondo los capitalistas-comunistas-chinos piensan todavía como Mao: “Una sola chispa podría incendiar a toda una pradera”

La guerra que profetizó Samuel Hungtington para el siglo XXl, la de las culturas, no será cultural. Tendrá lugar por cierto entre Occidente y Oriente. Pero el Occidente político no está en el Occidente geográfico (eso no lo entendió Hungtington). Está en el interior de muchos países no occidentales, en el corazón y en la mente de sus mejores ciudadanos. En ese sentido, si bien los estudiantes de Hong Kong son desde el punto de vista geográfico, desde el cultural también, orientales, desde uno político, son muy occidentales.


La revolución democrática de nuestro tiempo continúa su camino. Ya triunfó en Europa del Este. En América Latina también, aunque a medias. En el mundo árabe mostró sus posibilidades futuras. Hoy reaparece en Hong Kong. La democracia, latente y no siempre realizada, es el “Viejo Topo de la Historia” que intuyó, pero no supo reconocer Karl Marx.