PARTE PRIMERA
Mario
J. Viera
Existe
una destacada paradoja entre lo que el régimen del PCC alega ser su base
ideológica, el marxismo-leninismo y ese mismo marxismo-leninismo. Una paradoja
que se pone de manifiesto en todos los actos de protestas populares que vienen
produciéndose en Cuba desde las manifestaciones del 11 de julio de 2021.
Para
los marxistas debe existir armonía entre las fuerzas productivas y las
relaciones de producción; es decir entre los medios y procedimientos laborales
de que se vale el hombre (trabajadores y medios de producción) para producir,
así como la división del trabajo y su racionalización, y las relaciones
sociales dentro de las cuales se desarrollan las fuerzas productivas, de modo tal
que esas relaciones no frenen el desarrollo de las fuerzas productivas. Las
relaciones sociales ─ siguiendo el concepto marxista ─ existentes en Cuba,
concentración de la propiedad productiva o de servicios en poder del Estado y
la planificación centralizada de la producción han conducido a un freno al
desarrollo de las fuerzas productivas y, como consecuencia, a un agudo estado de
desabastecimiento de los bienes, servicios y alimentación de todo el pueblo.
Esta
situación conduce a una, como lo definiera Vladimir I. Lenin, “situación
revolucionaria” y en términos generales sus síntomas distintivos que clasifica
en tres: 1) La imposibilidad para las clases dominantes (en el caso
cubano, los jerarcas del PCC) de mantener inmutable su dominación; tal o
cual crisis de las “alturas”, una crisis en la política de la clase
dominante que abre una grieta por la que irrumpe el descontento y la
indignación de las clases oprimidas (o lo que pudiera leerse como “de todo
el pueblo”) 2) Una agravación, fuera de lo común, de la miseria
y de los sufrimientos de las (masas) oprimidas; y 3) Una
intensificación considerable (…) de la actividad de las masas, que
en tiempos de “paz” se dejan expoliar tranquilamente, pero que en épocas
turbulentas son empujadas, tanto por toda la situación de crisis, como por los
mismos “de arriba”, a una acción histórica independiente. Estos
elementos son, para Lenin “los cambios objetivos que definen la “situación
revolucionaria”.
Dados
estos elementos, podemos cotejar que, en Cuba, el marxismo-leninismo se
convierte en negación de su propia negación, y, al mismo tiempo, partiendo de
ese pensamiento marxista-leninista entender la causa y razón de las
manifestaciones públicas de descontento, disidencia aparte, que se vienen
manifestando en Cuba desde el 2021. Se ha producido una grieta dentro del que
hasta ahora se mostraba como un régimen monolítico y sin contradicciones
internas.
Ahora
bien, agrega Lenin en La Bancarrota de la II Internacional, que sin esos “cambios
objetivos” la revolución (el cambio de régimen) es, por regla general,
imposible. De este modo consideró que “no toda situación revolucionaria
origina una revolución”, según él se precisa algo más, “un cambio
subjetivo” o lo que es lo mismo, la capacidad de la clase revolucionaria de
llevar a cabo acciones revolucionarias de masas lo suficientemente fuertes
para romper (o quebrantar) el viejo gobierno, que nunca, ni
siquiera en las épocas de crisis, “caerá” si no se le “hace caer”. Al
respecto debo hacer las siguientes acotaciones: Lenin solo considera como “clase
revolucionaria” al proletariado y a los que en otro de sus escritos calificará
como “revolucionarios profesionales” a los activistas del Partido Bolchevique y
cuando se refiere a acciones revolucionarias se refiere a los actos violentos
para producir el cambio de sistema, y aquí me referiré a su última conclusión
de que el viejo gobierno nunca caerá si no se le hace caer, esto totalmente
cierto.
El
régimen del PCC jamás caerá por evolución espontánea, ni por solicitudes de
reformas cívicas, ni siquiera por estallidos de protestas más o menos espontáneas
que ahora y luego se produzcan aisladamente. Se requiere hacerle caer aplicando
adecuadamente los métodos apropiados de resistencia popular, instrumentalizados
inteligentemente bajo un plan estratégico de lucha que puede asumir solo tres formas,
la resistencia violenta, la resistencia noviolenta o una mezcla de ambos tipos
de resistencia popular. Para ello, se requiere, en primer lugar, organización.
No
obstante, no se trata de seguir los procedimientos del marxismo-leninismo, el
cual se fundamenta en dos definidas falacias, la de la lucha de clases como
motor impulsor de las transformaciones históricas y del determinismo histórico.
El
marxismo se autodenomina “científico” para la construcción del “poder del
proletariado”, al estilo de la Comuna de París, como “Dictadura del Proletariado”,
otra de sus principales falacias, por la imposibilidad de gestar un gobierno “desde
abajo” por medio de las decisiones de los sindicatos. Lenin organizó el “asalto
al cielo” bajo la conducción de un partido revolucionario para crear esa
dictadura del proletariado y terminó en la construcción de un único partido que
implantó no una dictadura del proletariado, sino una dictadura sobre el
proletariado y sobre todas las clases de la sociedad y la formación de una
clase parasitaria, la élitecracia de los altos funcionarios del Partido
Comunista, la cual goza de todos los privilegios políticos y económicos que no
se reconocen para todos los ciudadanos. Si en la Constitución de 1901 en su
Art. 11 y en la Constitución de 1940 en su Art. 20 se estableció que, “La
República no reconoce fueros ni privilegios” en el actual texto constitucional
redactado por el Buró Político del PCC se eludió este precepto.
Ahora
bien, ¿qué es Ciencia? Para el filósofo y sociológico argentino Ander Egg
(1993), citado en Karina Batthyány y Mariana Cabrera “Metodología de la
investigación en Ciencias Sociales”, la ciencia es “un conjunto de
conocimientos racionales, ciertos o probables, que obtenidos de manera metódica
y verificados en su contrastación con la realidad, se sistematizan
orgánicamente haciendo referencia a objetos de una misma naturaleza y cuyos
conocimientos son susceptibles de ser transmitidos”. Por otra parte, la Doctora
en Astronomía (Universidad Nacional de La Plata) Beatriz García, en relación
con los métodos científicos expone que en ellos “implica el diseño de
técnicas de ensayo y verificación” y cuyas etapas son, “la observación
sistemática, el planteo de hipótesis o teorías basadas en la observación,
la medición, la experimentación y obtención de datos experimentales, el
análisis, la comprobación de su reproducibilidad y repetibilidad, y la posibilidad
de predicción de sucesos futuros en base a dichas hipótesis”. Ahora bien, esta
autora considera que en las ciencias sociales, y el tema este de la revolución
o la resistencia frente a regímenes opresores es de estudio dentro de las
ciencias sociales, “la experimentación no puede desarrollarse al momento de la
elaboración de la teoría por cuanto los fenómenos no se pueden repetir
controladamente”.
El
modelo del marxismo solo tuvo una única experiencia para la elaboración de su
teoría del nuevo Estado o “dictadura del proletariado”, la Comuna de París y no
la observación sistemática de otros hechos similares que permitieran comprobar
su repetibilidad y reproducibilidad y sin tener en consideración que aquella
fue un proyecto fracasado. Pero en la lucha contra las dictaduras sí existen
métodos científicos que han conducido a la elaboración de una hipótesis o
teoría de la resistencia o lucha noviolenta que ha podido comprobarse como
métodos que pueden ser reproducidos, repetibles y exitosos.