lunes, 16 de diciembre de 2019

La oposición pacífica: Los precursores





§ 1. En 1988, en un informe que brindó Castro en un video, solo accesible a los funcionarios del gobierno y a los altos cuadros y militancia del PCC, se refirió a una nueva “contrarrevolución”, en lo fundamental inspirada en los criterios de la Perestroika y el Glasnost que impulsara Mijaíl Gorbachov y que fuera la causa eficiente del que Castro denominara “desmerengamiento” de la URSS. Castro advertía que había que estar alerta ante el accionar de esa novísima actividad “contrarrevolucionaria” que ni los Comité de Defensa de la Revolución (CDR) podrían contener. Un fenómeno nuevo que se oponía a la acción violenta y se decantaba a favor del respeto a los postulados de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Estaba hablando de la aparición de un movimiento contestatario que no podía vincular con los partidos políticos tradicionales, ya desaparecidos de la escena, ni con los antiguos latifundistas, ni con la burguesía despojada de su poder económico, pues se trataba de un movimiento impulsado por antiguos defensores del sistema socialista y por elementos de izquierda o de centro izquierda, se trataba de un movimiento inusual en Cuba o, como lo explicita Pablo Alonso, sin “antecedentes en la historia de Cuba durante el período republicano precastrista, ni tampoco durante el de la colonia y las guerras independentistas”, o como declara Reinaldo Bragado, que el dictador Castro: “No tiene ante sí a un ciudadano conspirando que le prepara un atentado, por el contrario, se encuentra con civilistas ─ trasnochados, según él ─ que esgrimen los derechos establecidos en cierta Carta firmada el 10 de diciembre de 1948 de la cual Cuba es signataria y que, aunque los manden a prisión, no cejan en su trabajo[1].

Antes se había producido la convulsión de 1980, cuando más de diez mil cubanos penetraron en la Embajada del Perú reclamando se les concediera asilo para abandonar el país, motivados por los resultados de la apertura castrista de 1978 que permitió, por primera vez, la visita a Cuba de la comunidad cubana de exiliados residentes en Estados Unidos. Ellos, que la propaganda mostraba pasando necesidades y hasta sufriendo un gran nivel de pobreza en Estados Unidos, llegaron cargados de maletas, dólares y regalos. Los cubanos, desde ese encuentro con los “hijos pródigos”, tuvieron una visión diferente de la vida fuera del “paraíso” socialista, al comparar sus propias condiciones económicas de escaseces con la relativa prosperidad de los exiliados.

El 20 de mayo de 1985, por iniciativa del presidente Ronald Reagan se iniciarían las transmisiones de Radio Martí hacia Cuba. Y ya, a finales de los años de la década de 1980, se habían constituido cinco organizaciones que se proponían velar por el cumplimiento de los derechos humanos, el Comité Cubano Pro Derechos Humanos, dirigido por Ricardo Boffil, oficialmente fundado, el 28 de enero de 1976 en la residencia de Marta Frayde Barraqué, una reconocida obstetra que había sido embajadora de Cuba ante la UNESCO, y según Adolfo Rivero Caro, “Al calor de los Acuerdos de Helsinki de 1975 y de la aparición de los primeros organismos de derechos humanos en la URSS y otros países socialistas”;  el Partido Pro Derechos Humanos de Cuba, fundado el 20 de julio de 1988; el Comité Martiano por los Derechos del Hombre; la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional (CCDHRN) fundada el 10 de octubre de 1987 y la organización denominada Amigos de la Perestroika. 

La institucionalización del CCPDH en 1976 ─ expone Pablo Alonso ─ no fue un acto improvisado, ni el resultado de una decisión entusiasta. Había sido la culminación de un proceso iniciado en 1967 en las cárceles, cuando Bofill y López cumplían condenas bajo cargos de ‘diversionismo ideológico' en una causa conocida como La Microfracción, en la cual fueron involucrados varios antiguos militantes de la Juventud y el Partido Socialista Popular[2]. Además de Ricardo Bofill y Ricardo López, formaban parte de aquella causa Francisco Pérez de Armas, Orlando Olivera, Arnaldo Escalona, Raúl Fajardo, Carlos Quintela, José Caballero, Hilda Felipe, Edmigio López y Félix Fleitas.

En aquella primera reunión del Comité Cubano Pro Derechos Humanos (CCPDH), en la que participaron Ricardo Boffil, el ex funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores Elizardo Sánchez Santa Cruz, Edmigio López Castillo, el ex profesor de Filosofía de la Universidad de La Habana Adolfo Rivero Caro, el también ex profesor de la Universidad de La Habana, pero en Economía, Enrique Hernández Méndez, y la Dra. Marta Frayde Barraqué, se elaboró el que fuera primer comunicado de prensa del CCPDH que sería entregado a varias sedes diplomáticas por mano de la Dra. Frayde. Posteriormente, la Dra. Frayde sería detenida en junio de 1976, acusada de colaborar para la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y condenada a cumplir 29 años de prisión.

[...] Cuando se inició la lucha revolucionaria contra la dictadura de Fulgencio Batista, la Dra. Frayde, muy cercana a Castro por su membrecía en el Partido Ortodoxo, se incorporó al movimiento insurreccional. A la huida del dictador, Fidel Castro, ya vencedor, la designaría como representante de Cuba ante la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), permaneciendo en esa representación hasta 1965, cuando renunció por discrepancias con la dirección del gobierno de Cuba. Sobre su participación en el gobierno de Fidel Castro, Frayde diría: "Yo quería hacer algo grande por mi país (…) y vine a darme cuenta de la deformación del proceso con posterioridad. Fidel Castro nos engañó a todos, empezando por mí. Los visionarios del primer momento fueron la minoría". [...]

§ 1.1. Cuando la estampida del 80, el gobierno castrista envía a prisión, por segunda ocasión a Ricardo Boffil, Adolfo Rivero Caro y Elizardo Sánchez. En este periodo de prisión el CCPDH se fortalece. En 1983, Ricardo Bofill entra en contacto con el también preso del Combinado del Este, Ariel Hidalgo condenado a prisión bajo el cargo de “propaganda enemiga”. Ambos se ponen de acuerdo para, por los recursos de Boffil, sacar una denuncia, que rubricaron con sus propios nombres, sobre un preso colocado en incomunicación. Aquel documento circularía posteriormente en el extranjero llevando, según Hidalgo, como apéndice, la noticia de la existencia en Cuba del primer comité de derechos humanos[3]. Siguiendo lo que relata Ariel Hidalgo, Boffil envió un mensaje a Elizardo Sánchez, preso en la prisión de Boniato en Santiago de Cuba, y se comunicó con Gustavo Arcos Bergnes, que se encontraba bajo incomunicación en los calabozos conocidos como “Los Candados”, ubicados en el sótano del edificio 3 del Combinado del Este. Bajo estos esfuerzos, Boffil e Hidalgo, lograron nuclear alrededor suyo una media docena de prisioneros integrando el Comité. No obstante, Alex Anton señala que en ese tiempo Boffil había admitido, para formar parte del comité, entre treinta y cuarenta nuevos miembros.

La represión no se hizo esperar ─ expone Ariel Hidalgo ─. Bofill fue incomunicado casi inmediatamente y toda la guarnición militar en un operativo devastador en todo el piso 4, habitado por presos políticos, arrasó con bolígrafos, lápices, plumas, cuadernos, libros y hasta el más mínimo pedazo de papel, lo cual nos dejó arrinconados y reducidos casi a nada, entre la represión policiaca y una población penal que nos veía como causantes de su actual infortunio”.

Luego de un periodo de permanencia en celdas de aislamiento, Ricardo Boffil fue puesto en libertad en mayo de 1982 y comenzó a trabajar en el crecimiento del Comité Cubano Pro Derechos Humanos; en tanto, en el Combinado del Este, la docena de prisioneros que se habían nucleado en la defensa de los derechos humanos, elije en 1986 a Hidalgo como presidente del ahora denominado Liga Cívica Martiana.

En junio de 1987, de acuerdo con Alex Anton, Boffil recibe una carta del presidente de los Estados Unidos Ronald Reagan donde le aseguraba que los Estados Unidos continuarían presionando para lograr una investigación internacional sobre los derechos humanos en Cuba, agregando Reagan que “cuantos más datos estén disponibles a más personas, esperamos un aumento en el apoyo”[4]. Entendió entonces Boffil que ya era el tiemplo de plantear un reto directo al castrismo.

El 23 de octubre de 1987 se convocó a una misa en la iglesia de San Juan de Letrán en memoria del sacerdote polaco Jerzy Popieluszko asesinado por la policía política polaca el 19 de octubre de 1984. Ante los periodistas que cubrían la ceremonia y de los diplomáticos que asistían a la solemne oración, Ricardo Boffil leyó el texto que denominaría Llamamiento de La Habana, que concluía con el siguiente párrafo: “hacemos un llamamiento por el cese del virtual estado de ley marcial que vive Cuba y porque se abra paso al imperio de un estado de derecho democrático donde toda la ciudadanía goce de la garantía de vivir sin miedo”. Este acontecimiento sería, según Reinaldo Bragado[5], la primera actividad pública del CCPDH.

De acuerdo con Rivero Caro los días 5, 6 y 7 de febrero de 1988 se difundía por primera vez por un medio de comunicación de masas, Radio Martí, la denuncia de las violaciones de los derechos humanos en Cuba en la voz de activistas cubanos. “El 10 de diciembre de 1987, Bofill, Reinaldo Bragado, Rolando Cartaya, Rafael Saumel, Edmigio López, Raúl Montesinos y Tania Díaz Castro se reunieron en el apartamento de esta última para grabar una mesa redonda sobre la situación de los derechos humanos en Cuba. Cartaya actuó como moderador. Radio Martí recibió la grabación de la reunión y ésta fue transmitida, bajo el nombre de ‘Coloquio de La Habana’[6]

La propuesta de hacer aquella mesa redonda había sido presentada por el periodista Rolando Cartaya, quien había ingresado en el CCPDH por intermedio del escritor Rafael Saumell. Boffil acogió la idea con entusiasmo. La audición se realizó en la casa que Tania Díaz Castro ocupaba en la calle Lealtad #365. En aquella audición, como relata Cartaya, “quedó expuesta a lo largo de hora y media la Cuba en la que vivíamos: La de las violaciones de derechos justificadas por la Constitución y el Código Penal; la de los presos políticos golpeados y confinados en celdas de castigo (algunos, condenados a muerte); la de la Ley de Peligrosidad que enviaba a cientos de personas cuatro años a la cárcel sin haber cometido ningún delito; la del hostigamiento a todos los religiosos, y con particular saña, a los Testigos de Jehová; la de las prohibiciones kafkianas de salida del país, y las cárceles llenas de "lancheros"; la de los escritores condenados por Propaganda Enemiga; la de la efervescencia creada por el glasnost y la perestroika en la Unión Soviética…”[7] Ahora tal como un día Boffil le dijera a Cartaya, “la historia reciente de Cuba podía dividirse en antes y después de Radio Martí”.

Poco tiempo después de emitida esta audaz mesa redonda, el Comité Cubano Pro Derechos Humanos, lanzaría otro osado reto al régimen, sacar a la luz la existencia de una cultura de carácter disidente subsumida dentro y fuera de las estructuras de la cultura oficial. Así, el 13 de febrero de 1988[8], en el apartamento del matrimonio Carlos Valdés y Alicia Fernández, no distante de la céntrica esquina de 12 y 23 en el Vedado, el CCPDH organiza la Primera Exposición de Arte Disidente. Allí, con la asistencia de periodistas de la prensa extranjera, representantes diplomáticos acreditados en la isla y delegados de Americas Watch y del Comité de Abogados de Nueva York, cuya visita en Cuba había sido autorizada por Castro, se expusieron cuadros y esculturas de Raúl Montesinos en una presentación bajo el título de “Premios y Castigos” [...] Se presentaron también poemas de los presos políticos Ernesto Díaz, Alfredo Mustelier y Alberto Fibla.

§ 1.2. En octubre de 1987, Elizardo Sánchez Santa-Cruz se separa del Comité Cubano Pro Derechos Humanos, a causa de discrepancias que se habían producido, y funda la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, a la que se unieron algunos activistas del Comité, expresos políticos y nuevas figuras, como el licenciado en Historia del Arte, Yndamiro Restano. Restano había ejercido durante diez años el periodismo como reportero para Radio Rebelde. Ya antes, aunque de padres de afiliación comunista, antiguos militantes del PSP, Restano había tenido conflictos ideológicos y arrestado por la Seguridad del Estado cuando se había propuesto redactar un boletín clandestino, que tituló Nueva Cuba, para opinar sobre temas que el periodismo oficial no trataba. En 1985 sería separado de Radio Rebelde por sus opiniones políticas, aunque logró ser aceptado en los estudios de una emisora de Sancti Spíritus, de donde nuevamente sería separado. Por diferentes gestiones que se hicieran por su padre, logró formar parte del equipo de Radio Ciudad, en La Habana, donde nuevamente confrontó problemas ideológicos. Separado de esa emisora, ya nadie le contrataba. Fue idea suya crear un organismo de prensa independiente y crítico, donde podría incorporar a aquellos periodistas que conocía habían sido rechazados en la prensa oficial por sus opiniones políticamente heterodoxas. Junto a estos periodistas, sus nuevos colaboradores, daría vida a la Asociación de Periodistas Independientes de Cuba (APIC) y, a partir de este proyecto nacería, posteriormente, todo el movimiento del periodismo alternativo o independiente de Cuba, aunque en realidad, el antecedente de lo que sería el periodismo independiente en Cuba habría que encontrarle en el programa del 10 de diciembre de 1987 cuando se transmitió directamente desde la isla la mesa redonda de denuncias de violaciones de derechos humanos por parte del Comité Cubano Pro Derechos Humanos. 

§ 1.3. A finales de 1987, luego del desprendimiento del grupo de Elizardo Sánchez Santa Cruz del Comité Cubano Pro Derechos Humanos, el que antes fuera participante de la guerra en Angola, Julio Soto Angurel, crea el tercer grupo dedicado al monitoreo de los derechos humanos, el Conjunto de Defensores Independientes de los Derechos Humanos y Reconciliación Nacional José Martí. Soto Angurel había sido expulsado por contradicciones ideológicas, del Instituto Cubano de la Industria Cinematográfica donde laboraba. Con la fundación de su organización, se proponía adoptar una posición a favor del glasnost y la perestroika y en la denuncia de los abusos de poder del régimen. En realidad, esta organización no llegó a alcanzar nunca la relevancia que alcanzarían los dos grupos de carácter similar que le precedieron.

Soto Angurel, de quien apenas se tienen informaciones precisas, el 8 de octubre de 1989 sería detenido por la Policía Nacional Revolucionaria. Según Amnistía Internacional, “fue trasladado al Hospital Psiquiátrico Nacional. A finales de octubre se encontraba en la prisión de Combinado del Este. A principios de 1990 fue procesado por "desacato" y posesión de explosivos y se cree que fue condenado a dos o cuatro años de prisión[9].

[...]

§ 2. Entre el 16 y el 26 de septiembre de 1988, una comisión de derechos humanos de las Naciones Unidas, en cumplimiento de una encomienda de la 44ª sesión de la Comisión de Derechos Humanos, con sede en Ginebra, visitó la isla, luego de una invitación directa de Castro. La comisión o Grupo de Ginebra, estaba integrada por su presidente, el senegalés Alioune Sene y otros cinco miembros del órgano, los diplomáticos Sefi Attah de Nigeria, Todor Dichev de Bulgaria, José E. Ingles de Filipinas, Michael Lillis de Irlanda y Rafael Rivas Posad de Colombia.

Ya Castro se estaba adelantando a cualquier reconocimiento internacional a las dos organizaciones de derechos humanos que, desde la ilegalización, funcionaban en Cuba, y, al mismo tiempo, pretendía mostrarse como flexible ante las quejas que pudieran ser presentadas ante la comisión. Remozaría las prisiones, principalmente la del Combinado del Este, y le daría garantías de no tomar represalias contra las personas que estuvieran dispuestas a deponer declaraciones ante la comisión. La misión de la ONU recibiría ─ según reportaje del periódico español El País ─ 1 618 quejas, 86 de las cuales fueron presentadas en audiencias a puerta cerrada; las restantes fueron recibidas por escrito, ante la imposibilidad de que todas fuesen atendidas verbalmente.

El Comité Cubano Pro Derechos Humanos y la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, presentaron sus denuncias ante esa comisión. Sin embargo, y en contrario a las garantías que el gobierno de Castro de no tomar represalias contra los que hicieran descargos ante el grupo de Ginebra, pronto se empezaron a tomar medidas represivas contra aquellos testificantes, de modo que la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, en su 46ta sesión de 1990, en su Resolución 1990/48, se mostraba “Preocupada por los informes de que los testigos que declararon ante el grupo de trabajo de la Comisión han sido objeto desde entonces de detenciones, hostigamiento u otras formas de represalias por parte del Gobierno de Cuba” y, solicitaba al gobierno cubano que respetara “las reiteradas garantías que dio a los representantes de la Comisión que visitaron Cuba en cumplimiento de la decisión 1988/106 en el sentido de que las personas que intentaran ofrecer información a estos representantes no serían objeto de represalias, detención o consecuencias negativas de ninguna naturaleza”.

§ 3. Tras retirarse de Cuba la Comisión del Grupo de Ginebra, la Asociación Pro Arte Libre (APAL) organizó un acto público en conmemoración del 20 de octubre, la fecha dedicada a celebrar el Día de la Cultura Nacional. El propósito era colocar un ramo de flores ante el trozo de la Real Cárcel de La Habana que se conserva en el parque de los Enamorados (también conocido como Parque de los Mártires y Parque de la Cárcel) entre el Paseo del Prado y la calle Cárcel o Capdevila y que rememora el presidio de José Martí. Además de la colocación del ramo floral se proponían también hacer unas declaraciones sobre los objetivos de la APAL.

Al llegar al parque ya todas sus banquetas estaban ocupadas por supuestos ciudadanos civiles, solo hombres de aspecto muy varonil, como me comentara Aida Valdés Santana, que se mantenían alertas y vigilantes. Eran seis los que por APAL habían acudido a conmemorar la fecha, junto a unos pocos simpatizantes, cuando de pronto, a una orden, todos aquellos “ciudadanos civiles” se lanzaron contra ellos. Tras un breve forcejeo, los seis, entre los que se encontraban, la hija de Félix Fleitas, presidente de Amigos de la Perestroika, Rita Esther Fleitas, y Pablo Roberto Pupo Sánchez, Lázaro Cabrera Puente, Juan García Cruz, Gilberto Plasencia y Ramón Cabrera fueron apresados, “Los seis de la Calle Cárcel”, como serían identificados tras su detención y hasta el momento cuando fueron procesados, en septiembre de 1989. El Granma reportaría el acontecimiento: “...alrededor de una docena de elementos desafectos emprendió actividades provocativas (cuando la multitud se dió cuenta) que se trataba de una actividad contrarrevolucionaria les reclamó a aquellos elementos, quienes respondieron con un lenguaje ofensivo. Esto inmediatamente provocó una justa y fuerte reacción del pueblo... Las 50 a 60 personas que espontáneamente se habían reunido realizaron un acto de repudio y de combatividad revolucionaria contra tales actos... Como resultado de estos acontecimientos, 6 de estos elementos antisociales fueron arrestados...”.

Evidentemente, la seguridad del estado estuvo prevenida del acto que se pretendía realizar por el grupo disidente. Alguien había informado a la policía política y no por descuido negligente; alguien, del propio aparato de la inteligencia castrista, infiltrado entre los miembros del grupo disidente. [...]

Desde los primeros tiempos del movimiento disidente-opositor, estuvo presente una lucha interna entre factores de diversos grupos que terminaban en desprendimientos o en la dualidad de una misma organización o con el mismo nombre, como ocurriría más tarde con la Asociación Pro Arte Libre con la disputa por la presidencia entre Pablo Roberto Pupo Sánchez y Armando Araya García.

§ 4. El 16 de marzo de 1988, hace recordar Pablo Alfonso en Martí noticias, que “Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba, reconoce por primera vez la existencia del CCPDH y publica el primero de una serie de artículos contra Bofill y los demás activistas de derechos humanos: ‘¿Quiénes son esta gente? ¿Qué representan?’, se pregunta Granma, que califica al Comité de: ‘una mafia contrarrevolucionaria donde se junta todo tipo de delincuentes que conspiran contra la Revolución al servicio de la CIA’[10]. Ya se iniciaba la campaña mediática de difamación sobre Ricardo Boffil; el Granma le denominaría en su Editorial como "verdadero Frankestein, fabricado por la CIA” y cuyos colaboradores eran solo “un grupito de mercenarios y vendepatrias (...) sus presuntos simpatizantes (...) varias decenas de ex presos contrarrevolucionarios”.

En el periódico El País del 12 de septiembre de 1988, en reseña de César Leante, se dice: “El 18 de marzo se desencadenó el grueso de la campaña contra Bofill. Granma, que habitualmente tiene ocho páginas, le dedicó dos íntegras este día y el siguiente. Del diluvio de acusaciones que se le hacen destaca la adjetivación. Se le llama "sujeto lépero, mendaz e inescrupuloso", “pícaro de la calle", "alimaña", "simulador", "farsante"... Como resulta imposible describir el cúmulo de delitos de que es acreedor, digamos que éstos comienzan en la cuna, pues se le acusa de haber alterado la fecha de su nacimiento. Luego, de adolescente, como un Jean Valjean precoz, le robó los candelabros al cura de su pueblo y ejerció el raterismo en una tienda de víveres (...) La campaña se trasladó a la televisión, y los días 22, 23 y 24 de marzo se proyectó, por el canal más visto y a la hora de mayor audiencia, una serie titulada Historia de un fullero”. Todo un enorme esfuerzo por desacreditar a un hombre que, de manera pacífica, osaba lanzar un reto al sistema a cara descubierta. 

La campaña contra Boffil resultaría contraproducente para el castrismo. Boffil se hizo conocido por todo el pueblo de Cuba y, además... admirado por su osadía de enfrentar el poder de Castro.


§ 5. El 20 de junio de 1988, por iniciativa de Ricardo Bofill, junto a Samuel Martínez Lara como Secretario Ejecutivo y Tania Díaz Castro como Secretaria General, se funda el Partido Pro Derechos Humanos de Cuba (PPDHC), como órgano de accionar político a favor de los derechos humanos, siendo el iniciador, como primer partido político disidente, de todo el posterior movimiento opositor de carácter político. Entre los iniciadores del PPDHC, aparte de Boffil, Martínez Lara y de Díaz Castro, formaron en sus filas David Moya Alfonso, el profesor Hirán Abí Cobas, el ingeniero Roberto Bahamonde Masot, el abogado Pablo Llabre y Jesús Yanez Pelletier.

Samuel Martínez Lara en 1975 se había graduado en la Universidad de La Habana con el grado de Doctor en Medicina en la especialidad de Psiquiatría. Posteriormente, en la Universidad de Berkeley, California ampliaría sus estudios y obtener un Master en Salud Pública - Salud Mental y la Comunidad; con esta capacitación fue aceptado para trabajar en el Departamento de Psiquiatría del Hospital Calixto García y en el Instituto de Investigaciones Científicas sobre el Cerebro. En 1974 es captado por el servicio de inteligencia. No obstante, en 1978 por conflictos ideológicos sería separado de su empleo. Luego de dos años de dificultades intentó, junto con la que era su esposa y de su hijastro, una salida furtiva del país en abril de 1982, pero es capturado y condenado a tres años de prisión. Luego de haber cumplido la sanción que se le impusiera, trató en vano de obtener un permiso del gobierno para abandonar el país. Vinculado entonces al Comité Cubano Pro Derechos Humanos, en septiembre de 1986 es de nuevo detenido y mantenido en reclusión en una de las celdas de Villa Marista, cuartel general de la Seguridad del Estado, durante 137 días, al final de los cuales fue puesto en libertad sin cargos.

Tania Díaz Castro, la villareña que ejercía el periodismo y escribía poesía, había trabajado para la Revista Bohemia y para el Instituto Cubano de Radio y Televisión. Según su amiga Belkis Cuza Malé, Tanía había residido por breve tiempo en Japón con aquel japonés con el que se había casado. En 1988 había sido detenida por desacato antes de fundar con Boffil y Martínez Lara el Partido Pro Derechos Humanos de Cuba.

En el plan de los iniciadores del movimiento disidente cubano, estaba presente, de algún modo, la tesis formulada por Václav Havel en su “El Poder de los sin poder” sobre el principio de la legalidad. De acuerdo con Havel en los movimientos disidentes del bloque soviético, Andrei Sajarov, Aleksandr Solzhenitsyn, Yuri Orlov y otros, prevalecía la defensa del hombre enmarcada en la defensa de los derechos humanos y civiles sancionados en diversos documentos oficiales. “Estos movimientos ─ señaló Havel ─ defienden a todos los perseguidos por ejercicio de estos derechos, los ejercen a través de su trabajo, insisten continuamente para que el poder del estado los respete y denuncian todos los ámbitos de la vida en que se los viola”. 

Bajo el principio de legalidad se actuaría abierta y públicamente, reivindicando que actuarían conforme a la legalidad emanante de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, que el bloque soviético había acordado respetar a la firma de los acuerdos de Helsinki de 1975[11]. Ya no se trata de grupos de conspiradores urdiendo una rebelión en contra del sistema, se trata ahora de un movimiento pacífico de reclamar los derechos que a cada ciudadano les compete y, para ello, se recurre a un accionar que dentro del derecho internacional se reconoce como legítimo. Se entendía que el castrismo, como lo identifica Havel para el caso de todo sistema postotalitario, “dispone, por su control directo o indirecto de la sociedad, de medios perfeccionalísimos (...), resulta evidente que todo intento de rebelión no solo carecería políticamente de perspectivas, sino que también sería técnicamente imposible[12]. Así, los diferentes grupos disidentes que comenzaron a surgir dentro de Cuba declaraban que no pretendían acceder al poder, ni hacer caer al sistema como su principal propósito, porque, como afirmara Iván Ortega Rodríguez en un ensayo aparecido en una selección de ensayos bajo la edición de Olga Belmonte García, “los disidentes vivían en una situación que parecía inamovible, tan férreamente parecía instalado el sistema que toda acción en su contra parecía abocada al fracaso...[13]”.

El principal propósito de los iniciadores, más que políticos, eran de cierto modo reformistas que se alzaban con la pretensión de democratizar el país.  De este modo, un movimiento como tal, de defensa de los derechos humanos y civiles, expresado de manera pacífica colocaría al régimen en el desconcierto ante su carencia de recursos legislativos para su control. No obstante, el régimen castrista asimilaría los procedimientos soviéticos para condenar en juicios sin las debidas garantías procesales a diferentes disidentes, como ocurrió en el caso de Eviad Gamsajurdia acusado en la URSS de “propaganda y agitación antisoviética” en mayo de 1978, bajo la alegación de haber recibido en su casa a dos periodistas de Estados Unidos que querían conocer qué opinaba acerca de la política sobre los derechos humanos que impulsaba el entonces presidente de los Estados Unidos, Jimmy Carter. La agencia Tass subrayaría el caso diciendo: “De este modo se pone de manifiesto el papel de los verdaderos inspiradores e instigadores de las acciones subversivas en la URSS”[14].

Ya en la década de los 80 cuando asumiera el cargo de secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, Yuri Andropov pensaba que “los disidentes, pese a su pequeño número, debían ser tratados como una seria amenaza al poder soviético (...) También pensaba que los muchos problemas de la Unión Soviética (políticos, económicos, sociales) podían resolverse aplicando una mayor disciplina: campos y prisiones más estrictos, vigilancia más rigurosa y más hostigamiento[15]; doctrina esta que pronto supo asimilar el castrismo para enfrentar a los grupos disidentes que surgían en Cuba a impulsos e inspiración del Comité Cubano Pro Derechos Humanos y del Partido Pro Derechos Humanos de Cuba.

También en 1988, en La Habana se funda la organización Amigos de la Perestroika, presidida por el abogado Félix Fleitas conjuntamente con Francisco De Armas y Hugo Vázquez Medina. Félix Fleitas, un viejo marxista que había sido secretario del Partido Socialista Popular (PSP) en el barrio habanero del Príncipe y miembro y jefe de seguridad de las ORI antes de ser acusado y encarcelado durante el proceso de la “microfracción” en 1962. El sería uno de los 36 hombres además de 3 mujeres que fueron procesados y llevados ante los tribunales. Fleitas, al igual que Ricardo Boffil, sería condenado a 12 años de prisión, por delitos que no estaban contemplados dentro del Código de Defensa Social, entonces vigente en Cuba. Durante la subsiguiente purga impulsada por Castro, en el proceso denominado de lucha contra el sectarismo, Fleitas fue detenido en octubre de 1967 y sometido a fuertes interrogatorios.  

En ese mismo año aparece el Comité Cubano Demócrata Cristiano (CCDC), cofundado en septiembre de 1988 por Jorge Luís Mari Becerra y Carlos Novoa Ponce, vicepresidente y presidente respectivamente, ambos miembros de la APAL a su vez, quienes serían detenidos por la seguridad del estado, el 30 de enero de 1989[16]. El 24 de marzo del año siguiente, el gobierno descargaría su acción represiva en contra del CCDC deteniendo a sus integrantes Ernesto de Lubián González, José Antonio Hernández Borroto y Mario Sebastián Mojena.

Ya desde su fundación el Partido Pro Derechos Humanos de Cuba (PPDHC) se había impuesto la meta de conseguir apoyo para la realización de un plebiscito nacional que proponía la inclusión de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en el cuerpo del Preámbulo de la Constitución vigente y la reinstauración del Tribunal de Garantías Constitucionales y Sociales. En esta dirección, el 6 de noviembre de 1988, el PPDHC ya había reunido hasta un total de 14,582 firmas que superan el número requerido constitucionalmente de diez mil firmas para la presentación de propuestas de leyes ante la Asamblea Nacional del Poder Popular. El llamado al plebiscito del PPDHC contó con el apoyo y las firmas de 400 artistas e intelectuales de América Latina y Europa y el rechazo del escritor colombiano Gabriel García Márquez, según ha dicho Tania Díaz Castro[17].

§ 6. Para 1988, Castro contemplaba con preocupación los acontecimientos y transformaciones que se iban desarrollando en la Unión Soviética y la influencia, que ganaban entre la población y aún entre los mismos militantes del PCC, las publicaciones soviéticas que circulaban en Cuba, como Tiempos Nuevos, Novedades de Moscú y la Revista Sputnik, que se hacían ecos de los avances de la perestroika y del glasnost. Advierte en Santiago de Cuba, durante la conmemoración del ataque al cuartel Moncada: “Hay algunos que creen que lo que están haciendo en otros lugares es lo que nosotros tenemos que venir a hacer enseguida; hay también cerebros de esos, gente sin confianza en sí mismos, sin confianza en su patria, sin confianza en su pueblo, sin confianza en su revolución, que enseguida dicen que hay que copiar. Esa es una actitud incorrecta, esa es una actitud equivocada, porque no hay dos procesos revolucionarios iguales, no hay dos países iguales, no hay dos historias iguales, no hay dos idiosincrasias iguales; unos tienen unos problemas, otros tienen otros; unos cometen unos errores, otros cometen otros[18].

Ante el reto que se le planteaba a Castro con la fundación del Partido Pro Derechos Humanos de Cuba, se revuelve y lanza una amenazadora advertencia en ese mismo acto conmemorativo: “Y debemos decir aquí, de una vez y por todas, que no necesitamos más que un partido (...) Lo digo para que se quiten las ilusiones los que creen que aquí vamos a empezar a permitir partidos de bolsillo (...) ¡No!, aquí hay un solo partido, que es el partido de nuestros proletarios, de nuestros campesinos, de nuestros estudiantes, de nuestros trabajadores, de nuestro pueblo, sólida e indestructiblemente unido”.

El 4 de abril de 1989 durante la visita a Cuba de Mijaíl Gorbachov, ya se veía en sus palabras un velado desacuerdo con el dirigente soviético: “se han elaborado todo tipo de teorías y especulaciones en relación con la visita del compañero Gorbachov a Cuba, y yo no veo de dónde podían surgir esas crisis de relaciones entre la URSS y Cuba de que hablan, o esas desavenencias entre el compañero Gorbachov y yo. (...) son ilusiones que se hace alguna gente (...) en cuanto a lo que cada cual hace en su país, nosotros no tenemos ni hay razón para tener ningún tipo de desavenencia con la Unión Soviética. Es que los que se imaginan que tales desavenencias pudieran surgir, (...) parten del análisis simplista de la forma en que en la Unión Soviética llevan a cabo su proceso de reestructuración y de la forma en que nosotros llevamos a cabo lo que hemos dado en llamar nuestro proceso de rectificación...”.

Cinco días antes, tres organizaciones disidentes, tal como reportó el periódico El País[19], habían hecho llegar, por conducto de la Embajada de la Unión Soviética, un mensaje donde le solicitaban a Gorbachov, que dejara de tomar parte "en el diseño, asesoría y financiación de la maquinaria represiva del Gobierno de Cuba". En aquella carta, suscrita por Elizardo Sánchez, Samuel Martínez Lara y Hubert Jerez Mariño, se calificaba a Gorbachov como “uno de los grandes reformadores sociales de nuestro tiempo", y se afirmaba que "la inmensa mayoría del pueblo cubano también desea cambios democráticos".

En su correspondiente informe anual sobre violaciones de derechos humanos, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos planteó la siguiente denuncia:

Así, el 29 de marzo de 1989 – unos días antes de la visita a Cuba del líder soviético Mikhail Gorbachov – fueron arrestados los siguientes miembros del Partido Pro Derechos Humanos: David Moya Alfonso, María Elena Otero, Samuel Martínez Lara, Carlos Pablo Segrera Martín, Gloria Soto Díaz, Gilda Stuart de Céspedes, Raúl Núñez de Céspedes y María Ester de Céspedes, quienes fueron llevados a una Unidad policial en La Habana, juntamente con Audrey Miguel Stuart de Céspedes de diez años de edad.

Las cuatro mujeres y la menor de edad fueron puestas en libertad esa noche y los ocho afectados fueron juzgados por una Corte Municipal el día 30 de marzo de 1989, sin que les fuera permitido ser asistidos por un abogado (...) En el operativo del arresto se secuestró una máquina de escribir, papel carbónico y otros elementos empleados en la publicación del periódico "Franqueza", que no cuenta con autorización oficial para circular.

Recuerdo particularmente aquel día, aunque muchos de los detalles no puedo precisarlos, porque la memoria es adúltera y muchas veces nos traiciona. Yo había sido invitado por un activista del Partido Pro Derechos Humanos de Cuba para participar en una reunión que esa organización tenía propuesta llevar a cabo en horas de la noche en el pent-house de un edificio de apartamentos en el Vedado, cerca de la calle Línea. En compañía de un miembro de la organización de corta duración, que yo había fundado en marzo de 1988, Movimiento de Resistencia Pacífica 19 de Mayo, me presenté en el lugar.

Allí había una veintena de activistas. Recuerdo que observé que solo había acceso al lugar por la escalera de entrada, si asaltaba el lugar la policía política no había vía alguna de escape. Allí, entre los que mi memoria guarda, se encontraba el ingeniero agrónomo Roberto Bahamonde Massot, el hombre que había lanzado el reto de aspirar a delegado de circunscripción del Poder Popular.

Se esperaba a Samuel Martínez Lara, a quien ya yo había conocido en el apartamento de Aida Valdés Santana. En aquella ocasión, Martínez Lara me dijo que el PPDHC estaba preparando algo que impactaría en el gobierno, y aunque yo no le pregunté ─ resabios de antiguo conspirador: “mientras menos se conozca de un proyecto, mejor” ─, se apresuró a decirme, que lo que se proponían hacer se lo guardaba. La reunión prometía ser importante, por el tema que en ella iba a tratarse, y del cual yo no tenía ni la más remota idea. Pasó aproximadamente una hora de espera y Martínez Lara no llegaba, en su lugar quien llegó entonces fue Elizardo Sánchez Santa Cruz, para comunicar la noticia de que debía suspenderse aquel encuentro porque Samuel Martínez Lara, junto con otros activistas, había sido detenido por la Seguridad del Estado. Fue entonces cuando conocí personalmente a Elizardo.

El periódico Franqueza, “un simple y sencillo periódico de tres o cuatro páginas, hecho todo de forma manual, para darlo a la luz clandestinamente” según lo identifica Tania Díaz Castro[20], sería el órgano de prensa que requería el recién fundado Partido Pro Derechos Humanos de Cuba, para divulgar sus ideas entre los afiliados al partido y entre vecinos y transeúntes. Franqueza comenzó a circular en diciembre de 1988, bajo la dirección de Samuel Martínez Lara y elaborado artesanalmente en la vivienda de la familia González, Manuel González Rosell, Lidia González García y su hijo, Manuel González González, en un viejo edificio situado en la calle Reina y Lealtad. Solo circularon dos números antes de la detención de la familia González entre el 23 y el 24 de enero de 1989 y la incautación del último número del periódico, y de las máquinas de escribir. Un primer intento de ejercicio directo del periodismo independiente.

§ 6.1 Un día después del encuentro en la Asamblea Nacional del Poder Popular, el 4 de abril, entre Gorbachov y Fidel Castro, El País reportaba: “A medio millar de periodistas presentes en la Habana para cubrir la visita de Gorbachov, el Gobierno cubano les dio ayer, inexplicablemente, la carnaza informativa de la detención de siete disidentes que habían convocado para la tarde de ayer un acto de protesta frente a la embajada de la Unión Soviética. Entre los detenidos se encuentra Samuel Martínez Lara, líder del Partido pro Derechos Humanos y otros miembros de la dirección de este grupo. También fue arrebatado Rogelio [Sic] Bahamonde, quien en meses pasados protagonizó la aventura de presentarse como candidato en unas elecciones del poder popular. Las detenciones fueron denunciadas por los familiares de los arrestados y confirmadas por un portavoz oficial cubano. Elizardo Sánchez, presidente de la Comisión pro Derechos Humanos, anunció que después de estas detenciones, que incluyen a dos miembros de su grupo, queda sin efecto la convocatoria de la manifestación[21]. 

En su informe anual, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos informaría que los detenidos, en realidad, habían sido “detenidos 21 activistas de derechos humanos, que planeaban una demostración pacífica en La Habana” de los cuales solo quedaron bajo arrestos los siete activistas que reportara El País: Samuel Martínez Lara, Ernesto Alfonso Rivas, Pedro Alvarez, Hiram Abi Cobas – quien habría sufrido un ataque al corazón y fue conducido a un hospital –, Evita Cruz Rodríguez y David Moya, del Partido Pro Derechos Humanos, y Roberto Bahamonde, de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional. Según información recibida, estas personas permanecieron incomunicadas en las estaciones 5 o 15 de la Policía Nacional Revolucionaria, sin acceso a abogados[22]. Así, los siete detenidos serían sancionados, el 7 de abril por el Tribunal Municipal de Plaza, imponiendo a Samuel Martínez Lara y a David Moya Alfonso una sanción de 9 meses de privación de libertad, a Roberto Bahamonde Masot, Hiram Abí Cobas y Evita Esther Cruz Rodríguez a 3 meses de prisión, aunque en el caso de estos dos últimos se les impuso cumplimiento de sentencia suspendida por razones de salud.

[...]

§ 6.2. En febrero de 1989 Huber Jerez Mariño fundaría el Comité Martiano por los Derechos del Hombre (CMDH), una nueva organización dedicada a la defensa de los derechos humanos. Coincidiendo en fecha, la ex presa política Aida Valdés Santana, luego de separarse del Comité Cubano Pro Derechos Humanos, por discrepancias con los hermanos Arcos Bergnes, Gustavo y Sebastián, fundó la Coordinadora de Organizaciones de Derechos Humanos en Cuba (CODEHU).

[...] Elizardo Sánchez Santa Cruz, Hiram Abi Cobas y Hubert Jerez Mariño fueron entrevistados por periodistas de Estados Unidos que deseaban conocer sus opiniones sobre el fusilamiento del general Ochoa y dos de los encausados conٞ él. Las respuestas dadas por los tres activistas retaban la versión oficial de los hechos en torno al caso Ochoa. El 6 de agosto, alrededor de las 5:00 a.m., unos 20 agentes de la Seguridad del Estado efectuaron un registro de tres horas en la residencia de Elizardo Sánchez que, tras confiscar algunos documentos publicados de Amnistía Internacional, Americas Watch y de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, le arrestan y le conducen a Villa Marista. Al mismo tiempo la policía política procedió a detener a Hiram Abí Cobas y a Hubert Jerez. El Granma informaría que estaban imputados del delito sui géneris de “difusión de noticias falsas contra la paz internacional”. [...] El que fuera despiadado fiscal del juicio de Ochoa y los coacusados en la denominada Causa 1, Juan Escalona Reguera, dio su opinión, la del gobierno ce Castro a un grupo de periodistas que buscaban información oficial: “Sánchez fue juzgado como delincuente, no como defensor de los derechos humanos”, y como delincuentes el gobierno consideraba a los grupos disidentes Escalona concluyó: “no podemos dialogar con grupúsculos contrarrevolucionarios que pretenden enmascararse en una asociación que no podemos admitir”.

[...]

§ 9. El 27 de febrero de 1990, Samuel Martínez Lara, tras cumplir los nueve meses a que había sido condenado, abandona la prisión de Agüica, a donde ahora ha sido conducido Elizardo Sánchez. Huber Jerez había sido remitido a la prisión de máxima seguridad Kilo 7 de Camagüey, en aquella prisión, una de las más tenebrosas del país, Jerez escribe: “El preso, donde quiera que lo llevan, preso está; delante de nosotros siempre aparecen los mismos objetos; barrotes y candados, candados y barrotes. La diferencia no la siento yo, la sienten mis pobres hijitas que son, en realidad, quienes están cargando la cruz”.

[...]

Fidel Castro apretaba los nudos de la represión, eran tiempos políticos nada favorable para su proyecto de poder totalitario y, de cualquier modo, tenía que cortar, eliminar la influencia de los rápidos procesos de cambio que se generaba en la Unión Soviética y en los países del Este de Europa y que pudieran expandirse por el contagio de aquellos pequeños grupos de activistas a favor de los derechos humanos.

Frente a la residencia de Sebastián Arcos Bergnes hay un puesto de observación permanente que nada hace para no ser detectado. Se muestra provocadoramente. Algo se prepara, sin embargo, los activistas de los diferentes grupos disidentes siguen visitando a Sebastián. Los represores ya tienen información y conocen que el 5 de marzo habrá una reunión de disidentes, allí, en la residencia de Sebastián Arcos, el Secretario General del Comité Cubano Pro Derechos Humanos. Ese día se reunían para coordinar actividades comunes, Sebastián Arcos Bergnes, Armando Alonso Romero y Oscar Peña Martínez, por el CCPDH; por el PPDHC estaban Samuel Martínez Lara y Domingo Hernández Cepero; por la organización presidida por Elizardo Sánchez, asistía Indamiro Restano, el hombre de la APIC, la Asociación de Periodistas Independientes de Cuba.    

Llegaron en diferentes vehículos; es la habitual manera de reunir a los esquiroles para lanzarlos al ataque bien protegido. Eso mismo hicieron. ¿Cuántos participaron en el ataque vandálico contra le residencia de Sebastián? El mismo lo desconocía, según me lo comentara algunos días después cuando fui a visitarle. Los vándalos, sus espaldas protegidas por la policía y los oficiales de la seguridad del estado, cumplieron muy bien el papel que tenían que representar. Rompieron cristales, echaron abajo la puerta principal, arrancaron las plantas del jardincillo e hicieron pintadas en la fachada de la vivienda.

[...]

§ 10. La Propuesta de Diálogo Nacional del CCPDH

El régimen no detenía el flagelo de la represión, dirigido principalmente hacia los grupos mayoritarios o más destacados en su labor de denuncia a las violaciones de los derechos humanos y de oposición. Las detenciones para interrogaciones, los registros en viviendas de conocidos disidentes, los violentos “actos de repudio” en su contra y el encarcelamiento constante de los que se destacaran en sus denuncias y retos eran notas de todos los días. En esos momentos Human Rights Watch reportaba que más de 100 miembros de esos grupos habían sido arrestados entre 1989 y 1990 y todavía en 1990 se mantenían detenidos unos 30 activistas.  El panorama económico, al mismo tiempo, se presentaba desolador con la pérdida de los subsidios soviéticos y la caída en el comercio con los antiguos satélites de la URSS de Europa Oriental. Se respiraba un marcado deterioro dentro de la sociedad de la isla en general y de la situación de los derechos humanos en particular, tal como anotó la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en su Informe anual 1990 – 1991. Se necesitaba, cuando todavía no era demasiado tarde, hacer algo, proponer soluciones para, de alguna manera, enfrentar las graves situaciones que se avecinaban y ponerse en guardia ante el previsible "comienzo de una tragedia".

El Comité Cubano Pro Derechos Humanos, adelantaría una propuesta para, por una vía, no política, sino civilista “evitar el caos social en Cuba, con sus probables secuelas de sangre y de hambruna”. El CCPDH, encabezado por Gustavo y Sebastián Arcos Bergnes, Oscar Peña y Jesús Yanez Pelletier, hizo público una propuesta de diálogo nacional, que había sido redactada por Oscar Peña, para que, entre todas las partes en conflicto, tanto al interior de la isla, incluido el gobierno, como en el exilio intentar resolver todas las diferencias de manera franca y sosegada. Se trataba, tal como lo vio Adolfo Rivero Caro de una “cruzada civilista por promover, a través de negociaciones y esfuerzos políticos, el tránsito pacífico hacia una sociedad cubana democrática”.

Gustavo Arcos presentó su propuesta de diálogo nacional diciendo: “Compatriotas, el Comité Cubano Por los Derechos Humanos, una vez más y a despecho de los abusos y el acoso al que estamos sometidos... Reitera su disposición al debate”. Cuando los voceros del Comité Cubano de Derechos Humanos, el ex-preso político Ariel Hidalgo y la actriz Tete Machado, dieron a conocer la propuesta de Diálogo Nacional, según recordó Oscar Peña[23], hubo una reacción favorable al mismo, incluyendo el gobierno de Bush padre (20 de enero de 1989 – 20 de enero de 1993) “que envió al jefe de la oficina de intereses en persona (John J.) Taylor (1987-1990) a la casa de Arcos Bergnes y la mía a darnos el mensaje de apoyo de su gobierno”. Esta propuesta que no hizo eco dentro del castrismo despertó en cambio “una encendida polémica entre las diversas agrupaciones y personas, especialmente del exilio cubano”. “La prensa de Miami ─ refiere Oscar Peña ─ entrevistó a Bofill en Miami que era el padre de los derechos humanos y le preguntó: ¿Esa propuesta de crear una Mesa Nacional de Diálogo está hecha por patriotas o traidores? Por patriotas contestó y apoyó. Tenía él un programa de radio en la antigua emisora La Cubanisima y se lo quitaron por respaldarnos”.

Uno de los primeros en saltar, lleno de indignación, fue Armando Valladares, expreso político cubano, nombrado Embajador de Estados Unidos ante la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, de quien diría con gran sarcasmo François Mitterrand, “el hombre no era poeta, el poeta no era paralítico y el cubano hoy es americano”, quien de inmediato acusa a Arcos de traición, “las declaraciones del Comité, hechas por su líder Gustavo Arcos Bergnes y apoyadas por sus representantes en el exilio ─ dice Valladares ─, se basan en falsas suposiciones y alteraciones de la realidad cubana que benefician a la dictadura de Fidel Castro, y constituyen traición a aquellos que luchan, mueren y todavía se mantienen por casi treinta años en prisión[24], retira su apoyo a la oposición interna e invoca "un plan al que no son extraños algunos dirigentes socialistas internacionales" para "garantizar al dictador su permanencia en el poder”[25]. De este modo, tal como lo entendió Human Rights Watch, Valladares, ante la opinión internacional, reforzó su imagen de ser un defensor de los derechos humanos ideológicamente motivado, cuando atacó la iniciativa del Comité Cubano Pro Derechos Humanos, simplemente porque reflejaba un método de promoción de los derechos humanos que no se basaba en el derrocamiento del gobierno de Castro[26].

Estas irresponsables declaraciones de Valladares en contra de Gustavo Arcos Bergnes, como lo consideró Human Rights Watch, si fueran tomadas como una declaración de la política de Estados Unidos, sugerirían que ya Arcos no era de la preocupación del gobierno de Estados Unidos y, de este modo, estimularían a las autoridades cubanas a imponer sobre él, el mismo destino de sus colegas en prisión. Por fortuna ─ agregó HRW ─ el Departamento de Estado públicamente se distanció del comentario de Valladares. En una declaración, que librara el 15 de junio, destacaba que Valladares solamente actuaba como embajador de Estados Unidos ante la CDHNU en su sesión anual de seis semanas, y era libre de expresar sus opiniones personales en cualquier otro momento[27].

Debe tenerse en cuenta que los grupos proderechos humanos y disidentes, llamados históricos, buscaban la colaboración con el exilio y sus organizaciones con sede en Miami, pero manteniendo una decorosa independencia de acción con respecto a esas organizaciones. Esta independencia de acción llegó a generar conflictos con muchas de las organizaciones del denominado Exilio Histórico.

El otro violento ataque del exilio cubano en Miami contra el Comité procedió de la Fundación Nacional Cubano Americana en palabras de Jorge Mas Canosa, que dijo: “No hay que arreglar lo que no está roto, si estamos ganando, si nuestra perseverancia nos ha llevado más cerca de la libertad ¿por qué intentar métodos exóticos?” Mas Canosa quiso destacar que las denuncias de violaciones de derechos humanos hechos por Armando Valladares, las gestiones en todas partes del mundo de Antonio de Varona y las actividades de otros grupos y organizaciones del exilio habían permitido la existencia de disidentes en Cuba. Este era el criterio de importantes organizaciones del exilio, como la FNCA que consideraban que cualquier grupo opositor o de derechos humanos en la isla debía acatar las directivas del exilio, debiendo consultar primero antes de expresar sus opiniones. Concepto este que todavía prima en muchos sectores del exilio que se ven, no como la retaguardia del movimiento opositor isleño, sino como sus directores. A partir de 1991, algunas organizaciones del exilio comenzaron a ejercer una fuerte penetración dentro de los grupos disidentes que iban surgiendo a lo largo de toda la isla. La principal de aquellas organizaciones que comenzó a actuar como si fuera la comandancia general de la oposición interna, sería la Fundación Nacional Cubano Americana. Sus principales voceros, Luis Zúñiga y Ninoska Pérez, llegaron a asumir un papel de verdaderos árbitros de la disidencia interna, decidiendo qué era lo correcto y qué no lo era; quienes podrían ser confiables y quienes no, un papel muy semejante al que practicaba el mismo régimen castrista.

Oscar Peña, rememorando aquellos momentos expresó: “Las autoridades de Cuba tampoco tuvieron altura. Nos respondieron por esa acción con dos de los más grandes, históricos y largos actos de repudios de la ciudad de la Habana. El primero en el Reparto Aldabó donde estaba reunida la dirección del CCPDH. (...) Destruyeron la casa (de Sebastián Arcos Bergnes) y entró un oficial que planteó que tenían ‘que sacarnos escoltados porque el pueblo nos quería matar’. Después nos enteramos por una maestra que llevaron a gritar que les habían dicho que ‘éramos unos contrarrevolucionarios que estábamos fabricando bombas’. (...) El segundo fue en la calle H en el Vedado donde por primera vez y no lo han repetido más (siempre decían que era el pueblo enardecido) mandaron al frente de la muchedumbre a altas figuras del gobierno como Roberto Robaina, Felipe Pérez Roque, Santiago Álvarez y otros muchos más que no recuerdo. Sentíamos pena ajena al verlos caer tan bajo”.

Pero tal y como lo recordó Peña, algunas figuras rompieron filas con el denominado exilio histórico en apoyo al Comité Cubano Pro Derechos Humanos y a su propuesta de diálogo nacional, entre los que menciona a Carlos Alberto Montaner, los profesores Enrique Baloyra, José Ignacio Rasco, Uva Clavijo y otros.

La respuesta a Mas Canosa vino de parte de Ricardo Boffil, diciendo que “efectivamente los opositores al régimen castrista han recibido ayuda y respaldo de organizaciones fuera de Cuba, y menciono entre ellas a Of Human Rights, el Centro de Derechos Humanos, Cuba Independiente y Democrática, la Internacional Demócrata Cristiana, la Confederación latinoamericana de trabajadores, así como las gestiones del escritor Carlos Alberto Montaner ante diversos foros e instituciones incluida la Internacional Liberal”, y explicó que cuando en 1976 se fundó el Comité Pro Derechos Humanos, “no conocíamos de la existencia de organizaciones de exiliados en los Estados Unidos. Nuestra inspiración fue el científico soviético Andréi Sajárov, el grupo de Helsinki y más tarde, el movimiento disidente checoslovaco. Nuestra lucha la hicimos sin ayuda del exilio y nuestro grupo fue el primero dentro de Cuba que criticó a Castro. Nuestro Comité no es un partido político, sino un movimiento en pro de los derechos humanos y los ciudadanos en Cuba tienen tanto derecho a pensar, a opinar y a tomar decisiones sin consultar, como lo tienen los del resto del mundo. Los derechos se ejercen inconsultamente[28].


[1] Reinaldo Bragado. La fisura. Publicado en Diario Las Américas, USA, Julio 20 de 1991; El Nuevo Herald, USA, Julio 31 de 1991; Siglo XXI, USA en español; La Prensa, de New York; Siglo XXI, USA en inglés bajo el título de "A crack in the wall", traducción de Carmen María Rodríguez; y Revista Próximo, España, No. 4, Primavera de 1992.
[2] Pablo Alfonso. Oposición Cubana en pie por los derechos del hombre. Martí noticias, 7 de diciembre de 2012
[3] Ariel Hidalgo. Memoria al rojo vivo (III). Concordia, 10 de febrero de 2010
[4] Alex Anton. The Rise of the Cuban Human Rights Movement. Siglo XXI
[5] Reinaldo Bragado. La Fisura: Los derechos humanos en Cuba, II. Editorial Pensamiento Libre, 1995
[6] Adolfo Rivero Caro. Antecedentes del Movimiento de Derechos Humanos. Prólogo
[7] Rolando Cartaya. La primera mesa redonda disidente, dRM (después de Radio Martí). Martí Noticias, 19 de mayo de 2015
[8] La memoria histórica al respecto de la Primera Exposición de Arte Disidente, presenta diferencias en cuanto al día en que esta fuera presentada; para algunos, como Pablo Alonso, la fecha es el 14 de febrero, para Adolfo Rivero Caro fue el 11 de febrero y de acuerdo con el Reporte anual (1988) de la Office of Research & Policy Radio Marti Program esta fecha fue la del 13 de febrero. 
[9] Amnistía Internacional. Cuba. Situación de los Derechos Humanos, diciembre 1990 RESUMEN Índice AI: AMR/25/07/90s
[10] Pablo Alfonso. Oposición Cubana en pie por los derechos del hombre. Martí Noticias, 7 de diciembre de 2012
[11] Es necesario destacar que los Acuerdos de Helsinki constituyeron un acicate para el crecimiento de la disidencia en la URSS, Checoslovaquia, Alemania Oriental y Polonia ya que los gobiernos comunistas del bloque soviético se comprometieron al “respeto de los derechos humanos y de las libertades fundamentales, incluida la libertad de pensamiento, conciencia, religión o creencia” mediante la firma del documento de Helsinki; sin embargo esto no podía ser alegado como principio de legalidad por el naciente movimiento disidente cubano, pues el Acta de Helsinki se circunscribía solamente a los países miembros tanto del Pacto de Varsovia como los de la Organización del Tratado del Atlántico Norte
[12] Václav Havel. El Poder de los sin Poder. Prometeus ePub r 1.0, 2014
[13] Iván Ortega Rodríguez, en De la indignación a la regeneración democrática, a cargo de Olga Belmonte García, Madrid, Publicaciones de la Universidad Pontificia Comillas, 2014
[14] El País. 19 de mayo de 1978
[15] Anne Applebaum. Gulag: Historia de los campos de concentración soviéticos. Edit. Debate. 2004
[16] Estos personajes, Mari Becerra y Novoa Ponce, posteriormente jugarían un muy sospechoso papel de provocadores durante la crisis de las embajadas.
[17] Tania Díaz Castro. Año 1989. Cubanet, 25 de enero de 2005
[18] Fidel Castro. Discurso por el XXXV aniversario del asalto al cuartel Moncada, Plaza Antonio Maceo, Santiago de Cuba, 26 de julio de 1988
[19] Antonio Caño ENVIADO ESPECIAL. El País, 30 de marzo de 1989.
[20] Tania Díaz Castro. El primer periódico libre que tuvo Cuba comunista. Cubanet, 3 de julio de 2014
[21] Antonio Caño. El País, Diálogo de sordos entre Fidel Castro y Mijaíl Gorbachov, 5 de abril de 1989
[22] Comisión Interamericana de los Derechos Humanos. Informe a la Asamblea General de la Organización de Estados Americanos. 1988-1989. Capítulo IV.
[23] Testimonio de Oscar Peña, Los raros, Facebook, 2 de octubre de 2019.
[24] El énfasis es colocado en la frase por el mismo Valladares
[25] Vincent Bloch. Reflexiones sobre la disidencia cubana. SciElo, anal. polít. vol.22 no.67 Bogotá Sept./dic. 2009
[26] Human Rights Eatch/reports/1990/WR90/AMER.BOU-05. Cuba. Human Rights Developments
[27] Human Rights Eatch/reports/1990/WR90/AMER.BOU-05. Cuba. Human Rights Developments
[28] Roberto Laurenti. Fuerte polémica entre las tendencias políticas del exilio. ABC Internacional, 26 de julio de 1990