domingo, 28 de diciembre de 2014

“Contra los yanquis estábamos mejor”

Carlos Alberto Montaner. BLOG DE MONTANER

La frase fue famosa en España: “Contra Franco vivíamos mejor”. La escuché y leí mil veces durante la transición española hacia la democracia. Me imagino que Raúl Castro debe haberla adaptado a la circunstancia cubana en medio de una mezcla de enojo y melancolía.

Son las consecuencias inesperadas de las victorias. El presidente Obama, en efecto, capituló, como deseaba La Habana. Se acogió, sin exigir contrapartidas, a la política del abrazo (engagement) y renunció a las medidas de “contención” (containment) hacia Cuba, típicas de la Guerra Fría.

Se comprometió, además, a restaurar totalmente las relaciones, pese a que el senado posiblemente no apruebe la designación de ningún embajador. Lo aseguró, amenazante, el senador Lindsey Graham. También tramitará el fin del embargo ante un Congreso republicano que probablemente ni siquiera acepte discutir la medida, como ya anunció el speaker John Boehner. Será una cadena de frustraciones.

El equívoco está fundado en lo que en inglés llaman wishful thinking o juicio basado en ilusiones. El sorpresivo anuncio de Obama y Raúl Castro era el inicio de un largo, complejo y deseado proceso de deshielo, y casi todos los factores afectados dieron por hecho que la reconciliación ya se había producido y, en consecuencia, la transición hacia la democracia había comenzado. La percepción ha sido de final de partida, no de comienzo.

Pura confusión. Los curas en La Habana, literalmente, echaron a volar las campanas de los templos anunciando la buena nueva, como hacían en tiempos de la colonia cuando se retiraban los piratas.

Miles de cubanos desempolvaron las banderitas y algunos se abrazaban en las calles llenos de felicidad. Para ellos, mágicamente, la miseria llegaba a su fin. La prosperidad estaba a la vuelta de la esquina.

Las cabezas más representativas de la oposición democrática, esperanzadas, se reunieron en la casa de Yoani Sánchez y, muy civilizadamente, fueron capaces de ponerse de acuerdo y demandar espacios para esa magullada sociedad civil que el país va pariendo trabajosamente al margen del corset totalitario impuesto por el Partido Comunista.

Las Damas de Blanco, flores en mano, como suelen hacer, recorrieron algunas calles cercanas a la parroquia donde se congregan pidiendo libertad. Esta vez no las aporrearon. Hubiera sido una flagrante contradicción con el espíritu de apertura subrepticiamente instalado en el país.  

Los representantes ante la OEA de los países latinoamericanos, reunidos en Washington, le dieron la bienvenida a la nueva etapa, pese a las objeciones de Bolivia, Venezuela y Nicaragua, secretamente impulsados por Cuba, que deseaban incluir una mención del embargo, moción rechazada por el resto de los países. Canadá, a cambio, se abstuvo de mencionar el tema de los Derechos Humanos, que hubiera sido como mentar la soga en la casa del ahorcado.

Raúl Castro, muy preocupado, despachó a su hija Mariela al extranjero, embajadora oficiosa del régimen, a explicar que el comunismo era el destino permanente de los cubanos, algo así como una enfermedad incurable y crónica. Nadie debía confundir el cambio de Washington con la postura inconmovible de La Habana. En la Cuba de Mariela Castro se podía cambiar de sexo, pero no de sistema. Ese ─ el sistema – ya había sido elegido por los cubanos hasta el fin de los tiempos.

El mismo Raúl Castro, como si fuera un mantra, lo repitió en la Asamblea Nacional del Poder Popular, un coro afinado de sicofantes que hace las veces de Parlamento. Reiteró que no había más dios que el colectivismo ni más profeta que Fidel Castro, y así sería para siempre. Al final, fieramente, gritó “patria o muerte”. Todos lo aplaudieron disciplinadamente, incluidos los cinco espías liberados.

¿Por qué tantas muestras de adhesión incondicional a una vieja y desacreditada dictadura, próxima a iniciar su 57 aniversario? Precisamente, porque Raúl no ignora el peso de las autoprofecías que, a fuerza de repetición, acaban por cumplirse. Misterios del caprichoso mundillo de las percepciones.

Especialmente en un país en el que casi nadie cree en los presupuestos teóricos del sistema. Todos saben que el marxismo leninismo fracasó rotundamente y la nación se está cayendo a pedazos. Nadie desconoce que las reformas de Raúl, los cacareados “lineamientos”, ni han dado ni darán resultados.

A estas alturas, la mayor parte de los cubanos, como los soviéticos en la etapa final de Mijail Gorbachov, están convencidos de que el sistema no es reformable y hay que reemplazarlo.


En ese desesperado punto de la historia. Obama, por las razones equivocadas, toca la trompeta y todos piensan que es una señal de los cielos y que ha llegado la hora. Menos Raúl, Mariela y el resto de la sagrada familia, que, desesperados, salen a desmentirlo, pero nadie los cree. La percepción es más poderosa.

viernes, 26 de diciembre de 2014

Ante la nueva realidad jurídica de las relaciones Cuba-Estados Unidos.

Mario J. Viera


Aunque ha sido desconcertante, tanto para la oposición anticastrista dentro de la isla como para el anticastrismo  de este lado del Estrecho de la Florida, el anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre los Estados Unidos y Cuba, la realidad es que ya, de hecho, es una nueva realidad jurídica ante la cual, ni el exilio ni la oposición tienen capacidad de revocar. Definitivamente, el reconocimiento explícito de los Estados Unidos al gobierno usurpador de Raúl Castro es el reconocimiento de una realidad jurídica de facto aunque no de jure.

Las reglas del juego han cambiado y hay que saber mover las fichas dentro del tablero de la nueva situación; hay que tener la capacidad para colocar las piezas en una posición favorable, sin necesidad de recurrir al enroque, aprovechar los descuidos y lanzar el ataque para dar jaque al rey. Nos toca ahora jugar. Tenemos las piezas negras y debemos proteger nuestra Dama.

La oposición anti castrista deberá replantearse sus actos y métodos ante la nueva realidad jurídica, surgida a nivel internacional, tras el anuncio del presidente de los Estados Unidos, Barack H. Obama y quien detenta el poder de facto en Cuba, general Raúl Castro, del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países interrumpidas desde enero de 1961.

El acuerdo entre los dos estados ha sido felicitado tanto por el papa Francisco como por  el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, quien, al conocer la decisión bilateral declaró: “Esta noticia es muy positiva. Ya es hora de que Cuba y Estados Unidos normalicen sus relaciones bilaterales. En ese sentido, doy una enérgica bienvenida a las noticias de hoy”.

Así, será imprescindible que la oposición cubana esté preparada para un eventual levantamiento del embargo comercial que Estados Unidos mantiene contra el gobierno castrista y la entrega del territorio que alberga la Base Naval de Guantánamo.

En estas condiciones la oposición cubana debe consolidarse en partidos políticos con programas coherentes, o en una coalición opositora al estilo de la Mesa de Unidad Democrática de Venezuela; al mismo tiempo, deberá dirigir sus esfuerzos, en la esfera internacional, para ser reconocidas sus organizaciones como factores sociales de cambio, y cabildear ante los gobiernos de la América Latina y el gobierno de Estados Unidos exigiendo que el gobierno de Castro suprima el artículo 5 de su Constitución, pues Cuba es el único país del continente que consagra constitucionalmente al partido de gobierno como único partido político colocado sobre el Estado y la sociedad y niega legitimidad a cualquier organización política disidente u opositora.

Con el restablecimiento de relaciones entre Estados Unidos y Cuba, ya el castrismo carece de argumentos para satanizar a la oposición como “mercenarios del imperialismo” y deberá modificar su retórica cargada de epítetos al referirse a los opositores.

En los reclamos políticos de la oposición al gobierno castrista, debe incluirse, como factor de primera prioridad, el restablecimiento del orden jurídico consagrado por la Constitución de 1940, reclamo este que fuera el argumento básico de los opositores políticos e insurreccionales del pasado siglo al gobierno del general Fulgencio Batista, luego del golpe de estado de 1952.

Muchos pueden considerar que la Constitución republicana de 1940 está envejecida y que se requieren nuevos enfoques constitucionales; sin embargo, esta Constitución no fue abolida o reformada de acuerdo a los preceptos establecidos en su cláusula de reforma. La Constitución del 40 fue abolida de facto y no de jure. La defensa de la Constitución del 40 como base para futuras reformas constituye, desde el punto de vista institucional,  una legitimación jurídica de la lucha opositora.

Si Estados Unidos deja de ser el “enemigo objetivo” para el castrismo, la oposición deberá incluir entre sus reclamos la abolición inmediata de la draconiana Ley 88, denominada de “Protección de la Independencia Nacional y la Economía de Cuba”.

De manera provisional, la oposición deberá hacer pública la exigencia de incluir dentro del actual texto constitucional los postulados de la Declaración Universal de los Derechos Humanos y, con este propósito, recaudar el apoyo de manera efectiva de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos.

Se requerirá un esfuerzo mancomunado entre la oposición interna y las comunidades de exiliados en Estados Unidos, España y otros países de Europa y América Latina para constituir grupos de presión ante los respectivos gobiernos exigiendo el respeto de los derechos humanos en Cuba y denunciando las violaciones de estos derechos por parte del gobierno castrista a través de declaraciones públicas o enviando cartas con estos reclamos y denuncias a los jefes de gobierno y miembros de los parlamentos y congresos.

El exilio cubano en Estados Unidos deberá presionar al presidente Obama para que sea consecuente con su afirmación de que, con el restablecimiento de relaciones diplomáticas, continuaría planteando de manera directa al gobierno de Raúl Castro “los asuntos relacionados con la democracia y los derechos humanos en Cuba”.

Ahora, en una situación diferente, la oposición cubana, debiera tomar para sí el consejo dado por Jesucristo a sus discípulos: “Ser cautos como las palomas y sagaces como las serpientes”. Ser menos contestatarios y más politizados, más hábiles y más abiertos hacia el interior. Que nadie se considere como el iluminado de los dioses con la posesión de la verdad y busque la verdad compartida.


La oposición, si sabe ser astuta políticamente, puede revertir la aparente victoria obtenida por el castrismo.

lunes, 22 de diciembre de 2014

Obama-Cuba: ¿Una solución?

Mario J. Viera



En una carta abierta que dirigí a El Nuevo Herald, con fecha 21 de mayo de 2002, refiriéndome a las campañas para promover el levantamiento del embargo, dije: “El levantamiento del embargo no privaría a Castro (…) de sus "argumentos más manidos" para justificar su política de represión. El levantamiento del embargo, que solo tiene importancia política para Castro, le permitiría a este convocar a una "concentración" en la Plaza de la Revolución para afirmar que la "política de resistencia de la revolución y su posición de principios" habían sido los factores promotores del levantamiento de las sanciones americanas' y luego, sin inmutarse, le reclamaría al pueblo de Cuba que había que seguir "resistiendo" porque todavía quedaban las secuelas del embargo. Todo cambiaría para peor.  El cubano seguiría con el racionamiento alimentario, dentro de la misma pobreza en tanto que los órganos represivos, la Seguridad del Estado se fortalecería con más recursos y los tanques listos para reprimir un Tianamen cubano.

China es el mejor ejemplo. Cuba no sería distinta”.

Hoy ratifico estas mismas opiniones cuando los que favorecían un cambio de política de los Estados Unidos hacia el régimen castrista han logrado su propósito: el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con los que usurpan el poder en Cuba.

Estados Unidos tiene todo el derecho de tener relaciones diplomáticas con cualquier país que lo considere. Nadie puede negarlo. Pero, si legalmente tiene ese derecho, desde un punto de vista ético, resulta inaceptable que los Estados Unidos den el reconocimiento legal a un régimen dictatorial y violador sistemático de los derechos humanos y civiles de sus ciudadanos.

Sin embargo, ya antes los Estados Unidos habían establecido relaciones diplomáticas con un gobierno comunista, que, al igual que el gobierno de los Castro era, y es, un régimen dictatorial y violador sistemático de los derechos humanos de sus ciudadanos. El 1 de enero de 1979, durante la administración del demócrata Jimmy Carter, se establecieron relaciones diplomáticas con la República Popular China que ya se venían preparando desde la administración del republicano Richard Nixon, y se retiraba el reconocimiento dado a la República China de Formosa (Taiwán) desde 1945. Con este reconocimiento, la China Comunista obtuvo asiento en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas con derecho al veto.

Este reconocimiento a un régimen comunista respondía a los intereses de Washington en medio de la guerra fría. El régimen de Mao Zedong ya antes había roto con la Unión Soviética y esto convenía a los Estados Unidos. La China comunista podría ser un aliado circunstancial contra Moscú.

El establecimiento de relaciones entre las dos potencias no garantizó, en ningún momento, la democratización del régimen chino. El poder se mantuvo en manos del poderoso, y único reconocido, Partido Comunista de China. No impidió la masacre de la Plaza Tiananmén en junio de 1989 ordenada por el mismo líder comunista que firmara el establecimiento de relaciones diplomáticas con los Estados Unidos: Deng Xiaoping.

No obstante, ahora, con la decisión del presidente Barack Obama de reconocer al régimen usurpador de Raúl Castro por la vía de las relaciones diplomáticas, ¿en qué se benefician los intereses geopolíticos de los Estados Unidos? Ni siquiera la Cuba oprimida puede considerarse como un aliado circunstancial frente a un enemigo común, como fue el caso de la China comunista frente a la URSS. El castrismo, sin embargo es fuerte aliado de poderosos enemigos de los Estados Unidos como Irán y Corea del Norte y apoyo formidable al régimen chavista de Venezuela.

En su alocución del 17 de diciembre, Obama dijo que durante décadas, la relación entre Estados Unidos y el castrismo, “tuvo lugar frente al trasfondo de la Guerra Fría y la firme oposición de Estados Unidos al comunismo”.  Hizo también una referencia a los intentos fallidos de los Estados Unidos de derrocar al castrismo promoviendo focos de resistencia guerrillera o impulsando la invasión de Bahía de Cochinos o de Playa Girón.

En los tempranos años del castrismo, Fidel Castro y sus barbudos fueron una esperanza de cambios y mejoras para la gran mayoría de la población. La revolución castrista contaba con el apoyo decidido de los cubanos. En aquel tiempo, todos los intentos por promover la contrarrevolución estaban condenados al fracaso porque la revolución era una esperanza y contra la esperanza colectiva no hay poder ni fuerza.

Hoy el castrismo está al borde del colapso. Presionar es el medio expedito y apropiado para lograr que caiga y dé paso a un proceso de transición profunda y seria hacia la democracia. Hoy el castrismo no es una esperanza, es una frustración. Tenderle la mano con el ánimo de normalizar las relaciones es como darle oxígeno a un enfermo terminal; es revivirle.

Obama justifica su accionar alegando, entre otras cosas, que la política mantenida por Estados Unidos frente al castrismo, “se origina en hechos que ocurrieron antes de que muchos de nosotros naciéramos”; pero se equivoca de plano. Lo que justifica la política de firme rechazo al castrismo está actual. En Cuba bajo los Castro, subsiste la guerra fría y el odio hacia los Estados Unidos y hacia sus valores democráticos; subsiste el pasado en el presente.

El castrismo, lo ratifica Raúl Castro, no renunciará a “uno solo” de los principios que por más de cinco década han sustentado y sin menoscabar la supuesta autodeterminación de los cubanos al comunismo. Con la retórica característica de los comunistas, Castro puso bien en claro la posición de su gobierno cuando dijo: “El heroico pueblo cubano ha demostrado, frente a grandes peligros, agresiones, adversidades y sacrificios, que es y será fiel a nuestros ideales de independencia y justicia social”. Y reafirma que entre Estados Unidos y el castrismo existen “profundas diferencias, fundamentalmente en materia de soberanía nacional, democracia, derechos humanos y política exterior”.

Se equivocan tajantemente los que creen que el castrismo desaparecerá tras la desaparición física de los Castro. El comunismo en China continuó en el poder y aún más fuerte tras la muerte de su líder Mao Zedong.

Existen profundas diferencias entre la democracia, representada por Estados Unidos, y el totalitarismo presente en los “principios” defendidos por el castrismo. El antagonismo ideológico y político no se subsanará con solo el presupuesto de una relación diplomática  diferente entre los Estados Unidos y el gobierno obsoleto de Cuba. Como lo ha expresado correctamente Fernando Mires, con el establecimiento de las relaciones diplomáticas “entre Cuba y los EE UU no ha nacido una amistad, pero sí ha aparecido un nuevo tratamiento de la enemistad”.

La enemistad desde otro ángulo de enfoque. La izquierda bananera de América Latina y la izquierda de caviar europea han recibido un fuerte golpe. El bastión antimperialista de una Cuba sitiada políticamente ha desaparecido de la escena política de la confrontación. El gobierno de Cuba se verá constreñido a moderar su retórica antimperialista, sus consignas de “Patria o Muerte”, su fantasía apocalíptica de una guerra con el imperio; el Armagedón numantino queda ahora fuera de contexto.

El levantamiento del embargo está a las puertas. En vano protestarán los congresistas cubanoamericanos. Los intereses financieros de las grandes corporaciones capitalistas tienen un gran peso en la elaboración de las políticas y solo esperan el momento propicio para lanzarse como manadas de lobos hambrientos sobre el casi virgen mercado cubano. Es muy significativo el silencio de la cúpula republicana ante la nueva acción ejecutiva de Barack Obama, más, cuando rugieron y lanzaron anatemas contra la administración por la acción ejecutiva promovida a favor de un gran número de los inmigrantes ilegales presentes en el país.

Desde el cuenco del Tea Party, el senador por Kentucky, Rand Paul consideró la reanudación de las relaciones diplomáticas y comerciales con la isla, como “probablemente una buena idea” y afirmó que el embargo económico “simplemente no ha funcionado”.

¿Beneficios para los cubanos? Eso está por ver. Obama declaró: Nadie representa los valores de Estados Unidos mejor que su gente y yo creo que este contacto, en última instancia, hará más para empoderar a la gente de Cuba. ¿Acaso el turista americano posee atributos especiales que le diferencia de los turistas españoles, canadienses, alemanes y tantos otros que viajan a Cuba? No lo creo. El turista va a vacacionar, a buscar diversión, a pasarla lo mejor posible. El turista no es un activista social. El americano, como otros turistas no será la excepción. El llevará dinero fuerte que beneficiará a las empresas hoteleras controladas por las fuerzas armadas de Cuba y, en última instancia, al jineterismo.

Las entradas financieras que reciba el gobierno les serán útiles para revitalizar su desvencijado aparato burocrático; para fortalecer los órganos de represión, perfeccionar su aparato propagandístico y contar con el suficiente dinero que le permita renovar todo su equipamiento militar haciendo convenios con Rusia.

La oposición política al castrismo al interior del país quedará desconcertada ante la nueva realidad política y enfrentada a la nueva esperanza surgida entre los cubanos por el anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre los que fueron irreconciliables enemigos; una esperanza de mejoras y de cambios. La oposición anticastrista se verá obligada a replantear sus métodos de lucha consecuentes con las exigencias que las nuevas condiciones le impondrán.

En el futuro político de Cuba se vislumbran algunas posibilidades: Convertirse en una China tropical con economía de mercado y estructuras de poder cerradas; transcurrir por una transición política que desemboque en un sistema semejante al que prevalece en la Rusia de Putin o resolver sus contradicciones gobierno-pueblo al estilo de la plaza Tahrir de Egipto o el maidan ucraniano.

Por el momento, parece cumplirse lo anunciado por Fidel Castro en mayo de 2001 durante una visita a Irán: "Irán y Cuba, cooperando entre sí, pueden poner a Estados Unidos de rodillas. El régimen norteamericano esta extremadamente débil hoy día y nosotros somos testigos de esa debilidad debido a nuestra cercana vecindad”.


Solo el tiempo dirá si la decisión de Obama fue una solución confiable o un tremendo chasco político.

martes, 18 de noviembre de 2014

Ni es Estado ni es Islámico: 'Daes', terroristas

Fernando Lázaro. Blog Bajos Fondos. EL MUNDO
Terroristas de 'Daes', junto a sus víctimas.

Durante muchos, demasiados, año, los terroristas lograron imponer su lenguaje en España. Durante muchos, demasiados años, los periodistas nos dejamos seducir por términos como lucha armada, aparato militar, aparato logístico, comandos, acciones... todo un lenguaje de guerra, que era justo lo que buscaban los 'malos', que no se les tratara como como lo que son: asesinos, terroristas. Caímos en la trampa, como si hubiera una guerra y hubiera bandos. Y eso nos pasó con ETA.

Ahora, de nuevo, en el siglo XXI, vuelve el debate, vuelve la controversia. Ni es un Estado, ni es Islámico. Los terroristas, los herederos de Osama Ben Laden, aquellos que han logrado fagocitar a Al Qaeda, han logrado también trasladar su lenguaje. Cuantas veces se habla de inmolación para describir un atentado suicida, cuantas veces hablamos de la yihad con la connotación religiosa que tiene, cuando simple y llanamente es un atentado criminal... Ahora, tratan de vendernos que son Estado Islámico, que son algo más que un complejo y completo grupo de terroristas organizados como si fueran un Ejército. 

Una pandilla (muy numerosa) de carniceros cuyos objetivos están claros: primero crearse un estado y después ir saldando lo que consideran que son sus deudas históricas. Y desde el minuto uno, tratando de sembrar el miedo, con sus vídeos de crueldad difícilmente superable.

Por eso es importante que la batalla del lenguaje no la ganen. Como de forma clarificadora explica la investigadora del IEEES (Instituto Español de Estudios Estratégicos) Blanca Palacián de Inza, la denominación de Estado Islámico no es acogida de forma unánime y sigue siendo controvertida.

Y pone como ejemplo las decisiones adoptadas por el Gobierno francés, que ha preferido tomar el nombre que utilizan algunos medios de comunicación ─ como al-Arabiya ─, con idea de no legitimar a este grupo ni el califato que ha declarado. Esta investigadora constata que el gobierno galo considera que EI no es una denominación adecuada puesto que se trata de un grupo terrorista y no de un Estado, y además no representa al Islam.

Por este motivo se refieren a este grupo con el nombre de Daesh o Da'ish, que es la transcripción al alfabeto latino del acrónimo árabe de Al Dawla al Islamyia fil Irak Wa'al Sham. Se considera un término peyorativo por la cercanía fonética de palabras como "Daes", que significa "el que aplasta algo bajo sus pies" o Dahes: "el que mete cizaña". Además, en su forma plural, "Daw'aish" define a una agrupación de intolerantes que impone su punto de vista sobre los otros. Dahes también hace referencia a un periodo de caos y guerra entre las tribus árabes que tuvo lugar en el siglo VII.

"Daesh", por lo tanto, tiene bastantes connotaciones negativas por lo que se puede adivinar la intención del gobierno francés de utilizar este término como arma lingüística. Ni que decir tiene que el grupo terrorista ha expresado su disgusto con este término y ha amenazado al quien lo utilice, aclara Blanca Palacián de Inza.

Pero la batalla iniciada por los responsables de la seguridad de Francia no es aislada. Son muchos los servicios de inteligencia que tratan de dar y de ganar esta batalla: la consideran clave. Y no les falta razón. El lenguaje es fundamental. Si los terroristas logran confundir con su terminología, lo tendrán más fácil para que su propaganda empape.

domingo, 26 de octubre de 2014

Los plutócratas contra la democracia

Paul Krugman. EL PAIS


Siempre es bueno que los dirigentes digan la verdad, especialmente si no era esa su intención. Así que debemos agradecer que a Leung Chun-ying, el jefe ejecutivo de Hong Kong respaldado por Pekín, se le haya escapado la verdadera razón por la que los manifestantes prodemocracia no pueden conseguir lo que quieren: en unas elecciones abiertas, “estaríamos dirigiéndonos a esa mitad de la población de Hong Kong que gana menos de 1.800 dólares al mes. Y acabaríamos teniendo esa clase de políticos y de medidas políticas” (unas políticas, suponemos, que harían que los ricos lo fuesen menos y proporcionarían más ayuda a quienes tienen menos ingresos).

Así que a Leung le preocupa el 50% de la población de Hong Kong que, en su opinión, votaría a favor de unas malas políticas porque no gana lo suficiente. Puede que esto nos recuerde al 47% de los estadounidenses que Mitt Romney dijo que votarían contra él porque no pagan impuestos sobre la renta y, por tanto, no asumen sus responsabilidades, o a ese 60% que el representante Paul Ryan sostenía que representaba un peligro porque eran “aprovechados” que recibían de la Administración más de lo que aportaban. En el fondo, todo esto es lo mismo.

Porque a la derecha política siempre le ha incomodado la democracia. Por muy bien que les vaya a los conservadores en las elecciones, por muy generalizado que esté el discurso a favor del libre mercado, siempre hay un trasfondo de miedo a que el populacho vote y ponga en el Gobierno a izquierdistas que cobren impuestos a los ricos, regalen dinero a espuertas a los pobres y destruyan la economía.

De hecho, el propio éxito del programa conservador no hace más que acrecentar ese temor. En la derecha — y no me refiero solo a la gente que escucha a Rush Limbaugh; hablo de miembros de la élite política — muchos viven, al menos durante una parte del tiempo, en un universo alternativo en el que Estados Unidos lleva varias décadas avanzando a paso ligero por el camino hacia la servidumbre. Les da igual que las rebajas de impuestos y la liberalización hayan dado pie a una nueva Edad Dorada; ellos leen libros que llevan títulos como A Nation of Takers: America's Entitlement Epidemic (Un país de aprovechados: la epidemia de las subvenciones en Estados Unidos), en los que se afirma que el gran problema que tenemos es la redistribución descontrolada de la riqueza.

Eso es una fantasía. Aun así, ¿hay algún motivo para temer que el populismo económico nos vaya a llevar al desastre? Lo cierto es que no. Los votantes con menos ingresos apoyan mucho más que los ricos las políticas que benefician a los menos acomodados y, en general, respaldan las subidas de impuestos para los más adinerados. Pero si nos preocupa que los votantes con pocos ingresos se vuelvan locos, que la avaricia les lleve a quedarse con todo y a gravar a los creadores de empleo hasta destruirlos, la historia nos dirá que estamos equivocados. Todos los países desarrollados han tenido estados de considerable bienestar desde la década de 1940 (estados de bienestar que, inevitablemente, gozan de un mayor respaldo entre los ciudadanos más pobres). Pero la realidad es que no se ven países que entren en espirales mortales de impuestos y gastos; y no, esto no es lo que aqueja a Europa.

Aun así, aunque la “clase de políticos y de medidas políticas” que se preocupa por la mitad inferior de la distribución de ingresos no vaya a destruir la economía, sí que tiende a alterar los beneficios y la riqueza del 1% que más gana, al menos un poco; el 0,1% con más ingresos está pagando bastantes más impuestos ahora mismo de los que pagaría si Romney hubiese ganado. ¿Y qué puede hacer entonces un plutócrata?

Una de las respuestas es la propaganda: decirles a los votantes, con frecuencia y bien alto, que el hecho de gravar a los ricos y ayudar a los pobres provocará un desastre económico, mientras que rebajarles los impuestos a los “creadores de empleo” nos traerá la prosperidad a todos. Hay una razón por la que la fe conservadora en la magia de las rebajas de impuestos se mantiene, por mucho que se incumplan esas profecías (como está sucediendo ahora mismo en Kansas): hay un sector, magníficamente financiado, de fundaciones y organizaciones de medios de comunicación que se dedica a promover y preservar esa fe.

Otra respuesta, con una larga tradición en Estados Unidos, es sacar el máximo partido a las divisiones raciales y étnicas (las ayudas del Gobierno solamente son para Esa Gente, ya saben). Y además, los liberales son elitistas altaneros que odian a Estados Unidos.

La tercera respuesta consiste en asegurarse de que los programas gubernamentales fracasen, o nunca lleguen a existir, para que los votantes nunca descubran que las cosas pueden hacerse de otra manera.

Pero estas estrategias para proteger a los plutócratas de la plebe son indirectas e imperfectas. La respuesta evidente es la de Leung: no dejar que vote la mitad de abajo, o ni siquiera el 90% de abajo.

Y ahora entenderán por qué hay tanta vehemencia en la derecha por el supuesto pero en realidad casi inexistente problema del fraude electoral, y tanto apoyo a esas leyes de identificación de los votantes que dificultan que los pobres e incluso la clase trabajadora puedan votar. Los políticos estadounidenses no se atreven a decir abiertamente que solo los ricos deberían tener derechos políticos (al menos, no todavía). Pero si siguen las corrientes de pensamiento que ahora están más extendidas en la derecha hasta su conclusión lógica, es ahí adonde llegarán.

La verdad es que una gran parte de lo que sucede en la política estadounidense es, en el fondo, una lucha entre la democracia y la plutocracia. Y no está nada claro qué bando ganará.

Paul Krugman es profesor de Economía de la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía de 2008.

© 2014, New York Times Service. Traducción de News Clips.

martes, 14 de octubre de 2014

Los frankenstein del chavismo

Marta Colomina. REPORTERO 24


A unque el gobierno conoce hace rato quiénes fueron los asesinos de Robert Serra ─ como lo saben los periodistas que han conversado con los vecinos de La Pastora y están policialmente “dateados” ─ Maduro anunció que pronto dará a conocer los nombres de los ejecutores del crimen de Serra y sus “autores intelectuales”, coletilla esta última que le permite seguir acusando a Uribe y a otros “fascistas”, y repite así la pifia sobre la “culpabilidad del imperio y de los mayameros” en el asesinato de Otaiza, cuando la verdad es que este murió a manos de una sanguinaria banda de adolescentes. La fantasía macabra de achacar los asesinatos del fiscal Anderson, Otaiza y ahora Serra a los “enemigos” del régimen no puede ser sostenida a la luz de las pruebas recabadas esta semana por quienes investigan oficialmente el espantoso asesinato del joven diputado. Periodistas avezados en criminalística y algunos diarios han develado que Serra fue asesinado por personas cercanas. Thábata Molina desde el principio afirmó que los asesinos de Serra “pertenecían a su entorno” y Yasmín Velasco el martes 7 publicó en su cuenta de Twitter que “Robert Serra fue robado y luego asesinado por 2 de sus escoltas” y menciona las detenciones que ha venido haciendo el Cicpc (aunque este las niega).

En “allanamiento a edificio de la Misión Vivienda de El Paraíso fueron detenidas 8 personas, pues se presume que allí vive el policaracas detenido por el caso Serra, quien era uno de sus escoltas”. El Nacional del viernes 10 informa que “las investigaciones sobre el doble crimen apuntan a Edwin Torres, agente de Policaracas, quien está detenido desde el lunes (…) De la residencia de Torres, el Cicpc se habría llevado objetos de interés criminalístico”. Además de Torres, “4 de los autores materiales del crimen ya fueron identificados por los investigadores y son buscados”.

Además de sus cuatro escoltas, Serra era protegido por numerosos “colectivos” con los que mantenía contacto permanente, así que cuando estallaron los sucesos sangrientos en Quinta Crespo tras el allanamiento del Cicpc del edificio Manfredir, donde murieron cinco miembros de los grupos “Escudos de la Revolución” y “5 de Marzo”, la posible asociación de tal hecho con la muerte de Serra era inevitable, aunque la especie fuese negada por el director del Cicpc. El colega Manuel Malaver el pasado domingo, en La Razón, apunta que Serra habría sido comisionado para convencer a los “colectivos” del desarme, a lo que se habrían negado mayoritariamente. Sabido es que estos grupos tienen armas de guerra, como las tenía el diputado Serra. Por cierto, mudez oficial sobre esta irregular tenencia.

Las 8 horas de enfrentamiento en Quinta Crespo concluyeron con la muerte de 5 “colectivos”, entre ellos José Odreman, quien recibió 32 disparos y pasó de ser un personaje fotografiado al lado de Maduro, Cilia Flores, Robert Serra, generales y otros miembros del alto gobierno, y de aparecer elogiado en el canal militar TV FANB, a ser calificado de “asesino” y “delincuente”: “No se trata de colectivos, eran grupos organizados dedicados al robo, secuestro y homicidios en el área metropolitana”, dijo el subdirector del Cicpc. Sin embargo, Richard Sánchez, policía y hermano de Odreman, desmintió al Cicpc: dice haber revisado en el Sipol el expediente de su hermano y de Maikol, y “ninguno de los dos tienen solicitud por homicidios”. Las contradicciones son indigeribles. Mientras los vecinos del Manfredir niegan que “colectivos” se enfrentaran al Cicpc y acusan al cuerpo policial de “limpiar la escena del crimen”, el Cicpc lo niega y repite que estos “colectivos” serían delincuentes de la peor ralea.

Maduro no ha emitido palabra sobre tan graves hechos.

La ficción de la escritora Mary Shelley sobre el desquiciado “científico” Victor Frankenstein en su búsqueda del secreto de la vida y asesinado por su monstruosa creación, parece haberse hecho realidad en Venezuela. Los “colectivos” tendrían más poder de fuego que los organismos de seguridad, incluida la FAN, y han sido usados por el régimen para atacar manifestaciones pacíficas, amedrentar testigos en las mesas electorales y otras acciones delictivas.

Aunque por ahora la sublevación parece sofocada (durante el funeral de Odreman en Cotiza los integrantes del colectivo “5 de Marzo” emitieron un comunicado en el que ya no responsabilizan al ministro Rodríguez Torres de las muertes de los colectivos, sino a la CIA), lo cierto es que el régimen les ha dado un poder enorme que no parece estar en condiciones de controlar.

Lo terrible es que también los cuerpos de seguridad y los demás poderes públicos, nacidos para ser guardianes del orden y la seguridad, se han convertido en enemigos de la justicia y de los derechos ciudadanos.


Así que frente a tanta violencia incontrolada, tanto caos y tanto silencio cómplice, Venezuela es víctima de numerosos frankenstein, entre ellos quienes piden a Maduro rechazar el mandato de la ONU de liberar a Leopoldo López. 

sábado, 11 de octubre de 2014

Raúl Castro cancela la creación de una mezquita en La Habana

Carlos Alberto Montaner
 
Pedro Lazo Torres, alias "Imán Yahya”
Le pregunté por qué a un experto en el tema, conocedor de varios idiomas, exdiplomático en la región, y ésta fue su respuesta.

Querido CAM:

No sé si estás al tanto del dilema que se le presentó al gobierno cubano cuando una agencia religiosa turca ofreció construir una mezquita en La Habana Vieja para atender a los cientos de musulmanes que viven en la capital.

Según lo que he averiguado, el departamento de asuntos religiosos del PCC recibió el proyecto en abril y lo aprobó a comienzos de mayo. El proyecto consistía en un edificio de 32,300 pies cuadrados con capacidad para 500 fieles.

El diseño sería basado en la famosa Mezquita Ortakˆy en Estambul y la construcción sería financiada por Diyanet, la Fundación de Asuntos Religiosos de Turquía. Según la prensa turca, Diyanet ya ha ofrecido construir una mezquita en Haití.

Lo que me llamó la atención sobre el caso de Cuba es que el gobierno cubano canceló su beneplácito el mes pasado (septiembre), apenas cuatro meses después de haberlo otorgado. ¿Por qué el ‘volte face’?

El líder musulmán en La Habana es un cubano de 63 años, un sunita negro llamado Pedro Lazo Torres, alias "Imán Yahya”, ha puesto el grito en el cielo, quejándose que el gobierno permite la construcción de templos para los católicos cubanos y ortodoxos rusos pero no para los musulmanes e insiste en una explicación.

El proyecto fue presentado al PCC por Lazo y Mustafá Tuktun, subdirector de Diyanet, en abril. Quizás por coincidencia, un alto funcionario turco, Meviut Cavusoglu, delegado de Turquía ante la Unión Europea, viajó a La Habana a comienzos de mayo, tal vez para remachar el convenio. (Ostensiblemente, fue a celebrar el Primero de Mayo.)

He estado ojeando los diarios turcos desde comienzos de este mes, cuando se publicó la noticia de la retracción, y he notado que les echan la culpa a los hermanos Castro personalmente. Los diarios dicen que los Castro consideraron que la mezquita "no era necesaria" (cita exacta).

Algunos titulares entre los 30 y tantos diarios que yo ojeé:

"Hermanos Castro no permiten construcción de mezquita"

"Fidel prohíbe construcción de mezquita"

"Vetan construcción de mezquita en La Habana"

"No permiten a fundación religiosa turca construir mezquita en Cuba"

"Gobierno de Cuba dice que mezquita es innecesaria"

"Iglesia [ortodoxa rusa] recibe permiso, pero mezquita no!"

"Castro pone la lápida"

Es obvio que los turcos están furiosos por lo que consideran un insulto a Islam. Y también parece que los Castro se dieron cuenta de que, al dar más amplias facilidades a los musulmanes de Cuba y de afuera, podrían crear un peligro para sí mismos y para la región –un peligro que sería difícil controlar. Enorme dilema.

Dados los estragos que el Estado Islámico está causando en el Oriente Medio, sería una locura dar entrada a Cuba a musulmanes extremistas y ésa es probablemente la razón para cerrarles la entrada. Al menos, así lo veo yo.

En todo caso, los medios oficiales cubanos no han dicho ni pío sobre este tema. Todo lo que he leído proviene de la prensa turca, que cita las quejas de Lazo. Si te interesa el tema, te mantendré al tanto, según lo que yo pueda averiguar.


Ah, si utilizas estos datos, por favor mantenme anónimo como fuente. Gracias.

miércoles, 8 de octubre de 2014

Esta vez, sí, estoy de acuerdo


Mario J. Viera

La noticia nos la ofrece Cubanet: El gobierno castrista no da su pláceme para que se erija una mezquita en La Habana. Entonces Pedro Lazo Torres, de quien se dice es el líder de la comunidad musulmana de Cuba, pone el grito en el cielo, tal vez clamando a Alá y al profeta Mohammed. Y se enciende declarando que la decisión castrista, viola la libertad religiosa dentro de la isla, algo que es una realidad más grande que la mezquita de Ortaköy en Estambul.

Sí, los Castro no propician ni la libertad de conciencia ni la libertad de religión, ni ninguna otra libertad civil, pero me pregunto ¿Exigirán el señor Lazo Torres y el señor Wilfredo Ruiz, de la Asociación Musulmana Americana que se respete el derecho de los cristianos a ejercer su libertad de conciencia en los países sometidos a la maldición de la Sharía o que los que no crean en ningún Dios puedan vivir en paz sin persecuciones en los países musulmanes?

El Islam es bien extraño en la conciencia social cubana. ¿De dónde han salido esos cuatro mil musulmanes en Cuba? Cuba es y siempre ha sido, un país cristiano, predominante católico o mayoritariamente de fe sincrética. No puedo concebir a Cuba caminando hacia la formación de un califato.

Los califatos surgieron en el Cercano Oriente, en Turquía, en el África del Norte y en el sur de España, pero serían una completa aberración en el continente americano y más que aberración en una isla del Caribe.

El IS pretende erigir un emirato sobre Siria e Irak derramando sangre de cristianos, de agnósticos e, incluso, de musulmanes. Son bestias salvajes, enloquecidas por el fanatismo y las ambiciones; con la intolerancia propia del Corán, con el odio hacia todo lo que sea progreso.

Cuba ya tiene bastante con los Castro y con el estigma de ser un país aliado al terrorismo, sería apocalíptica su suerte si los piadosos musulmanes tropicales formaran en la isla su mezquita y sus escuelas donde se cobija el odio y se forjan los voluntarios del Estado Islámico.


Definitivamente, esta vez, sí, estoy de acuerdo con una medida tomada por el castrismo.

lunes, 6 de octubre de 2014

Los tristes “héroes” del castrismo


Mario J. Viera

Luego de 24 párrafos, algunos descomunales, recontando a su modo la historia del mal llamado “proceso revolucionario” que el impusiera, Fidel Castro se decide, finalmente en su último artículo titulado “Los héroes de nuestra época”, a tocar el tema que le motivó a escribir: el envío, por el recurso de “ordeno y mando”, de una brigada médica al África para “luchar contra el Ébola” y especular sobre el asesinato del prepotente y furibundo diputado oficialista Robert Serra.

Según el casi decrépito caudillo “ambos hechos reflejan el espíritu heroico y la capacidad de los procesos revolucionarios que tienen lugar en la Patria de José Martí y en la cuna de la libertad de América, la Venezuela heroica de Simón Bolívar y Hugo Chávez”.

Y parece que Castro, el anciano, parece conmoverse hasta las lágrimas ante el asesinato de uno que hizo de la violencia su principal leitmotiv, el diputado del PSUV, Robert Serra.

Es que los “revolucionarios” muertos, por cualquier motivo, hasta después de muertos son útiles para la propaganda y el azuzar de odios. De este modo declara, como alguien que conoce muy bien el tema: “No podría jamás creer que el crimen del joven diputado venezolano sea obra de la casualidad”. Y a continuación insinúa que tras el cruel asesinato se esconde la mano de la inteligencia de Estados Unidos y la complicidad de la oposición democrática venezolana: “Sería tan increíble, y de tal modo ajustado a la práctica de los peores organismos yankis de inteligencia, que la verdadera casualidad fuera que el repugnante hecho no hubiera sido realizado intencionalmente, más aún cuando se ajusta absolutamente a lo previsto y anunciado por los enemigos de la Revolución Venezolana”.

Sí, es posible que Robert Serra tuviera la simpatía de Castro, quizá ese joven le recordaría sus tiempos cuando era un matón en la Universidad de La Habana dentro del grupo gansteril de Emilio Tro Rivero, la Unión Insurreccional Revolucionaria (UIR); cuando participó ─ aunque no se le pudo probar ─ en el asesinato del Presidente de la Federación Universitaria, Manolo Castro y del Campo. 

Serra, como antes lo hiciera Castro vinculado a la UIR, tenía estrecho lazos con los matones de los colectivos La Piedrita, Los Tupamaros y Alexis Vive. Un analista político, Helly Ángel lo caracterizó de la siguiente manera: “Él fue un muchacho muy controversial, muy problemático, incluso dentro de su propio núcleo familiar, con muchos conflictos y enfrentamientos, incluso entre sus propios familiares. Era un muchacho castrista, muy admirador de Fidel Castro, seguidor de la revolución cubana”.

Serra no era un tipo fácil. El 25 de abril de 2010, junto a 30 de los temibles motorizados que le eran fieles fueron a exigir que pusieran en libertad a uno de sus compinches detenidos por la Guardia Nacional Bolivariana por agredir a dos personas y a quien se le confiscaron un arma con los seriales limados. Al no conseguir su propósito tirotearon al Destacamento Móvil 51 de la GNB.

La alharaca producida tras el asesinato del conflictivo diputado del PSUV, contrasta con el silencio que se hizo en relación con el asesinato de dos de sus guardaespaldas; el primero el 5 de julio de 2011 y el segundo el 24 de julio de 2012.

En el primer caso se trató del joven de 25 años, Celestino Rodrigues, tiroteado en Carapita supuestamente por criminales que le robaron su motocicleta y su pistola personal. Cuando los periodistas preguntaron a Serra sobre la muerte de su escolta solo contestó: “No sé de qué me hablan”. Sin embargo, el padre de la víctima declaró: “Yo sé que él (Serra) no quiere que ustedes se enteren que mi hijo era escolta suyo, pero ¿cómo puedo hacer yo? Lo único que quiero es que entreguen el cuerpo”. 

En el segundo caso se trató  del detective del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (Cicpc), Alexis Barreto Venezuela cuyo cadáver fue encontrado bocabajo con un tiro en la nuca, pero, a diferencia del primer caso, a Barreto no le robaron ni su arma de fuego ni su cartera. Para la madre de la víctima, Serra era el principal sospechoso así declaró al diario El Nacional: “Para mí, el que mató a mi hijo está dentro de la Asamblea Nacional. Yo como madre siento que la gente que trabajaba con él está metida en ese caso. ¿Por qué si el diputado es inocente no ha dado la cara?

Lo que pretenden, tanto Nicolás Maduro, como Diosdado Cabello y hasta el mismo soberano del Punto Cero en La Habana, de presentar el asesinato del controvertido líder juvenil del PSUV, como resultado de una conspiración donde estan envueltos el ex presidente de Colombia, Álvaro Uribe, la CIA y hasta algún miembro de la oposición anti chavista, es solo manipulación política y el propósito de convertir a un malandro con título universitario y puesto de diputado en un héroe revolucionario, en un mártir del Socialismo del Siglo XXI. Nadie, con dos dedos de frente puede darles credibilidad.

Veamos: Cotejando los hechos del lamentable incidente, no existe ningún rasgo que configure un asesinato político. La violencia con que le dieron muerte es típica de un acto llevado a cabo por criminales comunes. Así lo considera Luis Godoy, quien fuera jefe de Investigaciones de la División contra Homicidios del Cicpc diciendo: “Podría presumirse que tendría que ver con algo muy personal, muy intenso”. Cuarenta heridas hechas con un arma punzo penetrante a la altura del pecho, un punzón de hielo.

Según Godoy, el asesinato podría ser debido a “alguna deuda moral o material” como manifestación de “un odio intenso”.

La reportera Ronna Rísquez de Runrún cita las declaraciones de una amiga personal de Serra, Reina González que hacen pensar que los asesinos eran conocidos de confianza del diputado. González dijo: “En esa casa nunca se le abría la puerta a nadie, así nada más. Uno tocaba y Robert veía quién era desde unas cámaras que tenía en su oficina. Él decidía si uno podía entrar y abría desde arriba con un control. A veces se asomaba y te decía que volvieras más tarde”.

De acuerdo con las declaraciones recogidas por la reportera al domicilio de Serra solo era posible entrar usando llave, pues ninguna de las dos puertas de acceso tenían manijas. “Solo él y las muchachas (María Herrera, y las hermanas Jesica y Rosalba Contreras) tenían llave para abrir”, afirmó González, y solo él y sus asistentes autorizaban el ingreso al interior de la vivienda.

Además, según la declarante que fue la que descubrió los cadáveres de Serra y de su acompañante María Herrera a él le “golpearon muchísimo y lo atacaron con un punzón”.

Vecinos que frecuentaban la vivienda de Serra no se explican cómo pudieron los victimarios abrir la caja fuerte que Serra tenía en su oficina, de donde, se dice, tomaron dinero en efectivo, incluido dólares. Además los criminales se llevaron con ellos dos fusiles M-16 y AR-15 de Serra. Tal vez la explicación se encuentre en la golpiza que le dieran a Serra y los punzonazos, posiblemente para que este les diera la combinación de la caja fuerte.

Es evidente que los que ultimaron a Robert Serra, eran conocidos de él y ninguno afiliado a la oposición, ya que el mismo Serra había declarado en una entrevista de prensa que “nunca se ligaría con una escuálida”.

Búsquense los asesinos de Robert Serra, los autores materiales e intelectuales, entre los motorizados de los colectivos de los Tupamaros del 23 de Enero, de La Piedrita, de Alexis Vive y del Frente Francisco de Miranda. Allí dentro de esos colectivos están los asesinos amparados por el régimen chavista.

Los otros tristes héroes de Castro son los integrantes de la Brigada Médica enviada a Sierra Leona con total desprecio por la seguridad de sus integrantes en aras de la aclamación de los medios que tanto ha perseguido el senil Castro desde sus tiempos de la Sierra Maestra y no ha dejado de hacerlo todavía.


Los médicos cubanos, simples marionetas de un régimen que desprecia sus vidas. Las autoridades sanitarias de Cuba no son capaces de contener las periódicas epidemias de dengue que golpean al país, mucho menos podrían hacerle frente a un brote de Ébola que se presentara en Cuba, si uno de los integrantes de la Brigada Médica resultara infestado con el mortal virus. Pero nada de eso le importa al decrépito Fidel Castro; lo que importan son los titulares sensacionalistas de los medios internacionales.