viernes, 30 de mayo de 2014

Magnicidio chavista


Alek Boyd. EL PAIS


Hugo Chávez solía usar mucho lo del magnicidio. Cual desacreditado anunciante del inminente arribo del lobo, el cual nadie ha visto ni una sola vez desde 1998, nadie medianamente inteligente creía en los dizque intentos magnicidas que anunciaba el caudillo. Y, vale decir, por razones de responsabilidad exclusiva del difunto jefe de Estado: ninguno de los anuncios hechos, a lo largo de su período al frente del gobierno en Venezuela, resultó en investigaciones que condujesen a revelaciones verosímiles sobre dichos planes. Tenemos todo tipo de magnicidios: el de los que iban a derribar el avión presidencial con una bazooka; el de los que iban a asesinar a Chávez con cachitos de jamón y queso; el del cáncer que habría sido “inoculado”... Hasta la BBC, normalmente muy comedida en su crítica al chavismo, ha publicado sobre el espurio uso del argumento del magnicidio por parte de Chávez.
A pesar de los inexistentes réditos políticos y mella a su credibilidad, el chavismo parece no haberse dado cuenta que nadie, en ningún lado, se traga el cuento del magnicidio. El último ejemplo lo ha dado el denominado Alto Mando Político de Venezuela hace un par de días. Es relevante resaltar los cargos oficiales de los asistentes a la rueda de prensa en la cual se anunció el “plan de golpe”: Jorge Rodríguez, alcalde de Caracas y actuando como vocero principal; Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional; Cilia Flores, Primera Dama; Jorge Arreaza, Vice Presidente; Rafael Ramírez, presidente de PDVSA, Ministro de Energía y Vice Presidente del área económica; Miguel Rodríguez Torres, Ministro de Defensa; Delcy Rodríguez, Ministro de Información; Carlos Osorio, Ministro de Alimentación; Tareck el Aissami, Gobernador del estado Aragua; y Francisco Ameliach, Gobernador del estado Carabobo.
Imaginemos una rueda de prensa similar en España, con asistencia de los más altos cargos del gobierno, para anunciar un plan de magnicidio contra el jefe de estado. ¿Las pruebas? Correos electrónicos intervenidos ilegalmente que no contienen ni un ápice de credibilidad, ni de información utilizable. Como los innumerables anuncios de magnicidios de los últimos 15 años, no hay sustancia, no hay evidencia, pruebas, ni nada que se le parezca. Cual Goebbels criollo, el alcalde de Caracas, que no la Fiscal General ni sus representantes, se despachó más de una hora frente a las cámaras, en compañía del Alto Mando Político, haciendo todo tipo de conjeturas y acusaciones basadas en “evidencia” obtenida ilegalmente por el SEBIN, que es el cuerpo de inteligencia del estado. Todo ello, antes de practicar alguna detención. Todo ello, antes de informar a las partes acusadas sobre la investigación que se les sigue. Todo ello, por televisión, con asistencia pública. Culminada la rueda de prensa, la Ministro de Información anunciaba en las redes sociales la publicación del documento “plan de golpe”, prueba del magnicidio, fechado 28 de mayo de 2014. La metadata de dicho documento indica que fue creado el 29 de mayo de 2014, horas después de la rueda de prensa.
¿Cómo le aplicamos el debido proceso a esa farsa? ¿Cómo puede explicarse la postura indiferente ante tal ilegalidad de los más altos cargos de un gobierno que dice ser democrático?
Ese es el mismo Alto Mando Político que se sienta a “dialogar” con la oposición, con la anuencia de sus socios de UNASUR. Ese es el mismo grupo de funcionarios que se supone deben respetar, y hacer respetar, la constitución, y las leyes, y están buscando solucionar los múltiples problemas que aquejan a Venezuela. Ese es el mismo grupo de funcionarios que defienden y militan, patria o muerte, en un movimiento político cuyo líder fue atrapado, con las manos en la masa, dirigiendo un intento real de magnicidio en 1992. Recordemos, esas son las mismas personalidades que han rechazado, por haber sido obtenida ilegalmente, el cúmulo de evidencia de conexiones entre el chavismo y las FARC, hallada en los ordenadores del abatido líder narco terrorista Raúl Reyes.
¿Cómo pueden ser tomados en serio ante tal inconsistencia, ante tan evidente irrespeto al debido proceso y la ley? El objetivo del magnicidio, como le dijo Teodoro Petkoff a la BBC, es “crispar y tensar la situación política”, aumentar la polarización, pero nadie, “ni el chavista más rabioso” se cree ya ese cuento. No se lo creían a Chávez, ni con sus verdaderas dotes oratorias. ¿Quién le va a creer a Jorge Rodríguez? ¿O al Presidente Maduro, el que habla con pájaros? El magnicidio, real, tangible, es a la credibilidad del chavismo.