Alek Boyd. EL PAIS
Hugo
Chávez solía usar mucho lo del magnicidio. Cual desacreditado anunciante del
inminente arribo del lobo, el cual nadie ha visto ni una sola vez desde 1998,
nadie medianamente inteligente creía en los dizque intentos magnicidas que
anunciaba el caudillo. Y, vale decir, por razones de responsabilidad exclusiva
del difunto jefe de Estado: ninguno de los anuncios hechos, a lo largo de su
período al frente del gobierno en Venezuela, resultó en investigaciones que
condujesen a revelaciones verosímiles sobre dichos planes. Tenemos todo tipo de
magnicidios: el de los que iban a derribar el avión presidencial con una
bazooka; el de los que iban a asesinar a Chávez con cachitos de jamón y queso;
el del cáncer que habría sido “inoculado”... Hasta la BBC, normalmente muy
comedida en su crítica al chavismo, ha publicado sobre el espurio uso del
argumento del magnicidio por parte de Chávez.
A
pesar de los inexistentes réditos políticos y mella a su credibilidad, el
chavismo parece no haberse dado cuenta que nadie, en ningún lado, se traga el
cuento del magnicidio. El último ejemplo lo ha dado el denominado Alto Mando
Político de Venezuela hace un par de días. Es relevante resaltar los cargos
oficiales de los asistentes a la rueda de prensa en la cual se anunció el “plan
de golpe”: Jorge Rodríguez, alcalde de Caracas y actuando como vocero
principal; Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional; Cilia Flores,
Primera Dama; Jorge Arreaza, Vice Presidente; Rafael Ramírez, presidente de
PDVSA, Ministro de Energía y Vice Presidente del área económica; Miguel Rodríguez
Torres, Ministro de Defensa; Delcy Rodríguez, Ministro de Información; Carlos
Osorio, Ministro de Alimentación; Tareck el Aissami, Gobernador del estado
Aragua; y Francisco Ameliach, Gobernador del estado Carabobo.
Imaginemos
una rueda de prensa similar en España, con asistencia de los más altos cargos
del gobierno, para anunciar un plan de magnicidio contra el jefe de estado.
¿Las pruebas? Correos electrónicos intervenidos ilegalmente que no contienen ni
un ápice de credibilidad, ni de información utilizable. Como los innumerables
anuncios de magnicidios de los últimos 15 años, no hay sustancia, no hay
evidencia, pruebas, ni nada que se le parezca. Cual Goebbels criollo, el
alcalde de Caracas, que no la Fiscal General ni sus representantes, se despachó
más de una hora frente a las cámaras, en compañía del Alto Mando Político,
haciendo todo tipo de conjeturas y acusaciones basadas en “evidencia” obtenida
ilegalmente por el SEBIN, que es el cuerpo de inteligencia del estado. Todo
ello, antes de practicar alguna detención. Todo ello, antes de informar a las
partes acusadas sobre la investigación que se les sigue. Todo ello, por
televisión, con asistencia pública. Culminada la rueda de prensa, la Ministro
de Información anunciaba en las redes sociales la publicación del documento
“plan de golpe”, prueba del magnicidio, fechado 28 de mayo de 2014. La metadata
de dicho documento indica que fue creado el 29 de mayo de 2014, horas después
de la rueda de prensa.
¿Cómo
le aplicamos el debido proceso a esa farsa? ¿Cómo puede explicarse la postura
indiferente ante tal ilegalidad de los más altos cargos de un gobierno que dice
ser democrático?
Ese
es el mismo Alto Mando Político que se sienta a “dialogar” con la oposición,
con la anuencia de sus socios de UNASUR. Ese es el mismo grupo de funcionarios
que se supone deben respetar, y hacer respetar, la constitución, y las leyes, y
están buscando solucionar los múltiples problemas que aquejan a Venezuela. Ese
es el mismo grupo de funcionarios que defienden y militan, patria o muerte, en
un movimiento político cuyo líder fue atrapado, con las manos en la masa,
dirigiendo un intento real de magnicidio en 1992. Recordemos, esas son las
mismas personalidades que han rechazado, por haber sido obtenida ilegalmente,
el cúmulo de evidencia de conexiones entre el chavismo y las FARC, hallada en
los ordenadores del abatido líder narco terrorista Raúl Reyes.
¿Cómo
pueden ser tomados en serio ante tal inconsistencia, ante tan evidente
irrespeto al debido proceso y la ley? El objetivo del magnicidio, como le dijo
Teodoro Petkoff a la BBC, es “crispar y tensar la situación política”, aumentar
la polarización, pero nadie, “ni el chavista más rabioso” se cree ya ese
cuento. No se lo creían a Chávez, ni con sus verdaderas dotes oratorias. ¿Quién
le va a creer a Jorge Rodríguez? ¿O al Presidente Maduro, el que habla con
pájaros? El magnicidio, real, tangible, es a la credibilidad del chavismo.