Mario
J. Viera
Sí, es posible que sea una asamblea y, tal
como lo define la RAE, es la reunión de los miembros de una COLECTIVIDAD para
discutir determinadas cuestiones de interés común y, en su caso, adoptar
decisiones. Entonces, se supone que la Asamblea de la Resistencia Cubana reúna
a toda la colectividad que conforma la resistencia cubana, pero, ¿es así?, ¿sin
exclusiones? Sin embargo, la colectividad de la Asamblea de la Resistencia
Cubana, es solo y única la que se define de tendencia derechista. Es la
comunidad de exiliados cubanos que se identifican con las políticas del Partido
Republicano y, en especial, con el colectivo republicano favorable a Donald
Trump. En esa asamblea no tienen representación los exiliados cubanos que
forman parte del Partido Demócrata y mucho menos, y esto es lo más destacable,
los que se oponen a la administración de Donald Trump.
Esta Asamblea (trumpista) de la
Resistencia Cubana toma sus decisiones sobre lo que debe hacer la resistencia
interna, la de no poco numerosos grupos de la disidencia y la oposición de la
isla. La Asamblea dicta sus acuerdos, democráticamente adoptados, y los impone
como directivas a ser cumplidas por los grupos que controla en Cuba por medio
de la verdadera matriz de la tal Asamblea, el Directorio Democrático Cubano, la
poderosa ONG de cubano-americanos que cuenta con un generoso “grant” del gobierno de Estados Unidos y
tan poderosa que hasta ha anulado el protagonismo de la que un día fuera la
poderosa Fundación Nacional Cubano Americana, que en sus tiempos de apogeo
fuera conducida por Jorge Mas Canosa.
Su líder, un graduado de Comunicaciones y
Ciencias Políticas y con un doctorado en Relaciones Internacionales, Orlando
Gutiérrez-Boronat, un hombre que en la actualidad tiene 53 años, muy dinámico,
muy de fácil palabra, muy inteligente, o al menos así lo aparenta. De Cuba, de
su tierra natal, solo tiene las vivencias del niño de seis años que junto a sus
padres emigró a Estados Unidos en 1971. Claro que este detalle no impide que
uno no deje de sentirse cubano y de sentirse obligado con el destino de la
tierra donde se nació. Sin embargo, nada conoce en carne propia de los rigores
de practicar la resistencia bajo un estado totalitario, como el implantado en
su tierra de origen antes de que él naciera y sostenido a fuerza de demagogia y
represión cuando ya él era un niño emigrante. Nada conoce de lo duro y
sangriento que fue el combate contra la dictadura policial de Fulgencio
Batista. Y, ¿qué puede conocer lo que fue el inicio del movimiento de oposición
pacífica que iniciara, ya de modo abierto y oficial en 1988, Ricardo Bofill?
Aquel reto valeroso que significó la entrada en funciones del Comité Cubano Pro
Derechos Humanos y la fundación del Partido Pro Derechos Humanos de Cuba,
lanzado cuando la resistencia al castrismo era solo una imagen fantasmal.
Con su Directorio Democrático Cubano y el
apéndice de este, el líder de la nueva resistencia desde el exilio, es
partidario de la desobediencia civil, esa que ya desde 1988 viene practicando
sistemáticamente la disidencia interna y el periodismo independiente y
contestatario desde 1991, y aboga por la resistencia noviolenta, que solo
conoce de referencia leyendo las propuestas de Gene Sharp. Ya desde 1996,
Orlando Gutiérrez-Boronat se había decidido a favor de la resistencia
noviolenta y declaraba: “no podemos optar
por una forma de lucha que resalte lo autoritario, lo brutal y lo violento en
nosotros mismos”. Predicador de la teoría de la Resistencia Noviolenta,
firme convencido del accionar por otros de la desobediencia civil y la
noviolencia. Y es correcto. Creo que la mayoría, de los anticastristas somos
partidarios del reto de la resistencia noviolenta, aunque no dejan de haber
algunos que preferirían el recurso a la violencia, porque “ellos llegaron al
poder por la fuerza y por la fuera hay que expulsarles del poder”. Pero él no
es solo partidario de la lucha noviolenta, él la reclama, la exige como acto de
lucha de los opositores, desorganizados, dispersos y aislados. El no aconseja,
no propone ideas, él quiere acción ya. Y sus sostenidos en Cuba, ya se dicen
estar actuando en resistencia noviolenta, aunque solo sea hacer alguna que otra
declaración de “firmeza” y elaboren algún que otro proyecto, alguna otra
iniciativa o declaraciones de Antonio Rodiles, de Berta Soler y Ángel Moya.
Y se impulsa el plan maravilloso que dará
al traste con la dictadura castrista de una vez y para siempre, el “Todos
marchemos” de Rodiles, porque “Si #TodosMarchamos los domingos, el miedo y la
dictadura se acaban. Hagámoslo”. Y se animan Berta Soler y Jorge Luis García
Pérez (Antúnez) a unirse a la consigna de Antonio Rodiles. Son todos gente dura
y no carente de valentía, pero más mediáticos que cualquier otra cosa. Olvidan
algo muy importante: a los pueblos se les moviliza a la acción luego de un
trabajo sistemático de concientización dentro de su seno, al interior del mismo
pueblo, no con alardes pueriles. Primero hay que ganarse la confianza del
pueblo, con propuestas serias, con la confrontación de ideas, con un programa
que incite a la necesidad al cambio en la mente colectiva. Labor silenciosa,
callada, pero que debe ser conducida con inteligencia y astucia, como nacida
desde las entrañas del mismo pueblo y no como sugerencias ni directivas
provenientes del exterior, aunque se hagan estas con todas las mejores
intenciones, porque, ya se conoce, el camino al infierno está empedrado de
buenas intenciones.
Conocer y entender la psicología social de
un pueblo sometido a sesenta años de propaganda tóxica impulsada por todos los
medios informativos oficiales, sometido al temor y al fantasma tenebroso de la
Seguridad del Estado que esos medios se encargan de popularizar como presente
en todos los ámbitos de la sociedad, como argos poderoso que no solo todo lo ve,
sino que también lo sabe todo, que está hasta presente como topo dentro de las
organizaciones opositoras. Cuando los topos son “destapados”, ¡Ah, qué
sorpresa! ¡Si hasta habían sido figuras destacadas dentro de la oposición! Así
ocurrió con Héctor Castañeda presidente de la bullanguera Coalición Democrática
Cubana; así también con Odilia Collazo, testigo de la fiscalía de primera línea
durante los juicios de la Primavera Negra de 2003, y que era la muy
reconocidísima presidente del Partido Pro Derechos Humanos de Cuba; así sucedió
con el “gran periodista independiente” Manuel David Orrio, o Néstor Baguer el distinguidísimo
presidente de la Agencia de Periodismo Independiente de Cuba (APIC). Todavía no
entienden políticamente esa psicología social.
Ahí vemos puesta en práctica esa
psicología social del miedo. Cuando el régimen orquesta un acto de repudio
frente a las puertas de algún disidente o ante la sede de las Damas de Blanco,
allí hay grupos que observan en silencio o filmando con celulares el acto
indigno, sin tomar parte, sin unirse a los cipayos, pero tampoco manifestándose
en contra del atropello, y lo mismo ocurre cuando algún acto de protesta
impulsado en la vía pública por algunos valientes de la oposición es de
inmediato reprimido. Se forman grupos de curiosos tomando fotos y filmando con
los celulares, pero no dan ni un paso en apoyo a la protesta ni respaldando
tampoco al proceder policiaco.
Y cuando la élite de la oposición visita Estados
Unidos, véaseles, levantan voces de protestas con más vigor en contra del
Partido Demócrata y de Obama o de Hillary que las que lanzan contra los tiranos
del patio. Son recibidos con pompa y destaque por congresistas republicanos y
sus ídolos son solo Marco Rubio, Mario Díaz Balart e Ileana Ros-Lehtinen, sin
que eleven alabanzas a Donald Trump, porque como dijera Oscar Elías Biscet
durante su segundo viaje a Estados Unidos: "Tengo
mucha esperanza de que el presidente Trump, amante de la libertad, económica
pero principalmente la de pensamiento y de posición de las ideas, pueda
estimular y llenar de esperanza al pueblo para querer conquistar esta libertad".
Y ese culto a la personalidad de Trump es
impulsada por el líder de la Asamblea de la Resistencia Cubana y es paradójico
ver como supo caracterizar al régimen castrista y al propio Fidel Castro,
cuando en julio de 2004 en entrevista que le concediera a Carlos Salvador La
Rosa, refiriéndose al castrismo, dijo: “Yo
creo que más que una persona es un régimen. Fidel es la pieza clave, pero hay
un aparato, una serie de intereses que avalan la existencia de tal gobierno.
Por eso no creo que éste desaparezca sólo porque muera algún día Castro.
Primero porque el régimen surgió de
realidades culturales propias, de un nacionalismo radical y un sentimiento
antidemocrático y antipolítico que había en Cuba desde antes, que Fidel
supo catalizar”, y agregó sobre la sintonía inicial de Castro con el
fascismo: “Allí tuvo una fuerte
influencia del fascismo y del falangismo, pero cuando Castro tomó el poder, el
país más cercano al pensamiento totalitario era la URSS, por eso lo adoptó. Si
hubiera existido Mussolini, o Franco hubiera tenido el poder de años
anteriores, habría pactado con éstos”. ¿Es que Orlando Gutiérrez no puede
ver las similitudes existentes entre el fenómeno del castrismo y el fenómeno
del trumpismo? ¿Acaso el régimen de Trump no surgió de iguales realidades
culturales propias, de un nacionalismo radical y un sentimiento antidemocrático
y antipolítico, presentes en grandes sectores de la sociedad de Estados Unidos?
Ahora, la Asamblea de parte de la
Resistencia Cubana está invitando a una “caravana” que sea señal de apoyo hacia
la libertad de Venezuela ─ ¿Quién estará en contra de tal propósito? ─, y, al
mismo tiempo, esa caravana se haga en respaldo de Donald Trump por su supuesto “liderazgo
a favor de la democracia en el hemisferio”. Otra caravana como otra que
organizara a lo largo del área de Westchester en Miami para apoyar "la
causa de la libertad de Cuba", y, sobre todo y fundamentalmente para
protestar en contra de la política de Obama hacia Cuba.
¡Qué pena que esta supuesta Asamblea de la
Resistencia Cubana, desfile para apoyar a Donald Trump, cuando lo principal
debía ser únicamente expresar el apoyo decidido a favor de la oposición
venezolana y al reto planteado por Juan Guaidó para enfrentar a la dictadura!
Da pena, de verdad que en su manifestación pública esta supuesta Asamblea de la
Resistencia Cubana, al mismo tiempo no hiciera un llamamiento al pueblo de Cuba
para emprender la lucha noviolenta contra el régimen castrista e invitar a que
todos voten NO contra el engendro constitucional que el régimen intenta imponer
en Cuba. Da pena titular a Trump de "liderazgo a favor de la democracia en
el hemisferio" cuando ha demostrado que ni siquiera en Estados Unidos ha
tenido liderazgo en el fortalecimiento de la democracia. ¿Por qué ligar la
lucha por la libertad, ya sea en Venezuela o en Nicaragua o en Cuba, con este o
aquel político de Estados Unidos o con este o aquel presidente ya fuera electo
por el voto popular o solamente electo por un colegio electoral? La lucha por
la libertad tiene que nacer por inspiración popular en Venezuela, en Nicaragua
y en Cuba, y para ello, no se necesitan salvadores supremos, ni mesías
extranjeros.