jueves, 19 de enero de 2023

La Soberanía Popular y la necesidad de un nuevo Código Penal

 

Mario J. Viera

 


Si una Constitución Política establece que “la soberanía reside en el pueblo y de él dimanan todos los poderes del Estado; esto quiere decir que ese postulado debe ser aceptado por todos. La Constitución Política es la ley suprema de la Nación por lo que ninguna otra ley puede establecer normas que estén en contradicción, en principio, con la letra de la Constitución (“la soberanía reside en el pueblo”) y el espíritu de esa Ley de Leyes.

La condición de Carta Fundamental, para toda Constitución, la ha concedido el propio pueblo en el ejercicio de su soberanía a partir de la cual dimanan todos lo poderes del Estado. Por tanto, para que una Constitución Política pueda ser la fuente principal de todo el derecho nacional, esta tiene que responder a la voluntad popular, desde su elaboración y su discusión hasta su ratificación por el voto mayoritario de los ciudadanos. Si algunos de estos tres factores no están presentes, la Constitución impuesta es del todo ilegítima.

El concepto de pueblo no debe interpretarse como una abstracción, si no como el reconocimiento de que “pueblo” ─ concepto genérico ─ es el conjunto de todas las opiniones ─ convergentes o divergentes entre sí ─, intereses sectoriales (sociales, económicos, políticos e ideológicos), presentes en todo conjunto nacional y copartícipes de la soberanía popular. La Constitución Política, como expresión de la voluntad popular constituye un pacto social (Rousseau) entre todos los factores nacionales. Si no existe ese pacto social, si solo representa la voluntad de un sector de la sociedad, una clase, un partido, un cuerpo gubernamental, se viola el principio de “soberanía popular”.

Al pacto social se pueda llegar por medio del encuentro entre diferentes y en el debate contradictorio de todos los sectores nacionales para armonizarlos ente sí. Todo pacto es un acuerdo entre partes que se comprometen a cumplir lo estipulado. Cuando esto no es así, cuando se impone una voluntad sobre todos los sectores políticos y se suprime el derecho a organizarse en partidos políticos, organizaciones sociales independientes, sindicatos y periodismo independiente y crítico, se usurpa el principio básico de la soberanía popular.

El pueblo ejerce su soberanía cuando participa en elecciones libres para elegir entre diferentes partidos a los candidatos que cuenten con sus simpatías. Un sector de la población ejerce la parte de la soberanía popular que le corresponde cuando hace reclamos y exigencias noviolentas a sus gobernantes; el pueblo ejerce su soberanía por medio de protestas noviolentas; criminalizar el disenso, reprimir todas estas manifestaciones, constituye una violación de la soberanía popular; constituye un acto de usurpación de la voluntad popular.

La implantación en Cuba de una Constitución por la sola voluntad del Partido Comunista no responde al principio de la voluntad y soberanía popular, porque su proyecto se elaboró en los conciliábulos del Secretariado de ese partido, su debate se hizo dentro de una constituyente, no aprobada por el pueblo, integrada solo por delegados del PCC, y su ratificación por medio de un referendo no transparente donde no hubo espacio para las posiciones en contrario. El Partido Comunista usurpó la soberanía popular a favor de la soberanía de su Buró Político.

La usurpación de la voluntad popular debiera ser considerada un hecho delictivo definido y sancionado en el Código Penal. Esta es una tarea pendiente para la disidencia interna y el exilio: la elaboración de un Código Penal que atendiendo a los avances en el Derecho Penal, y al Estado de derecho, que defina y sanciones los delitos políticos y de violación de los derechos humano, entre los que se debe incluir el de la usurpación de la soberanía del pueblo, por los funcionarios del PCC, los dirigentes del estado totalitario, miembros del Gobierno, Legislativo y sistema Judicial. Esos delitos no pueden quedar impunes por silencio de las leyes penales.

miércoles, 4 de enero de 2023

¿ESTRATEGIAS ALTERNATIVAS?

 

Mario J. Viera

 


Para el 26 de marzo próximo el gobierno cubano ha anunciado la celebración de un nuevo proceso electoral para elegir diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular y posteriormente, designar de entre sus miembros al presidente de la república, concretamente para un nuevo periodo de mandato de Miguel Díaz-Canel Bermúdez ¿Cuál será la respuesta que la disidencia interna le dará a esa convocatoria?

Hay suficiente tiempo para poder fijar la posición oficial de la disidencia interna con respecto a esta convocatoria. Es possible, que algunos se decanten a favor del abstencionismo; otros se colocarán en una posición menos radical en cuanto al boicot electoral dejando a criterio particular el no ir a votar o votar no, o anular la boleta electoral. Es posible también que algún que otro grupo disidente se deje llevar por las utopías del civilismo y proponer una mayor democratización en el sistema electoral.

Ahora bien, el quid del asunto es como actuar, bajo una posición u otra dentro de los 168 municipios existente en Cuba; porque la circunscripción electoral para el 26 de marzo, son cada uno de los municipios en particular. ¿Existe la posibilidad de influir en el sentir de los electores de cada municipio; de hacer propaganda dentro de cada uno de esos 168 municipios?

Existen, nunca faltan, los estrategas de la propaganda política, quienes sin rechazar ninguna de las opciones de abstencionismo o de votar no, proponen otras tácticas alternativas, que en fin de cuentas ya se han probado en otros momentos con resultados negativos. Recuérdese la campaña por el Proyecto Varela dirigida en lo esencial a modificar la ley electoral del régimen del Partido Comunista de Cuba.   

Así aparecen las muy sesudas propuestas y conclusiones de un muy culto Sr. José Gabriel Barrenechea.

José Gabriel Barrenechea, escribiendo para Cubaencuentro propone “estrategias” alternativas, confundiendo por estrategia lo que son simples tácticas: “Una de esas estrategias podría ser la de desafiar al régimen para que agregue un paso más a este próximo proceso electoral: el someter la elección de Miguel Díaz-Canel por la Asamblea Nacional, para un segundo periodo presidencial, a un posterior plebiscito popular, el cual sea quien tenga la última palabra. El régimen, por supuesto, nunca lo aceptará, porque simplemente no puede hacerlo dado el escaso apoyo de Díaz-Canel, pero eso precisamente es lo que se debe buscar mostrar.

Y Barrenechea redondea, más adelante esta propuesta, argumentando: “Una campaña alrededor de la propuesta de que se agregue un segundo paso a los comicios de 26 de marzo venidero, en la cual a posteriori de la elección del Presidente por la Asamblea Nacional este deba someterse a un referendo popular, en que la ciudadanía tenga la última palabra y la posibilidad de responder si, o no, a la pregunta de si se está de acuerdo con la elección de la Asamblea, será muy popular”. Claro está, parece ser que el promotor de tal táctica no se ha percatado de que impulsar tal propuesta, ahora, luego de los acontecimientos del 11J, es simplemente una perdedera de tiempo innecesaria.

La propuesta ─ aconseja Barrenechea ─ puede hacerse también de manera concreta como un pedido a la Asamblea Nacional (lo cual, anoto yo, requiere el apoyo de un número importante de firmas de electores), en enero o los primeros días de febrero, o simplemente ser presentada por la oposición como un recurso retórico para demostrar el carácter profundamente anti democrático del sistema electoral cubano”; es decir, plantear algo así como un nuevo Proyecto Varela; y ya se conoce lo que sucedió con el empeño del Movimiento Cristiano Liberación, el cual al final pasó al definitivo olvido como organización.

Obsérvese bien, “demostrar el carácter profundamente anti democrático del sistema electoral cubano”, ¿quedará todavía alguno en Cuba que crea lo contrario? Tal loable objetivo político, según el proponente, requerirá “una combinación de un sector de la oposición interna tratando de presentar un pedido a la Asamblea Nacional, y del Exilio haciendo campaña internacional para que el régimen les conceda esa pequeña demanda a los cubanos de la Isla (más o menos lo mismo que hace Cuba Decide para promover un referendo vinculante), y luego para exigir el fin de la represión contra demandantes, pondría de nuevo al régimen en el banquillo de los acusados, como en noviembre de 2021”. ¿Y qué se gana con tal solución? ¡Ah, caramba!, ¿es que después del 11 J a nadie se le ocurrió pedir el fin de la represión en contra de los que participaron en los desfiles de aquel día?

Lo que se trata no es de sentar al régimen en un idílico banquillo de los acusados, lo que se trata, y se debe, es luchar por desbancar al régimen. La estrategia, mejor las tácticas, que debe impulsar la oposición interna es la de aglutinar a la gente del pueblo dentro de una adecuada organización política con propósitos objetivos, promover la desobediencia civil y la no colaboración con la dictadura, para luego impulsar campañas más potentes de protestas noviolentas. Sin embargo, Barrenechea propone su método como un medio eficaz para obligar al régimen “a reprimir por una demanda menor para cualquier observador externo, y de hecho completamente legítima según el propio ordenamiento constitucional vigente, es una oportunidad que no se puede desaprovechar”. La demanda, pudiera ser todo lo completamente legítima que se quiera, pero es un modo de dejar a un lado lo principal, el reto político en contra de todo el sistema totalitario, que sí generaría la represión por parte del régimen a otras más legítimas y poderosas demandas. Por otra parte, es falso el concepto de que el actual “ordenamiento constitucional” legitima cualquier demanda popular que pueda afectar a la hegemonía del poder.

La tesis de Barrenechea se funda sobre el criterio de que, el régimen cubano, por “sus compromisos y su historia, no puede declararse de modo abierto una autocracia, (¿No puede?) así que sería un error no explotar las tensiones que surgen a su interior (¿En el interior del régimen?) a consecuencia de sus esfuerzos para demostrar que no lo es, ante una realidad y una crítica argumentada, y basada en hechos concretos, que constaten que si lo es. ¿Es que acaso, desde 1988 hasta la fecha no ha quedado en claro que el régimen es una autocracia, y más aún, totalitario? ¿No pudo demostrarlo la disidencia original y primaria? Ya no quedan muchos en Cuba que desconozcan la naturaleza autocrática y totalitaria del régimen del Partido Comunista de Cuba.

Barrenechea comprende que “lo único que pueden hacer los muchos intereses dentro del régimen es aceptar la solución más estabilizadora, la de la unidad monolítica. No importa si alrededor de un incapaz manifiesto como lo es el actual presidente y primer secretario del Partido. Solo interesa impedir las divisiones en la cúpula del régimen”. Esto simplemente es la ejecución de la fuente de poder del totalitarismo, la hegemonía política; y esa fuente de poder siempre, por todos los medios, intentará mantener la estabilidad del sistema. Ahí está el Buró Político y el Secretariado, cualquier cosa que un dirigente del gobierno o del propio partido haga poner en peligro el equilibrio que se necesita para la subsistencia del sistema, responderán con la democión de ese dirigente.

Barrenechea propone otras “estrategias” alternativas con vistas a la convocatoria del régimen para el proceso electoral de elección de diputados a celebrarse el próximo 26 de marzo. Sin embargo, considera, ya de entrada que las “estrategias” que él propone, “tienden a ser despreciadas, porque lo que cabe es derribar de una vez y por todas al régimen. Sin embargo, quienes sostienen tal punto de vista, radical, no presentan ninguna estrategia concreta para lograr ese derribo mañana mismo, o incluso esta misma tarde, antes de comida” ─ y recalca ─ “Su única estrategia parece ser esa esperanza tan cubana de que todos nuestros problemas se resolverán cuando nos saquemos el premio gordo en la bolita” ─ y agrega algo que ya es una triste realidad dentro del exilio cubano en Estados Unidos ─ “De este modo lo único que hacen, además de irse a alguna manifestación… en Miami, Washington, o ante alguna embajada cubana en Europa, es cooperar con el régimen en desacreditar toda estrategia que no resuelva el problema de una buena vez, y por todas”.

Algunos, que dentro del exilio queremos pensar con cabeza propia, no precisamente despreciamos tales tácticas como las que propone Barrenechea, las vemos, la veo, innecesarias y pérdida de tiempo. No obstante, entre esos algunos que dentro del exilio quieren pensar con cabeza propia, hemos presentado, hemos recalcado la estrategia de la lucha noviolenta con todos sus métodos y sus tácticas. No esperamos ganarnos la bolita, el premio gordo del azar. Creemos que lo principal para alcanzar un logro es accionar, con inteligencia y constancia. No es radicalismo festinado el “querer derribar de una vez y por todas al régimen”; es cuestión de principios políticos.

No creemos que un régimen con más de seis décadas de existencia pueda derrocarse de hoy para mañana. No es sentarse a elucubrar propuestas con la ilusión de un ojalá, de un remoto quizá. Se requiere tiempo, primero para captar apoyos dentro de la sociedad (proselitismo), organizar ese apoyo, bajo un principio de liderazgo orgánico y horizontal; elaborar un proyecto de acción con objetivos definidos y concretos que comporte la descentralización de las tareas; se requiere formar activistas entrenados y disciplina y unidad para Impulsar a) campañas de protesta y persuasión como una manera de mostrar que los participantes en ellas están en contra de o a favor de algo, muestran su grado de oposición o apoyo, y el número de personas involucradas (Gene Sharp); b) de nocooperación donde se incluyen tácticas de boicot social y a las elecciones, boicot de organizaciones apoyadas por el gobierno, como los CDR, la FMC, huelgas estudiantiles, paros laborales, negarse a dar apoyo públicamente al régimen; y c) los métodos de intervención noviolenta, métodos que representan un reto directo e inmediato, desfiles masivos, sentadas, cacerolazos organizados, plantones, ocupación noviolenta de plazas y lugares públicos, revelar la identidad de agentes secretos. Todos estos métodos o tácticas de la resistencia noviolenta deben estar enmarcados dentro de un proyecto de estrategia, inteligente y pragmático y requieren tiempo y organización.

Pero como principio cardinal para organizar la resistencia noviolenta es sobreponerse al temor. Se requiere que el movimiento de resistencia noviolenta sea autónomo, sin influencias externas, impulsado dentro de Cuba sin esperar por salvadores externos, ya sea Estados Unidos, la OEA, la ONU o la Unión Europea.

Barrenechea considera que “la única manera de hacer entender a los otros nuestra particular situación es presentarles hechos y argumentos. Dado que nuestra realidad no es la suya, ya que no están en nuestros zapatos, tenemos que insistir una, y otra, y otra vez con diferentes hechos y argumentos, buscando que de alguna manera esos hechos y argumentos nuestros invoquen en ellos recuerdos, estados sentimentales, semejantes al que ahora sentimos, para que logren en algún momento solidarizarse con nuestras aspiraciones y luchas”. En esto se equivoca totalmente Barrenechea, porque la única manera de hacer entender a los otros nuestra particular situación, no es la de estar formulando hechos teóricos y argumentos para demostrar lo que ya está hartamente demostrado; es actuando de manera firma frente a los órganos represivos con manifestaciones masivas, no de cientos, sino de miles de ciudadanos levantando su voz a lo largo de todo el país. Solo la resistencia noviolenta firme y constante puede generar que “los otros” puedan entender nuestra particular situación.

Por supuesto, estos métodos de lucha noviolenta no son para nada del agrado del Sr. Barrenechea, pues él mismo los considera inútiles como lo dejó bien aclarado cuando en un artículo suyo del 5 de diciembre de 2022, escrito para Cubaencuentro, titulado «Farewell Míster Gene Sharp, welcome back Marx» declaró: “…no nos queda más que admitir que los métodos de lucha no violenta promovidos por Gene Sharp han dejado de ser válidos en el mundo actual, al menos cuando el contendiente que se pretende enfrentar mediante ellos es una autocracia o un totalitarismo. Eran válidos, en cierta medida, para el mundo de entre la década de los setenta del siglo XX, y más o menos 2014, sobre todo en el intervalo temporal entre 1989 y 2008; en la actualidad, sin embargo, su validez es tan baja que lo mejor es considerarlos ineficaces por completo”. Y concluyó entonces ese artículo con estas significativas palabras: “Es tiempo de echar a un lado los tomos de Gene Sharp y volver al viejo Marx, con su concepción del cambio político mediante la violencia revolucionaria”. Algo que entra en contradicción con sus actuales “estrategias” alternativas.

Para él, “dada la total desconfianza en las posibilidades del colectivo nacional que el totalitarismo les ha inyectado en sus subconscientes a los individuos, solo se logrará poner en movimiento a los cubanos, como colectivo, si somos capaces de mostrarles que hay un sistema mundial, una Europa, una Gran Alemania, y en nuestro caso una Unión Americana, o en todo caso una España, a los cuales unirnos, para de ese modo superar esas trabas que vemos evidentes en nosotros mismos, para desarrollarnos, y “adelantar”, por nosotros mismos”. ¿Existe alguien que pueda interpretar correctamente tales galimatías. aparte de poner en claro la falta de confianza que el escribidor de Cubaencuentro tiene de las capacidades propias de los cubanos?