Mario
J. Viera
Para
el 26 de marzo próximo el gobierno cubano ha anunciado la celebración de un
nuevo proceso electoral para elegir diputados a la Asamblea Nacional del Poder
Popular y posteriormente, designar de entre sus miembros al presidente de la
república, concretamente para un nuevo periodo de mandato de Miguel Díaz-Canel
Bermúdez ¿Cuál será la respuesta que la disidencia interna le dará a esa convocatoria?
Hay
suficiente tiempo para poder fijar la posición oficial de la disidencia interna
con respecto a esta convocatoria. Es possible, que algunos se decanten a favor
del abstencionismo; otros se colocarán en una posición menos radical en cuanto
al boicot electoral dejando a criterio particular el no ir a votar o votar no, o
anular la boleta electoral. Es posible también que algún que otro grupo
disidente se deje llevar por las utopías del civilismo y proponer una mayor
democratización en el sistema electoral.
Ahora
bien, el quid del asunto es como actuar, bajo una posición u otra dentro de los
168 municipios existente en Cuba; porque la circunscripción electoral para el
26 de marzo, son cada uno de los municipios en particular. ¿Existe la
posibilidad de influir en el sentir de los electores de cada municipio; de
hacer propaganda dentro de cada uno de esos 168 municipios?
Existen,
nunca faltan, los estrategas de la propaganda política, quienes sin rechazar
ninguna de las opciones de abstencionismo o de votar no, proponen otras
tácticas alternativas, que en fin de cuentas ya se han probado en otros momentos
con resultados negativos. Recuérdese la campaña por el Proyecto Varela dirigida
en lo esencial a modificar la ley electoral del régimen del Partido Comunista
de Cuba.
Así
aparecen las muy sesudas propuestas y conclusiones de un muy culto Sr. José
Gabriel Barrenechea.
José
Gabriel Barrenechea, escribiendo para Cubaencuentro propone “estrategias”
alternativas, confundiendo por estrategia lo que son simples tácticas: “Una
de esas estrategias podría ser la de desafiar al régimen para que agregue un
paso más a este próximo proceso electoral: el someter la elección de Miguel
Díaz-Canel por la Asamblea Nacional, para un segundo periodo presidencial, a
un posterior plebiscito popular, el cual sea quien tenga la última
palabra. El régimen, por supuesto, nunca lo aceptará, porque simplemente no
puede hacerlo dado el escaso apoyo de Díaz-Canel, pero eso precisamente
es lo que se debe buscar mostrar”.
Y
Barrenechea redondea, más adelante esta propuesta, argumentando: “Una
campaña alrededor de la propuesta de que se agregue un segundo paso a los
comicios de 26 de marzo venidero, en la cual a posteriori de la
elección del Presidente por la Asamblea Nacional este deba someterse a un
referendo popular, en que la ciudadanía tenga la última palabra y la
posibilidad de responder si, o no, a la pregunta de si se está de acuerdo con
la elección de la Asamblea, será muy popular”. Claro está, parece ser que
el promotor de tal táctica no se ha percatado de que impulsar tal propuesta,
ahora, luego de los acontecimientos del 11J, es simplemente una perdedera de
tiempo innecesaria.
“La
propuesta ─ aconseja Barrenechea ─ puede hacerse también de manera
concreta como un pedido a la Asamblea Nacional (lo cual, anoto yo, requiere
el apoyo de un número importante de firmas de electores), en enero o los
primeros días de febrero, o simplemente ser presentada por la oposición como un
recurso retórico para demostrar el carácter profundamente anti democrático
del sistema electoral cubano”; es decir, plantear algo así como un
nuevo Proyecto Varela; y ya se conoce lo que sucedió con el empeño del
Movimiento Cristiano Liberación, el cual al final pasó al definitivo olvido
como organización.
Obsérvese
bien, “demostrar el carácter profundamente anti democrático del sistema
electoral cubano”, ¿quedará todavía alguno en Cuba que crea lo contrario? Tal
loable objetivo político, según el proponente, requerirá “una combinación
de un sector de la oposición interna tratando de presentar un pedido
a la Asamblea Nacional, y del Exilio haciendo campaña internacional para que
el régimen les conceda esa pequeña demanda a los cubanos de la Isla (más
o menos lo mismo que hace Cuba Decide para promover un referendo vinculante),
y luego para exigir el fin de la represión contra demandantes, pondría de
nuevo al régimen en el banquillo de los acusados, como en noviembre de 2021”.
¿Y qué se gana con tal solución? ¡Ah, caramba!, ¿es que después del 11 J a
nadie se le ocurrió pedir el fin de la represión en contra de los que
participaron en los desfiles de aquel día?
Lo
que se trata no es de sentar al régimen en un idílico banquillo de los
acusados, lo que se trata, y se debe, es luchar por desbancar al régimen. La
estrategia, mejor las tácticas, que debe impulsar la oposición interna es la de
aglutinar a la gente del pueblo dentro de una adecuada organización política
con propósitos objetivos, promover la desobediencia civil y la no colaboración
con la dictadura, para luego impulsar campañas más potentes de protestas
noviolentas. Sin embargo, Barrenechea propone su método como un medio eficaz
para obligar al régimen “a reprimir por una demanda menor para cualquier
observador externo, y de hecho completamente legítima según el propio
ordenamiento constitucional vigente, es una oportunidad que no se puede
desaprovechar”. La demanda, pudiera ser todo lo completamente legítima que
se quiera, pero es un modo de dejar a un lado lo principal, el reto político en
contra de todo el sistema totalitario, que sí generaría la represión por parte
del régimen a otras más legítimas y poderosas demandas. Por otra parte, es
falso el concepto de que el actual “ordenamiento constitucional” legitima
cualquier demanda popular que pueda afectar a la hegemonía del poder.
La
tesis de Barrenechea se funda sobre el criterio de que, el régimen cubano, por “sus
compromisos y su historia, no puede declararse de modo abierto una
autocracia, (¿No puede?) así que sería un error no explotar las
tensiones que surgen a su interior (¿En el interior del régimen?) a
consecuencia de sus esfuerzos para demostrar que no lo es, ante una realidad
y una crítica argumentada, y basada en hechos concretos, que constaten que si
lo es”. ¿Es que acaso, desde 1988 hasta la fecha no ha quedado
en claro que el régimen es una autocracia, y más aún, totalitario? ¿No pudo
demostrarlo la disidencia original y primaria? Ya no quedan muchos en Cuba que
desconozcan la naturaleza autocrática y totalitaria del régimen del Partido
Comunista de Cuba.
Barrenechea
comprende que “lo único que pueden hacer los muchos intereses dentro del
régimen es aceptar la solución más estabilizadora, la de la unidad
monolítica. No importa si alrededor de un incapaz manifiesto como lo es el
actual presidente y primer secretario del Partido. Solo interesa impedir las
divisiones en la cúpula del régimen”. Esto simplemente es la
ejecución de la fuente de poder del totalitarismo, la hegemonía política; y esa
fuente de poder siempre, por todos los medios, intentará mantener la
estabilidad del sistema. Ahí está el Buró Político y el Secretariado, cualquier
cosa que un dirigente del gobierno o del propio partido haga poner en peligro
el equilibrio que se necesita para la subsistencia del sistema, responderán con la democión de ese dirigente.
Barrenechea propone otras “estrategias”
alternativas con vistas a la convocatoria del régimen para el proceso electoral
de elección de diputados a celebrarse el próximo 26 de marzo. Sin embargo,
considera, ya de entrada que las “estrategias” que él propone, “tienden a
ser despreciadas, porque lo que cabe es derribar de una vez y por
todas al régimen. Sin embargo, quienes sostienen tal punto de vista, radical,
no presentan ninguna estrategia concreta para lograr ese derribo mañana mismo,
o incluso esta misma tarde, antes de comida” ─ y recalca ─ “Su única
estrategia parece ser esa esperanza tan cubana de que todos nuestros problemas
se resolverán cuando nos saquemos el premio gordo en la bolita” ─ y
agrega algo que ya es una triste realidad dentro del exilio cubano en Estados
Unidos ─ “De este modo lo único que hacen, además de irse a alguna
manifestación… en Miami, Washington, o ante alguna embajada cubana en Europa,
es cooperar con el régimen en desacreditar toda estrategia que no resuelva el
problema de una buena vez, y por todas”.
Algunos, que dentro del exilio
queremos pensar con cabeza propia, no precisamente despreciamos tales tácticas
como las que propone Barrenechea, las vemos, la veo, innecesarias y pérdida de
tiempo. No obstante, entre esos algunos que dentro del exilio quieren pensar
con cabeza propia, hemos presentado, hemos recalcado la estrategia de la lucha
noviolenta con todos sus métodos y sus tácticas. No esperamos ganarnos la
bolita, el premio gordo del azar. Creemos que lo principal para alcanzar un
logro es accionar, con inteligencia y constancia. No es radicalismo festinado
el “querer derribar de una vez y por todas al régimen”; es cuestión de
principios políticos.
No creemos que un régimen con más de
seis décadas de existencia pueda derrocarse de hoy para mañana. No es sentarse
a elucubrar propuestas con la ilusión de un ojalá, de un remoto quizá. Se
requiere tiempo, primero para captar apoyos dentro de la sociedad (proselitismo),
organizar ese apoyo, bajo un principio de liderazgo orgánico y horizontal;
elaborar un proyecto de acción con objetivos definidos y concretos que comporte
la descentralización de las tareas; se requiere formar activistas entrenados y
disciplina y unidad para Impulsar a) campañas de protesta y persuasión como una
manera de mostrar que los participantes en ellas están en contra de o a favor
de algo, muestran su grado de oposición o apoyo, y el número de personas involucradas
(Gene Sharp); b) de nocooperación donde se incluyen tácticas de boicot social y
a las elecciones, boicot de organizaciones apoyadas por el gobierno, como los
CDR, la FMC, huelgas estudiantiles, paros laborales, negarse a dar apoyo públicamente
al régimen; y c) los métodos de intervención noviolenta, métodos que representan
un reto directo e inmediato, desfiles masivos, sentadas, cacerolazos organizados,
plantones, ocupación noviolenta de plazas y lugares públicos, revelar la
identidad de agentes secretos. Todos estos métodos o tácticas de la resistencia
noviolenta deben estar enmarcados dentro de un proyecto de estrategia,
inteligente y pragmático y requieren tiempo y organización.
Pero como principio cardinal para
organizar la resistencia noviolenta es sobreponerse al temor. Se requiere que
el movimiento de resistencia noviolenta sea autónomo, sin influencias externas,
impulsado dentro de Cuba sin esperar por salvadores externos, ya sea Estados
Unidos, la OEA, la ONU o la Unión Europea.
Barrenechea considera que “la única
manera de hacer entender a los otros nuestra particular situación es
presentarles hechos y argumentos. Dado que nuestra realidad no es la suya, ya
que no están en nuestros zapatos, tenemos que insistir una, y otra, y otra vez
con diferentes hechos y argumentos, buscando que de alguna manera esos hechos y
argumentos nuestros invoquen en ellos recuerdos, estados sentimentales,
semejantes al que ahora sentimos, para que logren en algún momento
solidarizarse con nuestras aspiraciones y luchas”. En esto se equivoca
totalmente Barrenechea, porque la única manera de hacer entender a los otros
nuestra particular situación, no es la de estar formulando hechos teóricos y
argumentos para demostrar lo que ya está hartamente demostrado; es actuando de
manera firma frente a los órganos represivos con manifestaciones masivas, no de
cientos, sino de miles de ciudadanos levantando su voz a lo largo de todo el
país. Solo la resistencia noviolenta firme y constante puede generar que “los
otros” puedan entender nuestra particular situación.
Por supuesto, estos métodos de lucha
noviolenta no son para nada del agrado del Sr. Barrenechea, pues él mismo los
considera inútiles como lo dejó bien aclarado cuando en un artículo suyo del 5
de diciembre de 2022, escrito para Cubaencuentro, titulado «Farewell Míster
Gene Sharp, welcome back Marx» declaró: “…no nos queda más que admitir que
los métodos de lucha no violenta promovidos por Gene Sharp han dejado de ser
válidos en el mundo actual, al menos cuando el contendiente que se pretende
enfrentar mediante ellos es una autocracia o un totalitarismo. Eran válidos,
en cierta medida, para el mundo de entre la década de los setenta del siglo
XX, y más o menos 2014, sobre todo en el intervalo temporal entre 1989 y 2008; en
la actualidad, sin embargo, su validez es tan baja que lo mejor es
considerarlos ineficaces por completo”. Y concluyó entonces ese
artículo con estas significativas palabras: “Es tiempo de echar a un lado
los tomos de Gene Sharp y volver al viejo Marx, con su concepción del cambio
político mediante la violencia revolucionaria”. Algo que entra en
contradicción con sus actuales “estrategias” alternativas.
Para él, “dada la total
desconfianza en las posibilidades del colectivo nacional que el totalitarismo
les ha inyectado en sus subconscientes a los individuos, solo se logrará
poner en movimiento a los cubanos, como colectivo, si somos capaces de
mostrarles que hay un sistema mundial, una Europa, una Gran Alemania, y
en nuestro caso una Unión Americana, o en todo caso una España, a los
cuales unirnos, para de ese modo superar esas trabas que vemos evidentes en
nosotros mismos, para desarrollarnos, y “adelantar”, por nosotros mismos”.
¿Existe alguien que pueda interpretar correctamente tales galimatías. aparte de
poner en claro la falta de confianza que el escribidor de Cubaencuentro tiene
de las capacidades propias de los cubanos?