Mario J. Viera
Introducción
Últimamente en los medios sociales, han aparecido muchas
voces criticando al papel del periodismo en la sociedad. Se habla de
“manipulación mediática” y hasta se insinúa que todos, o casi todos los medios
de difusión masiva, se han coligado en una tremebunda conspiración para manejar
la opinión pública según sus intereses particulares, lo que sería lo mismo que
decir, que se concilian en contra de la democracia. En realidad, la mayoría de
esas voces provienen de aquel sector ciudadano que ha respaldado al magnate
inmobiliario Donald Trump en sus aspiraciones para ocupar la presidencia de
Estados Unidos y reaccionan en contra del cúmulo de críticas que, en gran parte
de los medios, nacionales y extranjeros, se han desplegado contra la poco
heterodoxa figura política del que fuera candidato republicano y sus
principales propuestas. Así, partiendo de la supuesta conspiración de los
medios, ya aparecen en escena hasta los que pretenden ponerle controles al
ejercicio del periodismo y ajustar su ejecutoria a los presupuestos de una
hipotética Ley de Prensa, y, como colofón de las críticas hacia el periodismo
en general, se ha elaborado hasta el neologismo de “Dinastía mediática”.
¿Dinastía mediática? En
primer lugar, el término no es el apropiado, dinastía es la transmisión hereditaria
de una familia a sus descendientes concediéndoles títulos, rangos y poder.
Consideraciones previas
¿Poner censura a los medios
bajo la pretensión de que mienten al no sustentar nuestros particulares
criterios políticos y sociales? Así piensa toda la fauna de dictadores que ha
existido a lo largo de la historia. ¿Qué decía Castro de la prensa que no le
era favorable? Sencillamente decía que esa prensa estaba vendida a los
capitalistas, a los latifundistas, al imperialismo yanqui. ¿Qué decía Hugo
Chávez de la prensa que le era contraria? Sencillamente decía que mentía y que
estaba vendida a los intereses de la oligarquía y del imperialismo yanqui.
Batista, menos agresivo con la prensa que le era adversa, no le dedicaba
epítetos, solo le ponía rígidos censores o, suspendiendo las garantías
constitucionales, la amordazaba, o le concedía a algunos medios y periodistas
subsidios económicos de modo discrecional para silenciar la opinión
contradictoria.
En Ecuador, bajo el
gobierno del presidente, Rafael Correa el 14 de junio de 2013, la Asamblea
Nacional de ese país, aprobó la Ley
Orgánica de Comunicación que entre muchos de sus controversiales preceptos se
destaca el artículo 26 que establece que “"queda prohibida la difusión de información que, de manera directa o a
través de terceros, sea producida de forma concertada y publicada
reiteradamente a través de uno o más medios de comunicación con el propósito de
desprestigiar a una persona natural o jurídica o reducir su credibilidad
pública”, precepto de interpretación muy amplia y que en definitiva se
dirige a criminalizar toda crítica que se haga en contra del gobierno
ecuatoriano y sus funcionarios.
En el periodo entre 1998 y
2000 estuve ejerciendo el periodismo independiente o alternativo en Cuba. Esto
me permitió interactuar con algunos corresponsales de agencias informativas
radicadas en la isla y, muy en particular, con el corresponsal de la Reuters,
Andrew Cawthorne, y conocí de primera mano el arduo trabajo que estos
corresponsales tenían que hacer para elaborar una correcta información
noticiosa y, al mismo tiempo, evitar cualquier presunción de lo considerado por
los burócratas castristas como “falta de objetividad”. El 28 de octubre de 2006,
el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba dictó la Resolución 182 por la
cual se facultaba al Centro Internacional de Prensa suspender temporal o
definitiva la acreditación de prensa a un corresponsal extranjero “cuando el titular realice acciones impropias
o ajenas a su perfil y contenido de trabajo, así como cuando se considere que ha faltado a la ética periodística y/o no se ajuste a la objetividad en sus
despachos”. Ya antes de esa fecha, el 16 de febrero de 1999, la
Asamblea Nacional del Poder Popular aprobó la Ley 88 o “Ley de Protección de la
Independencia Nacional y la Economía de Cuba” que establecía penas de prisión
de tres a diez años a “cualquier persona
que, de manera directa o indirecta, colabore con medios de comunicación del
enemigo”, una clara intención de acallar al periodismo independiente y
contestario de Cuba.
Voltaire diría: "Si hubiera habido censura de prensa en Roma
no tendríamos hoy ni a Horacio ni a Juvenal, ni los escritos filosóficos de
Cicerón". Sin periodismo que critique, que azote, que combata no hay
democracia. Y Albert Camus aseguró: "Una
prensa libre puede ser buena o mala, pero sin libertad, la prensa nunca será
otra cosa que mala". Francisco Zarco, periodista y político mexicano
quien fuera director del periódico El Siglo XIX, expresó: “un pueblo puede agitarse por lo que la prensa diga, pero puede morir
por lo que la prensa calle”. Y el grande entre los padres fundadores de la
democracia americana, Thomas Jefferson declaró su convicción democrática entre
gobierno y periodismo: "Si tuviera
que decidir si debemos tener un gobierno sin periódicos o periódicos sin
gobierno, no dudaría en preferir lo segundo".
Vivimos ahora en la época
del florecimiento de las “teorías de las
conspiraciones”. Numerosas aparecen de vez en vez y surgen casi con la
misma espontaneidad conque crecen los hongos luego de las lluvias, todas,
aunque referidas a objetivos diferentes, tienen en común las mismas
formulaciones mostrando a un cuerpo de seres enigmáticos colididos en un
maligno propósito de imponerse sobre la descuidada sociedad, y la prensa, el
periodismo libre no queda libre de ser incluido en ese concilio de instigadores
y de misteriosos conspiradores.
Sobre el periodismo y el
control de la opinión
Hay periodistas buenos y
hay periodistas pésimos. Hay periodistas que profundizan en las llagas del
cuerpo político y hay periodistas que ponen lienzos húmedos y frescos sobre
esas llagas. El buen periodista prepara con meticulosidad la entrevista que le
formulará a un político, la entrevista es uno de los temas periodísticos más difíciles;
el buen entrevistador periodístico, confronta al entrevistado, le pone ante sus
propias contradicciones, le aguza con preguntas cortantes y hábiles y no se
convierte en vocero de la agenda política del entrevistado. La verdad es el
objetivo del periodismo.
Existe periodismo
amarillista y periodismo sensacionalista como The Inquirer, el New York
Daily News y el New York Post,
como existe periodismo de barricada y periodismo de partido como el ejecutado
por Breitbart News, The Drudge Report, WND
(World Net Daily) y Daily Kos, y
hasta hay periodismo que trivializa las noticias restándole importancia al
hecho noticioso; pero hay también periodismo informativo y de opinión,
periodismo que presenta lo que es turbio en la sociedad; ese es el periodismo
independiente y protector de las libertades civiles, cual can vigilante ante
las puertas del averno.
Y es cierto, el periodismo
es un poder, Cuarto Poder se le ha denominado. Poder que choca contra los
poderes del Estado cuando tiene que denunciar lo turbio y lo torcido. Prensa y
gobierno nunca serán aliados y cuando llegaran a serlo, entonces, ni el
periodismo es independiente ni el gobierno es democracia.
No son las leyes las
llamadas a marcarles cauce a la labor del periodismo. Ejercer el periodismo es
ejercer el derecho de opinión y contra ese derecho no puede haber ninguna ley
que le limite. Si hay limitación al derecho, entonces ese derecho no existe. El
periodismo se modera a sí mismo por sus propios códigos de ética, códigos deontológicos
pensados y escritos dentro del seno del periodismo. Así se han presentado
escándalos en cuanto a la credibilidad de determinados reportajes como fue el
caso del periódico USA Today en 2004
al comprobarse que su reportero Jack Kelley, nominado a los Premios Pulitzer,
había estado inventando una serie de noticias para el periódico. Fue el propio
medio el que inició una investigación al respecto que originó la renuncia del
reportero y obligó a su editor a publicar una disculpa en primera plana. Lo
mismo sucedió en el caso de la reportera del periódico The Washington Post, Sari Horwitz quien había sido ganadora de
varios Pulitzer cuando plagió diez párrafos de un reportaje publicado
inicialmente en The Arizona Republic
sobre el atentado que Jared Lee Loughner hiciera en marzo de 2011 contra la
representante demócrata Gabrielle Giffords. Horwitz sería suspendida de empleo
por tres meses y The Washington Post se vio obligado a ofrecer una disculpa
pública al Arizona Republic.
Limitar el ejercicio de la opinión
impone la autocensura. Tanto los gobiernos dictatoriales o de corte autoritario
como la delincuencia organizada imponen la limitación de la opinión periodística.
La delincuencia organizada, ejemplos México y Honduras, pone límites al
ejercicio de la denuncia periodística y quien sobrepase la línea roja trazada,
quien no se someta a la autocensura, lo paga con su vida.
La manipulación de la
opinión pública
La prensa no es inmune a la
pretensión de manipular la opinión pública y, de hecho, hay medios que,
siguiendo una línea de definición política, ya sea colocada a la derecha o a la
izquierda, se apartan del principio de objetividad que debe regir en la emisión
noticiosa, bien omitiendo algún determinado aspecto o bien resaltando otro del
cuerpo de la noticia; entonces como ejemplifica Teun van Dijk, “si los medios entregan información
incompleta o prejuiciada de alguna manera acerca de un político específico
durante una campaña electoral para influir en los votos de los electores,
estaríamos frente a un caso de manipulación si suponemos que los lectores
tienen el derecho a estar debidamente informados acerca de los candidatos en
una elección”[1];
sin embargo, en una democracia se puede establecer un equilibrio entre un modo
u otro de hacer periodismo cuando se garantiza la pluralidad informativa por la
existencia de diferentes y variados medios informativos. La credibilidad del
medio se gana en tanto y en cuanto se presente como posición de neutralidad en
el debate político, con la correcta redacción de las noticias, sin elementos distorsionadores
o editorializados y ajustada a la veracidad es decir referida a hechos comprobados
y demostrables.
Desde los inicios del
periodismo, la prensa escrita ha tenido dos importantes funciones sociales, la
primera es la información, la segunda es la de educar, como instrumento para la
comunicación de opiniones, como lo ha definido Fiorella A. Guevara: “El conocimiento sistematizado de la realidad
orienta acerca de lo que sucede y de sus consecuencias”. Concepto este muy
importante pues al comunicarse la realidad social del momento, los hechos, y
sus protagonistas, el público puede formar su propia opinión y considerar las
consecuencias que se desprenden del acontecimiento. Y concluye Fiorella A.
Guevara: “La información no es, en última
instancia, sino una forma válida de cultura que permite al hombre la afirmación
de su libertad y le faculta para una inserción responsable en el acontecer
histórico”[2].
Pero la labor educativa de la prensa no quiere decir adoctrinamiento, sino
apertura al debate público mediante el flujo de las opiniones; significa
también persuasión. Cuando un medio viola sus principios básicos, adulterando
la información con omisiones o alteraciones de las noticias con un propósito de
controlar la opinión, el periodismo deja de ser informativo y educativo para
degenerar en libelo con su carga de acusaciones escandalosas, difamaciones y
mentiras.
Sin embargo, un medio
cualquiera, prensa escrita, radial o televisiva, puede tener y exponer su
propia opinión en cuanto al acontecer político o económico o social y, en una
democracia los medios poseen el derecho de emitir su opinión y de trazar su
propia línea editorial, es decir, los valores y criterios que sustentan al
medio en el tratamiento de los temas de actualidad. La opinión del medio, se
concreta en el comentario editorial. El editorial, según el concepto académico,
es la opinión de la totalidad de la empresa editorial. Es importante, según
consideró Joseph Pulitzer, que el lector “debe
conocer el punto de vista del diario, porque es inmoral cobijarse detrás de la
neutralidad de las noticias”. A partir de las declaraciones editoriales del
medio, el lector queda advertido y es menos susceptible a ser manipulado.
Como empresa informativa,
los medios obtienen de la publicidad privada su fuente principal de ingresos,
lo que les garantiza asumir una posición independiente ante los partidos
políticos. No obstante, siempre existirá, como expresa Rosalía Orozco Murillo[3] citando
a Chalaby (1988) una relación de interdependencia entre los medios de
comunicación masiva y el poder público “porque en las democracias los
funcionarios públicos y los gobernantes constituyen una fuente de información
(fuentes oficiales y oficiosas) para los periodistas y los medios, mientras que
los políticos y gobernantes al servicio del Estado necesitan a los medios para
dar a conocer sus puntos de vista, sus acciones, sus propuestas e incluso para
descalificar al contrario” y en esta relación de interdependencia, no siempre
armoniosa, pueden presentarse “tensiones y conflictos”.
Según Malcolm Coxall[4], la
manipulación “como medio de controlar o
influir en la conducta humana es ahora una constante en todos los niveles de la
vida moderna - está en todas partes”. Por tanto, no deja también de
presentarse en los medios de comunicación masiva, y especialmente en los medios
que conforman la estructura de los conglomerados mediáticos. Ya más arriba
mencioné una de las técnicas más recurridas para la manipulación de la
información cuando cité la tendencia a omitir algún determinado aspecto o
resaltar otro en el enunciado noticioso con el propósito intencional de
tergiversar la información; pero también como método de manipulación o
desinformación se emplean la expresión de medias verdades, las falacias lógicas
y la formulación editorializada de la noticia con propósitos propagandísticos,
incluyéndose lo que se ha dado en llamar “distracción
por semántica” o empleo eufemístico de determinadas expresiones como es el
manejo que se hace, por ejemplo del “concepto,
citado por Wikipedia, de los ‘states'
rights’ (derechos de los Estados) que se aplicó para defender la continuación
de la esclavitud en los Estados Unidos en vísperas de la Guerra de Secesión, y
de nuevo para luchar contra el Movimiento por los derechos civiles en Estados
Unidos en los años 1950 y 1960”, o el empleo suave de la expresión “derecha alternativa” (alt-right),
término que se le atribuye su creación a Richard B. Spencer[5],
referida a lo que realmente es “ultraderecha”. El destaque que se dé a una
noticia o su relegación a un segundo plano resulta un medio de influencia
psicológica sobre los receptores de los medios (sesgo mediático) haciéndoles
desviar su atención al mensaje subliminar que se pretende inducir. Esta relevancia
o el espacio informativo que los medios pertenecientes a un determinado
conglomerado mediático destinan a unos u otros temas, constituyen el objeto de
la “teoría del establecimiento
periodístico de temas" (agenda-setting
theory). Se ha dado como definición del sesgo mediático a “la inclinación de ciertos medios de comunicación
masiva a manipular la verdad para conseguir noticias que respondan a sus
propias creencias y convicciones; se trata de una forma desequilibrada y
deshonrada de llevar a cabo la labor periodística, y ocurre cuando existen
intereses económicos, políticos o sociales de fondo”.
La opinión en los medios
Es propio de la prensa
escrita, con independencia de su sección Editorial, la inclusión de columnas de
opinión, donde se recogen, en forma de artículos o crónicas, la opinión de cada
columnista presentada bajo su propia firma. El autor se identifica a sí mismo y
emite su opinión en relación a cualquier tema de la vida social, ya sea
político, social, económico o cultural. El autor se hace responsable de lo que
opina; sin embargo, el periódico, “aunque
aclare expresamente que ‘las opiniones y notas firmadas son exclusiva
responsabilidad de los autores’” esas opiniones individuales son opiniones
que utiliza para expresarse[6].
De acuerdo con Teodoro León Gross y Bernardo Gómez Calderón, “en el estado de derecho, el periodismo de
opinión, con la única limitación de no vulnerar la propia Ley, actúa
simplemente como un mecanismo de realimentación de ideas, con independencia
incluso de su incidencia en las demandas del espacio público”[7].
Toda vez que expresamos nuestra opinión estamos dando a conocer lo que creemos
sobre un tema determinado y, al mismo tiempo, influir en la opinión del otro.
La opinión periodística promueve el debate de ideas, “mecanismo de
realimentación” tratando de convencer al lector de que la posición del autor
sobre el tema en debate es la correcta. La función de la opinión periodística,
así se reconoce académicamente, es la de “persuadir al destinatario”. Sin
embargo, no debe confundirse manipulación con persuasión, “la manipulación ─ destaca Teun van Dijk ─, por ejemplo, en cuanto diferente de la persuasión, es que incluye
poder y dominación”[8].
La tónica primordial del
artículo de opinión no es por tanto la denominada “objetividad periodística”,
sino que se implanta en lo subjetivo de una personal opinión. Esto último nos
conduce a tratar el supuesto principio fundamental que debe regir en la
redacción noticiosa, la objetividad.
La objetividad periodística
es el ideal nunca suficientemente alcanzado en el quehacer periodístico, incluso
en la técnica de redacción noticiosa, conocida como “pirámide invertida”, nunca
deja de estar presente cierto grado de subjetividad. Se dice pues que, ajustado
al principio de pirámide invertida, el periodista “ordena los datos en la narración de la noticia en orden decreciente a
su importancia”, es decir, partir de los datos más relevantes hasta
concluir la información con los menos significativos. Los datos más
significativos de la noticia suponen darle respuesta a las, según la práctica
anglosajona, cinco preguntas W: Who, What, When, Where y Why (quién, qué,
cuándo, dónde y por qué) a la que se les puede agregar el How (cómo). Desde el
mismo momento en que el periodista tiene que determinar cuáles a su juicio son
los elementos más significativos y cuáles tienen menor interés, ya el
periodista está analizando subjetivamente, aunque cumpla estrictamente con las
condiciones de verificación, oportunidad, contextualización y contrastación que
deben estar presentes en la difusión de la noticia.
********
El tema de la manipulación
periodística de las opiniones se ha puesto ahora de moda acusando a los medios
masivos de coligarse en una amplia conspiración para “controlar los contenidos
en función de sus intereses”. Ahora surgen fuertes epítetos que se arrojan en
contra de los medios informativos y, muy especialmente, en contra el
periodismo, radial, televisivo y escrito; y hasta se está hablando de una
supuesta “Dinastía mediática”.
La campaña electoral y los
medios masivos
Me cuesta un gran trabajo encontrar
un adecuado calificativo para definir esta campaña presidencial de 2016,
¿descabellada? ¿extravagante? ¿atroz? ¿incalificable?, ¿o todos estos
calificativos al mismo tiempo? Como quiera que sea esta campaña estuvo marcada
por un signo pasional y furibundo. Y, a lo largo de todo el periodo de
nominación de candidatos y de elecciones, todo un gran debate mediático
centrado, principalmente, sobre la figura del excéntrico candidato republicano.
No tomado en serio al principio, la prensa de Estados Unidos y de todo el mundo
comenzó a cuestionar los desplantes y las declaraciones carentes de toda moderación expresiva de Donald Trump.
En revancha Trump comenzó a
fustigar a los medios, “the crooked media”,
su expresión favorita. A lo largo de su campaña en las elecciones primarias,
atacaría a diferentes corresponsales y periodistas a los que calificó
"deshonestos" y de "basura". El 24 de agosto de 2015, Trump
acaloradamente expulsa de la conferencia de prensa que estaba ofreciendo en
Dubuque, Iowa al periodista de Univisión Jorge Ramos. "Tengo derecho a
preguntar", le había reclamado Ramos. "No, no la tiene, regrese a
Univisión", respondió Trump, quien luego hizo una señal a uno de sus
guardias de seguridad para que sacara del local al periodista. En junio de 2016,
molesto por algunas declaraciones aparecidas en el diario The Washington Post que
no fueron de su agrado Donald Trump decidió excluir a ese medio de todas sus
presentaciones públicas. Así dijo en Greensboro, en Carolina del Norte: "¡Me encanta! Retiramos las acreditaciones de
prensa del deshonesto Washington Post". Y hace una advertencia en una
declaración que le hiciera a The New York: "Si las personas no cubren mi
campaña de forma aceptable, o si inventan cosas, no veo por qué deben ser
admitidos".
Al reportero Ben
Schreckinger de Político también le restringió el acceso a una conferencia de
prensa en marzo en Florida, pese a estar acreditado. La editora de Politico,
Susan Glasser, informaría que a los periodistas del sitio “se les ha negado el acceso de forma constante a los eventos de campaña
de Trump”. De igual modo, la campaña de Trump les negó acceso a reporteros
de Buzzfeed,
Foreign
Policy, y Daily Beast, el editor ejecutivo de esta última Noah Shachtman
señalaría: "Nunca fuimos uno de los
favoritos de Trump, pero las cosas se pusieron frías después de que se publicó
un artículo el año pasado sobre alegatos que hizo Ivana Trump y de las que más
tarde se retractó. Tim Mak, que escribió la historia, fue el primero de
nuestros reporteros en ser bloqueado, ahora incluso a nuestros colaboradores
independientes se les niega el acceso”. Otras agencias como el Huffington
Post, este muy crítico de la campaña de Trump, recibirían el veto de
Trump para que cubrieran sus eventos, de este modo en julio de 2015 la campaña
de Trump suspendió la acreditación del reportero Scott Conroy y en el mes de
septiembre de ese año se le prohibió la entrada a un periodista que cubría las
primarias republicanas para el medio en Iowa[9].
También al diario de circulación en Iowa The Des Moines Register, el 24 de
julio de 2015 se le negaron las credenciales de prensa para cubrir un picnic
familiar de la campaña presidencial de Trump en Oskaloosa, Iowa, según parece
debido a un editorial de este periódico que una semana antes le pedía a Trump que
abandonara su campaña.
Pese a esos desplantes y
por esos desplantes a los medios y por sus métodos nada ortodoxos, Donald
Trump, ganaba cobertura mediática; así lo hizo cuando atacó a la presentadora
estrella de Fox News, Megyn Kelly a quien denominaría “Crazy Megyn” y como señaló The New York Times el 28 de marzo de
2016: “Trump puso a sus seguidores en
contra de una villana recurrente en la narrativa de su actual campaña y se
aseguró de acaparar las noticias una vez más”. Así mismo lo reconoció el
imprevisible Trump: “Voy a uno de estos
programas y los ratings se duplican, triplican. Y eso te da poder”. Y lo
dice: “Hago un tuit sobre algo
insignificante y lo vuelven noticia en segundos”. Trump se ganaba de manera
gratuita una gran cobertura de prensa que no poseían sus oponentes, de esto
modo, The New York Times el pasado 11 de noviembre ofreció unos datos
interesantes: “según sus análisis, la
prensa de Estados Unidos había “regalado” en los últimos tiempos una cobertura
mediática por valor de casi 2.000 millones de dólares a Trump, mientras que lo
que se hablaba de los por entonces también aspirantes a la Casa Blanca eran 746
millones para Clinton, 321 millones para Sanders o 313 para Cruz”.
Pero ya desde los inicios
de la campaña de Trump se hacían advertencias en contra de la cobertura de
gracia que le dedicaban los medios, así lo expuso David Leonhardt, de The New
York Times en julio del 2015: “Los medios
de comunicación están pasando por una suerte de autodesprecio por la incesante
cobertura a Donald Trump. ‘Dejen de
cubrir a Donald Trump’, rezaba un encabezado paradójico reciente en Mother
Jones. Otro en el Washington Post acusaba: ‘¿Por qué está Trump en ascenso? Por
los medios’. Por su parte, el Christian Science Monitor se limitó a preguntar:
‘¿Se han vuelto locos todos los medios?’” Agrega Leonhardt a continuación:
“Empecemos por reconocer que los
reporteros de política no crearon a Donald Trump. Ya era una celebridad mucho
antes de que diera a conocer su campaña presidencial –una celebridad mayor que
cualquier otro candidato republicano. Estelarizó su programa de televisión por
más de una década, varios edificios llevan su nombre y ha aparecido en la
portada de la revista People al menos desde 1990. Los medios de política no
tenían la facultad de unirse y planear una conspiración para ignorarlo. Y eso
quizá no hubiera sido apropiado, de cualquier manera”.
Y Trump es conciente de
esta realidad, el haber sido una celebridad mediática; conoce el poder de los
medios sociales de comunicación, Facebook y Twitter y los utiliza ampliamente.
El Cuarto Poder está quebrado. Es como dice Jim Rutemberg[10]
comentarista de The New York Times: “Las
agencias de noticias, viejas y nuevas, están luchando por sobrevivir en un
orden cambiante, inundado de información
y contenidos, pero carente de los pilares en los que siempre podían
confiar, como los modelos publicitarios fiables, un canal asegurado en la
televisión por cable o las clásicas ventas en los puestos de periódicos. Todo
está cambiando tan rápido que ninguna agencia de noticias sabe si las
suposiciones que están haciendo para asegurar su futuro serán las correctas”.
Y M.A, Bastenier[11]
amplia: Seguir hablando de la prensa como
Cuarto Poder sería un absurdo porque lo
ocurrido es una prueba más de que la comunicación está avanzando poderosamente,
superponiéndose con ventaja a la información y sobre todo a la tradicional del
impreso. El público se informa, o
eso cree, cada día más a través de las redes sociales sin discriminar cuál es
la fuente, Perico de los Palotes o medios que seria y profesionalmente se
dedican a ello. (...) Lo definitivo es que, de Cuarto Poder, nada de nada; que
ese poder está en el mejor de los casos difuminado en la persona a persona que
caracteriza la comunicación sobre la información. Y eso no hace que la sociedad
esté hoy mejor informada”.
El orden cambiante al que
se está refiriendo Rutemberg, “inundado
de información y contenidos” y que Bastenier considera se superpone con
ventaja a la información de “la tradicional del impreso” en el que ha impuesto
las herramientas de la Web 2.0, la blogosfera, wikis, Facebook, Twitter,
Instagram, Youtube, Slideshare...; o como ha expresado Sebastián Royo del Real
Instituto Elcano: “Hay un nuevo
ecosistema (Twitter, Facebook, Instagram, blogs) que elimina los filtros y
disminuye el papel y la influencia de los medios tradicionales. Estos nuevos
medios cambian la óptica a través de la cual los ciudadanos conocen y perciben
la política y a los candidatos. Trump los ha usado magistralmente para
amplificar su mensaje y para energizar y movilizar a sus votantes (que ya no
confían en los medios tradicionales y usan los nuevos medios para compartir una
narrativa que mezcla elementos de verdad con mentiras). Y lo ha hecho a un
coste cero”[12].
Es, como señala la UNESCO, que “a partir
de la extensión del uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC)
(se ha visto) aparecer una nueva era para
lo que hasta ahora se ha conocido como la comunicación alternativa”, el “periodismo ciudadano”, como la misma
Unesco lo denomina, es decir, la formación de una amplia plataforma mediática
donde cada cual tiene la posibilidad de publicar noticias y comentarios. A esto
se le ha denominado “democratización de la información” cuando en realidad no
es otra cosa que la anarquización de la información, donde siempre habrá un
idiota que escriba una idiotez que sea recogida como verdad indiscutible por
otro más idiota. Sí, es como dice Bastenier, el “público se informa, o eso cree”.
Para Trump, toda la prensa
que le ha sido desfavorable está constituida por un puñado de periodistas
mentirosos y deshonestos. Aun cuando ha recibido los votos electorales que le
confieren la presidencia, Trump no está dispuesto a fumar la pipa de la paz con
los medios detractores. Esto queda plenamente evidenciado cuando el 22 de
noviembre, a solo dos semanas de su elección, fue displicente y hasta ofensivo
hacia cuarenta representantes, periodistas y directivos de los medios CNN, NBC,
CBS y Fox convocados a una reunión en la Trump Tower de New York por la
directora de su campaña, Kellyanne Conway. Tan pronto Trump hizo su aparición
en la sala donde aguardaban los periodistas, espetó: “Entro en una habitación llena de mentirosos, son todos unos mentirosos”.
Su principal ataque lo dirigiría contra Jeff Zucker, presidente de la cadena
CNN: “Odio tu cadena de televisión ─
soltó de inmediato Trump ─, debería
darles vergüenza, son todos unos mentirosos. No se salva ni uno solo de los
periodistas de tu cadena”.
Siguiendo el descontento y
la incomodidad de Trump hacia la prensa que se le opone y que considera
corrupta, sus seguidores han levantado la bandera para demonizar a todos los
medios, salvo, por supuesto, algunos que han sido ampliamente complaciente con
el candidato como The Drudge Report y
el Breitbart News Network. Para ellos el Breitbart News Network, una red de inclinación ultra conservadora y
estrechamente vinculada al Heartland
Institute está libre de toda “intención manipuladora” sin tomar en cuenta
los numerosos bulos que aparecen en sus artículos editorializados. No de balde
Steve Bannon era desde 2012 el presidente ejecutivo de Breitbart hasta que Trump le contratara en agosto de 2016 para
dirigir su campaña.
Tom Kludt de la CNN[13] ─
la cadena que Donald Trump considera ser una vergüenza ─ nos informa diciendo: “Ahora Trump lo ha nombrado estratega en jefe
y alto consejero, un puesto de similar importancia al de Reince Priebus, el
presidente del Partido Republicano que será jefe de gabinete. Es la última y
más clara señal de que Breitbart ha dejado de ser un medio de derecha atípico a
un portal conservador poderoso. El sitio fue una virulenta voz a favor de Trump
a través de la campaña. De acuerdo con ComScore, que mide el tráfico de
internet, Breitbart alcanzó más de 17 millones de seguidores en promedio al mes
con historias que favorecieron al
aspirante republicano y atacaron a sus enemigos”. Y agrega Kludt: “Breitbart también tiene vínculos cercanos
con el llamado movimiento alt-right ─ entiéndase ultraderecha ─, una ideología animada por el nacionalismo
blanco y la misoginia. En julio, Bannon describió a Breitbart como "la
plataforma de alt-right". Una búsqueda a través del archivo de Breitbart
resulta en una letanía de titulares inflamatorios. Una historia publicada en
mayo describió al comentarista
conservador Bill Kristol, un crítico
de Trump, como un "judío
renegado". Breitbart también ha sido agresivo al resaltar temas como el crimen en la comunidad negra. Luego de
que una reportera y una camarógrafa murieran a tiros mientras hacían un enlace
en vivo el año pasado a manos de un extrabajador negro, Breitbart lo describió
como un "asesinato racista". Sin embargo, CNN es “manipuladora”
y Breitbart es “objetiva”.
Breitbart News
Network, The Drudge Report, WND (World Net Daily) y The
Heartland Institute
Durante la campaña
electoral de 2016 una gran influencia sobre la opinión pública de los Estados
Unidos provino de medios que pueden catalogarse como “periodismo basura”, entre
los que se destacan, muy especialmente, los medios on-line Breitbart News Network, WND (World Net Daily) y el más influyente
de todos, con el mayor número de visitas, el Drudge Report. Todos estos medios tienen sus diferencias de estilo
y muchas similitudes de procedimiento. Todos ellos se mueven dentro de una
esfera de conservadurismo que varía entre la derecha y la ultraderecha. Todos
presentan la misma propensión al sensacionalismo y a la provocación, a la
tergiversación noticiosa y a dar cabida a los rumores y a los chismes en sus
presentaciones divulgándoles, sin previa comprobación, como noticias. Todos,
ardientes defensores de la plataforma de Donald Trump. Muchos de sus temas más
recurrentes, los e-mails de Hillary Clinton desde un servidor privado, los
escándalos, ciertos o atribuidos, de las infidelidades matrimoniales de Bill
Clinton, el ataque a los musulmanes y a los inmigrantes furtivos, la denuncia
de supuestas irregularidades en las elecciones para favorecer a la campaña
opuesta a Trump, han sido recogidos en la retórica política del candidato
republicano a lo largo de toda su campaña en pos de la presidencia.
La
red Breitbart News
ha sido el único medio informativo que sin apreciación de fuentes ha declarado
que Donald Trump, junto con el voto electoral había ganado el voto popular,
algo que quedó demostrado ser falso tomándose en cuenta los datos aportados
pormenorizadamente por El Cook Political
Report presidido por Charles E. Cook, Jr. (http://cookpolitical.com/story/10174). Breitbart fue fundada en
2007 por el comentarista y empresario Andrew Breitbart, quien había sido
asistente de Matt Drudge fundador de The
Drudge Report, de quien él mismo se consideraba ser “Matt Drudge's bitch", aunque él era “el hombre tras la cortina
de el Drudge Report”[14].
Un activista de derecha a quien sus reportes por internet, mezcla especial de
ultrajes, de solapada información escandalosa y abiertamente tendenciosos le
convirtieron en una de las figuras de los grandes medios informativos de
Estados Unidos, ante de su prematura muerte a la edad de 43 años[15].
Tras el fallecimiento de su
fundador la Breitbart News Network ha
continuado con la misma línea editorialista que este le trazara. Para el New
York Times, el Breitbart constituía una “curiosidad
de la franja derecha”, con “periodistas
guiados ideológicamente” que mantienen una controversial opinión “sobre material que ha sido llamado misógino,
xenófobo y racista”. Breitbart es considerada como el medio oficial de la
Alt-Right o ultraderecha, con numerosas visitas de ─ como denuncian Patricia
Clarembaux y Juliana Jiménez ─ “supremacistas
blancos y ultranacionalistas que desdeñan del establishment político
tradicional, incluido el del Partido Republicano al que catalogan de blando”.
El 31 de julio de 2016, Breitbart, denunció al líder republicano de la Cámara
de Representantes del Congreso de Estados Unidos, Paul Ryan acusándole de ser
“un doble agente” a favor de la campaña de Hillary Clinton y de “la narrativa
anti-Trump de Clinton”[16].
En tres de los más
destacados sitios de Breitbart: Big
Government, Big Journalism y Big Hollywood, así como en su nuevo y
cuarto sitio el Big Peace, presentan
sus reportajes y comentarios, todos con el mismo carácter de ultrajes y
escandalosas informaciones sobre muchos de los oponentes políticos de Donald
Trump. Todos estos sitios del Breitbart News Network, mantienen un estrecho
vínculo con el Heartland Institute. “Para
Shane Burley ─ citado por Jason Wilson[17] ─,
un periodista de investigación que durante la campaña escribió varios artículos
sobre la derecha alternativa, "lo
que destaca de Breitbart es su sensacionalismo". El titular ideal de
Breitbart News es provocativo y está diseñado para herir las susceptibilidades
de los progresistas”.
El sitio web más importante
de este periodismo basura, por contar con más de 20 millones de visitas
mensuales, es el Drudge Report. Drudge Report es un sitio colector de reportes
de diferentes agencias noticiosas y medios de Estados Unidos y de otras partes,
sobre temas diferentes como política, entretenimiento y eventos actuales. Cada
enlace presentado por este sitio lleva un encabezado, generalmente provocativo,
redactado por el propio Drudge o alguno de sus editores. Manteniendo una línea
conservadora en sus reportes, Drudge Report en algunas ocasiones redacta sus
propios informes; su fundador, en 1996, fue Matt Drudge, un hombre que en 1998
se definía a sí mismo como “un libertario
con la excepción de las drogas y el aborto”. “Soy un conservador ─ le declaró en 2001 al Miami New Times ─. Soy muy
pro-vida. Si vas bajando la lista de qué hace un conservador, allí estoy yo en
casi todo el camino”. Y, en 2005, hablando de sus posiciones políticas le
declara a The Sunday Times: “No soy un republicano de extrema derecha.
Soy un conservador y deseo pagar menos impuestos. Y voté por los republicanos
en las pasadas elecciones; pero más que nada, soy un populista”.
Según diferentes fuentes (Judd Legum de Think Progress, Maldef, Eric
Hananoki y Matt Gertz de Mediamaters y CBS) el Drudge Report se ha caracterizado por la fabricación o
malinterpretación de muchas de las noticias que reporta.
Richard Siklos[18],
un editor de la revista Fortune
refiriéndose a Matt Drudge dijo que este “es
mejor conocido por llevar un estilo sensacional, obstinado e idiosincrásico a
noticias digitales, particularmente en el ámbito político” y catalogó a su
red como “megáfono conservador”. No
obstante,” como hace notar un reporte de EFE aparecido en Navegante.com de El
Mundo.es, “Matt Drudge ni siquiera es
periodista ni aspira a que lo consideren de la profesión. Pero su instinto
periodístico nadie se lo quita y, encima, anda siempre con un sombrero como los
que usaban los periodistas de los años cuarenta del siglo pasado”[19].
Así lo expuso el juez federal Paul L. Friedman, durante un juicio por demanda
civil contra Drudge, interpuesta por el asistente de la Casa Blanca, Sidney
Blumenthal: “Drudge no es un reportero,
un periodista, o un recolector de noticias. Él es, como él se admite, simplemente
un proveedor de chismes”. En tanto, en opinión del paleoconservador Pat
Buchanan, cofundador de la revista bimensual The American Conservative, “Matt
Drudge es casi el periodista más poderoso en América”. E indiscutiblemente
Drudge, sin ser un periodista de formación académica, sin tener la menor idea
de que son los principios periodísticos, sin tener ninguna formación
universitaria, posee talento empresarial para convertir los chismorreos y
rumores en noticias sensacionalistas, que presenta y destaca bajo extravagantes
titulares y, con esto, obtener los mejores beneficios, sin parar en mientes
para comprobar si una información que reciba sea cierta o no; lo importante
para él es que al reportarla produzca un impacto sensacionalista, como ocurrió
en julio de 1998 con la alegación de Kathleen Willey de haber sido sexualmente
agredida por el presidente Bill Clinton. Aunque un empleado de la Casa Blanca
le enviara a Drudge un correo electrónico donde le advertía diciendo: “Ella está mintiendo, Drudge, no lo reportes”,
él, como señaló David McClintick, con solo un clic de su ratón transmitió la
información. De acuerdo con McClintick la red de Drudge es cruda, estridente y
errática y señala: “cuando Brill's Content (una revista que
dejó de circular en el 2001 y se dedicaba a llevar estudios sobre los medios de
prensa) revisó las 51 historias que
Drudge etiquetaba “Exclusivas” entre enero y septiembre de 1998, se encontró
que de las 31 historias que realmente eran exclusivas, diez (32 por ciento)
eran falsas, 11 (36 por ciento) eran ciertas, y la exactitud de las restantes
10 (32 por ciento) eran debatible o desconocida”[20].
Alberto García Marrder[21]
expone que Drudge Report, durante la pasada campaña electoral, “se ha
dedicado a airear todo lo negativo de la candidata presidencial demócrata,
Hillary Clinton, especialmente por el uso de un servidor privado de internet
desde su casa, con informes
secretos, cuando ella era Secretaria de Estado, en el primer mandato del
presidente Barak Obama. Y también insiste
en destacar informaciones sobre la supuesta mala salud de la candidata
demócrata y, peor aún, que posiblemente tiene una relación lésbica con su
principal asesora y mano derecha, Huma Abedin, ex esposa del congresista
Anthony Winer. Y se ha regodeado en
destacar las noticias periodísticas
de otros medios sobre las supuestas
infidelidades de su esposo, el ex presidente Bill Clinton con otras mujeres”. Y de acuerdo con Quantcast el Drudge
Report este año se encargó de una cosa:
atacar fuertemente a la entonces candidata a la Casa Blanca Hillary Clinton. Muy pocos medios asumieron esa posición,
pero Drudge Report lo hizo con poca prudencia. El portal se enfocó en
publicar enlaces a los escándalos más importantes de la demócrata. Varias de
las historias más controvertidas sobre Clinton tuvieron su génesis en la
plataforma de Matt Drudge; las noticias en torno al escándalo de los correos de Hillary Clinton ocuparon el 22,9 % de todo
el contenido que salía del Report”.
Otro de estos medios de
“periodismo basura” que invaden las redes de internet es el WND
(World Net Daily), una página electrónica de tendencia alt-right
fundada en mayo de 1997 por Joseph Farah, un periodista y cristiano evangélico fundamentalista
que se ha caracterizado por hacer eco a las teorías conspirativas como el tema
de la nacionalidad de Barack Obama. Farah El Southern Poverty Law Center, ha
calificado al sitio de Farah como “uno de
los más desquiciados sitios de “extrema-derecha de ‘Noticias’ en la Internet”
especializándose, además de la teoría conspirativa denominada “birtherism” que ponía en duda la
nacionalidad de Obama, en impulsar “salvajes
acusaciones contra personas LGBT, una retórica antimusulmana y una enorme dosis
de locura tales, como la serie en seis partes donde afirmó que comer soja
provoca homosexualidad”.
Farah ha dicho que sus
principales influencias son los periodistas que desvelaron las intrigas de
Watergate Bob Woodward y Carl Bernstein; Matt Drudge; Ronald Reagan y un libro
titulado Marx & Satan.
Farah, en su constante
ataque al presidente Obama, hasta fue capaz de afirmar que él mismo fue un
comunista que protestaba contra la guerra de Vietnam y usaba largo el cabello
como los hippies. “Entiendo lo que Obama
es ─ anotaría en un artículo que publicara el 12 de julio de 2012 en su WND
─ y lo que hace porque yo una vez fui
como él, un excomunista”. De su supuesta militancia comunista, aunque en
realidad era un hippy, Farah pasó a ser editor ejecutivo del periódico
californiano The Sacramento Union.
Bajo su conducción el Union dio un marcado giro a la derecha para convertirse,
según expresara Daniel Carson un ex reportero de ese medio, “en un portavoz del fundamentalismo cristiano
de derecha, preocupado por el aborto, los homosexuales y el creacionismo”.
El
Heartland Institute,
no es precisamente un medio masivo de comunicación sino una organización
fundada sobre principios eminentemente conservadores y libertarios, pero cuyas
políticas y propuestas han ejercido una poderos influencia en gran parte de los
medios digitales conservadores. El Heartland fue fundado por David H. Padden
quien previamente había fungido como director del think tank libertario, el Cato
Institute, que en 1974 la Fundación de Charles Koch había creado y quien es
además, uno de los financieros del Heartland. A partir del 2008, luego del
triunfo electoral de Barack Obama el Heartland Institute se inclinó hacia la
extrema derecha al vincularse al movimiento de derecha alternativa el Tea
Party.
Ya desde la década
posterior al 2000, el Heartland se convirtió en el paladín de los que rechazan
la existencia del cambio climático. En el 2012 se filtraron documentos de
Heartland Institute donde que señalaban los pagos mensuales o asignaciones de
varios miles de dólares a todos los que en diferentes blogs escribían negando
el cambio climático. Según el periódico El Mundo[22],
de acuerdo a los datos suministrados por los documentos filtrados, el Heartland
Institute “ha destinado 1,2 millones de dólares a la puesta en marcha desde
2009 del Nongovernmental International Panel on Climate Change (NIPCC), un
grupo de escépticos liderados por Fred Singer”[23]
Según The New York Times[24],
esos documentos planteaban interrogantes sobre si el Heartland había realizado
actividades política partidistas, como es el caso del plan de gastar $612 000
para influir en los resultados electorales por medio de la denominada “Operation Angry Badger”. El NY Times subraya
que las organizaciones sin fines de lucro están autorizadas a emprender alguna
labor de cabildeo o de educación política, pero tienen prohibida su
intervención directa en las campañas políticas.
En resumen:
El éxito de estos libelos
electrónicos se fundamenta en una razón sociológica que expresa que los
individuos son eminentemente selectivos a favor de los medios que tienen
coincidencias con sus propias opiniones políticas o sociales y rechazan a los
que no coinciden con sus posiciones ideológicas. Por lo general, no se busca la
objetividad ni la verosimilitud de la información que se les ofrece, sino la
espectacularidad y el sensacionalismo que en sí misma se encierra. Luego
reproducen en las redes sociales los criterios apuntados por esos medios, sin
proceder a un previo análisis crítico del contenido, para posteriormente ser reproducidos
ad infinitum y comentados por otros usuarios de las redes sociales. Es la idea
presente en el concepto de la propaganda expuesto por Joseph Goebbels a quien
se le reconoce como “padre de la manipulación mediática” en un artículo
publicado en el “Der Angriff",
el 30 de abril de 1938: "¿A quién
debe dirigirse la propaganda: a los intelectuales o a la masa menos instruida?
¡Debe dirigirse siempre y únicamente a la masa! (...) Toda propaganda debe ser popular y situar su nivel en el límite de las
facultades de asimilación del más corto de alcances de entre aquellos a quienes
se dirige (…) La facultad de
asimilación de la masa es muy restringida, su entendimiento limitado; por el
contrario, su falta de memoria es muy grande. Por lo tanto, toda propaganda
eficaz debe limitarse a algunos puntos
fuertes poco numerosos, e imponerlos
a fuerza de fórmulas repetidas por
tanto tiempo como sea necesario, para que el último de los oyentes sea también
capaz de captar la idea".
Sobre estos medios
digitales que no se ajustan a principios deontológicos y convierten en noticias
simples rumores, no confirmados, se pudiera concluir con lo que Fiorella A.
Guevara señala, refiriéndose a los medios del Perú: “Los medios de comunicación tienen la labor de expresar las opiniones de
la sociedad y tratar de ser un anexo entre el estado y la nación, sin embargo,
hoy en día los medios de comunicación han
dejado de lado sus códigos deontológicos, por el lucro; ya que no todos los medios no presentan
noticias con una verdadera investigación o no son objetivos, sino que se basan en opiniones o en lo que dicen la
gente mas no, en una investigación seria...”[25]
¿Dinastía mediática?
Adecuación del concepto.
Si en algo coinciden
sectores de la derecha como de la izquierda es que existe un concordato de
todos los medios de difusión masiva para imponer un nuevo orden dirigido a controlar
la opinión colectiva según sus propias opiniones y a favor de sus propios
intereses a través de la difusión cultural, especialmente la
televisiva en temas de entretenimiento dirigidos a embrutecer intencionalmente
a la población. Algo así como lo que planteara Aldous Huxley en el prólogo a su
distópica novela Brave New World (Un
mundo feliz. 1932): "Las fuerzas
impersonales sobre las que no tenemos casi ningún control parecen estar
empujando a todos nosotros en la dirección de la pesadilla de un mundo feliz, y
este empuje impersonal está siendo acelerado conscientemente por los
representantes de las organizaciones comerciales y políticos que han
desarrollado una serie de nuevas técnicas para manipular, en el interés de
algunas minorías, los pensamientos y sentimientos de las masas".
También el órgano digital
de ultraizquierda, Rebelión, insiste
sobre este asunto y así uno de sus colaboradores escribe: “Esa es nuestra realidad política actual: los medios de comunicación,
tradicionalmente el "cuarto poder", han subido drásticamente de
categoría. Hoy día son uno de los factores del poder mismo, construyendo la realidad
político-ideológica a escala planetaria. Muy buena parte de nuestras
apreciaciones sobre esa realidad son los productos prefabricados que esas usinas culturales elaboran,
cada vez con mayor sutileza, con mayor esmero”. Y esa apreciación de la
realidad, en opinión del colaborador de Rebelión, se banaliza hasta el punto de
ser tratada frívolamente como si se tratara de un show de espectáculos, y
anota: “Para mantener la atención, el negocio televisivo transforma todo lo
que trata en espectáculo, en show, para decirlo en la lengua dominante. El
discurso político, el conocimiento, el conflicto, el temor, la muerte, la
guerra, el sexo, la destrucción pasan a ser fundamentalmente espectáculo,
comedia, show farandulesco”. Se trata pues, según este criterio, del
intento de dominar la conciencia del espectador, de adormecerla con algo así
como el opio del espectáculo, para inmovilizarle: “El espectador es acostumbrado a ver el mundo sin actuar sobre él. Al
separar la información de la ejecución, al contemplar un mundo mosaico en el
que no se perciben las relaciones, se crea un estado de aturdimiento,
indefensión y modorra en el que crece con facilidad la parálisis social”[26]. Coincidencia de opiniones entre la izquierda
radical y la derecha a ultranza en cuanto al papel de los medios dentro de la
sociedad de hoy.
Contra el periodismo en
general surgen críticas que acusan a los grupos mediáticos de que estos
controlan los contenidos informativos de acuerdo con intereses particulares
como es, en lo político, el lanzamiento de campañas a favor de un candidato en
particular y de campañas de descrédito en contra de otro que no cuenta con su
apoyo.
El mismo Donald Trump, a lo
largo de su campaña presidencial no dejó de lanzar sus dardos contra los que él
denominara “medios corruptos” especialmente The
New York Times el que sería parte de una conspiración mediática en su
contra. Fundándose es este criterio, los más fieles seguidores del que era el
candidato presidencial republicano elaboraron una teoría de la conspiración
mediática en contra de Trump. Según esta, todos los medios de Estados Unidos ─
lo que no es cierto ─ se habían unido en un bloque en contra de sus
aspiraciones presidenciales y muy en especial en los medios hispanos. Sin
embargo, aunque predominaban las críticas dentro de los medios estadounidenses
en contra de Trump no se podía ocultar que, en prácticamente todos los medios
internacionales, tanto de América Latina, como de Europa se levantaban
opiniones críticas en contra del magnate y de sus principales propuestas. Ante
esto, muchos llegaron a plantear que todo era resultado del accionar de una
mano oculta de, como la que Adam Smith veía como reguladora del mercado, “un sector minoritario de personas
enormemente poderosas e influyentes a nivel planetario (...) un sector minoritario que actúa en las
sombras dirige al mundo”, como se lee en un blog denominado Liberación que administra alguien que se
identifica con el nombre de Freeman; eso que, como dice Elina Malamud, “la imaginería romántica se ve tentada de
pintarlos escondidos en oscuros capotes medievales, transitando pasajes
subterráneos y tomando decisiones irreparables, reunidos tras gruesos muros de
piedra que no permiten oír sus susurros perentorios”; y ese misterioso
organismo secreto de control mundial se le identifica con el Grupo Bilderberg. Una de tantas teorías
de la conspiración que no entra en el tema que trato. Sobre este, solo citaré
el párrafo final de un artículo de Jonathan Duffy de BBC News donde este anota:
“Que algunos activistas tengan a
Bilderberg en la mira no sorprende a Alasdair Spark, un experto en teorías de
la conspiración. ‘La idea de que una camarilla oscura gobierna al mundo no es
nada nuevo. Durante cientos de años muchos han creído que el mundo es gobernado
por una Cábala de los judíos. No debemos esperar que los ricos y poderosos
organizan cosas en sus propios intereses. Eso se llama capitalismo’”[27].
Otros, en cambio, se refieren a esa “mano
que actúa en las sombras para el control y dominio de la sociedad”, con el
nombre genérico, y sin plena definición, de “el establishment”.
Partiendo de estos
supuestos postulados ha aparecido una nueva teoría de la conspiración de
nominada como “Dinastía mediática”.
¿Existe en realidad tal dinastía? Debemos analizar si esta es una peregrina
teoría o si ciertamente tiene fundamento real, y preguntarnos ¿Todos los medios
de información masiva están coligados, dependientes y condicionados por el
poder de una dinastía mediática que establece qué debe comunicarse, qué noticia
debe ser omitida?, ¿cuál debe ser la opción que se deba tomar por todo el
conjunto social y cuál es la línea de pensamiento que se deba imponer?
Todo hecho tiene una fecha
cronológica y el tema de la existencia de una dinastía mediática comenzó a
gestarse en septiembre de 1973 y nacer entre diferentes velos en 1980 con la
publicación del informe Un sólo mundo, voces múltiples elaborado
para la UNESCO por el excanciller irlandés Premio Nobel de la Paz (1974) y
Premio Lenin de la Paz, Sean MacBride. En ese extenso documento (alrededor de
500 páginas), se decía: "La industria de la comunicación está
dominada por un número relativamente pequeño de empresas que engloban todos los aspectos de la
producción y la distribución, las cuales están situadas en los principales
países desarrollados y cuyas actividades
son transnacionales”, afirmando entre otras cosas: “Con harta frecuencia se trata a los lectores, oyentes y los espectadores como si fueran
receptores pasivos de información". En la Presentación del Informe
McBride, el Director General de la UNESCO en 1980, Amadou-Mahtar M’Bow, señaló
que resultaba necesario “impedir que las tendencias hacia una
concentración de los medios informativos
reduzcan progresivamente el alcance de la comunicación interpersonal
y en última instancia destruyan la pluralidad de los canales, tradicionales o
modernos, mediante los cuales pueden ejercer los individuos su derecho a la
libertad de expresión”.
Citlali Villafranco Robles
señala que, en la mayoría de los países, “quienes
dominan el sector de la comunicación son industriales que tienen poco que ver
con la comunicación”; dicho con otras palabras, son los que conforman los
conglomerados mediáticos o como complementa BBC Mundo: “En todo el mundo existen compañías concentradas en una o pocas manos,
con intereses en prensa, TV, telecomunicaciones y otras industrias asociadas.
Sus propietarios, individuos, familias o pequeños grupos, los zares de los
medios en las zonas en las que operan, acumulan
no sólo riqueza, sino también poder e influencia”[28]. Y
Villafranco Robles resume: “nueve empresas globales de la comunicación controlan la mayor parte
de los satélites, las telecomunicaciones, la televisión, la radio, internet, el
acceso a la información, la industria cultural y el entretenimiento en todo el
mundo: AOL Time Warner (USA) , Vivendi Universal (Reino Unido), Walt Disney Co. (USA), Bertelsmann (Reino Unido), NewsCorp (USA), Viacom (USA), Sony
(Japón), ATT (USA) , Comcast (USA) , Gannett (USA) y NBC General
Electric (USA) (Bustamante, 2003: 248).
En
el caso de América Latina, la tendencia
de formar grandes consorcios multinacionales permanece con Televisa de
México, O'Globo de Brasil, Clarín de Argentina y el grupo Cisneros de Venezuela quienes
están entre las corporaciones más grandes del mundo, dominan el mercado
nacional y se expanden mediante acuerdos con grandes corporaciones como TCN o
con inversiones bancarias de Wall Street (Bustamante, 2003: 248)”[29].
Para estos poderosos
conglomerados mediáticos cabe su inclusión dentro de la llamada Dinastía mediática. Así y de este modo,
“la creación de grandes consorcios de las
telecomunicaciones reduce de manera
automática la información disponible a que tienen acceso los ciudadanos, repercutiendo en las posibilidades de
elección y de fiscalización, al tiempo que supone retos para las
posibilidades de regulación de los Estados” (Villafranco Robles).
En Estados Unidos entre los
ya citados conglomerados mediáticos, AOL Time Warner, Walt Disney Co., Viacom, ATT,
Comcast, destacan por su dominio de los medios informativos, televisivos y
prensa escrita, el poderoso imperio de Rupert Murdoch con sus dos entidades
multinacionales la 21st Century Fox y la News Corp., que controlan varios
medios entre ellos el FOX News Channel
con tendencia a la derecha y favorable al Partido Republicano, el New York
Post, y el Wall Street Journal; la
Gannett
Company que controla varios medios impresos, como el USA Today, el Cincinnati Enquirer (Ohio), el Arizona
Republic (Arizona), el Courier-Journal
(Kentucky), el Tennessean
(Tennessee), el Des Moines Register
(Iowa), el Indianapolis Star (Indiana)
y Detroit Free Press (Michigan); la NBC
General Electric, la Hearst Corporation Inc., siendo una
de las corporaciones mediáticas más diversificadas del mundo, con 15 diarios y
36 semanarios como Houston Chronicle y el San
Francisco Chronicle, alrededor de 300 revistas en todo el mundo entre las
que destacan Harper's Bazaar, Cosmopolitan, Esquire, Marie Claire y ELLE, además posee 31 estaciones de
televisión y la participación de varias redes de cable, incluyendo A&E Television Networks y ESPN, editoriales, Internet, producción
televisiva y negocios inmobiliarios; la Tribune Media Company propietaria de
Chicago Tribune, Tribune Broadcasting, el Chicago
Cubs, Los Angeles Times, el Newsday de Nueva York, el Hartford Courant, el Baltimore Sun, el Daily Press de Virginia, el Orlando
Sentinel, y muchos otros medios de comunicación; la Morris Communications con
sede en Augusta, Georgia, posee diversos diarios y revistas, empresas de
publicidad, programas de radio, edición y publicación de libros y servicios de
Internet. La compañía publica 13 diferentes periódicos diariamente y otros
varios que son semanales, mensuales, bimestrales e incluso anuales. La compañía
también cuenta con 33 estaciones de radio en Estados Unidos y una en Mónaco. Periodicos:
Augusta Chronicle, Florida Times-Union, St. Augustine Record, Amarillo Globe-News, Lubbock Avalanche-Journal, Athens Banner-Herald, Savannah Morning News, The Topeka Capital-Journal, The Log Cabin Democrat, Homer News, The Juneau Empire y The
Peninsula Clarion; y la MediaNews Group, es una de las
cadenas de periódicos más grandes de Estados Unidos, edita 61 diarios y otras 120
publicaciones en 13 estados. Sus periódicos insignias son el Denver Post, en
Colorado y el Los Angeles Daily News
en California.
La derecha habla en general
sobre una supuesta Dinastía mediática
sin referirse directamente a los grandes conglomerados mediáticos que, en
cambio, son señalados directamente tanto por la izquierda democrática como por
la izquierda radical o ultra. Representante del ala extrema de la izquierda es
el periódico de publicación mensual, Le
Monde Diplomatique, cuyo Director, Ignacio Ramonet (autor de la obra
elegíaca Cien horas con Fidel)
denuncia la existencia de un, por él denominado. “pensamiento único”, que define como “la traducción en términos ideológicos de pretensión universal de los
intereses de un conjunto de fuerzas económicas, aquellos, en particular, del
capital internacional”. Según él, se trata del “discurso anónimo” que es “recogido y reproducido por los principales
órganos de información económica, y notablemente por las ‘biblias’ de los
inversionistas y corredores de bolsa —
The Wall Street Journal, Financial Times, The Economist, Far Eastern
Economic Review, les Echos, Agencia Reuter, etc. —, propiedades, a menudo, de
grandes grupos industriales o financieros”[30].
No obstante, medios
conservadores como USA Today, el Arizona Republic y el Cincinnati Enquirer, propiedad todos del
conglomerado Gannett Company, tomaron
posición a favor de la candidata demócrata Hillary Clinton, el USA Today rompiendo
con su tradición de no tomar partido en unas elecciones y el Arizona Republic
apartándose de su habitual tendencia de apoyar a los candidatos por el Partido
Republicano. Ambos en coincidencia con el New York Times. También los diarios Houston Chronicle de la Hearst Corporation Inc., el Detroit News y The Dallas Morning News se distanciaron de Donald Trump,
independiente de ser periódicos identificados con la derecha. El Detroit News,
rechazó por primera vez dar su apoyo a un candidato republicano y se pronunció
a favor del candidato del Partido Libertario, Gary Johnson.
Aunque derecha e izquierda
coinciden desde diferentes ángulos de opinión en cuanto a su crítica a la
concentración de los medios informativos en pocas manos, la realidad es tal
cual la señalara el editor y columnista del Houston
Chronicle, al decir: “La
concentración del poder de los medios, el
poder de influenciar en la opinión pública, en manos de pocas corporaciones,
lleva fácilmente y de manera natural a
la censura y a la conformidad de pensamiento y cultura (...) El giro hacia la derecha en las noticias
estadounidenses ha sido profundo. Hay más canales noticiosos de TV y más
noticias en radio, pero, debido a la propiedad/auspicio de los medios, es raro escuchar críticas corporativas.
E incluso algunos temas son censurados
en su totalidad (...) La censura
es a veces difícil de encontrar debido a que la cultura mediática de los
Estados Unidos se enorgullece de presentar debates, o lo que parecen ser
debates”[31].
No obstante, en Estados
Unidos hay un importante número de periódicos que no forman parte de ningún
conglomerado mediático, como es el caso del Washington
Post entre aquellos de mayor circulación con una tirada diaria de 759.122
números, cuyo propietario es el empresario fundador y director ejecutivo de
Amazon.com., Jeff Bezos; el New York
Daily News con una tirada diaria de 703,137, operado por el editor de revista,
publicista y multimillonario de bienes raíces Mortimer Zuckerman quien también
opera la revista mensual U.S. News &
World Report.
Entre los de menor
circulación se pueden mencionar el Birmingham
News de Alabama con una edición diaria de 145,655 números, propiedad de Publicaciones Advance de la familia
Newhouse, que es también propietaria de otros dos periódicos de Alabama, The Press-Register en móvil y The Huntsville; Politico con tirada diaria de 37,512 ejemplares, propiedad del
empresario Robert L. Allbritton.
Por otra parte, la
confianza en los medios tradicionales informativos no está del todo disipada. En
una encuesta realizada en 25 países el profesor de periodismo de la Universidad
de Missouri, John C. Merril para conocer cuáles son los periódicos de más
calidad del mundo encontró que las diez primeras plazas son para The New York Times (EE UU), Neue Zürcher Zeitung (Suiza), The Washington Post (EE UU), The Independent (Reino Unido), Süddeustche Zeitung (Alemania), Le Monde (Francia), Asahi Shimbun (Japón), Los Angeles Times (EE UU),
Frankfurter Allgemeine (Alemania) y EL PAÍS. The Guardian y The Times han
perdido mucho prestigio y ya no están entre los diez primeros; el Wall Street Journal, está entre los
veinte mejores Cuando la gente piensa en un periódico de calidad ─ señala
Merril ─ piensa en seriedad, noticias puras y duras y comentarios. Quiere dignidad en la presentación, nada de espectacularidad[32].
¿Qué hacer para ponerle
límites a la influencia de los conglomerados mediáticos en la formulación y
manipulación de la opinión pública? Volvamos al Informe McBride. Todos los
analistas están de acuerdo en afirmar que su idea central era la
democratización de la comunicación y para ello, exigía pluralismo y diversidad,
resaltando que la libertad de expresión tenía una gran importancia siempre que
se ejerciera con responsabilidad, relacionando ésta con la ética profesional
porque de no ser así se podría producir una distorsión de la información que
repercutiría en los ciudadanos[33], y
que la libertad de información no podía reducirse a la libertad del mercado
informativo[34].
Según Daniel Biltereyst y Veva Leye, “el Informe MacBride ha acabado
convirtiéndose en una referencia mítica en el campo de las comunicaciones
internacionales” el cual generaría críticas, tanto desde la izquierda
intelectual, como (sobre todo) desde posiciones conservadoras, “algunos ─ señalan estos autores ─ lo consideraban demasiado conservador,
otros, demasiado crítico. Estos últimos le reprochaban sobre todo que supusiera
una amenazara para la doctrina de la
libre circulación de la información, con el intento de imponer reglas, códigos,
nuevas estructuras y otras intervenciones ‘centralizadas’”[35].
José M. Beaumont llama la
atención sobre la reacción de países como Estados Unidos y el Reino Unido sobre
las recomendaciones del Informe McBride: “Las
recomendaciones del informe McBride, por ejemplo, ‘para elevar y precisar la categoría social de los periodistas’, ‘examinar las normas profesionales’ o ‘completar su formación’ fueron
interpretadas por los países occidentales, especialmente por Estados Unidos y
el Reino Unido, como claros peligros
contra la libertad de expresión. A la acusación de fuerte desequilibrio y
colonialismo informativo planteado por los países del Tercer Mundo contra el
sistema comunicativo ‘impuesto’ por los países occidentales desarrollados,
éstos respondían que no podrían admitir
ningún tipo de control gubernamental de la información”[36].
Con la llegada de Ronald
Reagan al Gobierno, ─ se expone en Historia del Periodismo
Mundial ─ Estados Unidos se desmarcó totalmente del Informe MacBride y elaboró
un programa de desarrollo. “El trabajo de
la Comisión presidida por Sean MacBride empezó a considerarse, por parte del
bando estadounidense, como un ‘conjunto de proyectos sovietizantes’ que eran
prácticamente incompatibles con las libertades de las sociedades democráticas”[37].
Definitivamente, en
periodos de debates políticos como son las campañas electorales, se requiere no
imponer limitaciones a la información y considerar, como pone en claro Villafranco
Robles, que en el desempeño “de los
medios en política supone tres series de
derechos interrelacionados: a) el
derecho de los electores a realizar una
elección plenamente informada; b) el
derecho de los candidatos a divulgar sus políticas y c) el derecho de los medios a informar y expresar sus opiniones sobre
asuntos de interés público”[38].
De igual modo podemos concluir, como concluye este autor citado: “Los medios de comunicación tienen una
función que cumplir dentro de los gobiernos democráticos representativos, pero también responden a una lógica de mercado
que se contrapone al principio de información, además la tendencia a la concentración de los medios de
comunicación en grandes consorcios internacionales reduce las opciones de
información, por ello es necesario pensar en armados institucionales que
equilibren dos derechos: libertad de prensa y libertad de información. La
posibilidad de consolidación y ampliación democrática, en parte está
condicionada por el equilibrio entre ambos derechos”.
Con
especial dedicatoria a todos mis amigos que en Cuba ejercieron el duro oficio
del periodismo independiente o alternativo.
[1] Teun van Dijk. Discurso y
manipulación: Discusión teórica y algunas aplicaciones. Universidad Pompeu
Fabra, España. Revista Signos, v.39 n.60 Valparaíso, 2006
[2] Fiorella A. Guevara Rodríguez. Medios de comunicación como grupo de presión. Universidad Nacional
Pedro Ruiz Gallo – Lambayeque, Perú
[3] Rosalía Orozco Murillo. Relaciones
prensa-gobierno en Tepic. Colección Graduados, Serie Sociales y Humanidades
No. 3
[4] Malcolm Coxall. Human Manipulation - A Handbook. Cornelio
Books. 2 de marzo de 2013
[5] Richard B. Spencer es
un nacionalista blanco, conocido por promover los puntos de vista del
supremacismo blanco. Presidente del National Policy Institute un
think-tank nacionalista blanco y del Washington Summit Publishers, una
empresa editorial independiente. Spencer ha dicho que él rechaza la descripción
de supremacismo blanco y se define como un “identitario”.
Spencer
repetidamente ha hecho citas de la propaganda Nazi y hablado críticamente del
pueblo judío, aunque él ha negado ser un neo-Nazi. Spencer y su organización
han llamado la atención de los medios en las semanas siguientes a las
elecciones presidenciales de 2016, donde, en respuesta a su grito "¡Heil
Trump, heil nuestro pueblo, heil a la victoria!", un número de sus
simpatizantes dio el saludo Nazi similar al canto de Sieg Heil de los mítines
masivos de los Nazis. (Tomado de Wikipedia)
[6] Facultad de Periodismo y Comunicación Social, Universidad
Nacional de La Plata, Argentina
[7] Teodoro León Gross y Bernardo Gómez Calderón. El periodismo de opinión y los valores
democráticos. Revista Temas. Comunicar 13, 1999. Facultad de Ciencias de la
Información, Universidad de Málaga, España
[8] Teun van Dijk. Op. Cit.
[9] Después de esto, durante el 2016, el Huffington Post agregaría
una especie de coletilla del editor al final de los artículos sobre el
candidato Donald Trump donde se leía: "Donald
Trump regularly incites political violence and is a serial liar, rampant
xenophobe, racist, misogynist and birther who has repeatedly pledged to ban all
Muslims — 1.6 billion members of an entire religion — from entering the U.S."
Luego del 8 de noviembre, al concluir la campaña presidencial, el Huffington
Post suspendería esta prática.
[10] Jim Rutemberg. El amor y el
odio entre Donald Trump y los medios de comunicación. The New York Times,
28 de marzo de 2016
[11] M.A, Bastenier. Los medios
y Donald Trump. El País, 18 de noviembre de 2016
[12] Sebastián Royo. Trump: ¿el cisne
negro? Real Instituto Elcano, América 2.1, 20 de enero de 2017
[13] Tom Kludt. Lo que debes
saber sobre el polémico Steve Bannon, jefe de estrategia de Trump. CNN, 14 noviembre, 2016
[14] What's Your Source for That?
Where Andrew Breitbart gets his information". ReasonOnline.com. From the October 2007 issue
[15] Infoplease, biografías: Andrew Breitbart
[16] Julia Hanh. Double Agent: Paul Ryan Races to Media to Join Hillary’s Attacks
Against Trump. Breitbart, Janesville, WI, 31 Jul
2016
[17]Jason Wilson. Todo lo que hay
que saber sobre Breitbart News, el sitio de noticias del súper asesor de Trump.
El Diario.es en colaboración con theguardian, 19 de noviembre de 2016
[18] Richard Siklos. The Web 2.0-defying logic of Drudge. Fortune
Magazine: Hollyworld, June 6, 2008
[19]Agencia EFE. 'Drudge
Report', el sitio más temido y visitado por los periodistas de EEUU.
Navegante.com de El Mundo.es, 25 de febrero de 2004
[20] David McClintick. Town Crier for the New Age. Brill's Content,
noviembre de 1998, archivado desde el original el 19 de agosto de 2000
[21] Alberto García Marrder. “Drudge
Report”, el medio periodístico más influyente en Estados Unidos. Proceso
Digital, 5 de septiembre de 2016
[22] Pedro Cáceres. Las cuentas
de los escépticos del clima quedan al descubierto. Filtración de documentos del
Heartland Institute. El Mundo, 16 de febrero de 2012
[23] Fred Singer es un
físico austríaco-estadounidense que es la negación pública de los riesgos para
la salud del tabaquismo pasivo, y abierto crítico de la evaluación científica
del calentamiento global. Singer argumenta que no hay evidencia de que el
incremento en CO2 producido por la actividad humana cause calentamiento global,
y si la temperatura subiese sería bueno para la humanidad.
[24] Justin Gillis y Leslie Kaufman. Leak
Offers Glimpse of Campaign Against Climate Science. The New York Times, FEB. 15, 2012
[25] Fiorella A. Guevara Rodríguez. Op. Cit.
[27] Jonathan Duffy. Bilderberg:
The ultimate conspiracy theory. BBC News, 3 June, 2004
[28] BBC Mundo. Más allá de
Murdoch: los otros poderosos de los medios. 16 de julio de 2011
[29] Citlali Villafranco Robles.
El papel de los medios de comunicación en las democracias. Adamios, vol. 2
no. 3 México dic. 2005
[31] Jeff Cohen. La
concentración de los medios de comunicación en Estados Unidos. Comentarios formulados
en la Conferencia: "Democratización de las comunicaciones y de los
media" que se realizó el 3 de febrero 2002, en el II Foro Social Mundial
[32] Ricardo Martínez de Rituerto. Entrevista a John C. Merril, "La prensa de calidad está en el centroizquierda".
El País, 13 de febrero de 2000
[34] Marcelo Colussi, “Los
medios de comunicación ya no son el ‘cuarto poder’”. Aporrea, 24 de agosto
de 2014
[35] Daniel Biltereyst y Veva Leye. El poder de los textos sagrados.
Quaderns del CAC, dedicado al XXV Aniversario del Informe MacBride. Consell de
l’Audiovisual de Catalunya (CAC) y Institut de la Comunicació de la Universitat
Autònoma de Barcelona (InCom-UAB)
[38] Citlali Villafranco Robles. Op. Cit.