Mario J. Viera
Aunque
las cifras ofrecidas por el Consejo Nacional Electoral pudieran ser puestas en
dudas, dado que, en su escrutinio, no existen observadores independientes que
den fe de su precisión, son, sin embargo, una guía aproximada del alcance del
rechazo popular a la gestión gubernamental expresado en el índice de abstencionismo
electoral.
El
estudio de los resultados electorales puede aportar numerosas enseñanzas para
los grupos opositores o disidentes al interior del país; enseñanzas estas que
pueden posibilitar la elaboración de las tácticas y métodos para su actividad
política.
El
porciento de abstencionismo electoral permite precisar, con poco margen de
error estadístico, el número de posibles adherentes a una posición de solución
de conflictos llevada a cabo mediante un planeamiento estratégico para el
desarrollo de la actividad opositora frente a la dictadura. Esto es
determinante para impulsar un movimiento de resistencia noviolenta exitoso,
contar con un número de masa crítico para impulsar las campañas de persuasión y
protestas, y de no colaboración con el régimen; una masa crítica que nunca
debiera ser inferior al 5 por ciento del padrón electoral.
Para
algunos el 24.08 % de abstencionismo alcanzado en estas “elecciones” constituye
un natural voto pasivo de castigo ante la situación económica que vive el país,
pero esta conclusión solo es válida en parte; más que una simple respuesta a
condicionantes económico, este negarse a participar en un proceso electoral
convocado por la dictadura expresa una decisión de no colaboración con el
régimen y de toma de conciencia dentro de la población por el hastío ante lo
mismo de siempre.
Una
cifra expresada en tantos porcientos que no supere el 50% no llama mucho la
atención, sin embargo, si ese índice se traduce en números reales y concretos ya
el concepto se hace más abarcador. El 24.8 % del padrón electoral en Cuba dado
en números concretos abarca el conjunto de todos los electores mayores de 16
años que no votaron, es decir un total de 1 955 313 electores, ya de por sí es
un número considerable de ciudadanos con derecho al voto. Muy cerca de dos millones de cubanos que optaron
por la desobediencia civil y por la no colaboración.
Refiriéndose
a estas cifras, voceros de las plataformas electoralistas independientes de
Cuba. aduciendo hablar a nombre de toda la disidencia interna, según informó la
AP (27 de marzo de 2023) “reconocieron que no todas las inasistencias eran de
simpatizantes suyos” incluyendo, entre aquellos que se abstuvieron de votar, a
los, por ellos denominados, “desinteresados”, es decir, un grupo de personas
que se muestran apáticas ante la situación política del país. Esto no es del
todo cierto. Esos desinteresados siempre los ha habido en Cuba desde 1976. El 15
de febrero de 1976 en un referendo constitucional, de un total de 5 717 266
electores, ejercieron el voto 5 602 973 para un 98% de asistencia a las urnas,
el abstencionismo supuestamente fue de solo el dos por ciento, así más o menos estos
niveles de abstencionismo entre los “desinteresados” se ha mantenido durante
todos los procesos electorales impulsados por el PCC, en unos casos más que en
otros.
Algo
más, estos voceros incluyen entre las inasistencias “aquellos que emigraron,
pero aún constan en el padrón electoral, pues la ley establece dos años de
ausencia antes de retirarlos”. ¡Qué quiere decir esto! Un reconocimiento tácito
de que el índice real de abstencionismo fue menor que el reportado
oficialmente, pues entre los no asistentes se incluyen los que no están en el
país, porque todavía están incluidos dentro de padrón electoral. Esto último
también es incorrecto. Veamos qué dice la Ley 127 con respecto al registro
electoral:
Artículo
76. 3: El Registro Electoral expide la Lista de Electores, documento público
que contiene los datos de identidad y residencia electoral de los
ciudadanos cubanos con derecho al sufragio activo para utilizar en los procesos
electorales, referendos y plebiscitos.
Artículo
78. 2: El carácter permanente del Registro Electoral está determinado por la
actualización sistemática de los datos que inscribe sobre los ciudadanos
cubanos con derecho electoral, la atención que da a las solicitudes y
reclamaciones que se presentan y las certificaciones que expide.
Artículo
79.1: El Registro Electoral se actualiza permanentemente con la
información que tributan: a) El Registro del Estado Civil; b) las
direcciones de Identificación, Inmigración y Extranjería y de
establecimientos penitenciarios del Ministerio del Interior; c) los tribunales
de justicia; d) las organizaciones de masas; y e) los organismos y otras
instituciones que, por su naturaleza o por mandato legal, deben hacerlo.
¿Muchos
de los que decidieron no concurrir a los colegios electorales no son
simpatizante con la oposición y disidencia interna? No caben dudas al respecto.
Existe el temor dentro de la población de que todas las organizaciones
opositoras estén penetradas por la seguridad del estado, idea que el régimen ha
sabido inculcar en la mente de muchos en Cuba. Pero también queda claro que la
oposición interna no ha sido capaz de captar simpatizantes, que ha faltado el
contacto organizaciones disidentes / pueblo en general. Esos no simpatizantes
forman el sector sobre el cual la oposición está obligada a hacer un esfuerzo
de proselitismo y de formación de conciencia. La oposición, si quiere tener éxitos
políticos frente al poder del PCC, debe ir a la captación del movimiento obrero,
penetrar las secciones sindicales y conducir los sindicatos hacia la acción
noviolenta de huelgas y paros laborales; debe actuar dentro del movimiento
estudiantil universitario y de la enseñanza secundaria; debe seguir
profundizando la labor política dentro de los sectores intelectuales y
artísticos que tuvieron como antecedentes el Movimiento San Isidro y la
protesta noviolenta del 27 de noviembre de 2020. Ello requiere organización,
disciplina y proyecto estratégico, requiere actuar prácticamente a las sombras,
sutil y constantemente.
Como
cuestión adicional, la disidencia interna debe tratar de obtener los resultados
electorales en cada una de las provincias del país.
Existe un potencial humano que puede ser impulsado para fines más perentorios en ese 24.08 % de los que no votaron, en esos 383 448 que entregaron las boletas en blanco y en esos 215 767 que anularon las boletas electorales. Todos ellos constituyen una potencial fuerza política de 2 554 528 cubanos, o lo que es lo mismo: el 31.6% del padrón electoral.