miércoles, 29 de marzo de 2023

24.08% DE ABSTENCION (DATO OFICIAL) ENSEÑANZA

Mario J. Viera

 


Aunque las cifras ofrecidas por el Consejo Nacional Electoral pudieran ser puestas en dudas, dado que, en su escrutinio, no existen observadores independientes que den fe de su precisión, son, sin embargo, una guía aproximada del alcance del rechazo popular a la gestión gubernamental expresado en el índice de abstencionismo electoral.

El estudio de los resultados electorales puede aportar numerosas enseñanzas para los grupos opositores o disidentes al interior del país; enseñanzas estas que pueden posibilitar la elaboración de las tácticas y métodos para su actividad política.

El porciento de abstencionismo electoral permite precisar, con poco margen de error estadístico, el número de posibles adherentes a una posición de solución de conflictos llevada a cabo mediante un planeamiento estratégico para el desarrollo de la actividad opositora frente a la dictadura. Esto es determinante para impulsar un movimiento de resistencia noviolenta exitoso, contar con un número de masa crítico para impulsar las campañas de persuasión y protestas, y de no colaboración con el régimen; una masa crítica que nunca debiera ser inferior al 5 por ciento del padrón electoral.

Para algunos el 24.08 % de abstencionismo alcanzado en estas “elecciones” constituye un natural voto pasivo de castigo ante la situación económica que vive el país, pero esta conclusión solo es válida en parte; más que una simple respuesta a condicionantes económico, este negarse a participar en un proceso electoral convocado por la dictadura expresa una decisión de no colaboración con el régimen y de toma de conciencia dentro de la población por el hastío ante lo mismo de siempre.

Una cifra expresada en tantos porcientos que no supere el 50% no llama mucho la atención, sin embargo, si ese índice se traduce en números reales y concretos ya el concepto se hace más abarcador. El 24.8 % del padrón electoral en Cuba dado en números concretos abarca el conjunto de todos los electores mayores de 16 años que no votaron, es decir un total de 1 955 313 electores, ya de por sí es un número considerable de ciudadanos con derecho al voto.  Muy cerca de dos millones de cubanos que optaron por la desobediencia civil y por la no colaboración.

Refiriéndose a estas cifras, voceros de las plataformas electoralistas independientes de Cuba. aduciendo hablar a nombre de toda la disidencia interna, según informó la AP (27 de marzo de 2023) “reconocieron que no todas las inasistencias eran de simpatizantes suyos” incluyendo, entre aquellos que se abstuvieron de votar, a los, por ellos denominados, “desinteresados”, es decir, un grupo de personas que se muestran apáticas ante la situación política del país. Esto no es del todo cierto. Esos desinteresados siempre los ha habido en Cuba desde 1976. El 15 de febrero de 1976 en un referendo constitucional, de un total de 5 717 266 electores, ejercieron el voto 5 602 973 para un 98% de asistencia a las urnas, el abstencionismo supuestamente fue de solo el dos por ciento, así más o menos estos niveles de abstencionismo entre los “desinteresados” se ha mantenido durante todos los procesos electorales impulsados por el PCC, en unos casos más que en otros.

Algo más, estos voceros incluyen entre las inasistencias “aquellos que emigraron, pero aún constan en el padrón electoral, pues la ley establece dos años de ausencia antes de retirarlos”. ¡Qué quiere decir esto! Un reconocimiento tácito de que el índice real de abstencionismo fue menor que el reportado oficialmente, pues entre los no asistentes se incluyen los que no están en el país, porque todavía están incluidos dentro de padrón electoral. Esto último también es incorrecto. Veamos qué dice la Ley 127 con respecto al registro electoral:

Artículo 76. 3: El Registro Electoral expide la Lista de Electores, documento público que contiene los datos de identidad y residencia electoral de los ciudadanos cubanos con derecho al sufragio activo para utilizar en los procesos electorales, referendos y plebiscitos.

Artículo 78. 2: El carácter permanente del Registro Electoral está determinado por la actualización sistemática de los datos que inscribe sobre los ciudadanos cubanos con derecho electoral, la atención que da a las solicitudes y reclamaciones que se presentan y las certificaciones que expide.

Artículo 79.1: El Registro Electoral se actualiza permanentemente con la información que tributan: a) El Registro del Estado Civil; b) las direcciones de Identificación, Inmigración y Extranjería y de establecimientos penitenciarios del Ministerio del Interior; c) los tribunales de justicia; d) las organizaciones de masas; y e) los organismos y otras instituciones que, por su naturaleza o por mandato legal, deben hacerlo.

¿Muchos de los que decidieron no concurrir a los colegios electorales no son simpatizante con la oposición y disidencia interna? No caben dudas al respecto. Existe el temor dentro de la población de que todas las organizaciones opositoras estén penetradas por la seguridad del estado, idea que el régimen ha sabido inculcar en la mente de muchos en Cuba. Pero también queda claro que la oposición interna no ha sido capaz de captar simpatizantes, que ha faltado el contacto organizaciones disidentes / pueblo en general. Esos no simpatizantes forman el sector sobre el cual la oposición está obligada a hacer un esfuerzo de proselitismo y de formación de conciencia. La oposición, si quiere tener éxitos políticos frente al poder del PCC, debe ir a la captación del movimiento obrero, penetrar las secciones sindicales y conducir los sindicatos hacia la acción noviolenta de huelgas y paros laborales; debe actuar dentro del movimiento estudiantil universitario y de la enseñanza secundaria; debe seguir profundizando la labor política dentro de los sectores intelectuales y artísticos que tuvieron como antecedentes el Movimiento San Isidro y la protesta noviolenta del 27 de noviembre de 2020. Ello requiere organización, disciplina y proyecto estratégico, requiere actuar prácticamente a las sombras, sutil y constantemente.

Como cuestión adicional, la disidencia interna debe tratar de obtener los resultados electorales en cada una de las provincias del país.

Existe un potencial humano que puede ser impulsado para fines más perentorios en ese 24.08 % de los que no votaron, en esos 383 448 que entregaron las boletas en blanco y en esos 215 767 que anularon las boletas electorales. Todos ellos constituyen una potencial fuerza política de 2 554 528 cubanos, o lo que es lo mismo: el 31.6% del padrón electoral. 

martes, 28 de marzo de 2023

EL PCC SI NOMINA CANDIDATOS

 

Mario J. Viera

 


El PCC insiste que no es un partido electoralista, que nunca ha nominado candidatos para diputados a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Quien, se lo crea, pues felicidades porque vive en el limbo. No hay candidatos que presenten de por si sus aspiraciones para se nominados en alguna Asamblea Primaria del PCC. Eso no existe ni tampoco es posible que cualquier ciudadano se proponga como candidato.

Sin embargo, en cada convocatoria para las elecciones parlamentarias aparece, así, como de la nada, un numeroso grupo de candidatos, en igual cantidad que la de plazas vacantes en la Asamblea Nacional del Poder Popular. En esta última convocatoria hubo 470 plazas disponibles en eso que se dice es el parlamento cubano y, en consecuencia, hubo también 470 candidatos, todos formando un bloque macizo al que hay que concederles el voto unido, o se eligen todos, por los electores o se eligen de todos modos por el Consejo Nacional Electoral. No hay debates entre candidatos, no es necesario, ninguno tiene que pelear un puesto contra otro candidato.

¿De dónde salen? Si nadie puede presentarse como candidato por sí mismo, si no hay debate en primarias donde se nomine a un candidato, ese candidato tiene que salir de algún lugar ¿del PCC? Parece que no y, al mismo tiempo parece, que sí. Parece que no porque no existen candidatos por el PCC, al menos así es en apariencias.

El nido donde se incuba las candidaturas se encuentra dentro de unas muy sui generis comisiones de candidaturas. Así lo establece la Ley 127 o Ley Electoral.  El Artículo 153.1 de la susodicha Ley, establece: “Las comisiones de candidaturas se integran por representantes de la Central de Trabajadores de Cuba, de los Comités de Defensa de la Revolución, de la Federación de Mujeres Cubanas, de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños, de la Federación Estudiantil Universitaria y de la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media, designados por las direcciones nacionales, provinciales y municipales respectivas”.  ¡Ah, bueno, son las organizaciones de masas los que nominan a los candidatos! Es el pueblo… ¿El pueblo?

¿Acaso esas denominadas organizaciones de masas son realmente representativas del pueblo? Tal vez sí, si se acata el artículo 14 de la Constitución de 2019: “El Estado reconoce y estimula a las organizaciones de masas y sociales, que agrupan en su seno a distintos sectores de la población, representan sus intereses específicos” Representan los “intereses específicos” de distintos sectores de la población. ¿Es así en realidad? No se trata solo de representar al pueblo, porque esas organizaciones tienen que cumplir un “mandato constitucional”, el de incorporar a esos sectores de la población en “las tareas de la edificación, consolidación y defensa de la sociedad socialista”; y por supuesto se deja a criterio de la ley establecer “los principios generales en que estas organizaciones se fundamentan” ¿y quién es el principal conductor de las tareas de la “edificación, consolidación y defensa” de la sociedad socialista? Pues el Partido Comunista de Cuba.

El artículo 5 de la Constitución de 2019 impone al PCC el deber de organizar y orientar “los esfuerzos comunes en la construcción del socialismo y el avance hacia la sociedad comunista”. Todo ello en su condición de “fuerza política dirigente superior de la sociedad y del Estado” que le confiere ese mismo artículo 5. En consecuencia, tanto legal como constitucionalmente, las organizaciones de masas son organizaciones controladas y “orientadas” es decir, dirigidas por el PCC.

Así tenemos: CTC: Secretario general, Ulises Guilarte de Nacimiento. Miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba, también es Diputado a la Asamblea Nacional del Poder Popular. Miembro del Consejo de Estado. CDR: Coordinador Nacional, Gerardo Hernández Nordelo. Miembro del Comité Central del Partido y del Consejo de Estado de la República de Cuba, y cabecilla de la Red Avispa. FMC: Presidente Teresa Amarelle Boué.  Es miembro del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y del Consejo de Estado. ANAP: Presidente Rafael Ramón Santiesteban Pozo. Miembro del Comité Central del Partido y del Consejo de Estado. La Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y la Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media (FEEM) organizaciones dependientes y controladas por la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) la que por mandato del artículo 6 de la Constitución de 2019, como “vanguardia de la juventud cubana” tiene como tarea fundamental la de contribuir “a la formación de las más jóvenes generaciones en los principios revolucionarios y éticos de nuestra sociedad”, y promover la participación de esas jóvenes generaciones “en la edificación del socialismo”.

Estas comisiones electorales son, sencillamente, el parabán del Partido Comunista de Cuba para ocultar su papel en la selección de sus nominados para la candidatura a los puestos dentro de la Asamblea Nacional del Poder Popular y para, de entre ellos, elegir al gobierno de Cuba y al Consejo de Estado y estos no pueden ser simples militantes del PCC.

lunes, 27 de marzo de 2023

DEJEN LA SONSERA, EN CUBA NADIE TIENE DERECHOS “CONSTITUCIONALES”, SOLO EL PCC LOS TIENE

 

Mario J. Viera


 

¿Cuándo se entenderá en Cuba que nadie tiene “derechos constitucionales” y que esos derechos solo los tiene el PCC? Hasta que esto no cale en la mente de los activistas de la oposición cubana se seguirán dando palos a ciegas. ¿Cuándo entenderán los ilusos de las plataformas independientes de “derechos” y “defensa” electorales, que la tan manida la Ley 127 o Ley Electoral de agosto de 2019, es susceptible de ajustes sobre la marcha de acuerdo con los condicionamientos del régimen?

Hay en Cuba, en la mentalidad reformista, grupos como Observadores de Derechos Electorales (¿Cuáles derechos electorales); como la Comisión Cubana de Defensa Electoral (¿defender, supuestos “derechos electorales”? derechos que jamás se alcanzarán mientras superviva el régimen del PCC); y como Ciudadanos Observadores de Procesos Electorales (“Observadores” no reconocidos por la dictadura ¿qué poder pueden tener para actuar como tales, cuando de inmediato son reprimidos por la seguridad del estado y obligados a mantenerse en reclusión domiciliaria mientras dure el proceso electoral?).

Las plataformas denuncian: “…en muchos colegios electorales se le negó la entrada a cualquier ciudadano, y muchos de ellos, también activistas, fueron detenidos, sus casas sitiadas, amenazados con fuertes represalias y hasta golpeados por el ejercicio de sus derechos constitucionales". Así, y siempre así, actuará una dictadura totalitaria como la existente en Cuba.

¿Línea civilista y sin confrontación y solo de carácter reformista? ¡Habrá que esperar por la aparición milagrosa de un Gorbachov cubano!

Desde la tranquilidad del exilio no les voy a proponer que sigan una línea de acción determinada, eso es asunto de los activistas de la oposición o de la disidencia interna en Cuba. No por ello tengo que inhibirme de criticar lo que considere equivocado en los métodos que se empleen para enfrentar al régimen, sean civilistas, reformistas o violentos o como puedan definirse. No obstante, considero que la labor de convencimiento para el impulso del abstencionismo electoral fue deficiente confiando todo el esfuerzo en una propaganda diluida dentro de los medios sociales del internet.

Pudo haberse hecho mucho más, tiempo suficiente hubo para ello. Con o sin plataformas independientes, en Cuba existe el descontento, el rechazo al sistema en grandes sectores poblacionales; eso quedó demostrado el 11 de Julio y ese descontento tenía que ser aprovechado para impulsar el abstencionismo, no de manera exclusiva por plataformas digitales sino de manera directa dentro del pueblo, aunque es claro que, para ello, se requería organización y la formación de activistas entrenados para llevar el mensaje a todos, vis à vis.

Debió solicitarse al Consejo Interamericano de Derechos Humanos su disposición de enviar observadores imparciales para el escrutinio de los resultados electorales, acompañando esa solicitud con un informe pormenorizado de todas las violaciones precedentes en materia electoral y declarar, por todos los medios, que la oposición cubana no reconocería como válidos los resultados electorales no supervisados por observadores internacionales.

Y aquí están los resultados del escrutinio electoral dado a conocer por Alina Balseiro Gutiérrez, máxima responsable de las autoridades electorales, esas que, de acuerdo al Artículo 86, inciso a de la Ley 127, deben: “Hacer patente, en todo momento, su lealtad a la Patria, a la Revolución y al sistema político, económico y social que defendemos”: de 8.120.072 electores 6.164.876 votaron, el 75,92% del padrón electoral, lo que hace situar el índice de abstencionismo en solo 24.08 % del registro electoral; además,  el 90,28% de las boletas fueron válidas, en blanco fueron un 6,22% del total, anuladas, un 3,50% y el 72.10% de los electores votaron por todos los candidatos propuestos. ¿Resultados creíbles? Evidentemente no.

A las cinco de la tarde, hora de cierre de los colegios electorales, había votado ─ según el Consejo Nacional Electoral ─ un 70,34 % del censo electoral para un índice de abstención de muy cera del 30 % (29.66). Como el CNE tiene que ser leal a la revolución y al sistema político, económico y social impuesto en Cuba por el PCC, se extendió por dos horas más el horario de apertura d los colegios electorales.

Había que desmentir la consigna “Cuba dice NO a la dictadura”. Había que resaltar el voto favorable a la consigna del régimen del voto unido, por lo que del 90% de boletas válidas el 72 % de ellas correspondió a favor del voto por todos los candidatos.

domingo, 26 de marzo de 2023

El sainete electoral de hoy en Cuba

Mario J. Viera

 


Sí porque un sainete es aquella pieza teatral de solo un acto de carácter jocoso, y lo jocoso puede ser hasta burlesco y grotesco. Es así simplemente como se pudiera considerar esta pieza en un solo acto del proceso electoral que hoy pone en marcha el régimen del poder de un solo partido político que impera en Cuba. Sin embargo, este sainete va más allá de lo jocoso y lo grotesco, para asumir una forma más seria y significativa, pues puede asumir un carácter de referendo.

Es un referendo sobre el sistema de gobierno de Cuba y sobre sus dirigentes, mediante el cual el pueblo puede mostrar su adhesión o su rechazo a ese sistema. Es un referendo también que pone a prueba a la disidencia u oposición interna. Es un referendo que pudiera reflejar lo que el pueblo piensa.

El régimen insiste, hace campañas para que la gente acuda a ejercer el voto y a darlo por todos los candidatos de la boleta electoral. No escatiman tiempo ni recursos, lo saben, conocen que este de hoy es un referendo, que no se medirá solamente en votos emitidos o en blanco, sino también por los votos inalcanzables del abstencionismo. A mayor abstencionismo mayor rechazo a la gestión del régimen.

Una de las tácticas de un movimiento de resistencia noviolenta es la del boicot electoral. Partiendo de este principio, algunas organizaciones disidentes de Cuba han lanzado la consigna del abstencionismo y hasta se han decidido por conformar grupos de “observadores independientes” del proceso electoral alegando que es un derecho recogido en el texto constitucional del 2019; error de concepto ya que los “derechos” recogidos en la actual constitución están condicionados a las leyes y los principios recogidos en sus artículos 4 y 5.

Un boicot de cualquier tipo y muy en especial de tipo político requiere de la elaboración de una poderosa campaña propagandística a favor de los objetivos que se persiguen, generar estado de opinión y convencimiento de un gran sector poblacional. Convencer es lo primario, y para convencer, el mensaje debe llegar a todos, al pueblo real no al abstracto de los medios digitales.

Refiriéndose a las elecciones convocadas para hoy, el sacerdote cubano, Alberto Reyes Pías, expresó en su página de Facebook: "Ahora se acerca un momento que exige de cada ciudadano pensante un '¿para qué?” Pensar con claridad conociendo el por qué y el para qué. “Cada persona ─ concluye el sacerdote ─ es libre de tomar sus decisiones, pero sería bueno, muy bueno, que esas decisiones se tomen desde esa capacidad grandiosa que se nos ha dado, y que se llama “pensar”. He aquí la importancia de un mensaje claro para ayudar a pensar y poder garantizar el éxito del boicot.

Promocionar la consigna, "Cuba dice NO a la dictadura", es arriesgado e inapropiado, se corre el riesgo de caer en el ridículo si no se alcanzan los resultados satisfactorios del boicot electoral; basta solo con la consigna “Yo no voto”. Si en 1976 y 2013 el índice de abstencionismo electoral fue del 10 %, en las elecciones para candidatos a la Asamblea Nacional del Poder Popular del 2018 esta cifra alcanzó el 15,6%; en el referendo para el Código de Familia se alcanzó un abstencionismo aproximado del 25 %, para alcanzar un 31% en las elecciones de delegados municipales. Si no se alcanza un 40% en estas elecciones, el boicot no habrá alcanzado sus objetivos. Por tanto, este proceso electoral servirá como un referendo de como ha sido la influencia opositora entre la población.  


jueves, 23 de marzo de 2023

¿RENACE EL DIRECTORIO REVOLUCIONARIO DE ECHEVERRIA?

 

Mario J. Viera



Un nuevo grupo de oposición al régimen del Partido Comunista de Cuba (PCC) ha surgido, pero con características propias que lo distinguen de todos los grupos u organizaciones disidentes que actúan en Cuba. En primer lugar, su carácter subterráneo, clandestino, que se propone el rescate de las tradiciones del Directorio Revolucionario, fundado por José Antonio Echeverría en la Universidad de La Habana, durante el periodo de resistencia violenta al régimen autoritario de Fulgencio Batista. En su proclama de identificación, este grupo, que se hace llamar El Nuevo Directorio (END), se declara a favor de la resistencia noviolenta. En segundo lugar, todo indica que se trata de un movimiento actuando dentro del sector estudiantil. Elementos todos estos que resultan ser de gran interés para los partidarios de la resistencia fundada en los principios de la noviolencia.

El pasado 20 de marzo, sobre la fachada de la Facultad de Física de la Universidad de La Habana, apareció un grafiti con solo tres palabras: “¡Abajo la Dictadura!” Acción ésta que, de inmediato, se atribuyó END.

Se desconoce quiénes son los conductores del END, o cuántos miembros lo componen. Esto, dado la condición de clandestinidad del grupo, resulta obvio. En la Declaración del 20 de marzo, El Nuevo Directorio señala que, el grupo u organización, surgió por “una necesidad histórica inevitable” y organizado por un “grupo de cubanos libres desde hace 10 años de manera secreta”.

Diez años resulta un tiempo elevado, suficiente para lograr una organización bien estructurada y en concordancia con el trabajo a la sombra que el grupo propone seguir; organización que, dado su carácter clandestino, tal como la experiencia histórica ha hecho evidente, debiera estructurarse celularmente, con liderazgo horizontal y enmarcada dentro de un principio de cultura de seguridad. Diez años es tiempo suficiente para haber captado seguidores, elaborar proyectos programáticos y confeccionar un plan estratégico de lucha.

¿Cuál es su visión de futuro? No está completamente definida, expresada solo en conceptos generales, como el propósito de buscar “una nueva República de Cuba, bajo la Constitución de 1940, como marco y arma legal inicial para restaurar la Ley y Orden perdido (…) desde 1959”.

¿Cuál es su posición ideológica? Ellos se declaran como “conservadores y libertarios” lo que puede presumirse que se afilian dentro de posiciones de centro derecha o de derecha. Por otra parte, resulta interesante su tesis de matar a un muerto, es decir, de liquidar dentro de la conciencia de los cubanos, lo que pueda quedar de las posiciones políticas de Fidel Castro.

En un movimiento bien organizado de resistencia noviolenta frente a una dictadura de carácter totalitario y militarizada, existen dos sectores sociales que deben ser ganados por la oposición, el sector obrero dentro del movimiento sindical, y las juventudes, especialmente las universitarias y las preuniversitarias; para ello se requiere un trabajo serio, oculto de proselitismo, llevado a cabo por activistas debidamente capacitados.

Al momento END todavía es una incógnita, ¿crecerá en efectivos?; ¿podrá sobrevivir a los chivatazos y al acoso de los órganos de inteligencia represivos del régimen del PCC?                

martes, 21 de marzo de 2023

DIAZ-CANEL, ASERE QUE BOLA

 


Mario J. Viera

El dictador de turno de Cuba se siente satisfecho; si hasta parece contento con los pobres resultados del equipo beisbolero que sufrió una verdadera pateadura de carreras en su enfrentamiento con el conjunto estadounidense; sí, porque quedar en cuarto lugar es un gran honor. “Ustedes hicieron feliz a este pueblo”, exclamó el dictador en la bienvenida a un equipo quedado en la marginalidad deportiva, tan marginal como el marginal nombre que le regalara a la selección cubana de “Team. asere”.

Feliz está el pueblo, ¡sí, cómo no!, si solo salieron cuatro gatos debidamente seleccionados para darles un cordial recibimiento y todo ello hasta “bajo la inclemencia del tiempo en la capital”. ¡Asere, qué bolá, ustedes son los héroes del momento! ¿Héroes? Allá, al Coliseo de la Ciudad Deportiva, fueron llevados los aseres entre, según afirmó el libelo órgano oficial del PCC, “los vítores de miles de jóvenes de las escuelas deportivas y de las universidades de la capital”, vítores que dieron porque tenían que dar; las orientaciones deben ser cumplidas a cabalidad.

Y afirma el asere, digo, el presidente: “Aquí llevamos varios días que solo se habla del Team Asere y de las elecciones del día 26 de marzo en las que también vamos a tener una victoria de la Revolución”. Es posible que sí, que sean ellos los que lo hablen, porque dentro del pueblo se habla diferente. Por otra parte, si el 26 de marzo la dictadura, que se autodenomina “revolución” obtenga igual victoria que la obtenida por los aseres, será lo mismo que le ocurriera a la selección cubana de béisbol, el descalabro alcanzado en Miami, protestas de Miami aparte.

“El viernes ─ hizo recordar el asere presidente ─ hubo un concierto multitudinario y un acto político en la escalinata de la Universidad de La Habana, con más de 70 000 personas, y todo el mundo hablaba del equipo Cuba y de apoyarlos”. ¡No jodas, asere! ¿Setenta mil personas?

Miami, el pasado domingo, les dio a los aseres un desagradable mitin de repudio; pero este lunes, el asere Díaz-Canel los puso en ridículo con sus hipócritas alabanzas y los utilizó para hacer campaña a favor de la farsa electoral del 26 de marzo.

¡Qué pena, pobres peloteros cubanos, solo han quedado como un grupo marginal de aseres! Mal recibidos en Miami y ridiculizados en Cuba.

lunes, 20 de marzo de 2023

“ACTO DE REPUDIO” EN EL ESTADIO DE LOS MARLINS

Mario J. Viera


  En el juego político de pelota, no podemos irnos con la de trapo y Miami siempre se va con la de trapo. Este domingo se celebró un encuentro decisivo entre los equipos de Cuba y de Estados Unidos en las semifinales del V Clásico Mundial de Béisbol. Los resultados fueron una apabullante derrota del equipo isleño ante la selección estadounidense.

Como las televisoras hispanas de Telemundo y Univisión no transmitieron el partido, no pude ver el encuentro. ¿Jugó mal el equipo cubano? No lo sé. Los resultados muestran que la selección estadounidense fue extraordinaria; pero sigo preguntándome ¿Jugaron mal los cubanos o fueron otras las causas que dieron por resultado su humillante derrota? Los partidos deportivos se ganan en el terreno y en la gradería. El apoyo entusiasta de los simpatizantes de un equipo juega mucho a favor de sus resultados. Y este apoyo moral de la fanaticada estuvo totalmente ausente para la selección cubana.

El momento era oportuno para que el exilio cubano de Miami mostrara toda su energía en defensa de su derecho de expresión y de repudio a la dictadura comunista; eso no está mal, las tiranías tienen que ser denunciadas y repudiadas con todo el vigor de los pueblos, de frente, cara a cara, luchando porque bien se ha dicho, los derechos se conquistan con la acción. Sin embargo, hay un detalle que no podemos pasar por alto: allí, ayer, en el Loan Depot Park de Miami, el estadio de los Marlins no estaban Díaz-Canel, ni Machado Ventura, ni Raúl Castro; no había en el encuentro un equipo del Ministerio del Interior, no estaban los represores, los bandoleros de la respuesta rápida.

¿Acaso tiene razón Mark DeRosa, el mánager del conjunto estadounidense cuando expresó: “El equipo (cubano) más o menos representa al gobierno, y hay gente que no está muy contenta al respecto”? También se pudiera alegar que el equipo cubano “más o menos representa a Cuba”.

Un entusiasta cintillo apareció en la edición de hoy del Diario de Cuba: “El mensaje del exilio contra el régimen se escuchó fuerte y claro en toda la Isla a través de la televisión oficial”. ¿Fue así, en realidad? Tal vez sí, pero… ¿Sorprendió ese mensaje al pueblo de Cuba? Eso, la gente en Cuba lo da por hecho, ya están acostumbrados los cubanos de la isla a los mensajes del exilio. ¿Influirá tal mensaje para animar a los electores en Cuba  a abstenerse de manera masiva en las elecciones programadas en Cuba para el 26 de marzo? ¡Para nada! Ya la gente en Cuba ha tomado su decisión para esa fecha. Muchos lo dicen, no votarán y es posible que el porcentaje de abstencionismo electoral será, esta vez tan contundente como fuera la derrota del equipo cubano frente a Estados Unidos de 14 carreras contra 2 de Cuba.

No faltaron “actos heroicos” en el encuentro Cuba -Estados Unidos. El grafitero Danilo Maldonado "El Sexto", se lanzó al terreno en la sexta entrada por el jardín central durante el turno de la novena cubana, desplegando una tela con el mensaje "Libertad para los presos cubanos del 11J". Esto me hizo recordar un hecho semejante ocurrido el 26 de noviembre de 1952 cando José Antonio Echeverría, José Hidalgo Peraza, Danilo Baeza Sánchez y Fructuoso Rodríguez penetraron dentro del terreno del estadio del Cerro, durante el encuentro de los equipos de béisbol Almendares y Habana, portando una sábana blanca donde se condenaba al golpe de estado. La diferencia es que ahora El Sexto no tuvo que enfrentar la agresión violenta de la policía de la dictadura batistiana.

Previo al encuentro el mánager del equipo Cuba, Armando Johnson, había declarado a la prensa:  "Aquí nosotros venimos a jugar béisbol. No nos preocupan los que vengan a provocar a los jugadores", ¿Provocar a los jugadores? Tal vez esa no fuera la intención de los estridentes, pero, en realidad todo parecía que así fuera, que se estaba replicando uno de los métodos aplicados por la dictadura del PCC en contra de los disidentes, un acto de repudio afectando a los jugadores cubanos. Portar camisetas con el mensaje de Patria y Vida, vale, colocar algún cartel haciéndole llegar el mensaje a los peloteros cubanos que se protestaba en contra de la dictadura, no está mal, aunque mejor debiera ser lo que hizo el reguetonero cubano Ovidio Crespo “Ovi“, quien, en su cuenta de Instagram, llamó a dar apoyo al equipo Cuba y al deporte, "pero no a la dictadura ni al comunismo".. Este hubiera sido el mejor mensaje de cubanos a cubanos; el mensaje que dejara claramente expuesto que se protestaba contra el intento del dictador de turno Díaz-Canel de politizar el partido de pelota para promover su campaña a favor de las elecciones del próximo 26 y que la protesta no iba contra del equipo Cuba. Había que hacerle claro a esos peloteros que el exilio cubano como a cubanos, los respetaban y exponer en un cartel un reclamo: “¡Jueguen por Cuba, no por Díaz-Canel!” 

Nada de esto se hizo, las gradas se llenaron no para disfrutar un partido de béisbol, sino para darle rienda suelta a las frustraciones. No se trataba de una manifestación espontánea era claro que dirigentes del exilio organizaron el espectáculo. Allí estaban presentes “Somos Más”, “Cuba Decide” y hasta el complaciente ─ evito usar el peyorativo “detestable ─ Otaola ganando imagen que las amables cámaras de Telemundo le regalan, para él poder seguir viviendo del cuento.


sábado, 18 de marzo de 2023

Revolución

 


Del II Tomo de “La revolución cubana: Un análisis crítico de la era del castrismo”. Capítulo I

Mario J. Viera

Si estudiamos todos los procesos o peculiaridades por los que transcurren y caracterizan a las revoluciones clásicas, podrá colegirse ─ sin implicar en este razonamiento una admisión del determinismo histórico ─, que existen y rigen, en toda revolución, determinadas características que las identifican.

La revolución que se iniciaba en Cuba no era una de carácter clasista, sino una revolución de la clase media cubana urbana

Las revoluciones no son movimientos de ciudadanos, sino movimientos de masas; y ya Castro, desde el primer día, se manifiesta como un agitador de masas. Toda revolución, en sus etapas iniciales, es populista; porque sin el apoyo popular, devenido en apoyo de masas o de populacho, fracasan. Y Castro proclama al pueblo como el conductor verdadero de la insurrección. Le coquetea al pueblo, presentándole como el verdadero ejecutor de la rebelión antibatistiana; quiere ganarse su simpatía, y aún más, si fuera posible, su adoración, como si él mismo fuera el Mesías ansiado. La revolución la ha hecho el pueblo y el pueblo es la revolución. Identidad pueblo-revolución. El mal que se haga contra la revolución se entiende hecho contra todo el pueblo: Dice Castro: “Los ataques contra la Revolución van contra el pueblo, los ataques contra nosotros van contra el pueblo, porque nosotros aquí no representamos otro interés que el interés del pueblo[1].

Las revoluciones comienzan con la toma del poder del partido revolucionario, y solo desde el poder se ejecuta la revolución, así ha sido con la Revolución Francesa del jacobinado, así fue durante la mini revolución de la Comuna de París, y así ha sido con la revolución bolchevique de 1917.

Desde ahora en adelante se cumplirían las leyes o caracteres que rigen un movimiento revolucionario:

Primera ley: En toda revolución rige la Ley de Jano, un rostro mirando al pasado que la justifica, y otro rostro mirando al futuro que la anima, y nunca mirando al presente. Se impone el miedo al retorno del pasado, formándose a posteriori el miedo a la libertad: “en un proceso revolucionario tan hondo como este ─ dirá Castro el 6 de febrero de 1959 ─, no caben términos medios, que un proceso revolucionario como este llega a la meta o el país se hunde en el abismo, que o avanzamos cien años o retrocedemos cien, que una recaída en el pasado sería la peor suerte, y la suerte más indigna que pudiera caberle a un pueblo como este”. Y ratifica este concepto el 16 de marzo cuando toma posesión del cargo de Primer Ministro: “¡El fracaso de la Revolución es el abismo, la guerra civil, el mar de sangre y, al fin y al cabo, el regreso de Batista, de Ventura, de Chaviano, de Masferrer, de Carratalá y de toda aquella caterva de criminales!, porque aquí no hay términos medios”.

El futuro visto como promisorio y el presente es solo una etapa que se alcanza para llegar al futuro halagador. Castro lo dice así, el 22 de diciembre de 1975 con motivo de la Clausura del Primer Congreso del Partido Comunista (PCC):

Nuestro futuro se presenta halagador, se presenta claro. Hoy somos libres, hoy somos dueños absolutos de nuestro destino, y por eso podemos construir ese futuro. Llegaremos tan lejos cuanto seamos capaces de llegar (…) Seguiremos adelante. ¡Construiremos el socialismo! (…) Una nueva etapa de la Revolución se inicia con este Congreso. El camino hasta aquí no ha sido fácil, pero lo hemos andado. El camino futuro tampoco será fácil, pero lo andaremos mejor todavía. Ese camino lo ha trazado el Congreso…”. 

La Revolución promete la libertad; pero las libertades han de ejercerse bajo un condicionamiento: “hacer un uso digno y patriótico de ellas”, según el criterio de Castro, entendiéndose como “patriótico” el apoyo que se dé al partido revolucionario y solo a la revolución.

Segunda Ley: En toda revolución existe la violencia de la Titanomaquia, la batalla entre los titanes: lucha entre adversarios competidores por el liderazgo de la revolución, el sector más fuerte aplasta al más débil, jacobinos sobre girondinos, Stalin sobre Trotsky; Movimiento 26 de Julio sobre el Directorio Revolucionario; la lucha entre revolucionarios y contrarrevolucionarios; las fuerzas revolucionarias reprimen con violencia a las fuerzas antagónicas opuestas a la revolución. En este contexto no deja de faltar el revanchismo del partido vencedor, en contra de los desplazados del poder o en contra de los adversarios políticos dentro del campo revolucionario, pudiendo asumir tanto formas violentas como sutiles. El revanchismo con apariencias de “hacer justicia” por medio de la guillotina o los paredones de fusilamiento; o como cuestión de los “principios revolucionarios”

Tercera Ley: A la revolución en sus inicios siempre se opondrá un movimiento armado, generalmente con base campesina al estilo de la Vendée en Francia, con apoyo de alguna potencia extranjera; así ocurrió en la revolución francesa, así se produjo durante la revolución bolchevique con las bandas blancas de Antón Denikin y Aleksandr Kolchak, y así se cumplió en la revolución cubana con las bandas de guerrilleros principalmente en el Escambray. Movimientos condenados al fracaso, aplastados por el poder revolucionario y la fuerza de las masas: Ley de la Vendée. 

Cuarta Ley: En toda revolución fatalmente se cumple la Ley de Saturno, cuando comienzan los antagonismos dentro del mismo partido revolucionario: la fuerza hegemónica del partido revolucionario, anula o asesina a la minoría disidente. El fuerte devora al débil. Si, así lo vislumbra el mismo Castro cuando dice en su discurso del 8 de enero de 1959, pronunciado en el Campamento militar de Columbia: “Los peores enemigos que en lo adelante pueda tener la Revolución Cubana somos los propios revolucionarios”.

Quinta Ley: Toda revolución se proclama a sí misma, a su movimiento, como “fuente de derecho”, por la dinámica propia de las transformaciones que implanta, y se legitima en la razón misma del ser y del poder ser. La revolución no solo es fuente de derecho, sino también el final de la historia. El pasado es una etapa oscura de enfrentamiento entre las fuerzas del “progreso” y la retardatorias, la revolución es la negación del pasado. La Historia comienza con la revolución y con ella llega el fin de la Historia.

Sexta Ley: En toda revolución hay combate contra un enemigo objeto ─ aristócrata, oligarca, terrateniente, burguesía, grandes intereses ─ al que se le identifica como causa y razón de todos los tropiezos y de todos los obstáculos que se presentan durante el proceso revolucionario; el enemigo al que hay que eliminar con la violencia de la justicia revolucionaria: sans-culottes contra aristócratas, en Francia; arios contra judíos, en Alemania; clase obrera contra “saboteadores”, en Rusia. Castro identificará como enemigo objeto al “imperialismo” o a los “ricachones”: “Ustedes saben bien que hay gente que no tiene que trabajar ─ denuncia en Santiago de Cuba en discurso del 30 de noviembre de 1959 ─.  Ustedes saben bien que hay gente que en su vida ha derramado una sola gota de sudor.  Ustedes saben que hay gente que vive muy bien y sin embargo no trabaja, y que, sin embargo, tiene tiempo de sobra para murmurar, para regar “bolas” y para hacer campañas contrarrevolucionarias”. Lucha de clases según la doctrina marxista de interpretación de la historia.

Séptima Ley: Las revoluciones necesitan de las crisis, reales, imaginarias o auto creadas, para prolongarse en el tiempo. Las crisis justifican los medios. Así lo entendía Castro:

La Revolución necesita combatir, el combate es lo que hace fuerte a las revoluciones; las amenazas de invasión extranjera y las agresiones que ha sufrido nuestro país, y que pusieron en pie de lucha al pueblo cubano, ha hecho más fuerte a la Revolución. Una revolución que no fuese atacada, en primer lugar, no sería, posiblemente, una verdadera revolución.  Además, una revolución que no tuviera delante un enemigo, correría el riesgo de adormecerse, correría el riesgo de debilitarse. ¡Las revoluciones necesitan luchar, las revoluciones necesitan combatir, las revoluciones, como los ejércitos para hacerse aguerridos, necesitan tener delante un enemigo![2] 

Octava y Novena Ley: Toda revolución cumple una función sigmoide: inicio, clímax y decadencia. En toda revolución que se pretenda continuar más allá del marco de sus objetivos, prolongarla en el tiempo, se cumple la Ley de Termidor: la revolución deviene entonces en su propia antítesis; la negación de su propia negación.

Décima Ley: El torbellino revolucionario, actuando como Ley sobre toda Ley, subsume y subroga al mismo tiempo al Estado. El poder revolucionario, al asumir el Gobierno, asimila al Estado y se hace Estado y Gobierno, todo en una sola unidad. La coerción ya no es función exclusiva del Estado, y el mismo Estado deja de ser la representación jurídica y política de toda la sociedad para, absorbido dentro del único ente político que es la Revolución, ser la representación política y jurídica de la facción en el poder.

Todos estos factores se irán manifestando en la “Revolución Cubana” con el transcurrir de los años.

Para Silvio Costa[3], las revoluciones “se dan a partir de las modificaciones económicas, sociales, políticas, culturales, que agravan las contradicciones inherentes al propio desarrollo de las sociedades, y cuando una parte significativa de la población entiende que no es posible continuar viviendo bajo el orden económico, social y político existentes, y que es necesaria una transformación”.

Para la llamada Revolución Cubana, ¿se cumplen estos presupuestos?



[1] Fidel Castro: Discurso ante los trabajadores de la Shell 6 de febrero de 1959

[2] Fidel Castro, discurso en Santa Clara en el antiguo cuartel Leoncio Vidal, 28 de enero de 1961

[3] Silvio Costa. Comuna de París: Historia y Revolución. Madrid, Invierno/2001

viernes, 17 de marzo de 2023

ELECCIONES Y AUTOCRACIAS

 


Fernando Mires. Blog Polis: Política y Cultura

Desde hace algún tiempo los medios tienden a usar el término “autocracia” para referirse a gobiernos fuertes y autoritarios, antes denominados simplemente, dictaduras. La tendencia no es casual. Seguramente tiene que ver con el aparecimiento de nuevas formas en el ejercicio del poder, formas propias a los tiempos en que vivimos, no asimilables a lo que entendíamos normalmente por dictaduras de tipo “clásico”. Se trata, en términos generales, de formas de poder en las que coexisten sesgos dictatoriales con espacios democráticos, los que se desplazan de acuerdo al cambio de correlaciones de fuerzas en el contexto de un sistema de dominación gubernamental. Dictaduras híbridas, las llaman unos. “Demokraturas”, dicen otros. Gobiernos “i-liberales”, señalan algunos politólogos.

Denominaciones aparte, estamos comprobando la hegemonía alcanzada en la sintaxis política por el término democracia. Hasta la dictadura más terrible quiere ser denominada democracia y no dictadura. Eso hay que computarlo como un hecho positivo, si no olvidamos que los cambios de la realidad comienzan con el cambio de las palabras que la designan.

Si nos atenemos a la literalidad del término democracia, podemos comprobar la existencia de gobiernos no-democráticos que –sea por las razones que sean- no solo mantienen formas democráticas, además provienen de orígenes democráticos. La mayoría de ellos no solo ha llegado al poder mediante elecciones, además suelen convocarlas periódicamente. Evidentemente, las necesitan, aunque sea como medio de legitimación, algo que no era necesario acreditar ante nadie en el pasado reciente. Una dictadura del pasado estaba legitimaba ante sí misma por una religión o por una ideología, pero nunca por ser “democrática”.

Hizo bien el presidente Biden al remarcar que la gran contradicción de nuestro tiempo es la que se da entre democracia y autocracia. Biden, claro está, tomaba como referencia su propio país, cuya antigua democracia se ha visto y ve amenazada por signos innegablemente autoritarios como son los que porta consigo el populismo trumpista. Pero también lo hacía para marcar el espacio internacional entre aquellos que siguen a la autocracia –hoy convertida en dictadura- de Putin en Rusia y los que adhieren al bloque democrático mundial hegemonizado en la guerra de Rusia a Ucrania por la “alianza atlántica” (América del Norte +Europa)

Estamos entonces frente a un fenómeno mundial que, pese a su diacronía, nos muestra una línea demarcatoria internacional y nacional que se da con claridad en determinados espacios geográficos (Europa del Este, América del Sur, Norte de África, Asia Central)

No es el momento para describir las particularidades de ese fenómeno político llamado autocracia. Baste decir, por ahora, que las definiciones o tipologías rígidas solo tienen un uso provisional que no logra captar la dinámica y los desplazamientos de formas y configuraciones que pueden variar en el tiempo, incluso en un solo país, y en lapsos relativamente cortos. Cabe por el momento destacar que tales formas de gobiernos no son “modelos” petrificados pues más bien se encuentran en constante evolución o involución. La dictadura putinista en Rusia es quizás el ejemplo involutivo más notorio: el gobierno de Putin surgió como auténtica democracia para pasar pronto a convertirse en un gobierno autoritario, luego dictatorial, hasta llegar a ser, durante la guerra a Ucrania, la tercera dictadura totalitaria de la modernidad (las primeras fueron el nazismo y el estalinismo)

Hay también ejemplos occidentales que nos muestran como las formas democráticas pueden degenerar en formas autocráticas. Ha sucedido en Polonia, Hungria, Serbia. Incluso democracias largamente establecidas, como la de Israel, amenazan convertirse, bajo el auge de las extremas derechas y del oportunismo de determinados políticos, en este caso Netanyahu, en una nueva autocracia.

En América Latina el caso más relevante sigue siendo la Venezuela chavista y/o madurista, autocracia surgida en parte como reacción populista a la norma democrática (la de Ortega en Nicaragua devino definitivamente en dictadura militar, y al parecer, de modo irreversible) Ha habido, sin embargo, signos que apuntan en sentido contrario: gobiernos tendencialmente autocráticos que han readoptado la norma democrática en contra de pasados autoritarios, como en Colombia y Brasil (anti-uribismo y anti-bolsonarismo). En esos dos casos, aunque los gobernantes elegidos puedan calificarse como de izquierda, la oposición no se dejó enmarcar en el esquema izquierda-derecha, sino en el mucho más amplio de democracia-autocracia. Tanto Petro como Lula abrieron sus alas para agrupar a sectores, si no anti autocráticos, por lo menos, anti-autoritarios.

¿Cómo enfrentar a las autocracias? Esa es una pregunta a la que buscan responder no solo los demócratas latinoamericanos sino también los europeos e israelíes frente a la consolidación de regímenes autocráticos en donde antes hubo democracias. El profesor de la universidad de Princeton Jan Werner- Mueller, en un artículo publicado en Project Syndicate, busca dar respuesta a la pregunta señalada. Así cree encontrar el principal obstáculo para la democratización en la falta de unidad de las fuerzas opositoras anti-autocráticas. Tanto en Israel, en Hungría y en Turquía –constata- la oposición no ha logrado hasta ahora unirse en frentes compactos.

Probablemente si Werner-Mueller se hubiera preocupado del caso latinoamericano, podría haber llegado a una conclusión similar. El chavo-madurismo, el evismo, incluso el orteguismo, han enfrentado a oposiciones que, por lo general, no han sabido unirse frente a los gobiernos que adversan.

La deducción de Werner-Müller es obvia: entre diferentes ideologías nunca va a ser encontrada una unidad, de modo que la unidad política debe ser construida sobre una base no ideológica. El problema es que un acuerdo puramente pragmático entre sectores ideológicos suele despertar desconfianzas entre los electores. La deducción del autor citado, al tomar como referencias los casos de Israel, Hungría y Turquía, es que las unidades electorales construidas en los países que menciona, no han logrado marcar las diferencias con los gobiernos que desafían. En Israel, aduce, la unidad fue buscada en torno “a figuras duras de centro-derecha como el general retirado Benny Gantz”. En las elecciones de Hungría, la oposición tampoco logró establecer una línea claramente diferenciadora. En Turquía, la unidad de la Mesa de los Seis, si bien ha logrado reorganizarse en torno al veterano candidato socialdemócrata Kemal Kılıçdaroğlu, lo ha hecho solo en contra del autocratismo y por el retorno de la constitucionalidad republicana. No es poco, es cierto. Pero podría repetirse lo que siempre ocurre en Turquía, a saber, que la oposición democrática logre imponerse en Estambul y otras grandes ciudades, pero pierda nuevamente en zonas semi-agrarias, como son las de Anatolia, donde el lenguaje épico-moralista- religioso de Erdogan entra con suma facilidad. La oposición turca estaría en este caso obligada a presentar – sobre todo en momentos en los que Turquía se ve amenazada por profundos desajustes económicos – un programa social muy creíble. La democracia moderna, es decir la de masas, obliga a combinar la lucha por las libertades con la lucha por las necesidades.

Esa combinación fue en cierto modo la receta que llevó en América Latina al triunfo de candidatos como Boric, Petro y Lula. Los tres podrán gobernar mientras se mantengan fieles a las demandas democráticas y a las demandas sociales que los catapultaron al gobierno. En Chile, fracciones ideológicas intentaron imponer al país una constitución ideológica. Fracasaron. Boric entendió el mensaje y hoy remonta en las encuestas llevando a cabo su programa social pero manteniendo su apego a la constitución vigente, aunque esta sea “la de Pinochet”. Petro, más ideologizado que Boric, parece tener más dificultades para conservar el equilibrio entre lo social y lo político. De Lula ya sabemos que ha dado las espaldas a las fuerzas democráticas mundiales que apoyan a Ucrania, tal vez no por principios ideológicos (nunca los ha tenido) sino por razones derivadas del comercio exterior, sobre todo con China.

Venezuela sigue siendo un problema grave. Como es muy sabido, en estos momentos tiene lugar en el seno de la oposición una feroz lucha para imponer candidaturas personales y partidarias. Alguna vez va a emerger una candidatura, pero eso tampoco asegura una alternativa que ofrezca un mínimo de credibilidad. En la multitud de candidatos venezolanos, no hay ninguno que sea catalizador, entre otras razones, porque la mayoría de ellos pasó de un anti-electoralismo irresponsable y aventurero, a un electoralismo demagógico, sin mediar críticas, discusiones, debates, en fin, estrategias que explicaran el repentino cambio de paradigma.

Si hay algo en Venezuela en lo que casi nadie cree, es en la política y en los políticos, sean de gobierno o de oposición. En este dudoso logro, la responsabilidad no es solo del gobierno sino –me atrevería a decir, sobre todo- de la oposición. Estamos frente a un caso radical de “anomia política”. Para superarla solo queda una efímera esperanza: que el candidato elegido pueda representar algo diferente a la falta absoluta de alternativas sociales, económicas y políticas que caracteriza al gobierno. Pero para que eso ocurra, ese candidato debe reunir en su torno un mínimo de condiciones básicas que marquen claramente una diferencia, no solo con el gobierno, sino con el modo imperante de hacer política en el país. Nombremos, entre varias, tres:

Primero: no haber abandonado nunca la línea de los cuatro puntos cardinales que orientaron a la oposición hasta el año 2018: electoral, constitucional, democrático y pacífico. O en el caso extremo de haberla abandonado, saber reconocer públicamente y por escrito el tremendo error cometido.

Segundo: no haber promovido o apoyado nunca alguna intentona militarista, golpista, invasionista, o cualquiera otra que incluya el uso de la violencia. Eso significa, entre otras cosas, no haber puesto jamás el principio de “fin de la usurpación” por sobre el principio de “elecciones democráticas”. Significa también, ceñirse a las reglas del juego político, sin jurar venganzas, ni ofrecer linchamientos y cárceles al adversario el que, en la contienda, es enfrentado constitucionalmente. Todo eso no sería más que chavismo al revés.

Tercero: No haberse alineado jamás con proyectos autocráticos internacionales o regionales, como son el putinismo, el trumpismo y otras afinidades menores como el bolsonarismo, el bukelismo, el castrismo, el orteguismo.

Si no se reúnen estas condiciones básicas, el electorado verá en ese candidato solo a un representante del partido del “más de lo mismo”, o peor aún: la lucha entre dos tipos de autocracias: una que está y otra que quiere estar.  Por eso, como hemos intentado precisar, una posibilidad (posibilidad, no seguridad) para derrotar a las autocracias, presupone saber marcar las diferencias con el adversario. Al fin y al cabo, sin diferencias no hay política.