Mario J. Viera
Y en este
lunes, se renuevan mis esperanzas en la causa de la oposición venezolana.
En un análisis
preliminar de los resultados que parecen surgir de la reunión extraordinaria
del Grupo de Lima, celebrada el pasado lunes, 25 de febrero, en Bogotá, con la
presencia de Juan Guaidó y, en especial del vicepresidente Mike Pence, creo ver
que el liderazgo del presidente encargado de Venezuela dejó demostrada su
capacidad de liderazgo. Su discurso, aparte de su emotividad, fue preciso y
claro. Puso en evidencia la voluntad de Nicolás Maduro de no buscar soluciones
negociadas, demostró que Venezuela es santuario de los terroristas de MLN
colombiano, y dejó en claro el desastre ecológico que se ha producido en el
arco minero del Orinoco. De sus palabras, nada pudo colegirse que invitara a
una solución militar extranacional para la crisis venezolana. En cambio, pidió
continuar con la presión diplomática para el aislamiento del régimen del
chavismo-madurismo.
Por otra parte,
el diario español El Pais, reprodujo las conclusiones de la Comunidad Europea,
España. Brasil y Guatemala sobre el tema de la intervención militar unilateral
de Estados Unidos en el conflicto venezolano:
La Unión Europa pide a EE UU que prescinda de una posible
intervención militar en Venezuela. Federica Mogherini, la Alta Representante de
Política Exterior de la UE, ha sido muy clara en las últimas horas: Venezuela
"necesita una salida pacífica, política y democrática, lo cual,
evidentemente, excluye el uso de la fuerza". El pasado domingo, el
ministro español de Asuntos Exteriores, Josep Borrell, dijo que "no apoyaríamos,
y condenaríamos firmemente, cualquier intervención militar extranjera".
El 'no' rotundo del Gobierno brasileño a la opción
militar como salida a la crisis venezolana lleva aparejada, también, una
negativa a un potencial uso de su territorio por parte de EE UU para lanzar una
operación, según ha clarificado Hamilton Mourao tras la reunión de Bogotá.
Brasilia es rotunda: queda descartada cualquier tipo de acción militar para
sacar al chavismo del poder. "Nunca fue una opción (...) y abogamos por la
no intervención", ha zanjado el vicepresidente del gigante sudamericano.
"Que yo sepa, nadie está apostando por una opción militar. Hay que tener
paciencia y resiliencia". En la misma línea, el Gobierno guatemalteco se
ha sumado al grupo de países contrarios a una potencial intervención armada:
"Respetamos los principios de territorialidad y el principio de no
intervención, por lo que rechazaremos cualquier solución militar o amenaza de
uso de la fuerza", ha dicho el presidente del país centroamericano, Jimmy
Morales.
Pence resultó,
para mí, convincente, con propuestas para que los países de América Latina
congelen los activos de PDVSA y les coloquen bajo la dirección del gobierno de
transición de Venezuela, y solicitó además: "Le pido al Grupo de Lima que congelen de inmediato los activos de los
funcionarios, y que transfieran la propiedad de los activos de los secuaces de
Maduro al Gobierno del presidente Guaidó"; también llamó a tomar
medidas contra los países de America Latina que den apoyo a la dictadura madurista,
en clara alusión a Cuba, Bolivia y Nicaragua. "Quienes apoyen a este régimen solo lograrán aislarse más en el mundo”.
Así mismo, Pence solicitó que se votara para que el representante de Guaidó,
sea reconocido en el Banco Interamericano de Desarrollo. No obstante, volvió a
repetir el mensaje injerencista de Donald Trump de que todas las opciones están
sobre la mesa. Esta solución militarista quedó, por el momento, fuera del
contexto de la cumbre.
Todavía quedan
muchas medidas de carácter diplomático que la comunidad internacional de
naciones puede emprender para asfixiar al régimen madurista, llegando hasta los
mismos procedimientos que se emplearon para que el régimen del apartheid en
Africa del Sur fuera derrocado.
Tal y como ha
dicho Pence: "Ha llegado la hora. No
puede haber espectadores en la lucha por la democracia de Venezuela".
De entrada, sería muy propicio que los países al sur del Rio Bravo, rompieran o
enfriaran sus relaciones diplomáticas con los regímenes imperantes en Cuba,
Nicaragua y Bolivia y con aquellos que mantienen posiciones tibias o cordiales
con el madurismo.
Por otra parte,
es necesario, que la resistencia en Venezuela no se enfríe. Se debe continuar
con las manifestaciones masivas de protestas, organizar grupos que se enfrenten,
anulen o liquiden a los criminales que forman parte de los llamados colectivos,
identificarlos, conocer donde viven y donde se mueven, ACTUAR CONTRA ELLOS y,
para ello, no se necesita el método de la resistencia noviolenta, son
criminales y como a tales hay que tratarles. Continuar enviando el mensaje a
los militares, buscarles y ganar la colaboración de los oficiales de los mandos
intermedios. Según últimas noticias ya han pasado hacia las filas de la
oposición 167 efectivos entre policías y militares.
El ejército es
factor importante para el derrocamiento del Nicolás Maduro y sus 30 ladrones.
No se necesita que encabecen un golpe de estado solo basta con no volver las
armas contra la población y desobedecer las órdenes de sus mandos superiores.
Eso también es parte de la técnica de la resistencia noviolenta.
Si todas estas
opciones fallan y el régimen madurista continúa cometiendo crímenes de lesa
humanidad contra la población, entonces, solo entonces se requeriría una
intervención militar en Venezuela con un cuerpo de ejércitos colocados bajo las
banderas de la Organización de Estados Americanos y actuando como cuerpos de
paz.
Si la dictadura
madurista, títere del castrismo cae, se producirá un efecto dominó que arrastre
en su caída a Nicaragua, a Bolivia y, esta vez no logrará escapar el régimen
castrista.
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