Mario J. Viera
Este domingo, 24 de febrero, es la fecha
que, de manera demagógica, el régimen castrista ha convocado para la realización
de un referendo por el cual, supuestamente, el electorado cubano, decida, también
supuestamente, libre sobre el proyecto de Constitución que elaborara el Buró
Político del dominante Partido Comunista de Cuba. El Gobierno marioneta del
Partido Comunista, ha estado impulsando la opción por el sí al instrumento
normativo totalitario que pretende imponer a toda la sociedad cubana. Esta
campaña publicitaria del régimen, como las tantas que ha acostumbrado, a favor
del Sí, es, y esto lo capta y entiende el electorado, más que una labor de
propaganda es la expresión del ordeno y mando que impone el castrismo. Promover
el Partido Comunista el sí es imponer el sí, es ordenar que se vote sí. Se
tiene que ir a votar y se tiene que votar sí, así, sin más vuelta de hoja, es la
perentoria orden dada al electorado.
Ahora el electorado cubano, ante el
plebiscito constitucional, se le plantean cuatro opciones de decisión: 1)
abstenerse, negarse a ir a votar, 2) asistir a los centros de votación y anular
la boleta o entregarla en blanco, 3) Votar NO y, 4) votar SI. Y diferentes
grupos opositores en la isla se han decidido por la promoción de dos opciones a
tomar con respecto al referendo. Unos se deciden por la promoción de la abstención
en tanto otros favorecen el voto por el NO. Para muchos de los que convocan a
la no participación electoral, asistir a los centros de votación es un modo
cooperación política con el régimen para reconocerle legitimidad.
Recientemente un conocido opositor, desde
Cuba ha declarado lo siguiente:
En
realidad, insistimos en la acción que dignifica al ciudadano: ¡no ir a votar!
Esta es una no cooperación política con la dictadura en el campo del boicot de
las elecciones y/o referendo. No es el sencillo abstencionismo de las
elecciones democráticas que, aunque no vayas, se conservarán las libertades;
sino una contundente repuesta de heroísmo a la tiranía opresora y asesina. Por ti, por todos, (...) y Cuba será libre.
No puedo discrepar de esa línea donde dice
este conocido opositor, que el no ir a votar, es una acción que dignifica al
cubano. Reconoce que el boicot de las elecciones y/o referendo es un acto de
desobediencia civil cuando dice que el no ir a votar es un acto de no cooperación
con la dictadura. ¡Perfecto, magnífica apreciación política! No puedo decir que
esté yo en contra de tal novedosa conclusión: No ir a votar, es decir, boicot a
las elecciones, es decir, abstencionismo, es decir, definitivamente,
desobediencia civil. ¿Se imaginan ustedes, qué tremendo espectáculo sería ver
todos los centros de votación vacíos, con solo la asistencia de cuatro gatos en
los mismos? ¡Wow, sería un reto planteado. que nos igualaría con las protestas
masivas que se realizan en Venezuela y en Nicaragua! ¿Quién que sea opositor al
régimen castrista no desearía tal espectáculo? Por supuesto que sería “una
contundente respuesta de heroísmo” que se le estaría dando a la dictadura del
Partido Comunista de Cuba.
Pero me pregunto, ¿es la única opción, la
que en estos momentos tiene más posibilidades de acogerse por la gran mayoría
de electorado cubano? ¿La única realizable en las condiciones actuales de la
realidad cubana? En mi opinión, que no tiene que ser necesariamente la más
autorizada, pienso que no es la única opción. Supongamos, que el llamado a la
abstención mueva a una importante parte del pueblo, ¿afectaría la coartada del
Partido Comunista? El régimen, quizá se preocuparía ante tal respuesta de
desobediencia que se le estaría planteando. Sin embargo, su coartad no se
afectaría. A los centros de votación no faltarían los militantes del Partido
Comunista, los militantes de la Unión de Jóvenes Comunistas, los miembros de
las direcciones de todos los CDR de todo el país, los miembros todos de la PNR,
todos los militares que serían compulsados a participar en los centros
electorales que se organizan dentro de los cuarteles de las fuerzas armadas.
Con ese número de participantes, le bastaría al régimen para mantener su
coartada y si le da su realísima gana de decir que la participación en el
proceso plebiscitario alcanzó un 90% ¿quién podrá asegurar lo contrario con
datos verificables?
Más arriba dije que la campaña
publicitaria del régimen por el Sí, de hecho, es una orden que le estaba dando
a la gente de ir a los centros de votación. Entonces, digamos solo como
ejemplo, ¿Cuántos estudiantes universitarios y de preuniversitarios se arriesgarían
a marcarse como opositores y, con ello arriesgar su futuro curricular? Un
porcentaje muy elevado de los mismos acudirían a las urnas independientemente
de que, en el secreto del cubículo de votación, anulen la boleta, la entreguen
en blanco o se decidan por votar No. Pregunto: ¿subsiste en la gran masa de los
electores cubanos el temor a marcarse ante el CDR de la cuadra donde residen, y
se deciden a enfrentar el acoso del CDR, de los militantes del partido y de
este o aquel “activista” de las organizaciones de masas que le acucian insistiendo
para que concurra al centro de votación?, o ¿se puede asegurar que ya el temor
no subsiste en esa gran masa de electores? Y otra pregunta: ¿Los promotores del
abstencionismo tienen información precisa de que el temor ya no es predominante
entre la población? ¿Están seguros de ello o solo es un anhelo, una esperanza? El
exilio, por supuesto reclama la abstención; los cubanos del exilio no temen por
las medidas que pueda tomar el régimen contra ellos. Otra pregunta: ¿Conoce el
electorado cubano este llamado al abstencionismo que se les hace? ¿Lo conoce de
manera directa, de la boca de los activistas opositores actuando dentro de la
gran masa de electores, llegando hasta ellos, visitándoles como hacen los CDR y
los militantes del partido? ¿Cuántas octavillas circulan en Cuba alentando a la
abstención masiva y razonando por qué consideran que el no hacerlo es como
legitimar a la dictadura? Ese llamado
parece, a mi modo de ver, que no tiene audiencia. Quizá algunos tengan cierta información
al respecto por medio de las redes sociales a las que tienen relativo acceso,
pero esto no quiere decir que todos ellos se atreverán a lanzar el reto de la
desobediencia civil.
Esto dicho arriba, es válido para aquellos
proponentes del voto por el NO; pero si habrá muchos, que por sí propios se
decidan votar No, y muchísimos de los que tienen acceso a las redes sociales se
sentirán cómodos para optar por el NO. Claro está que algunos que optan por la
abstención en rechazo al voto no, consideran que votar NO, es como aceptar
tácitamente a la vigente Constitución totalitaria de 1976 con todas sus
respectivas reformas. Esto, de hecho, es una falacia, porque la misma
conclusión se puede hacer a la propuesta de abstención, dentro de esa lógica,
solo dentro de ese predicamento, se podría colegir que tácitamente se está
diciendo que no se necesita otra constitución. Con el NO se le envía al régimen
un mensaje, se le está diciendo que no se acepta su lavado de rostro con el
nuevo texto y de modo indirecto se le está diciendo claramente que NO se quiere
más de lo mismo, se le está diciendo NO al régimen y al sistema que le
sostiene, ya sea un nuevo texto o el decrépito texto del 76.
Por supuesto, tanto los que optan por la
abstención, los ultrarradicales, como los que proponen el NO, están convencidos
de que todo el referendo es una mentira, un fraude, que haya o no abstención
masiva, los resultados serán manipulados a favor de la opción del Partido
Comunista del Sí. Lo importante de todo es el mensaje que se le esté
transmitiendo a la dictadura, ya sea el contenido en la abstención, como el
contenido en la opción por el voto NO.
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