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viernes, 22 de febrero de 2019

A PROPOSITO DEL REFERENDO CASTRISTA


Mario J. Viera



Este domingo, 24 de febrero, es la fecha que, de manera demagógica, el régimen castrista ha convocado para la realización de un referendo por el cual, supuestamente, el electorado cubano, decida, también supuestamente, libre sobre el proyecto de Constitución que elaborara el Buró Político del dominante Partido Comunista de Cuba. El Gobierno marioneta del Partido Comunista, ha estado impulsando la opción por el sí al instrumento normativo totalitario que pretende imponer a toda la sociedad cubana. Esta campaña publicitaria del régimen, como las tantas que ha acostumbrado, a favor del Sí, es, y esto lo capta y entiende el electorado, más que una labor de propaganda es la expresión del ordeno y mando que impone el castrismo. Promover el Partido Comunista el sí es imponer el sí, es ordenar que se vote sí. Se tiene que ir a votar y se tiene que votar sí, así, sin más vuelta de hoja, es la perentoria orden dada al electorado.

Ahora el electorado cubano, ante el plebiscito constitucional, se le plantean cuatro opciones de decisión: 1) abstenerse, negarse a ir a votar, 2) asistir a los centros de votación y anular la boleta o entregarla en blanco, 3) Votar NO y, 4) votar SI. Y diferentes grupos opositores en la isla se han decidido por la promoción de dos opciones a tomar con respecto al referendo. Unos se deciden por la promoción de la abstención en tanto otros favorecen el voto por el NO. Para muchos de los que convocan a la no participación electoral, asistir a los centros de votación es un modo cooperación política con el régimen para reconocerle legitimidad.

Recientemente un conocido opositor, desde Cuba ha declarado lo siguiente:

En realidad, insistimos en la acción que dignifica al ciudadano: ¡no ir a votar! Esta es una no cooperación política con la dictadura en el campo del boicot de las elecciones y/o referendo. No es el sencillo abstencionismo de las elecciones democráticas que, aunque no vayas, se conservarán las libertades; sino una contundente repuesta de heroísmo a la tiranía opresora y asesina.  Por ti, por todos, (...) y Cuba será libre.

No puedo discrepar de esa línea donde dice este conocido opositor, que el no ir a votar, es una acción que dignifica al cubano. Reconoce que el boicot de las elecciones y/o referendo es un acto de desobediencia civil cuando dice que el no ir a votar es un acto de no cooperación con la dictadura. ¡Perfecto, magnífica apreciación política! No puedo decir que esté yo en contra de tal novedosa conclusión: No ir a votar, es decir, boicot a las elecciones, es decir, abstencionismo, es decir, definitivamente, desobediencia civil. ¿Se imaginan ustedes, qué tremendo espectáculo sería ver todos los centros de votación vacíos, con solo la asistencia de cuatro gatos en los mismos? ¡Wow, sería un reto planteado. que nos igualaría con las protestas masivas que se realizan en Venezuela y en Nicaragua! ¿Quién que sea opositor al régimen castrista no desearía tal espectáculo? Por supuesto que sería “una contundente respuesta de heroísmo” que se le estaría dando a la dictadura del Partido Comunista de Cuba.

Pero me pregunto, ¿es la única opción, la que en estos momentos tiene más posibilidades de acogerse por la gran mayoría de electorado cubano? ¿La única realizable en las condiciones actuales de la realidad cubana? En mi opinión, que no tiene que ser necesariamente la más autorizada, pienso que no es la única opción. Supongamos, que el llamado a la abstención mueva a una importante parte del pueblo, ¿afectaría la coartada del Partido Comunista? El régimen, quizá se preocuparía ante tal respuesta de desobediencia que se le estaría planteando. Sin embargo, su coartad no se afectaría. A los centros de votación no faltarían los militantes del Partido Comunista, los militantes de la Unión de Jóvenes Comunistas, los miembros de las direcciones de todos los CDR de todo el país, los miembros todos de la PNR, todos los militares que serían compulsados a participar en los centros electorales que se organizan dentro de los cuarteles de las fuerzas armadas. Con ese número de participantes, le bastaría al régimen para mantener su coartada y si le da su realísima gana de decir que la participación en el proceso plebiscitario alcanzó un 90% ¿quién podrá asegurar lo contrario con datos verificables?

Más arriba dije que la campaña publicitaria del régimen por el Sí, de hecho, es una orden que le estaba dando a la gente de ir a los centros de votación. Entonces, digamos solo como ejemplo, ¿Cuántos estudiantes universitarios y de preuniversitarios se arriesgarían a marcarse como opositores y, con ello arriesgar su futuro curricular? Un porcentaje muy elevado de los mismos acudirían a las urnas independientemente de que, en el secreto del cubículo de votación, anulen la boleta, la entreguen en blanco o se decidan por votar No. Pregunto: ¿subsiste en la gran masa de los electores cubanos el temor a marcarse ante el CDR de la cuadra donde residen, y se deciden a enfrentar el acoso del CDR, de los militantes del partido y de este o aquel “activista” de las organizaciones de masas que le acucian insistiendo para que concurra al centro de votación?, o ¿se puede asegurar que ya el temor no subsiste en esa gran masa de electores? Y otra pregunta: ¿Los promotores del abstencionismo tienen información precisa de que el temor ya no es predominante entre la población? ¿Están seguros de ello o solo es un anhelo, una esperanza? El exilio, por supuesto reclama la abstención; los cubanos del exilio no temen por las medidas que pueda tomar el régimen contra ellos. Otra pregunta: ¿Conoce el electorado cubano este llamado al abstencionismo que se les hace? ¿Lo conoce de manera directa, de la boca de los activistas opositores actuando dentro de la gran masa de electores, llegando hasta ellos, visitándoles como hacen los CDR y los militantes del partido? ¿Cuántas octavillas circulan en Cuba alentando a la abstención masiva y razonando por qué consideran que el no hacerlo es como legitimar a la dictadura?  Ese llamado parece, a mi modo de ver, que no tiene audiencia. Quizá algunos tengan cierta información al respecto por medio de las redes sociales a las que tienen relativo acceso, pero esto no quiere decir que todos ellos se atreverán a lanzar el reto de la desobediencia civil.

Esto dicho arriba, es válido para aquellos proponentes del voto por el NO; pero si habrá muchos, que por sí propios se decidan votar No, y muchísimos de los que tienen acceso a las redes sociales se sentirán cómodos para optar por el NO. Claro está que algunos que optan por la abstención en rechazo al voto no, consideran que votar NO, es como aceptar tácitamente a la vigente Constitución totalitaria de 1976 con todas sus respectivas reformas. Esto, de hecho, es una falacia, porque la misma conclusión se puede hacer a la propuesta de abstención, dentro de esa lógica, solo dentro de ese predicamento, se podría colegir que tácitamente se está diciendo que no se necesita otra constitución. Con el NO se le envía al régimen un mensaje, se le está diciendo que no se acepta su lavado de rostro con el nuevo texto y de modo indirecto se le está diciendo claramente que NO se quiere más de lo mismo, se le está diciendo NO al régimen y al sistema que le sostiene, ya sea un nuevo texto o el decrépito texto del 76.

Por supuesto, tanto los que optan por la abstención, los ultrarradicales, como los que proponen el NO, están convencidos de que todo el referendo es una mentira, un fraude, que haya o no abstención masiva, los resultados serán manipulados a favor de la opción del Partido Comunista del Sí. Lo importante de todo es el mensaje que se le esté transmitiendo a la dictadura, ya sea el contenido en la abstención, como el contenido en la opción por el voto NO.

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