Mario J. Viera
Al menos, con los resultados de las
elecciones en El Salvador, ya Nayib Bukele ha logrado un cambio: su apabullante
victoria sobre los dos partidos mayoritarios del país, ARENA y FMLN. Bukele es,
además, o será un cambio en la política exterior salvadoreña que marcará con
una diferencia con la mantenida por el actual mandatario del FMLN Sánchez Cerén
que ha declarado públicamente su apoyo a las dictaduras de Daniel Ortega en
Nicaragua y de Nicolás Maduro en Venezuela.
Ya antes, se había mostrado solidario con
el movimiento de resistencia noviolenta de Nicaragua: “En Nicaragua ─ había declarado ─,
una chispa inició un incendio… El error de los Ortega es pensar que. apagando
la chispa, se acaba el incendio”, y recientemente ha recalcado en un
twitter: “Dictadores como Maduro en
Venezuela, Ortega en Nicaragua y Juan Orlando (Hernández) en Honduras jamás tendrán legitimidad porque
se mantienen en el poder a la fuerza y no respetan a los pueblos. Dictador es dictador. De 'derecha' o de
'izquierda'”.
Él mismo, ya en sí, es un cambio, al ser,
con sus 37 años de edad, el presidente electo más joven de El Salvador. Pero es
también un cambio, aparentemente innovador en América Latina, al lograr lo que
químicamente es imposible, la disolución del aceite en el vinagre. Él, que así
mismo se define como de izquierda, y que en 2016 había asegurado que no buscaría
la presidencia del país con los partidos de derecha, ahora, en estas elecciones
ha ganado las elecciones bajo las banderas de la organización conservadora Gran Alianza por la Unidad Nacional
(GANA) un desprendimiento de la derechista Alianza
Republicana Nacionalista (ARENA). Él es esa izquierda democrática y
progresista que no le hace coro a esa izquierda bananera que pulula en América
Latina y que bebe su inspiración en el patético libro de Eduardo Galeano, Las venas abiertas de la América Latina.
Pero Bukele ya antes de las elecciones había asegurado que él gobernaría con
independencia de GANA y que la dirección de GANA no intervendrá en sus
decisiones. “...ningún partido político
tendrá cuotas o podrá asignar cargos en el gobierno (...) Si jamás permití que la cúpula del FMLN me
diera órdenes, menos lo permitiré de dirigentes de otros partidos”.
Por profundas diferencias con el partido
de gobierno y
sus continuas críticas al presidente Salvador Sánchez Cerén, Nayib Bukele fue
expulsado en 2017 del Farabundo Martí (FNLN), organización, bajo la cual había
ejercido como Alcalde en San Salvador, capital de El Salvador. Fundó entonces
el partido Nuevas Ideas, que, al no
cumplir con las exigencias de la Ley Electoral, no sería legalizado como
partido político. Tras ese intento frustrado, señala el diario español La Razón citando a Efe, “buscó un hueco
en el Centro Democrático (CD) para
presentarse bajo su bandera a las elecciones presidenciales, pero el partido
fue cancelado tras no alcanzar al menos 50.000 votos válidos en las
legislativas de 2018”. Fue así que Bukele buscó el apoyo de la dirigencia de GANA
y bajo su paraguas ganó las elecciones y las ganó en la primera vuelta con el
53,8% de los votos. Su gran apoyo fue la juventud, los millenians, que se sintieron identificados con él y siguieron su
campaña a través de las redes sociales.
“Este
movimiento es del pueblo salvadoreño, no nos pertenece a nosotros", declaró
Bukele al conocer los resultados del escrutinio electoral. "Dijimos que haríamos historia. Y lo hicimos.
Este día es histórico para nuestro país, este día El Salvador rompió el
bipartidismo, este día por fin pasamos la página de la posguerra”.
Es ahora la esperanza del cambio. La
esperanza del cambio de una nación que cuenta con escaso crecimiento económico,
alta tasas de emigración y mayores y con un enorme índice de peligrosidad y de
homicidios. Nada fácil con solo 11 diputados de GANA en la unicameral Asamblea
Legislativa, compuesta de solo 84 diputados electos, frente a los 49 que
controla ARENA y los 23 del FMLN. Bukele no le quedará más opción que compartir
poder con GANA, así lo considera el economista César Villalona ─ citado por el
diario argentino La Nación ─ quien considera que a Bukele “se le hará muy difícil prescindir de GANA (...) No tiene mayoría de ningún tipo. Y si además
tuviera conflicto con GANA, quedaría aún peor. Sería un gobierno de mucha
debilidad, que vendría con desestabilización, y hay sectores oligarcas que les
preocupa que a los seis meses haya aquí una decepción, porque la gente quiere
empleo, ingresos. y eso no es tan fácil". Y esta situación estará
presente hasta 2021 cuando se renueven los cargos de diputados. En los dos años
que quedan para la renovación del parlamento, Bukele no tendrá más
posibilidades para obtener un parlamente favorable si logra legalizar como
partido político Nuevas Ideas, y
obtener un buen número de diputados a la Asamblea Nacional por esa agrupación.
El otro reto que enfrenta Bukele son las
pandillas de delincuentes las que, para muchos analistas, entre ellos, Dagoberto
Gutiérrez, analista y excomandante del FMLN durante la guerra civil salvadoreña
(1980-1992), son ya un poder en sí: “Las
pandillas ─ considera Gutiérrez ─ son
un poder político, económico y militar. Al sentirse dueños del territorio,
todos (empresas a las que extorsionan y partidos políticos) tienen que negociar
con ellos, forzosamente”. O como le declarara a BBC Mundo, el economista e
investigador social César Villalona: "Algunas controlan territorios y pueden decir
que aquí no vamos a dejar entrar a los que son de tal partido. Eso siempre ha
ocurrido, tienen incidencia. No sé hasta qué punto para inclinar un resultado,
pero sin duda hay un problema".
Es una realidad esta dramática verdad que
se confirma con el hecho que destaca la página elsalvador.com, tomando como
fuente un documento de la Policía Nacional Civil: “La mara Salvatrucha (MS) opera con 363 grupos delictivos y la mara 18
posee 217 células que ejercen presencia intimidatoria en centenares de
caseríos, cantones, comunidades y colonias de 181 municipios en los 14 departamentos
(...) En 160 de esas ciudades existen
células de la mara Salvatrucha; mientras que en 57 de las mismas comparten
presencia con la pandilla 18. Eso quiere decir que 103 poblaciones están solo
bajo la influencia delictiva de la MS y en 21 municipios hay únicamente
presencia de pandilleros de la mara 18...”
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