jueves, 16 de febrero de 2017

AL FINAL DEL CAMINO

Mario J. Viera



Cuando el caminante llegó al final de su camino, le preguntó un sabio:

“¿Siempre miraste hacia adelante mientras ibas por tu camino?

“¡Sí, lo hice, respondió el caminante, siempre tuve la mirada fija en la meta lejana!”

De nuevo le preguntó el sabio: “¿Acaso no tuviste tropiezos con las piedras del camino?” El caminante respondió: “Como siempre miraba fijo hacia adelante, a veces no veía esas piedras y hasta tuve traspiés al tropezar con algunas... Pero enseguida me incorporaba y emprendía el camino, que no importan las caídas, lo importante es seguir hacia adelante...”

Sonrió el sabio al escuchar aquella respuesta: “Has respondido correctamente: No importa cuántas veces caemos de bruces; lo que importa es no arredrarse, es levantarse y continuar el camino... pero... Dime ¿Contemplaste el paisaje que te rodeaba, los bosques que bordeaban tu camino, las llanuras cubiertas de pastos, las zonas rocosas y estériles por las que en ocasiones atravesaba tu camino, las montañas que a tu derecha e izquierda se alzaban soberbias, los riachuelos que descendían hacia el mar? Háblame de esos paisajes...”

Quedó el caminante sin saber qué responder... luego dijo: “Como miraba siempre adelante en mi andar no tenía tiempo para mirar a los lados ¿Qué importa el paisaje?, lo que importa es el camino andado”.



Sonrió el sabio y se volvió para apartarse del caminante; pero antes de alejarse volvió su rostro hacia el caminante y le dijo: “¡Qué pena!, en tu andar solo mirabas a tu meta, pero nada aprendiste durante tu viaje, nada que les sirviera a otros para conocer los lugares por donde transcurriste... porque estabas ciego a todo lo que te rodeaba, mirando solo hacia adelante sin volver tu vista hacia el paisaje”.

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