Mario
J. Viera
Quiero decir algo sobre
este personaje; ¿lo recuerdan? ¡Qué van a recordarle si tienen menos de 70
años! Todo un personaje, sí, pero no como ejemplo, o tal vez sí, como ejemplo.
Un personaje como tantos que hubo en nuestra fenecida República, aquellos que
de la Constitución hicieron papel higiénico. Nació a finales del siglo XIX, en
Bauta, se hizo conocido en tiempos de Gerardo Machado alcanzando el curul de
Senador de la República en 1930 y concluyó su vida en 1952, apenas dos meses
antes del golpe de estado de Fulgencio Batista. Entonces gobernaba Carlos Prío
Socarrás al que le llamaron “Presidente Cordial” y Benito Remedios era
Representante a la Cámara. Déjenme decir que los gobiernos de Prío y de Ramón
Grau San Martín, ambos del partido Auténtico, fueron, con mucho, los gobiernos
más democráticos que conociera la República, aunque matizados y lacerados por
la alta corrupción que prevaleció, tanto en esos gobiernos como en los
anteriores, mal típicamente hispano. Benito Remedios Langaney sería el arquetipo
de aquella fauna de políticos corruptos.
¿Por qué traigo a la luz
este personaje? Creo que él sería el paradigma de aquellos que, salidos casi de
la miseria, llegarían a ser grandes potentados. ¿Brillantes? Sí y no, depende
del modo como se les juzgue. Remedios, dicho a lo cubano, era un verdadero
seboruco, un animal con ropas, según le conocían sus contemporáneos. Como tuvo
un gran éxito financiero acaso alguno pudiera pensar: “Este hombre pudiera ser un magnífico candidato para la presidencia,
porque no es un “loser”, un perdedor; si triunfó en los negocios...” Es que
así muchos piensan, sin verdaderamente pensar.
Sí, era muy hábil para
ganar dinero, sin importarle modos y medios. “Su niñez ─ nos relata un periodista oficialista del castrismo ─ fue muy dura, pues desde muy temprano tuvo
que ser carretero, narigonero de la Finca Baracoa, cortador de caña, y hasta
cultivador de piña en la que se especializó”; pero esta situación de su niñez,
nos sigue relatando el periodista que esbozara su biografía, “quedó atrás, pues a partir del cultivo de
esta fruta, por la década del 1910, comenzó a enrolarse en negocios varios que
muy pronto le proporcionaron el título del Zar de la piña en Cuba”. Cómo
llegó a alcanzar tan importante posición entre los terratenientes cubanos
partiendo desde su humilde origen, no lo aclara el autor de las anteriores
citas. No tenía dinero, pero ya en sus tempranos veinte años de edad se
proyectaba como un acaudalado.
Teniendo en cuenta su carácter
personal, rudo, violento, con algo de matonismo y carente de escrúpulos,
podemos hacernos una idea de cómo pudo llegar a ser propietario de un fundo
importante. Hay muchas anécdotas sobre sus arranques de violencia, propios de
un individuo poco o prácticamente carente de ilustración. Se cuenta que en una
ocasión cuando viajaba hacia su hacienda en Bauta, en plena Carretera Central,
tuvo problemas con su automóvil. Detuvo el carro que por más que lo intentara
no se ponía en marcha, echó a un lado a su chofer que en vano trataba de hacer
funcionar el vehículo, extrajo su revólver y en el mismo centro del radiador
descargó toda su arma, se dice que él solo pronunciaría una lacónica frase: “este
hijo de puta no seguirá jodiendo”. Se conocía también, así lo escuché por
aquellos tiempos de antes del golpe de estado, que tenía un medio eficaz de
resolver las disputas laborales que le presentaban... ¡Enredarse a golpes con
el reclamante! Y no era fácil ganarle por su gran corpulencia y fortaleza física.
Olfateaba como un mastín dónde
encontrar fuentes seguras para su poder y así, siendo un iletrado, se metió en
la política y hasta ganó su asiento en la Cámara de Representantes en 1927 y en
1932 llegó a Senador. Pero a Remedios no le interesaba para nada la política,
sus intereses en el Congreso era encontrar mejores beneficios a favor de sus
empresas, que ya iban siendo muchas. Una frase suya expresa claramente cuál era
el propósito de Benito Remedios en la política: “Siendo legislador me ahorro los impuestos que me “comería” el fisco si
fuese particular”. Esta idea, no expresada tan cínicamente por el poco político
Remedios, ¿acaso no está presente en el ánimo de muchos congresistas de la
actualidad, sean de América Latina y sea hasta de Estados Unidos?
El rústico y pendenciero
Benito Remedios llegó a construir un imperio agro pecuario, era el dueño del
Central Río Cauto en Oriente que había comprado en 1949 en sociedad con un
hacendado de nombre Melchor Palomo Beceiro; en Camagüey sus herederos poseyeron
las fincas Cascorro y Carvajal formando parte de la Compañía Agropecuaria
Hermanos Remedios que alcanzaba una extensión de 1 135 caballerías (unas 15 230
ha), poseía además la Empresa piñera La Cubanita en la región de Ciego de Avila
y varias colonias de caña que producían alrededor de 25 millones de arrobas de
caña por zafra.
Todo le marchaba viento en
popa hasta aquella tarde del 15 de enero de 1952 cuando su prepotencia y sus
maneras bruscas le costaron la vida. Ocurrió frente a la Plaza del Vapor;
bueno, muchos habaneros que nacieron con posterioridad al 1959 no tendrán
conocimiento de aquel añejo edificio que se ubicaba en la manzana comprendida
entre las calles Galiano, Reina, Águila y Dragones, donde hoy se alza el Parque
El Curita. “Ese día ─ rememora Ciro
Bianchi Ross del oficialista Juventud Rebelde ─, sobre las cuatro de la tarde, en los alrededores de la plaza del Vapor,
Remedios ordenó a su chofer que aparcara el automóvil donde pudiera y lo
esperara mientras hacía una gestión con vistas a la postulación de su hijo al
Parlamento. El vigilante Carlos Gutiérrez Arocha, de posta en el semáforo de la
mencionada esquina, vio al vehículo detenerse en una zona vedada de Reina entre
Águila y Galiano. Pensó que hacía una parada momentánea, pero como los minutos
pasaban y seguía en su mismo sitio, avanzó hacia el automóvil para conminar al
chofer a buscar otro espacio libre”.
Entre el policía y el
chofer se produjo una fuerte discusión alegando este que era el carro de un representante
de la Cámara y que podía aparcar donde quisiera. Finalmente. el agente del
orden le impuso la correspondiente notificación cuando vio aparecer a Benito
Remedios que muy molesto y pistola en mano se acercaba a él: “¡Óigame bien! ─ rugió Remedios ─ Soy el representante Benito Remedios y ni
usted ni el jefe de la Policía me pueden multar. ¡Rompa ese papelito ahora
mismo!” y comenzó a vapulear al agente Gutiérrez. Luego de abofetearle colocó
su pistola al costado del policía: “¡Te voy a matar!” vociferaba Remedios. El
uniformado se aferró al brazo armado del provocador tratando de desvía el arma;
en ese forcejeo Benito Remedios cae al suelo, intenta recuperar su arma y abrir
fuego contra el oficial, pero este, más rápido, extrae su revólver y le propina
tres disparos que serían mortales. Así
terminaría la vida y la carrera de aquel matón que logró convertirse en
acaudalado empresario. El hombre que de la política hizo un buen negocio y que
nunca pretendió llegar a ser presidente.
Este comentario lo escribo para notar errores repetidos después de escuchar relatos de un individuo Castrista que representando a su gobierno difama a todo individuo que con su trabajo logró lo que envidiaron de el. Si, Benito Remedios Langaney logró con su trabajo, esfuerzo y constancia y sin tener un título universitario ser dueño de una magnífica Industria de Conservas de Piña, pero también de centrales azucareros y propiedades a traves de la extension de las 6 provincias de Cuba. Y para continuar la aclaración Mi abuelo, Benito Remedios Langaney nunca trabajo para nadie que no fuesen sus propios padres, mis bisabuelos. La piña �� la aprendió a cosechar con ellos en tierras de su propiedad. Para sacar un escrito como este es necesario corraborar la información debidamente y no repetir lo que cuenta un historiador de la época de Los Castro. Tiene toda la razón al mencionar que tuvo un carácter fuerte pero nunca robo lo que poseia y pudo dejar a sus herederos. De los fondos gubernamentales no robo como muchos hicieron porque no lo necesitaba. Su puesto como Senador de la Republica de Cuba durante el gobierno de Carlos Primo Socarras tanto a el como a los demás senadores los exhoneraba de pagar impuestos por sus propiedades no estaba evadiendo impuestos como sí muchos han hecho a través de los años. Sería demasiado extensa mi aclaración si continúo. Solo permítame mencionar que justamente por este tipo de envidia y actuación logró Fidel Castro apoderarse del pueblo de Cuba y robar toda propiedad que con mucho sudor y esfuerzo lograran los luchadores Cubanos antes de enero de 1959.
ResponderBorrarQue bueno que sale alguien y defiende su punto de vista. Bien por Aimee.
BorrarConozco bien la historia pues mi abuelo Gervacio Oliva Robaina era su cuñado hermano de Adelaida (Nene Oliva) así le decían y mi madre siempre nos contaba y decía q Benito era muy buena persona.
BorrarBelkis, usted sabe como se llama una hermana de Benitos, yo se que una era Balbina, sabe el nombre de su otra hermana? Gracias
BorrarTe aplaudo Aimee por la aclaracion, ya que la envidia hace que solo hayan criticas, pero no cuentan todo lo que tenia que trabajar para estar al tanto de todo negocio que tenia, ya que no se lo confiaba a nadie, el mismo daba las ordenes y estaba al tanto de todo lo que se hacia en sus empresas y negocios que tuvo. Era un GENIO por eso llego donde llego, sin haber estudiado y esa sabiduria NADIE por mucho que critiquen lo puede ocultar. :)
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