Mario J. Viera
Ha regresado Rafael Correa al Ecuador que
parece ya se le está escapando de las manos. Las condiciones de ahora, cuan
diferentes son de las que prevalecían en aquel 4 de marzo cuando Lenín Moreno
ganara la presidencia con el 51,12 % de los votos. El que fuera delfín de
Correa, una vez encumbrado como jefe de Estado y de Gobierno, decidió seguir su
propio libreto sin ser conducido desde afuera ni someterse a una fidelidad que
no comparte.
Y ya está en prisión y esperando juicio
por sospecha de corrupción Jorge Glas, el vicepresidente que delegara Correa
para vigilar de cerca a Moreno. Alianza País, en medio de un terremoto que amenaza
con derribar sus pilares fundacionales, y los diez años de la administración
correísta están en cuestionamiento y se está esperando la puesta en práctica de
una consulta popular que amenaza con deshacer el legado del expresidente que
ahora regresa ahíto de venganza. Quiere que rueden cabezas, quizá tenga en
cartera un intento de golpe de estado y llevar al díscolo delfín a un juicio
político devastador. Pero, ¡Cuidado!, hay reclamos contra Correa y puede ser
que la cabeza que caiga sea la suya propia.
Llegó Correa y ya alguien pide que no se
marche de Ecuador, es más, se pide a la Fiscalía General prohibirle salir del
país. Y es Geovanni Atarihuana el que lo pide a nombre y exigencia del
Movimiento de Unidad Popular (UP), heredero del Movimiento Popular Democrático
que, en 2009, junto a Pachakutik rompió con la coalición de gobierno de Rafael
Correa. Y exigen Atarihuana y Natasha Rojas también de UP, medidas cautelares
contra el líder de la Revolución Ciudadana, para que responda por los cargos
que le imputan, conexiones con el escándalo de los contratos Odebrecht y de
Petrochina; falsedad ideológica en el manejo de la deuda externa y tráfico de
influencias en el manejo de la justicia. La izquierda ecuatoriana contra la
izquierda del correísmo.
Al mismo tiempo, César Montúfar, el acusador
particular en el caso que se sigue en contra de Glas, de su tío Ricardo Rivera
y otras 16 personas, ya el 28 de agosto había pedido que se investigara al
vicepresidente con respecto a cuatro delitos en los que pudiera estar complicado
“por asociación ilícita, con el concurso de otras infracciones, como peculado,
cohecho, lavado de activos, concusión”; y ya entonces había vinculado en el
caso Odebrecht a Rafael Correa. “He
presentado ─ había declarado ─ tres
denuncias y una acusación particular porque tengo la absoluta convicción de que
la información que existe no solo apunta a la culpabilidad del vicepresidente,
sino también a la de otras personas a las que se tendrá que investigar, entre
ellas, al expresidente Correa”; ahora, explicó que entre las acciones que
impulsará está la de solicitar que se prohíba la salida de Correa del país por
su presunta vinculación en los hechos que se imputan al vicepresidente.
Rafael Correa ausente del poder es ahora
un particular. Tiene que enfrentar desde su presente condición a la oposición
de siempre, a la que ahora se suma el sector que dentro de Alianza País se
alinea a favor del presidente Moreno. Aunque Correa todavía cuenta con
influencias dentro de las estructuras del poder, es evidente que existe un
deterioro en su liderazgo. El 3 de
diciembre será definitorio en cuanto a la consolidación del presidente Lenín
Moreno o a la decadencia final del Correísmo.
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