Eso es precisamente el papel que se empeña en seguir el Congreso Republicano. Favorecer a los ricos, librar de cargas fiscales a los más poderosos, hacer recortes que afectan a los más necesitados y benefician a las aseguradoras.
Un artículo de Paul Krugman, columnista del New York Times y Premio Pulitzer, señala el peligro a que están expuestos los beneficiarios del Medicare con las propuestas republicanas de reforma a este seguro federal de asistencia médica.
El Medicare bajo ataque
Paul Krugman
La semana pasada, el Comité Nacional Republicano del Congreso envió una carta en la que exigía a un canal de televisión que dejara de transmitir un anuncio que declara que el plan presupuestario de los republicanos en la Cámara de Representantes “terminaría con el Medicare”. Esto, insistía la carta, es falso: con el plan, simplemente se establecería una “versión nueva y sustentable del Medicare”.
Pero Comcast, el dueño del canal, rechazó la demanda, y con toda razón, ya que los republicanos buscan en efecto desmantelar el Medicare, sustituyéndolo con un programa mucho peor.
Muchos abuchean a quienquiera que plantee este punto evidente, y no sólo los políticos republicanos. Por alguna razón, muchos comentaristas parecen creer que es demagogia describir con precisión lo que el Partido Republicano propone. Pero no hay nada demagógico en decir la verdad.
Empecemos con la afirmación de que el plan republicano reforma el Medicare en lugar de eliminarlo. La verdad es que se puede llamar Medicare al nuevo programa, pero es totalmente diferente (se le podría llamar Vouchercare), ya que no ofrecería nada parecido a la cobertura que reciben ahora los ancianos. Los republicanos se enojan cuando les dicen que se trata de un sistema de vales ( vouchers) pero eso es lo que es.
El Medicare es un sistema de seguros administrado por el gobierno que paga directamente a los proveedores de cuidados de salud. En cambio, el Vouchercare pagaría a las aseguradoras. Específicamente, el programa pagaría una cantidad fija a los seguros médicos privados, más alta para los pobres, más baja para los ricos, pero sin variar para nada el nivel real de las primas. Si alguien no pudiera pagar una póliza adecuada a las necesidades, aun con el vale, ese sería su problema.
Y la mayoría de las personas mayores no podrían pagar la cobertura adecuada. Según un análisis de la Oficina de Presupuesto del Congreso, para obtener la cobertura equivalente a la que tienen ahora, los estadounidenses de mayor edad tendrían que pagar muchísimo más de su bolsillo con el plan de Paul Ryan que lo que pagarían si se preservara el Medicare como lo conocemos. De acuerdo con la Oficina de Presupuesto, las personas mayores terminarían pagando cerca de 6,000 dólares más de su bolsillo en el primer año de operación del plan.
Por cierto, los defensores del plan republicano afirman que se parece a otros programas menos impopulares. Por algún tiempo dijeron, falsamente, que el Vouchercare sería justo como la cobertura que tienen los empleados federales. Recientemente he oído decir que el Vouchercare sería como el sistema creado para los estadounidenses menores de 65 años según la reforma de salud del año pasado, una defensa bastante notable en un partido que ha denunciado esa reforma como la encarnación del mal.
Así que veamos dos puntos. Primero, el Obamacare era un plan mucho mejor. La mayoría de los reformadores habría preferido extender el Medicare a todos los estadounidenses. Segundo, la Ley de Atención Médica Asequible ofrece subsidios cuyo monto se determina por la necesidad de limitar la parte del ingreso que las familias gastan en costos médicos. El Vouchercare, en cambio, simplemente entregaría vales de un monto fijo, sin importar el costo real del seguro. Y estos vales serían muy inadecuados.
¿Pero no se dice que nada de esto importa porque el Medicare en su forma actual es insostenible? Tonterías.
Sí, el Medicare debe controlar los costos, y tiene que cambiar la forma en que paga a médicos y hospitales. En efecto, hay reformas de ese tipo incluidas en la Ley de Atención Médica Asequible.
Sin embargo, con estos cambios debería ser totalmente posible mantener un sistema que proporciona cuidado esencial de la salud a todas las personas mayores.
Canadá tiene un programa nacional de seguro médico, llamado, por cierto, Medicare, parecido al programa que tenemos para los ancianos, pero más consciente de los costos.
En 1970, Canadá y Estados Unidos gastaron cerca de 7% de su producto interno bruto (PIB) en atención de la salud. Desde entonces, mientras el gasto en salud en Estados Unidos ha llegado a ser el 16% del PIB, el gasto canadiense ha aumentado mucho menos, a sólo 10.5% del PIB. La atención de la salud en Canadá no es perfecta, pero tampoco es mala.
El Medicare canadiense, entonces, parece sustentable. ¿Por qué no podemos hacer lo mismo aquí? Ya se sabe la respuesta en el caso de los republicanos: no quieren que el Medicare sea sustentable, quieren destruirlo bajo el disfraz de salvarlo.
Así que al votar por el plan presupuestario en la Cámara de Representantes, los republicanos votaron por acabar con el Medicare. Y decir eso no es demagogia, es decir la verdad.
The New York Times News Service
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