Adolfo Pablo Borrazá
Centro Habana, La Habana, 16 de junio de 2011, (PD) Desde hace un mes aproximadamente, Alexandra siente en su bajo vientre fuerte dolores que la hacen retorcerse y gritar de dolor en las calurosas madrugadas de La Habana. Un fastidioso y pequeño tumor en su cerebro a veces le acarrea migrañas incontrolables. De ahí que los dolores aumenten su preocupación.
Pero al acudir al hospital, la muchacha fue atendida por una estudiante de medicina boliviana. El dictamen fue: "una mala digestión". Alexandra no había comido nada el día entero, pero le recetaron Dipirona para los dolores y se acabó. A la casa sin análisis ni pruebas.
Días después (no pasó una semana), los malestares se acrecentaron. La joven, con esa fuerza innata que tienen las féminas, le pidió calmadamente a su esposo, Carlos, que la llevara a realizarse un ultrasonido de urgencia.
Cuando llegaron al policlínico "Nguyen Van Troi", apenas a medio kilómetro de su hogar, en Centro Habana, estaba atestado de personas con diferentes padecimientos. Con un envidiable estoicismo, Alexandra esperó su turno para solicitar el ultrasonido urgente.
Sorpresa y enojo envolvió al matrimonio cuando otra estudiante latinoamericana le comunicó que allí no se hacían ultrasonidos de urgencias, sino que estos se efectuaban en el Hospital Materno popularmente conocido como "Maternidad de Línea", en El Vedado.
Una vez allí, le ordenaron el dichoso ultrasonido. Pero este no se hacía en el Hospital Materno. Tendrían que retornar a la policlínica. Para remate y más dolores tanto en el vientre como en el alma, la secretaria encargada de repartir los turnos, se lo dio para dentro de un mes.
Ambos se miraron atónitos. ¿No era un ultrasonido de urgencia? ¿Entonces por qué esperar tanto?
Las contrariedades que vive diariamente la pareja les ha enseñado que nada es lo que parece. Lo del socialismo con igualdad y justicia, es mero espejismo. Entonces decidieron actuar como la mayoría: comprar (léase sobornar) los servicios del especialista de ultrasonidos. Pensaban que con eso resolverían su problema, que al fin les iban a comunicar la raíz de las dolencias de Alexandra.
Los ojos de Carlos vieron como el técnico examinaba a su señora y a la vez hablaba por su celular. Sin apenas fijar su vista en el vientre de ella, el experto les comunicó que todo era negativo, que no se mostraban alteraciones de ningún tipo.
-¿Y los dolores de donde provienen? - preguntó Alexandra algo molesta.
- Habrá sido una indigestión, algo que comiste y te cayó mal- le contestó el técnico.
Carlos y Alexandra salieron indignados. Piensan en aquellas personas que se dejan timar por el discurso oficial de que Cuba es un lugar donde se puede tener salud y educación garantizadas...y además gratis.
La joven continúa con sus fuertes dolores. Decidieron pagar a otro técnico para que realice un ultrasonido más responsable. Pero si el técnico muestra la actitud de su otro colega, van a armar un jaleo del carajo. "A fin de cuentas, como dicen los Van Van, aquí nadie quiere a nadie", sentencia Carlos.
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