Secretario de Estado de Asuntos Exteriores e Iberoamericanos, Juan Antonio Yánez-Barnuevo
El Departamento ideológico del Comité Central, dio una rápida lectura a un despacho de la agencia EFE del 15 de junio; de inmediato ordenó a la redacción del Granma que dieran una adecuada respuesta a lo que se infería del despacho periodístico. La dirección del Granma escogió a uno de sus plumíferos y le indicó lo que debía redactar. De inmediato el empleado del Comité Central Oscar Sánchez Serra se sentó frente a su ordenador y, como era de esperar que debía hacer, redactó sus ataques, los dictados desde las alturas, y las ridículas justificaciones para lo evidentemente injustificable.
Así inició su artículo “periodístico”: Un despacho de la agencia española EFE, fechado en Madrid el 15 de junio, señala que el secretario de Estado de Asuntos Exteriores e Iberoamericanos, Juan Antonio Yánez-Barnuevo, expresó que la situación de falta de respeto de los derechos humanos en Cuba sigue siendo "preocupante".
Así comienza para a continuación redactar doce párrafos de ataques virulentos contra el secretario de Estado de Asuntos Exteriores e Iberoamericanos del gobierno socialista español.
Veamos primero qué se dice en el despacho de la EFE de lo que dijo Yánez-Barnuevo.
Primero: “Yáñez-Barnuevo dijo que la llegada a Madrid de 115 opositores cubanos desde julio de 2010 es un ejemplo de los avances que está habiendo en la Isla”.
Segundo: “Partíamos de una situación de grave preocupación sobre la vulneración continuada de libertades fundamentales en la Isla y hoy asistimos a una situación que sigue siendo preocupante, pero en la que se han producido algunos avances significativos”. Quizá sería conveniente subrayar eso de que “se han producido algunos avances significativos”.
Tercero: "No hemos llegado -añadió- a la deseable situación en la que exista un pleno reconocimiento y disfrute de los derechos humanos y libertades fundamentales en la Isla, pero el Gobierno español percibe en Cuba una dinámica de cambios y una voluntad de reforma, aunque con un alcance y unos resultados que están todavía por determinar". Subrayemos también eso de la “voluntad de reforma” supuesta en el gobierno castrista.
Analicemos ahora las ridículas justificaciones dadas por el redactor del periódico propiedad del Partido Comunista de Cuba.
Primero. Es deber de todo “periodista” que recibe paga del Comité Central, identificar al gobierno con todo el pueblo de Cuba como si fueran un solo y único ente y, por consiguiente, cualquier crítica que se le haga al régimen constituye un acto “anti cubano”. Partiendo de este criterio, Oscar Sánchez Serra lanza la primera andanada:
“Es sorprendente y a la vez ridículo que un representante de la Cancillería de un país en severa crisis económica y social, realice formulaciones injerencistas de ese tipo para congraciarse con el imperio, con la derecha (para quedar bien con el diablo y el diablillo), y zaherir la sensibilidad de un pueblo heroico como el cubano que, desde hace más de medio siglo, enfrenta ataques y campañas que intentan desacreditar a su proceso revolucionario”.
Aclaremos términos. Luego de la institucionalización del castrismo con la Constitución de 1976 técnicamente no existe “proceso revolucionario”. Existe un proceso de consolidación de un gobierno totalitario y un intento de tímidas reformas dirigidas a reforzar el sistema y, al mismo tiempo intentar, desesperadamente, encontrar una vía que evite su total descalabro.
He aquí el siguiente fogonazo del airado columnista:
“Este "socialista" debiera profesar más respeto hacia el pueblo español. Debiera hablar en el Congreso con preocupación por lo que está pasando en su propio país, donde muchos ciudadanos están muy lejos de alcanzar el pleno reconocimiento y disfrute de los derechos humanos y libertades fundamentales”.
Podría decirse lo mismo del distinguido periodista del Granma: primero, respetarse a sí mismo, no vender su dignidad por un plato de garbanzos que seguramente no se encuentra ahora en ninguna mesa cubana y luego “profesar más respeto hacia el pueblo cubano” donde no muchos, sino todos sus ciudadanos están muy lejos de alcanzar el reconocimiento y el disfrute de sus derechos humanos y sus libertades fundamentales tan pisoteados por el régimen.
El tercer cañonazo de Sánchez Serra es el siguiente, todo un dechado de sofismas:
“¿O qué es eso que acaece ahora con las brutales cargas de la policía española contra manifestantes "indignados" que han salido en multitud a las calles en ciudades como Madrid y Barcelona, para protestar pacíficamente por la falta de porvenir, justicia y seguridad, además de respuesta a los numerosos problemas que enfrenta hoy esa sociedad, que entre otros males, sufre significativos recortes del gasto público en sanidad, educación y otros?”
¿Verdad que es simpático? Claro que no se justifican las cargas policiales en contra de los “indignados” acampados en plazas importantes en España; como tampoco se pueden justificar los ataques policiales, los acosos de multitudes dirigidas por la policía cubana y la Seguridad del Estado contra los “indignados” cubanos que reclaman un espacio político, agrediéndolos, sitiándoles. Nada justifica que la disidencia sea categorizada como delictiva; que los que critican al gobierno de los Castro en Cuba sean rotulados como mercenarios y traidores. En Cuba va creciendo el clamor, a veces planteado en susurros, a veces exigido a voz en cuello en contra de la falta de porvenir que enfrenta la juventud, en contra de la prostitución de la justicia, en contra de la falta de seguridad que cada vez se hace más elevada en Cuba. En Cuba, gracias al gobierno que mal la conduce, no se ha dado respuesta a “los numerosos problemas que enfrenta” su sociedad, que entre otros males sufre el estado ruinoso de sus servicios hospitalarios, la educación politizada en miserables aulas, con la amenaza de despido de un millón de empleados públicos, con el enorme deterioro de su urbanismo.
La demagogia elevada hasta el cinismo se refleja en el siguiente bombazo del escribiente comunista:
“¿Ni siquiera le llama la atención a este hombre (Juan Antonio Yánez-Barnuevo), considerado el número dos de la Cancillería española, que uno de cada cuatro niños españoles enfrenta hoy el riesgo de la pobreza?”
Hay que ser absolutamente descarado para reclamar de otros lo que no se cumple en casa. Por suerte para España sus destinos no son conducidos por un gobierno tan incompetente como el que sufre Cuba y solo un niño español de cada cuatro “enfrenta hoy el riesgo de la pobreza”, cuando en Cuba no solo los niños, todos sus ciudadanos no tienen un riesgo de pobreza, la mayoría ya vive en la pobreza y con el riesgo de la miseria. Solo basta con hacer un recorrido por cualquier barriada habanera para constatar esta realidad; basta con recorrer sus campos, con visitar cualquier ciudad o poblado del interior. El panorama es aterrador.
Creo sinceramente que el Sr. Juan Antonio Yánez-Barnuevo merece ser criticado, no por su tímido reconocimiento de que el respeto de los derechos humanos en Cuba sigue siendo "preocupante", sino por su rechazo a calificar de destierro la salida de Cuba de los disidentes y familiares acogidos en España en el último año; por la falta de coraje para decir sin ambages que en Cuba se violan sistemáticamente los derechos humanos y políticos de los cubanos; por la crítica que hizo a la posición de Unión Europea con respecto al gobierno de Cuba. Creo que la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso de los Diputados debiera ser criticada, no por lo que en ella dijera Yánez-Barnuevo, sino por haber aprobado una moción para que España prosiga las gestiones ante Estados Unidos con el fin de que este país facilite visados a los familiares de cinco espías cubanos presos en Estados Unidos en juicios donde se respetaron escrupulosamente los principio del debido proceso, algo que no se respeta en Cuba cuando se enjuicia a los disidentes y opositores.
¡Nada, que el escribiente del Granma, lanzando bilis en su agresivo artículo intenta presentarse como un tipo duro merecedor de toda la confianza de los zombis que gobiernan en Cuba! Por lo demás, solo expresó unas ridículas justificaciones de lo que, de ningún modo, puede ser justificado.
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