Miguel Iturria Savón[1]
LA HABANA, Cuba, junio (www.cubanet.org) – El miércoles 8 de junio en la mañana, los vecinos y transeúntes de la apacible calle Calzada, del Vedado, La Habana, estuvieron muy preocupados con los autos de la policía en cada esquina, desde H hasta M, límite con la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en Cuba, rodeada por agentes y cámaras de grabación las 24 horas del día. La inquietud creció con la oleada de uniformados que bajó del camión en I, y con los oficiales vestidos de civil que daban órdenes y gesticulaban como si tuvieran que combatir contra el comando especial que ajustició a Osama Bin Laden en Pakistán.
Hasta los más apurados miraban con recelos y preguntaban con discreción. En el parquecito triangular de la funeraria de Calzada y K, lugar de espera para trámites migratorios, crecía la expectación de los posibles viajeros y de quienes aguardan para entrar en las salas de Internet de la sede diplomática más vigilada de la isla. “¿Qué pasará hoy? ¿A quiénes esperan los chicos de la contrainteligencia? ¿Desembarcaron por fin los enemigos o habrá muerto el general?”.
Los murmullos crecían en el parquecito, donde los oficiales de Seguridad del Estado mostraban su nerviosismo en cada esquina, cual cowboys al acecho. Las preguntas siguieron hasta que un opositor sesentón, padre de un ex oficial encarcelado, aclaró que el despliegue militar se debía a que Reina Luisa Tamayo visitaría la Oficina de Intereses con las cenizas de su hijo Orlando Zapata y el resto de la familia, quienes partirían el jueves como refugiados hacia los Estados Unidos.
La aclaración alivió las tensiones pero siguieron los comentarios, pues Reina Luisa Tamayo, de 62 años, es la mujer más golpeada en Cuba por las turbas oficiales, honor compartido con Laura Pollán y Berta Soler, líderes de las Damas de Blanco. Su partida al exilio la libera del acoso, pero reafirma la intolerancia gubernamental, lo cual dispara la zozobra de quienes enfrentan pacíficamente a las autoridades.
Al día siguiente, mientras Reina Luisa Tamayo y sus parientes subían al avión con las cenizas del mártir, una decena de mujeres pusieron en jaque a la policía política en la calle Calzada, desde G hasta el Monte de las Banderas, al lado de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos, donde se internaron gritando consignas sobre el respeto a los derechos humanos y el cese de la represión en la isla.
El viejo Alfredo, vecino de Calzada, cuenta que “sorprendidos, los agentes de Seguridad que vigilan la zona, movilizaron a varias patrullas de la policía y parte del destacamento SEPSA para desalojarlas; luego presionaron a funcionarios del Ministerio de Relaciones Exteriores para dar contracandela y gritar consignas a favor del gobierno en el lugar de los hechos”.
Todavía el viernes, los vecinos de Calzada ofrecían sus versiones sobre la ocupación militar de esa calle, sede del MINREX, el Instituto de Relaciones Internacionales, la editorial José Martí, la Escuela de automovilismo, la Oficina de Refugiados y la Oficina de Intereses de los Estados Unidos, la sede diplomática más popular en Cuba a pesar de la satanización oficial.
[1] Miguel Iturria, La Habana 1955. Licenciado en Historia, postgrados en arte, literatura, cine, periodismo y etnología. Ejerció como profesor de la enseñanza media y superior y como investigador y director de instituciones culturales en Ciudad de La Habana. Ha publicado dos libros de ensayo, dos antologías, dos poemarios y decenas de artículos y reseñas críticas en publicaciones periódicas de Cuba, España y los Estados Unidos. Colabora de forma sistemática con CubaNet, el semanario digital Primavera y otras páginas alternativas.
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