domingo, 24 de septiembre de 2017

Y bien, Bruno Rodríguez responde al discurso de Trump ante las Naciones Unidas.

Mario J. Viera



El día 22 de septiembre, Bruno Rodríguez Parrilla, ministro de relaciones exteriores del castrismo, se puso de pie y se dirigió a ocupar sitio en el Podio de la Asamblea General de la ONU. Y comenzó a hablar. Muchos temas de interés se han de tratar en este 72 periodo de sesiones de las Naciones Unidas, pero Rodríguez se centrará en dar respuestas al discurso que antes pronunciara Mr. Donald Trump. Lo primero que hace es declarar que el gobierno cubano nada tiene que ver con los ataques acústicos contra personal diplomático de Estados Unidos acreditados en Cuba, algo que en realidad las investigaciones efectuadas no han encontrado evidencias de la participación castrista en esos supuestos ataques, pese a todas las “buenas” intenciones del senador floridano Marco Rubio que se empeña en achacar la agresión a los medios de inteligencia castristas. Por supuesto enfatizó en que Cuba cumple con todas sus obligaciones emanadas de la Convención de Viena, aunque en realidad no siempre ha sido así, solo baste recordar la crisis de las embajadas de 1990.

Pero el discurso de Trump le da argumentos de apoyo a la retórica demagógica del funcionario de Raúl Castro para las relaciones exteriores y para calificar las palabras expresadas por Trump como “insólitas, agresivas, de dominación y descarnadamente imperialistas”, calificativos con que muchos de los participantes de la Asamblea General estarían de acuerdo.

La posición antiinmigrante del mandatario estadounidense es fuente de animadas críticas en medios diplomáticos sirviendo de pasto nutricio para el ataque del diplomático cubano, más que contra el mismo Trump, contra los Estados Unidos; es que la construcción de muros y barreras contra la inmigración, todo el mundo estará de acuerdo con Rodríguez, “No resuelven la pobreza y el subdesarrollo” y ahí tiene el castrista un punto de mira para sus ataques. “¿Acaso ─ indaga ─ pueden olvidarse las consecuencias del colonialismo y el imperialismo?”, tesis fundamental de Las venas abiertas de América Latina, la Biblia de la izquierda bananera.

La aferración de Donald Trump a negar el cambio climático y su obsesión de impulsar el desarrollo de las carboníferas y, al mismo tiempo, decidir retirar a Estados Unidos del Pacto de París, decisión que cuenta con el rechazo de prácticamente todos los Estados del mundo le sirve de fundamento a Rodríguez donde afirmar que el gobierno que representa es un campeón en la defensa del medio ambiente: “Cuba lamenta la decisión del gobierno de Estados Unidos, el principal emisor histórico de gases de efecto invernadero, de retirar a su país del Acuerdo París”. Entonces, tal como reportó el libelo Granma, Rodríguez reiteró que “el cambio climático es una amenaza para el desarrollo de las naciones del orbe” y se refirió “en específico a las pequeñas naciones del Caribe en ese sentido, para las cuales pidió un trato especial y diferenciado”. ¡Cuba la defensora de las pequeñas naciones del Caribe!

¡Ah, la cuestión atómica! La afirmación de Donald Trump de aumentar las capacidades nucleares del armamento de guerra de los Estados Unidos. El conflicto con Corea del Norte al que le gobernante americano no acaba de encontrar una solución inteligente y práctica, alimentó la retórica del jefe de la diplomacia castrista. Y señala que es necesario eliminar la producción y uso por parte de todos los países de las armas nucleares... Tema sensible, para la gran mayoría de las naciones del orbe y aún más inquietante en el diferendo Corea del Norte/Estados Unidos. Sí, argumentó con el recién alcanzado Acuerdo mundial para eliminar la producción y el uso de las armas nucleares para un Tratado sobre la Prohibición de las Armas Atómicas a ser ratificado por la firma de los estados a partir del pasado 20 de septiembre. Y resalta Rodríguez diciendo: “Estados Unidos se opuso”. Esto es demasiado tajante para ser exacto y preciso.

De los 192 Estados miembros de las Naciones Unidas participaron en las negociaciones 124, la mayor parte de los países miembros del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) no participaron en aquellas negociaciones con la excepción de Holanda que en definitiva votaría en contra de la resolución. Los principales países poseedores de armas atómicas, Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, China, Francia, India, Pakistán, Israel y Corea del Norte ni siquiera asistieron a los debates. Según el New York Times, Estados Unidos junto al Reino Unido y Francia declararon: “No tenemos la intención de firmar, ratificar o siquiera ser parte del tratado”, señalándose además que “una prohibición de las armas nucleares que no sea capaz de solucionar los problemas de seguridad que vuelven necesaria la disuasión nuclear no logrará culminar en la eliminación de ningún arma nuclear y no mejorará la seguridad de ningún país ni brindará paz y seguridad internacional”; y consideraron que el acuerdo era “equivocado e imprudente, en particular ahora que Corea del Norte está amenazando con atacar el territorio estadounidense con misiles que tienen ojivas nucleares”. Algo que tiene mucho sentido en las condiciones actuales de la realpolitik. Aunque, no obstante, Rodríguez reafirma que su gobierno apoya la desnuclearización total de la península coreana sin injerencias externas y rechaza “la retórica belicista en la península coreana, que conduciría a una conflagración de consecuencias impredecibles”; por supuesto no ofrece fórmula alguna para alcanzar el propósito de la desnuclearización dotal de la península coreana sin externas injerencias, como dejándolo a la buena voluntad del dictador coreano. Como lo declaró la representante de Estados Unidos ante las Naciones Unidas, Nikki Haley: “¿Acaso hay alguien que cree que Corea del Norte aceptaría una prohibición de armas nucleares? No hay nada que no quiera más para mi familia que un mundo sin armas nucleares, pero hay que ser realistas”.

Pero como ha anotado Beatriz Fihn, directora ejecutiva de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares la teoría de la disuasión para el mantenimiento de la paz se pone en entre dichos con la confrontación Estados Unidos y Corea del Norte con motivo de las armas nucleares y los misiles balísticos de los norcoreanos. “La teoría solo funciona si estás listo para usar armas nucleares, de otro modo tu oponente reconocerá el engaño”, afirmó Fihn; pero la base de la persuasión está en “la percepción de que los líderes son racionales y cuerdos”, algo que no caracteriza, de ningún modo a Kim Jong-un ni a Donald Trump.


Y concluye su alocución el representante del castrismo haciendo primero unas reflexiones a favor de la dictadura madurista de Venezuela a propósito de las afirmaciones de Trump sobre la situación del país sudamericano y rechazando “las amenazas contra la República de Venezuela”. Aunque Trump fue firme calificando la situación de Venezuela, su lenguaje, en esta ocasión, fue menos efectivo que antes cuando dejó abierta la posibilidad de una intervención armada en Venezuela, algo, por supuesto completamente estúpido, pero que le resulta útil a todos los críticos de los Estados Unidos y alimenta las piras de la izquierda bananera de América Latina. Al final cerró refiriéndose a las relaciones Cuba-Estados Unidos y anunciando que Cuba presentará el 1 de noviembre la resolución sobre la necesidad de poner fin al bloqueo económico, financiero y comercial contra la Isla. El llanto de siempre y la justificación eterna para hacer caer la culpa del fracaso socio-económico del país, no en la errónea conducción de la política nacional por el voluntarismo castrista, sino en las condiciones del embargo comercial.

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