Mario J. Viera
El día 22 de septiembre, Bruno Rodríguez
Parrilla, ministro de relaciones exteriores del castrismo, se puso de pie y se
dirigió a ocupar sitio en el Podio de la Asamblea General de la ONU. Y comenzó
a hablar. Muchos temas de interés se han de tratar en este 72 periodo de sesiones
de las Naciones Unidas, pero Rodríguez se centrará en dar respuestas al
discurso que antes pronunciara Mr. Donald Trump. Lo primero que hace es
declarar que el gobierno cubano nada tiene que ver con los ataques acústicos
contra personal diplomático de Estados Unidos acreditados en Cuba, algo que en
realidad las investigaciones efectuadas no han encontrado evidencias de la
participación castrista en esos supuestos ataques, pese a todas las “buenas”
intenciones del senador floridano Marco Rubio que se empeña en achacar la
agresión a los medios de inteligencia castristas. Por supuesto enfatizó en que Cuba
cumple con todas sus obligaciones emanadas de la Convención de Viena, aunque en
realidad no siempre ha sido así, solo baste recordar la crisis de las embajadas
de 1990.
Pero el discurso de Trump le da argumentos
de apoyo a la retórica demagógica del funcionario de Raúl Castro para las
relaciones exteriores y para calificar las palabras expresadas por Trump como “insólitas,
agresivas, de dominación y descarnadamente imperialistas”, calificativos con que
muchos de los participantes de la Asamblea General estarían de acuerdo.
La posición antiinmigrante del mandatario
estadounidense es fuente de animadas críticas en medios diplomáticos sirviendo
de pasto nutricio para el ataque del diplomático cubano, más que contra el
mismo Trump, contra los Estados Unidos; es que la construcción de muros y
barreras contra la inmigración, todo el mundo estará de acuerdo con Rodríguez, “No
resuelven la pobreza y el subdesarrollo” y ahí tiene el castrista un punto de
mira para sus ataques. “¿Acaso ─
indaga ─ pueden olvidarse las
consecuencias del colonialismo y el imperialismo?”, tesis fundamental de Las venas abiertas de América Latina, la
Biblia de la izquierda bananera.
La aferración de Donald Trump a negar el
cambio climático y su obsesión de impulsar el desarrollo de las carboníferas y,
al mismo tiempo, decidir retirar a Estados Unidos del Pacto de París, decisión
que cuenta con el rechazo de prácticamente todos los Estados del mundo le sirve
de fundamento a Rodríguez donde afirmar que el gobierno que representa es un
campeón en la defensa del medio ambiente: “Cuba lamenta la decisión del
gobierno de Estados Unidos, el principal emisor histórico de gases de efecto
invernadero, de retirar a su país del Acuerdo París”. Entonces, tal como
reportó el libelo Granma, Rodríguez reiteró que “el cambio climático es una
amenaza para el desarrollo de las naciones del orbe” y se refirió “en
específico a las pequeñas naciones del Caribe en ese sentido, para las cuales
pidió un trato especial y diferenciado”. ¡Cuba la defensora de las pequeñas
naciones del Caribe!
¡Ah, la cuestión atómica! La afirmación de
Donald Trump de aumentar las capacidades nucleares del armamento de guerra de
los Estados Unidos. El conflicto con Corea del Norte al que le gobernante
americano no acaba de encontrar una solución inteligente y práctica, alimentó
la retórica del jefe de la diplomacia castrista. Y señala que es necesario
eliminar la producción y uso por parte de todos los países de las armas
nucleares... Tema sensible, para la gran mayoría de las naciones del orbe y aún
más inquietante en el diferendo Corea del Norte/Estados Unidos. Sí, argumentó
con el recién alcanzado Acuerdo mundial para eliminar la producción y el uso de
las armas nucleares para un Tratado sobre la Prohibición de las Armas Atómicas
a ser ratificado por la firma de los estados a partir del pasado 20 de
septiembre. Y resalta Rodríguez diciendo: “Estados Unidos se opuso”. Esto es
demasiado tajante para ser exacto y preciso.
De los 192 Estados miembros de las
Naciones Unidas participaron en las negociaciones 124, la mayor parte de los
países miembros del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) no participaron en
aquellas negociaciones con la excepción de Holanda que en definitiva votaría en
contra de la resolución. Los principales países poseedores de armas atómicas,
Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, China, Francia, India, Pakistán, Israel y
Corea del Norte ni siquiera asistieron a los debates. Según el New York Times,
Estados Unidos junto al Reino Unido y Francia declararon: “No tenemos la intención de firmar, ratificar o siquiera ser parte del
tratado”, señalándose además que “una
prohibición de las armas nucleares que no sea capaz de solucionar los problemas
de seguridad que vuelven necesaria la disuasión nuclear no logrará culminar en
la eliminación de ningún arma nuclear y no mejorará la seguridad de ningún país
ni brindará paz y seguridad internacional”; y consideraron que el acuerdo
era “equivocado e imprudente, en particular ahora que Corea del Norte está
amenazando con atacar el territorio estadounidense con misiles que tienen
ojivas nucleares”. Algo que tiene mucho sentido en las condiciones actuales de
la realpolitik. Aunque, no obstante, Rodríguez reafirma que su gobierno apoya la
desnuclearización total de la península coreana sin injerencias externas y
rechaza “la retórica belicista en la península coreana, que conduciría a una
conflagración de consecuencias impredecibles”; por supuesto no ofrece fórmula
alguna para alcanzar el propósito de la desnuclearización dotal de la península
coreana sin externas injerencias, como dejándolo a la buena voluntad del
dictador coreano. Como lo declaró la representante de Estados Unidos ante las
Naciones Unidas, Nikki Haley: “¿Acaso hay
alguien que cree que Corea del Norte aceptaría una prohibición de armas
nucleares? No hay nada que no quiera más para mi familia que un mundo sin armas
nucleares, pero hay que ser realistas”.
Pero como ha anotado Beatriz Fihn,
directora ejecutiva de la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares
la teoría de la disuasión para el mantenimiento de la paz se pone en entre
dichos con la confrontación Estados Unidos y Corea del Norte con motivo de las
armas nucleares y los misiles balísticos de los norcoreanos. “La teoría solo
funciona si estás listo para usar armas nucleares, de otro modo tu oponente
reconocerá el engaño”, afirmó Fihn; pero la base de la persuasión está en “la
percepción de que los líderes son racionales y cuerdos”, algo que no caracteriza,
de ningún modo a Kim Jong-un ni a Donald Trump.
Y concluye su alocución el representante
del castrismo haciendo primero unas reflexiones a favor de la dictadura
madurista de Venezuela a propósito de las afirmaciones de Trump sobre la
situación del país sudamericano y rechazando “las amenazas contra la República
de Venezuela”. Aunque Trump fue firme calificando la situación de Venezuela, su
lenguaje, en esta ocasión, fue menos efectivo que antes cuando dejó abierta la
posibilidad de una intervención armada en Venezuela, algo, por supuesto
completamente estúpido, pero que le resulta útil a todos los críticos de los
Estados Unidos y alimenta las piras de la izquierda bananera de América Latina.
Al final cerró refiriéndose a las relaciones Cuba-Estados Unidos y anunciando que
Cuba presentará el 1 de noviembre la resolución sobre la necesidad de poner fin
al bloqueo económico, financiero y comercial contra la Isla. El llanto de
siempre y la justificación eterna para hacer caer la culpa del fracaso
socio-económico del país, no en la errónea conducción de la política nacional
por el voluntarismo castrista, sino en las condiciones del embargo comercial.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario