Miguel Rivadeneira (EL COMERCIO)
Los hechos, testimonios e informes
oficiales de las actuales autoridades del gobierno confirman y demuestran cómo
se impuso la abundante propaganda oficial y la mentira repetida con solvencia
en el régimen anterior del mismo signo político, que cautivó a los ovejunos,
muchos de los cuales se resisten a reconocer la realidad, pese a las pruebas,
con la misma estrategia de repetir las falacias a ciegas.
En la investigación por las
irregularidades detectadas en los procesos de contratación con Odebrecht, día a
día salen cada vez más cosas, que involucran a los procesados, aunque algunos
de ellos siguen negando lo indefendible, pese a las evidencias. La información
que sale de las indagaciones revela que un testigo cercano declaró en la
Fiscalía que el tío se comunicaba con su sobrino vicepresidente por mensajes
encriptados, con una configuración para que los textos sean eliminados en 30
segundos, y que decía que era la misma persona. Se creó un sistema de
mensajería entre el tío y sobrino vicepresidente.
Había dispuesto la eliminación de toda
información, pero como no hay crimen perfecto, allí quedó. Se testimonia que el
tío andaba con bolso de dinero y no se sabía su destino. Es decir, no se puede
negar la relación en los negocios y se establece las serias presunciones de su
vinculación, mientras el sobrino sigue negando con audacia. Esto deteriora aún
más su imagen ya desgastada. Daría la impresión que estudiaron y se prepararon
con premeditación y alevosía para cometer actos de corrupción. Según un miembro
del frente contra la corrupción, parecen acciones delincuenciales. Mientras
esto sucedía, el Presidente anterior metía las manos al fuego, le defendía e insultaba,
perseguía y enjuiciaba a denunciantes.
Promocionaron con tanta propaganda
grandiosas obras que con el tiempo, en el régimen del mismo signo político y ni
siquiera de oposición, se demuestran como castillos de naipes. En el sector
petrolero, con multimillonarias inversiones, el caso de la repotenciación de la
refinería de Esmeraldas y en la refinería del Pacífico, que quedó con un
terreno aplanado y un acueducto.
En el sector educativo, nuevas autoridades
del sistema universitario (entre ellas ex funcionarios del correismo) confirman
una realidad inocultable, de un proyecto emblemático. Yachay necesita ajustes
de emergencia. Hay obras paralizadas desde hace dos años, subutilización de
terrenos. Mal manejo y mala programación de un crédito chino. Problemas
estructurales en construcciones. Nómina sobredimensionada: 746 servidores
públicos y en la U hay 1.010 alumnos, 12 aulas y 4 laboratorios. Obras
construidas sin las formalidades contractuales que la ley exige. Es decir, sin
respaldo legal. Por todo esto se ha solicitado a la Contraloría una auditoría a
la anterior administración.
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