Philip Rucker y Ashley Parker. The Washington
Post
El Presidente Trump pasó
los últimos días de agosto realizando debidamente su trabajo. Tendía a la
recuperación masiva del huracán Harvey. Él golpeó el camino para vender su plan
de recorte de impuestos. Y convocó a reuniones de política sobre el presupuesto
federal y la amenaza nuclear de Corea del norte.
Detrás de las escenas durante un verano de crisis,
sin embargo, Trump parece añorar los tiempos cuando la Oficina Oval era un
animado centro de visitantes y chismes, que él presidía como empresario. Echa
pestes de no conseguir de los medios el crédito que piensa se merece, o la
lealtad que dice deber de los compañeros líderes republicanos. Se jacta sobre
su Presidencia en términos superlativos, pero confidentes en privado se quejan
acerca de sus repentinos estados de ánimo oscuros.
Y algunos de los amigos de Trump temen que el mal
humorado Presidente esté en curso de una inevitable colisión con el jefe del
gabinete de la Casa Blanca, John F. Kelly.
Trump se irrita con algunas de las medidas del
general retirado de los Cuerpos de Marines para restringir el acceso a él
desde, que asumió el trabajo hace casi un mes, dijeron varias personas cercanas
al Presidente. Esas medidas van en contra del amor de Trump hacia la
espontaneidad y la impetuosidad, lo que provocó algunos leales a Trump
burlonamente denominen a Kelly como "la señora de la iglesia" (the Church
lady) porque lo consideran estricta y moralmente superior.
"Él está teniendo un momento muy difícil",
dijo del presidente un amigo que habló con Trump esta semana. “A él no le gusta
el modo en que los medios le tratan. No le gusta como Kelly le trata. Él está
atacando a personas muy próximas a él”.
Ayudantes dicen que Trump admira las credenciales de
Kelly, respeta sus habilidades de liderazgo y gestión y le alaba a menudo,
tanto en eventos públicos como en reuniones privadas. En un discurso sobre
política fiscal el miércoles en Missouri, Trump destacó trabajo de Kelly para
disminuir el número de los que cruzan ilegalmente la frontera cuando era
secretario de seguridad nacional.
No obstante, personas próximas al presidente dijeron
que está hirviendo de descontento sobre lo que considera una deslealtad
personal del Director del Consejo de Economía Nacional Gary Cohn, quien criticó
las respuestas de Trump sobre una mortal manifestación de supremacistas blancos
en Charlottesville el 12 de agosto. También se ha incrementado su frustración
con el Secretario de Estado Rex Tillerson que ha chocado con el Presidente en
cuestiones como los niveles de las tropas en Afganistán, el bloqueo de Qatar y
la política en Cuba.
Este retrato de Trump, entrando en lo que podría ser
su mes más transcendental en el cargo, se basa en entrevistas a 15 altos
funcionarios de la casa blanca, asesores y amigos del Presidente, muchos de los
cuales hablaron a condición del anonimato para ser sincero.
En septiembre, Trump se enfrentará a los plazos para
elevar el techo de la deuda federal y pasar de una cuenta del gasto
posiblemente vinculada a su promesa de campaña para construir un muro a lo
largo de la frontera México-Estados Unidos; hacer su primer gran impulso para las
reducciones de impuestos; y revisar una recuperación de desastre potencialmente
histórico en Texas y Luisiana.
Si los 75 minutos de actuación de Trump en la
concentración del 22 de agosto sirvió como un testimonio público de su ira
sobre el Congreso y los medios de comunicación, él tan bien está agitando
privadamente sobre otras preocupaciones.
Trump arremetió contra George Gigicos, uno
de sus funcionarios de campaña original, por lo que el Presidente consideraba
poco favorables ángulos de cámara de televisión en el rally de Phoenix, que el Bloomberg News
reportó primero. El presidente también estaba afligido por
un reporte del New York Times que fue publicado
unas horas antes del evento documentando la confusión entre él y el líder de la
mayoría del Senado, Mitch McConnell (R-KY.).
Trump estaba especialmente
enojado por algo que conoció durante su parada temprano en el día, para una
visita a la frontera en Yuma, Arizona, según dijeron varios de sus
colaboradores.
Un grupo de agentes de la
patrulla fronteriza que le habían endosado y convertidos en aliados de la
campaña electoral inicialmente habían sido bloqueados por la administración de
Trump para su asistencia. Aunque a los agentes finalmente se les permitió en el
evento, el Presidente hizo que su descontento sobre el trato que se les diera
fuera conocido por Kelly, dijeron conocedores del incidente. Dos de esas
personas dijeron que Trump levantó su voz con su jefe de gabinete, quien había
faltado tratando de restringir a amigos de tener acceso directo con él.
Esa noche en Phoenix, Trump
intentó llamar a Kelly en el escenario. “¿Dónde está John?" preguntó. “¿Dónde
está él? ¿Dónde está General Kelly? Lo saque de aquí. Él es grande. Él está
haciendo un gran trabajo".
Kelly no se unió a su jefe
delante de la muchedumbre.
"No es inusual para
para los empleados oírle fanfarronear acerca de las cosas," dijo Barry
Bennett, un ex asesor de la campaña. "Eso no significa que sea real. Había
gente en el personal de campaña que dijo que despediría una docena de veces, pero
nunca lo hizo. Se trataba de sólo de ladridos. Y algunas personas no saben la
diferencia entre el ladrido y la mordida”.
Kelly tomó el trabajo con la
meta expresa de implementar un orden estricto en un Ala Oeste que se había
convertido en un tumulto de alboroto, luchas internas y perjudiciales
filtraciones a los medios de comunicación.
Los amigos acostumbraban
llamar a la Casa Blanca y conectarse directamente con Trump; ahora las llamadas
se encauzan a través de Kelly y no siempre se hacen llegar al Presidente. Los
amigos solían pasar por el Ala Oeste para matar el tiempo, vagando a la Oficina
Oval para saludar; ahora ellos deben tener una cita oficial ─ y una razón clara
─ para la visita.
Los cambios han sido bien
recibidos por altos funcionarios de la administración, que dicen que el tiempo
del Presidente es demasiado valioso para ser desperdiciado con cháchara y
paniaguados.
Pero Trump desafía a veces —
y aún resiente ─ a la nueva estructura. Ha sido especialmente sensible a la
forma que la rígida estructura de Kelly es presentada en los medios y se
esfuerza para desengañar a la gente de la noción de que él está siendo
dirigido. El presidente continúa llamando a amigos de negocios y asesores
externos, incluyendo al ex estratega jefe Stephen K. Bannon, desde su teléfono
personal cuando Kelly no está alrededor, dijeron personas con conocimientos de
las llamadas.
“Donald Trump se resiste a
ser manejado", dijo Roger Stone, un ex asesor de Trump y confidente desde
hace mucho tiempo. “Nadie le dice a él a quien ver, a quien escuchar, qué leer,
qué puede decir”. Stone añadió, “El General Kelly intenta tratar al presidente
como a un hongo. Manteniéndole en la oscuridad y alimentándole con m.... no va
a funcionar. Donald Trump es un espíritu libre”.
Kelly le ha dicho a colegas
que no tiene la intención de controlar lo que Trump diga o tuitee. Aunque ha
tratado de manejar la información que recibe el presidente. Kelly reconoce que
hay límites en lo que pueda hacer, de acuerdo con funcionarios de la Casa
Blanca.
“El presidente puede
encender la televisión, el presidente puede llamar gente y el presidente puede
leer los periódicos”, dijo un republicano cercano a la Casa Blanca quien añadió
que la responsabilidad recae en Trump, no en su personal, para controlar sus
impulsos.
Trump ha descartado algunas
de las figuras más controvertidas de su administración este verano. Por
ejemplo, el despido del Director de Comunicaciones Anthony Scaramucci después
de tan solo 10 días ganándose el flamante ayudante el apodo de "el
bombardero suicida" en el Ala Oeste por haber hecho caer con él al jefe
del gabinete Reince Priebus y al secretario de prensa Sean Spicer. Trump se
apartó también de Bannon, quien a menudo canalizó los instintos nacionalistas
del Presidente.
Más cambios pueden estar en
marcha bajo Kelly, quien continúa su revisión personal y se dice que está
apuntando a ayudantes sin claras carpetas de responsabilidad.
Sobre Tillerson, Trump ha
llegado a ver su elevado enfoque diplomático de los asuntos mundiales como
"totalmente de la clase política (establishment)", en palabras de un
asociado de Trump. Varias personas cercanas a Trump, dijeron que sería una
sorpresa si Tillerson permanece en su puesto por más de un año que se cumple en
enero. Ellos dejaron entrever que su salida puede venir mucho antes, con uno
que la describió como "inminente”.
Y dicen algunos que han
visto recientemente Tillerson el ex ejecutivo de ExxonMobil ─ no acostumbrado a
tomar órdenes de un superior, ni mucho menos de uno tan caprichoso como Trump ─
también parece estar dispuesto a poner fin a su mandato en el Departamento de
Estado. Él se ha quejado en privado a Kelly sobre las recientes controversias
de Trump, dijeron dos personas familiarizadas con la relación de ellos.
Otros, sin embargo,
advierten que Tillerson permanece completamente enredado en la administración.
Luego de almorzar con el Presidente el lunes, Tillerson se sentó en la primera
fila de la Conferencia de prensa conjunta de Trump con el Presidente de
Finlandia y fue un miembro clave los debates del Gabinete que se centraron
sobre el manejo del huracán Harvey.
La Secretaria de Prensa de
la Casa Blanca Sarah Huckabee Sanders les dijo a los reporteros el miércoles
que Trump confiaba “absolutamente” en Tillerson.
Tillerson ganó titulares
durante el fin de semana cuando le preguntaron en "Fox News Sunday",
si, en el contexto de Charlottesville, Trump habla de valores estadounidenses.
"El Presidente habla por sí mismo", dijo Tillerson a Chris Wallace.
Muchos iniciados de Trump
fueron horrorizados por la aparente denuncia del Presidente por el diplomático,
pero varios funcionarios de la Casa Blanca dijeron que la frustración de Trump
con Tillerson había sido sobre políticas específicas. La entrevista de Fox no
incomodó a Trump, dijo un funcionario, a pesar de que el Presidente estaba
molesto por el regaño que Cohn hiciera de él en el Financial Times.
Trump estaba especialmente
molesto que Cohn fuera público con sus quejas sobre el manejo del Presidente de
Charlottesville, incluso después de que Trump escuchó la salida de Cohn durante
una reunión privada el 18 de agosto en Bedminster, Nueva Jersey.
El Presidente la semana
pasada ha estado reservadamente molesto sobre Cohn, pero se ha resistido a
despedirlo en parte porque ha sido la cara, junto con el Secretario del tesoro
Steven Mnuchin, de la estrategia de reducción de impuestos de la
administración.
Sin embargo, Trump tiene
otras maneras de despreciar a Cohn. El asesor económico viajó con Trump el
miércoles a Springfield, Missouri, para su discurso sobre la reforma fiscal,
aun cuando el Presidente etiquetó a "los muchos distinguidos
invitados" a la asistencia, no mencionó a Cohn. Después, Ivanka Trump, la
hija del Presidente, escribió en Twitter un llamado por la reforma fiscal con
una imagen de Trump al fondo flanqueado por ella y Mnuchin. Notablemente
ausente estuvo Cohn, el co-arquitecto del plan.
Interrogada sobre los
insultos percibidos, Sanders dijo a los reporteros a bordo del Air Force One en
el vuelo a Washington que era "una táctica bastante estándar" de
Trump de no mencionar a los miembros del personal en sus observaciones.
Presionada sobre el estado
de la relación de Trump y de Cohn, Sanders dijo solamente que ambos hombres
están comprometidos con la reforma de impuestos.
“Bien, mire”, dijo, “Gary
está aquí. El Presidente está aquí”.
Robert Costa, Anne
Gearan and Carol D. Leonnig contributed to this report.
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