Amigos, aliados y enemigos
Un análisis crítico de la Era del castrismo
Mario J. Viera
Capítulo
XVIII
Es
posible que Frank País hubiera aquilatado eso que Elorza caracteriza la
personalidad de Fidel Castro como su “doble dimensión de autoritarismo e
hipocresía” y que, por tanto, guardara determinadas reservas hacia el líder del
26 de Julio y hacia algunos de sus colaboradores en la sierra, como el
argentino Ernesto Guevara. Por supuesto no podía prever el futuro para darse
cuenta que el protagonismo y el autoritarismo que emanaban de la personalidad
de Castro fueran indicios para lo que devendría luego que se asiera del poder.
Reconocía a Castro en su carácter de iniciador y le brindaría toda la ayuda que
necesitara en los primeros momentos de la aventura serrana. Sin embargo, Frank
no abandonaba su propósito de abrir un nuevo frente guerrillero que sirviera de
contrapeso al autoritarismo castrista.
Alberto
Müller hace notar las dos diferentes mentalidades que se mostraban durante la
insurrección antibatistiana entre los dos sectores que la distinguía, el Llano
y la Montaña. Mientras en la Sierra Maestra (la Montaña) se manifestaba el
autoritarismo ─ Müller lo denomina gansteril ─ de Fidel Castro “que todo lo supeditaba a su mando
egocentrista”,
En
el Llano (predominantemente urbano) “se
consolidaba el civilismo libertario de Frank País que fundamentaba el futuro
del país a elecciones democráticas, división de poderes, estado de derecho,
libertad de prensa y el respeto a la dignidad de la persona humana”[1].
Castro
pretendía tener bajo su total dirección a todo el movimiento insurreccional,
Sierra y Llano. Frank en cambio distinguía los dos diferentes escenarios de
combate. En la Sierra se debía practicar una guerra irregular caracterizada por
emboscadas a las fuerzas militares y por ataques repentinos, fugases para
apoderarse de armas y luego evadir el enfrentamiento cuerpo a cuerpo. En las zonas
urbanas el guerrillero se exponía de cara a la acción, en atentados y
sabotajes. Frank no ha estudiado a Kropotkin, Bakunin o Trotsky ni ha meditado
en los trabajos de Mao Zedong, pero tiene el sentido del partisano y la
experiencia de su accionar en la lucha urbana. Frank intuye claramente que los
métodos de combate del guerrillero urbano difieren significativamente del
partisano afirmado en las montañas. Sabe, se lo dicta su experiencia y su
olfato de conspirador, que las células insurreccionales urbanas requieren de
autonomía para ejecutar sus operaciones. El guerrillero urbano puede actuar en
misiones de apoyo a la guerrilla serrana en la zona de conflicto planeadas por
el mando guerrillero, y el mando guerrillero deberá respetar la autonomía de
los guerrilleros urbanos. Las células pueden recolectar armas, municiones,
reclutar hombre para fortalecer a la guerrilla y hacer labor de agitadores y
propagandistas.
Por
su propio razonamiento había coincidido con la definición que sobre el
guerrillero urbano ofrecería el Mini Manual del Guerrillero Urbano, un
instructivo brasileño de la década del sesenta pensado como manual para
terroristas urbanos:
La
iniciativa es una cualidad especialmente indispensable. No siempre es posible
anticiparse a todo, y el guerrillero urbano no puede dejarse confundir, o
esperar por órdenes. Su deber es la de actuar, de encontrar soluciones
adecuadas para cada problema que se encuentra, y no retirarse. Es mejor cometer
errores actuando que no hacer nada por miedo de cometer errores. Sin la
iniciativa no puede haber guerra guerrillera urbana (…) si
es conocido o buscado por la policía, si ha sido sentenciado o está bajo
libertad condicional, tiene que vivir clandestinamente. Bajo tales condiciones,
el guerrillero urbano no puede revelar sus actividades a nadie, ya que eso es
siempre y únicamente la responsabilidad de la organización revolucionaria a la
cual pertenece”[2].
Este
concepto de la independencia del movimiento urbano con respecto a la lucha en
la sierra, más su accionar político con definida autonomía, generaría una
confrontación con las opiniones hegemónicas de Castro. En este sentido Consuelo
Naranjo Orovio expone:
Es
probable que la actividad política de Pais que, de hecho, estaba limitando la
influencia política y el papel del grupo guerrillero de la Sierra, creara algún
tipo de enfrentamiento con el mismo Castro. Los roces entre la guerrilla,
emplazada en la Sierra, y el movimiento urbano, ubicado en el así llamado
Llano, que tuvieron lugar en estos meses (de 1957) fueron una
constante del proceso insurreccional…[3]
Su
instinto de jefe de acción se manifestaba en dos vertientes, la primera, la
exigencia a sus hombres de ser disciplinados y la segunda, la preparación de
estos para la acción. Así lo pone de manifiesto Eduardo Yassels que conocía a
Frank en las labores conspirativas:
Exigía
la disciplina y a la vez era un ejemplo de ella. Fue fogueando y modelando a
los hombres, y probándolos gradualmente. Antes de asignarle una misión a
alguien, había valorado la posibilidad de su cumplimiento.
Como
jefe nacional de acción del 26 de Julio, Frank no se detenía para actuar de
manera autónoma. Sin consultar con Castro emprende una incansable labor
dirigida a crear una estructura organizativa para el movimiento en todo el
país, y de igual manera establece contactos con el consulado estadounidense en
Santiago de Cuba, tal y como se desprende de los testimonios que ofrece Enrique
Canto Bory en su libro autobiográfico Mi
Vida. Además, José Álvarez cita una carta de Frank País dirigida a Castro
con fecha 20 de julio en la que le comenta de sus conversaciones con el cónsul
americano en Santiago de Cuba quien le dijera que su gobierno veía con
simpatías al Movimiento, pero que al mismo tiempo estaba preocupado por una
posible infiltración comunista[4].
Richard
Gott se refiere a los contactos de Frank con el consulado americano, y asegura
que “Frank país llevó a cabo reuniones
regulares en 1957 con el Consulado de Estados Unidos en Santiago y a veces
estuvo acompañado por Armando Hart y Haydée Santamaría, así como por Vilma
Espín”. Según opinión de este autor, las relaciones que País mantenía con
el consulado americano pudieran haberle sugerido la idea de la necesidad de
contactar con políticos del Partido Ortodoxo, lo que hizo posible la reunión en
Sierra Maestra de Raúl Chibás y Felipe Pazos con Fidel Castro[5].
Reunión en la Sierra Maestra: Frank, Faustino, Castro y Hart |
Está
documentado que ya desde los inicios del alzamiento en la Sierra Maestra, Frank
País había expresado la idea de que Castro no permaneciera en Cuba; que sería mejor
que marchara hacia algún país latinoamericano para desde allá continuar
organizando la revolución y captar apoyos. En Manzanillo, Frank País le propone
a Haydée Santamarína: "Yeyé, hay que
ver cómo se saca a Fidel de aquí; se tiene que ir para un país de América
Latina y reorganizar el Movimiento. Yo no he hablado todavía con él, pero vamos
a ver cómo le decimos eso”. Esta anécdota es recogida por los cronistas
oficialistas Eugenio Suárez Pérez y Acela Caner Román en “De Cinco Palmas a
Uvero” y posteriormente ratificada en un artículo de 2008[6],
aunque matizada agregando al final de aquel párrafo como dicho por Frank: “Pueden matarlo y no podemos permitirnos ese
lujo”. Ubican ese momento poco antes de acudir a la cita del 17 de febrero
en la Sierra cuando Castro recibiera al reportero del New York Times. Esto no
tiene sentido atendiendo a la psicología de Frank País. El conocía lo que el
ejemplo de un líder, en primera línea significaba. No, él, que estaba dispuesto
a caer defendiendo la causa a la que se había consagrado, no hubiera pensado en
proponerle a Castro que abandonara la sierra solo para resguardarle la vida. Y
si lo hubiera pensado poco antes del encuentro con Castro en la finca de Epifanio
Díaz, por mucho que fuera el entusiasmo de Fidel Castro y su optimismo en la
victoria, lo hubiera dicho como antes, en su segundo encuentro con Castro en
México, le había expuestos que no existían las condiciones adecuadas para
preparar un alzamiento generalizado que coincidiera con el desembarco del
Granma.
La
idea que Frank se estaba formando para solicitar el retiro de Castro, habría
surgido después de la reunión en la Sierra y tras el rechazo que Castro, tal
vez por instigación del argentino Guevara, le había hecho a Jorge Sotus; y
luego de haber constatado de manera directa el ego autoritario de Castro; y es
muy probable que Frank esta idea se la habría comunicado a Haydée Santamarína
por medio de una carta, pues se conoce que mantenía con ella intercambio
epistolar, aunque esto no pueda ser probado documentalmente y algunas de las
cartas de Frank a Haydée hayan “desaparecido” con posterioridad al suicidio de
la activista.
Juan
Vives recoge una versión dada por Agustín Pais, hermano de Frank, señalando que
“las rivalidades entre Frank País y Fidel
Castro aumentaban de tono cada día”.
“Según esta versión ─ anota Vives ─ Frank País citó a una reunión con los
miembros de la Dirección del Movimiento 26 de Julio, Faustino Pérez, Carlos
Franqui, Armando Hart, entre los más destacados, para pedir la destitución de
Fidel como la cabeza del Movimiento y por su actitud de siempre querer mandar
en todo y apropiarse del Movimiento de una manera egocéntrica y dictatorial.
Y agrega Vives, que de acuerdo al testimonio de Agustín Pais, “Armando Hart Dávalos avisó a Fidel de las
intenciones de Frank Pais”[7].
De
ser cierta esta última declaración, tendríamos que preguntarnos ¿cuál habría
sido la reacción de Castro? Quizá hubiera estallado en improperios contra Pais
o, tal vez, lo más probable, guardara silencio para meditar qué hacer con Frank
País. ¿Declararle traidor y expulsarle de la dirección del M-26-7? Eso sería
fatal para la guerrilla. Frank tenía una posición consolidada dentro del
movimiento en el llano y en respuesta a tal acusación en contra del líder del
llano se produciría, a no dudarlo, una segmentación dentro de los grupos del 26
de Julio que sería fatal para el futuro de la guerrilla. Cesaría el apoyo en
armas y personal que provenía del trabajo clandestino de Frank, y el mismo
Frank se habría declarado independiente y agruparía en torno suyo a grandes
sectores urbanos del M-26-7.
Es
conocida la patológica actitud de Castro frente a los que se atreven a
discrepar con cualquier opinión suya o contra aquellos que pudieran
obstaculizar sus planes. De ser cierta la versión de que Hart delatara las
intenciones de Frank Pais, Castro habría sopesado todos los pros y todos los
contras y decidiría actuar en las sombras para deshacerse del molesto
conspirador. Frank estaba en el más absoluto clandestinaje y fieramente buscado
por los cuerpos represivos de la dictadura. Debería entonces mantenerle alejado
de la sierra; que quedara a merced de la policía en Santiago de Cuba. Enrique
Cano Bory afirmó que en las palabras de Frank había “un raro dejo de amargura”
cuando al pedirle que se ausentara de Santiago de Cuba por un tiempo, le
contestara: “Tengo que cumplir órdenes.
Tengo que permanecer en los llanos mientras me lo pidan”.
Frank
País fue asesinado el 30 de julio de 1957, a un mes exacto de la muerte en
acción urbana de su hermano Josué. El autor material de su asesinato fue el coronel
José María Salas Cañizares, denominado “Masacre Cañizares” y sus hombres. Un
periodista, según Wikipedia, de nombre Pedro García relata el momento de su
asesinato:
Al mediodía, después de almorzar, se
reunió con dos muchachos del Movimiento. Le traían el libro que había pedido: Entre la libertad y el miedo, de Germán
Arciniegas[8]. Una
de las mujeres se percató de que la policía batistiana venía registrando unas
cuadras más abajo, casa por casa, subiendo por la santiaguera calle San Germán.
Él tomó una decisión: ordenó a los dos jóvenes que se marcharan en el carro.
Alegó que le sería mucho más fácil alejarse a pie. A las mujeres les entregó
unos documentos. “No pueden caer en manos
de la tiranía”, dijo. Salió con el dueño de la casa, el combatiente Raúl
Pujol, San Germán arriba. "Eh,
detengan a esos dos", gritó un esbirro. Les rodearon los uniformados. “Pero, ¿no sabe quién es este, coronel? –un
connotado chivato sonreía cínicamente–. Es
Frank País”. Comenzaron a golpearlos. Cuando finalmente ametrallaron a
Pujol, ya el joven estaba sin conocimiento. A Frank lo empujaron hasta el callejón
del Muro y allí le acribillaron a balazos. "Aquí
todo el mundo tiene que tirar, delante de todo Santiago", vociferaba
el coronel. Los esbirros vaciaron sus armas sobre los cadáveres. Arrojaron
cerca del de Frank una pistola 45 con dos peines; luego se vio que eran de un
calibre distinto. Era el 30 de julio de 1957.
Aunque existen
muchos testimonios que inclinan a pensar que el asesinato de Frank País junto a
su amigo Raúl Pujol no se trató de un hecho debido al azar sino como resultado
de una conjura contra su vida. ¿Fue acaso una delación la que dio la pista a
los represores del escondite de Frank País? Así lo creen varios de los
testimoniantes y sus índices acusadores se dirigen hacia una sola persona,
hacia Deborah, es decir hacia Vilma Espín. Así lo creen Agustín País; así lo
insinúa Jorge Gómez, quien fuera dirigente sindical del M-26 de Julio; así se
inclina a creerlo Enrique Canto Bory y lo sospecha Ernesto Betancourt.
Canto se hace una
serie de preguntas en relación con el asesinato de Frank:
¿Cómo era posible que la policía
conociera en donde estaba escondido Frank y no fuese directamente a buscarle a
la casa a la cual yo le había llevado? ¿Qué juego sucio se escondía detrás de
todo aquello? ¿Sería posible que alguien tuviera interés en que Frank
desapareciera y fuese totalmente aniquilado del campo revolucionario?[9]
Vilma Espín y Fidel Castro |
Es un hecho que
Frank País no quería que Vilma Espín supiera donde él se ocultaba. Así lo
declara el mismo Canto quien afirma que Frank le había prohibido revelarle a
Vilma su paradero: “Me dijo que me prohibía diera a conocer a Vilma a dónde le llevaba. No
quiero que sepa en dónde estoy”. Esta precaución de Frank es ratificada por
el doctor José Antonio Roca que acompañaba a Canto, según lo cita Ernesto F.
Betancourt, quien antes de bajarse del auto en el que habían llevado a Frank
hasta la casa de Raúl Pujol el 28 de julio, Frank le dijo, “Doctor, no le diga a nadie dónde estoy y
mucho menos a Déborah (nombre clandestino de Vilma Espín). José Luis Cuza
Téllez de Girón que estuvo vinculado a las células revolucionarias de Santiago
de Cuba, aunque luego de la toma del poder por Castro ha sido un fiel castrista,
dice al respecto: “A todos ocultó dónde
estaba. Hasta a Vilma, Coordinadora Provincial en la antigua provincia de
Oriente, la llamó pero no le dijo dónde estaba”[10].
¿Existió
verdaderamente una conexión entre la supuesta delación de Vilma Espín y el
probable deseo de Castro de anular la influencia de Pais en el Llano, hasta el
punto de conspirar para convertirle en un “mártir”, en un símbolo útil? Todo
queda en la especulación. No existen pruebas seguras para inculpar a Castro
como autor intelectual de la delación que acabaría con la vida del líder del
Llano, ni para, definitivamente cargar a Vilma con la vileza de una delación,
de una traición. Lo cierto es que, fuera
Castro ya quien propiciara la muerte de Frank País, bien por su negativa a
recibirle en la Sierra cuando más perseguido era o bien porque hubiera
instigado la delación que terminaría con su asesinato o simplemente fuera el
azar del momento y del lugar equivocados, Castro quedaba libre de un líder
carismático e inteligente; un líder con la osadía de actuar sin pedir permiso;
una personalidad que podría hacerle sombra.
Frank
Pais y José Antonio Echeverría, con la muerte de ambos se convertían en “héroes
silenciosos”, gráfica expresión de Ignacio Uría[11],
símbolos útiles para la construcción del mito. Castro era desde este momento la
figura cimera de la insurrección sin líderes que pudieran estorbarles sus ambiciones
de poder.
[1] Alberto Müller. El doble
asesinato a Frank País. Diario Las Américas. 23 de julio de 2007
[2] Carlos Marighella. Mini Manual
del Guerrillero Urbano. Junio 1969
[3] Consuelo Naranjo Orovio. Historia
de las Antillas: Historia de Cuba. Pag. 376
[4] José Álvarez. Frank Pais: Architect of Cuba's Betrayed Revolution
[5] Richard Gott. Cuba: A New History. Yale Nota Bene. 2005
[6] Eugenio Suárez Pérez y Acela Caner Román. De Cinco Palmas a Uvero. Casa Editorial Verde Olivo, 2006. Pag.
34. Fidel:
siempre en la primera línea de combate (La primera línea del combate siempre ha
sido y será el lugar preferido de Fidel Castro) Cuba socialista - Kaos en
la Red. Cubainformación. 20 de febrero de 2008.
[7] Juan Vives. Muere Vilma
Espin se cierra un capítulo de la historia de Cuba. Baracutey Cubano, 21 de
junio de 2007
[8] Germán
Arciniegas. Prolífico historiador y ensayista. Fue profesor universitario
en Colombia, decano de la facultad de filosofía y letras de la Universidad de
los Andes y profesor en la Universidad de Columbia en Nueva York. Arciniegas no
fue ajeno al entorno político de su tiempo y en 1952 publicó en Nueva York Entre la libertad y el miedo, una obra
escrita originalmente en inglés, en un momento en que siete dictadores
detentaban el poder en América Latina. La traducción de su libro fue prohibida
en al menos diez países incluyendo a Colombia y más tarde, durante la dictadura
del general colombiano Gustavo Rojas Pinilla sus libros fueron quemados en la
aduana. Arciniegas siempre tuvo una filiación política clara, que era la misma
del político peruano Raúl Haya de la Torre, fundador del APRA, movimiento que
abogaba por la unidad de América Latina. En 1952, Arciniegas escribe |Entre
la libertad y el miedo, un amplio reportaje sobre los fenómenos del
fascismo, el nazismo, el peronismo y las dictaduras en Hispanoamérica.
[9] Enrique Cano Bory. Mi vida.
Pag. 252 y 253. Citado por Manuel Prieres
[10] Contralmirante (R) José Luis Cuza Téllez de Girón. Un testimonio excepcional: El día que
mataron a Frank País. CubaDebate. 2 agosto 2014
[11]Ignacio Uría. Cuba. Medio
Siglo entre la revolución y la dictadura. Nueva Revista de Política, Cultura
y Arte. Número 120. Diciembre 2008
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