Mario J. Viera
Trump obtuvo la victoria al
alcanzar un importante número de votos electorales 306, que hicieron añicos la
aspiración presidencial de Hillary Clinton que solamente alcanzaría 232 de esos
votos. Aunque Trump ganó la presidencia, ¿significa esto una aplastante derrota
sobre la candidata demócrata? En apariencias es así, pero solo en apariencias.
Los resultados electorales,
principalmente en tres estados Michigan, con 16 votos electorales; Wisconsin,
con 10 votos electorales y Pennsylvania, con 20 votos electorales fueron la
gota que colmara el vaso y le concediera el triunfo a Donald Trump; tres
estados que definidamente habían sido demócratas. Y Trump ganó la presidencia
con su victoria en los estados de Texas, Kansas, Dakota del Sur, Wyoming,
Dakota del Norte, Misisipi, Alabama, Tennessee, Kentucky, Indiana, Montana,
Virginia Occidental, Carolina del Sur, Oklahoma, Arkansas, Luisiana, Nebraska,
Idaho, Ohio, Carolina del Norte, Florida, Utah, Pensilvania, Georgia, Iowa,
Alaska, Wisconsin y Misuri, un total de 28 de los 50 estados de la Unión. En
más de la mitad de los estados de Estados Unidos ganaba Donald Trump. ¿Quiero
esto decir que Trump se ganó el apoyo de la mayoría de los electores nacionales
y con ello se convirtiera en la mayoría indiscutible? En apariencias sí, pero
solo aparentemente.
La realidad es una y solo
una. Trump no ganó la mayoría de los votos de los electores de Estados Unidos,
considerados como total de población electiva. La victoria de Trump solo pone
en evidencia que Estados Unidos está dividido en una bien definida
polarización, 59.3 millones de electores dieron su voto a favor de Hillary
Clinton y 59.2 millones suscribieron a Donald Trump, es decir, 50.04% para
Hillary Clinton; 50.0% para Donald Trump. El triunfo del que fuera candidato
del Partido Republicano, con apoyo firme del Tea Party, fue el triunfo de la
demagogia, del populismo y de la antipolítica. Tal como dice Marc Bassets del
diario El País, “la furia populista a
ambos lados del Atlántico consigue así su mayor victoria”. La quiebra en el
seno de la sociedad americana es profunda; el consenso político está bien lejos
de alcanzarse. Se avecinan tiempos de conflictos sociales.
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