miércoles, 20 de abril de 2011

Perú es un dolor de cabeza.

Mario J. Viera


Por supuesto que sí. El futuro de Perú es un rompedero de cabeza, tanto para los peruanos como para los que desde lejos, y sin ser peruanos, seguimos el curso de la política de la hermana nación andina.
Queriendo conocer su opinión le pregunté a un amigo peruano qué creía sobre el balotaje que se producirá entre Keiko Fujimori y Ollanta Humala. Hizo una mueca de disgusto y me contestó, “Por suerte yo no estoy viviendo allá”.
Pero los que están allá, en el Perú, deben sentirse desconcertados, ¿a quién escoger, a la sombra de Alberto Fujimori pegada a las espaldas de Keiko o a Humala con su pasado de insurrección militar y las sospechas de alianza con el ALBA y la corriente del Socialismo del Siglo XXI.
Humala ha moderado su discurso extremista; pero ¿se puede confiar al 100 por ciento que realmente se mantendrá en una posición más tendiente al centro, aunque sea el centro izquierda? O después de llegado al poder ¿no se volverá hacia las posiciones del izquierdismo bananero, al nacionalismo extravagante, a la política de estatalización y el control de los medios como han hecho Chávez, Correa y Evo?
Mario Vargas Llosa no le perdona a Keiko la culpa de ser hija de Fujimori y como no soporta a Fujimori, aunque este haya acabado con la banda terrorista de Sendero Luminoso pero que también tenía a un Montesinos de su lado, se ha decidido votar por Humala aunque “sin alegría y con muchos temores”
No sé si los peruanos entienden esto de votar sin alegría y con muchos temores por un candidato presidencial aunque se abrigue la “esperanza” de que el cambio que aparente ese candidato sea verdad. Creo que en lugar de invitar “a los peruanos democráticos que hagan lo mismo” que él, sería mejor hacer lo que se recomienda se deba hacer ante la duda: abstenerse.
De ningún modo se podrá evitar que uno de los dos llegue a la presidencia, se vote por uno u otro o se vote en blanco.
Si los populistas de derecha me influyen desconfianza, los populistas de izquierda me inspiran terror. Ni unos ni otros. Ya conocemos los cubanos a los populistas de izquierda. No olvidamos que Fidel Castro en 1959 declaró que su revolución no era comunista sino humanista y terminó imponiendo un gobierno continuista y una dictadura comunista totalitaria. Algo por el estilo ha estado haciendo Hugo Chávez.
Humala ha declarado ahora que el nacionalismo nunca habló de cambiar su programa, pero sí hacer concesiones para lograr el apoyo de otras fuerzas políticas. “Nosotros ─ ha dicho ─ no hemos hablado de modificar, sino de consensuar…”, y Vargas Llosa lanza la siguiente interrogación: “¿Esta es otra táctica para ganar los votos de una clase media?”
Es posible que sí, que busque ganar apoyo dentro de la clase media, como busca ganar la confianza de los peruanos de 65 años “sin importar su historia de afiliación a algún sistema de pensiones” con su propuesta de Pensión 65 y la obligatoriedad para todos de un sistema estatal de pensiones. Y lo ha recalcado: “Le duela a quien le duela, Pensión 65 se va a dar”.
Si luego de asumir la presidencia Humala se decanta por una política agresiva de izquierdismo y reforme la Constitución para garantizar el control de todos los poderes públicos especialmente el judicial, creo que sería una romántica, muy romántica idea pensar “que si muchos peruanos apoyan esa candidatura exigiéndole pruebas fehacientes de esa democratización, quizá esta pueda ser real”. Quizá, pero muy poco probable, sino que lo digan los venezolanos y que lo digan los ecuatorianos.
Sigo pensando que hoy por hoy, Perú es un dolor de cabeza.

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