Como contrapartida al fundamentalismo musulmán existe el fundamentalismo de algunas iglesias que se denominan cristianas. El fundamentalismo del islam se manifiesta con actos sangrientos, con acciones terroristas, con el odio absurdo hacia los infieles, es decir a los que profesan otra religión o no profesan ninguna.
El fundamentalismo de algunas iglesias evangelistas se expresa en la intolerancia religiosa como si la época oscura de la inquisición no haya quedado relegada en la oscuridad de la historia.
Hay pastores que predican odio contra los que no comulgan con sus credos. Odio al judío, odio al católico, odio a los homosexuales, odio al que piensa libremente. No cometen actos de terrorismo porque en la sociedad en que viven les impide dar rienda suelta a sus instintos satánicos ocultos tras la interpretación dogmática de la Biblia.
El Islam es la ideología estancada en la Edad Media. El fundamentalismo de algunos pastores es también una rémora del medio evo.
La religión no puede ser pretexto para matar, para agredir en defensa de una deidad violenta y vengativa. Dios, para el creyente es amor, amor hacia el prójimo, amor hacia los valores humanos, amor por la libertad. Los pastores, los sacerdotes, los imanes, nada tienen que hacer en la política, su labor es conducir por el camino del amor a sus congregaciones y perdonar a quienes les ofenden en sus creencias como Dios perdona a quienes le ofenden.
Un pastor estúpido llamado Wayne Sapp decidió emular el extremismo musulmán y quemó el libro sagrado de los musulmanes, sin medir las consecuencias que provocaría su acto de intolerancia. No desconocedor del fanatismo islámico quemó públicamente el Corán. Y ese acto generó una salvaje respuesta de locos fanáticos en Afganistán, una respuesta violenta, criminal, sangrienta.
Wayne Sapp, en primer plano junto a Terry Jones
Si un musulmán quemara una Biblia, en Occidente nadie saldría a las calles a decapitar musulmanes. Esa es la diferencia que existe entre una cultura fanatizada y una cultura donde prevalece la cordura.
Allá, en Afganistán corrió la sangre en venganza del ultraje y pagaron culpas personas inocentes. Una enloquecida multitud asaltó el edificio de la ONU en Mazar e Sharif. Siete empleados murieron vilmente asesinados por la turba. Cuatro guardias de origen nepalí, probablemente no cristianos sino hinduistas, tres funcionarios de nacionalidad rumana, noruega y sueca, uno de ellos, mujer. Dos de los funcionarios fueron decapitados.
El mundo ha condenado la salvaje reacción. Catherine Ashton, jefa de la diplomacia de la Unión Europea condenó el hecho diciendo: “Este es otro ejemplo desafortunado de cómo la ignorancia, la intolerancia y una agresión sin sentido pueden convertir en víctimas a personas completamente inocentes, cuyo único propósito era ayudar a Afganistán a avanzar hacia un futuro más brillante”
El Secretario General de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen destacó: "Las víctimas de estos ataques están dedicadas a la ayuda al pueblo afgano para construir unas vidas mejores".
Terry Jones, de la iglesia Dove World Outreach Centre en Gainesville que había promovido la campaña para la quema del Corán en septiembre del pasado año, no se siente responsable de la reacción asesina que provocó el acto de quemar el Corán.
"Estamos consternados por esa información ─ declaró ─, pero no nos sentimos responsables por lo que ocurrió"
El estúpido de Jones insistió en su intolerancia criminal: "Vamos a mandar un claro mensaje al islam", proclama Jones ahora al mundo. "No dejaremos que su terror nos controle, no seremos dominados", dice. "Creemos que ha llegado la hora de que América sea América".
El fiscal general de la Florida, Eric Holder calificó la quema como el acto de un idiota, pero de un idiota que no deja de ser peligroso.
Por último el secretario general de la ONU condenó los planes de la minúscula congregación de Gainsville que “contradicen los esfuerzos de numerosas personas en el mundo para fomentar la tolerancia, la comprensión y el respeto entre las religiones".
Aunque el accionar de Jones y Sapp es una gran estupidez no puede perderse de vista que el Islam es una aberración ideológica que no se ha transformado con el correr de los años y despierta entre sus practicantes un fanatismo furibundo capaz de cometer los peores asesinatos ante cualquier acto que consideren ofensivos a su credo.
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