Zoé Valdés es una magnífica escritora. Es también una cubana digna. Es apasionada y valiente cuando emite sus criterios, en ocasiones cáusticos. Detesta, odia al castrismo con ese odio propio del oprimido hacia el opresor, el odio de los ilotas contra los espartanos, el odio que conduce a enfrentar cualquier obstáculo para alcanzar la libertad.
Sin embargo, en ocasiones, Zoé Valdés se deja arrastrar por su pasión y emite opiniones, sus opiniones, que dan pie a la controversia. Por supuesto, es su derecho a opinar aunque sea a contracorriente y su discurso sea hasta iconoclasta. Eso no es malo. Todos tenemos derecho a defender la verdad que anidamos en nuestra conciencia y a expresarla sin temor a la crítica o al rechazo.
Nuestra apreciada compatriota ha hecho algunas declaraciones al periódico El Mundo a propósito de la presentación de su última novela “El Todo Cotidiano”, declaraciones que con todo respeto no creo estar de acuerdo en su totalidad.
Dijo que había sido “optimista con los jóvenes blogueros” pero cree que “cayeron en una maquinaria sin darse cuenta” y aunque asegura no tener nada en contra de Yoany Sánchez agrega que se debe “aprender que el lenguaje no puede caer en la espectacularidad que ha impuesto Castro. No puede ser un lenguaje de marketing. Hay que pedir libertad con dignidad, ser opositores dignos".
No capto qué pretende decir al declarar esto último. Se recrimina en ocasiones que el periodismo que ejercen los comunicadores independientes es un quehacer contestatario; sin embargo esa posición es precisamente la que corresponde dentro del combate de ideas; es el combate de las ideas independientes frente al dogmatismo y la propaganda oficial, es la respuesta a las campañas de difamación que emprende el gobierno en contra de los que opinan diferente. No creo que el accionar de los periodistas independientes y de los blogueros cubanos emplee un discurso cargado de espectacularidad impuesta por usurpador mayor; acaso el lenguaje que expresa Zoé Valdés en su blog ¿no tiene la misma carga de lenguaje contestatario y hasta espectacular?
Decir, o insinuar que el lenguaje de los blogueros, es un lenguaje de marketing, es casi como estar de acuerdo con las acusaciones que los Castro hacen en contra de esos blogueros que escriben para ganar reconocimiento y dádivas externas, que en definitiva es el objetivo inmediato del marketing.
Leo mucho de lo que se escribe en Cuba por los periodistas independientes y los blogueros y no he encontrado una expresión indigna en ellos de reclamo de la libertad. Tal vez algún que otro topo infiltrado en el periodismo independiente jugara ese papel, pero ya se sabe lo que son, provocadores de la seguridad del estado.
Hay, no cabe dudas una alusión a Yoany Sánchez cuando Zoé se refiriera a una disidencia “cacahuetera” que nos está “desprestigiando en el mundo”, recuérdese que Yoany le regaló unos cucuruchos de maní (cacahuetes) a Carter.
No comprendo por qué le reclama a los blogueros ser opositores dignos que pidan la libertad con dignidad y luego presenta como uno de los representantes de “una oposición rica e importante... aunque no retrata tanto", a Oswaldo Payá un disidente más que publicitado y autor de una propuesta que confía en la favorable voluntad política del régimen para ser aprobada como es el Proyecto Varela. Y coloca a Payá a la misma altura de Biscet, un hombre que se ha negado a cualquier acuerdo con el gobierno o que representen concesiones a su voluntad política.
Luego felicita el discurso de la estrella del Tea Party, Marcos Rubio que a su juicio "lo está haciendo muy bien, llega al corazón de las personas con sinceridad”, cuando en realidad su discurso es pura demagogia y poses de duro ante una administración demócrata que los populistas ultra conservadores del Tea Party detestan. Un político que nació en Miami, se educó en Miami y la única referencia que tiene de Cuba son los dispersos y nostálgicos recuerdos de sus padres.
Por otra parte felicito a Zoé cuando se niega a callar su opinión, “no me van a callar nunca más ─ declaró ─, para eso me tendrán que matar” y me declaro partidario de su propuesta, una rotunda negación a la política del borrón y cuenta nueva que propone Payá, está “prohibido olvidar, no se puede olvidar”
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