miércoles, 20 de abril de 2011

La razón principal

Luis Cino Álvarez
LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) –Terminó el  serial televisivo  “Las razones de Cuba”. Por ahora, lo sabemos. No es que a la dictadura (no a Cuba, basta ya de que los mandarines se apropien de la patria hasta para  nombrar un antipático programa de televisión) se le hayan agotado las razones. Cuando no las tiene,  que es casi siempre, las inventa en el aire.

Cada vez que el régimen lo precise habrá una nueva temporada de la serie. Sólo que por ahora, parece que el serial cumplió sus objetivos. De cualquier modo, en lo que los mandarines se toman su tiempo para revelar lo que se traen entre manos, volvemos a tener el alivio de un programa cómico los lunes por Cubavisión, después de las más de dos horas y media de teque de Mesa Redonda y el noticiero de televisión.

Se imaginarán ustedes que el destape cada semana de un topo de la Seguridad del Estado, ya aburría. Al principio había curiosidad -paranoicos y morbosos que somos los perennemente vigilados- por saber a quién le tocaba el destape. Capaz que fuera el que nos hubieran pegado a los talones precisamente a nosotros. Ese mismo, el que menos te imaginas, aunque lo único que pueda informar a su oficial es que no usamos  seudónimo.

La rutina de los destapes ya daba ganas de vomitar. “Hasta la belleza cansa”, decía el gran filósofo José José.  Y no es este el caso precisamente, porque los infiltrados que mostraron,  totalmente anti-estéticos y anti-televisivos, con los bocadillos mal ensayados y sus historias para tontos de remate,  mejor los hubieran dejado reposar bajo la manta o el capote. Ni siquiera es bella la capitana Mariana, con sus grandes ojos desmesuradamente abiertos para explicar lo que no hay modo de explicar y la artificiosa dulzura represiva de sus gestos y su voz.

Los destapes de “Las razones de Cuba” resultaron decepcionantes. Con tanta bulla y alarde, uno esperaba algo más fuerte: el diablo con  twitter y facebook,  el crujir de dientes, el Armagedón de la disidencia interna.

Parece que -¡ay Selena, tú sí que sí y no la tal capitana Mariana!- a los muchachos de la Seguridad “no les queda más”. Sólo la peste a azufre. Y a boca sucia.

¡Miren que presentar como súper-agente epónimo al infeliz de Carlos Serpa y arriba de eso, concederle el carné de periodista emérito de la UPEC! Y qué me dicen de que cuando anunciaron que iban a presentar líderes fabricados por la CIA para destruir a la revolución, se apearon con un masón expulsado por  chivatear a sus hermanos de logia y un escritor encapotado y elusivo  al borde del ataque de nervios.

Así y todo, “Las razones de Cuba” consiguió aumentar varios kilos la paranoia de algunos opositores, lo cual no deja de ser saludable, a ver si son más precavidos y coherentes, menos pasionales y se ahorran unos cuantos trapos sucios.

Pero el éxito mayor del culebrón con guión del G-2 será entre la manada de cretinos y sumisos que  llevan  el policía y el chivato sembrados en el alma por los seriales televisivos, de Sector 40 a Día y Noche. Sólo que con “Las razones de Cuba” no les jugará la lista con el billete cuando comparen a Felo, Julito El Pescador y El Tavo con Carlos Serpa y Raúl Capote. ¡Qué se le va a hacer! Esta es la vida real y eso es lo que hay. Así y todo,  repetirán el estribillo de que la Seguridad del Estado  se las sabe todas y las que no, si no se las soplan sus chivatos, se las imagina. O las inventa, que suyo es el reino, el poder, los teléfonos  y el pan de gloria.

Para justificar su miedo, mientras se encargan de inventar qué comen, explicarán: “Aquí no hay quien se mueva, hay que estar quietos  porque no se sabe quién es quién”.  En definitiva, que haya bastante gente  que repita  pendejadas así es la principal razón de Las razones de Cuba.

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