Mario J. Viera
En junio, los peruanos tendrán que decidirse entre un supuesto retorno a una dictadura del pasado y una posible dictadura del futuro; entre la posibilidad de una dictadura de la derecha y la de una dictadura de izquierda.
Así visto, se comprende que se enciendan las pasiones y desde todo el panorama social del Perú se produzcan opiniones divergentes en las que no se libran intelectuales y jerarcas eclesiásticos.
Se arguyen elementos contra ambos candidatos que los descalifican o los ensalzan según el parecer de quienes los emiten.
En un artículo de Carlos Castro aparecido en el diario LA REPUBLICA donde comenta las declaraciones vertidas por la controversial congresista fujimorista Martha Chávez señala: “Y es que el fujimorismo es un sistema autoritario. No les gusta la oposición, no les gusta la democracia, salvo que esta se adapte a sus fines; tampoco el diálogo, que es para ellos una pérdida de tiempo”.
Sus conclusiones son extraídas de un pasado que muchos peruanos lamentan; pero esos argumentos pueden también ser aplicables a un sistema de gobierno como el de los Castro en Cuba, el de Hugo Chávez en Venezuela, el de Rafael Correa en Ecuador.
El comentarista Jaime Bayly, defiende a Keiko a la vez que descalifica a su oponente Ollanta en un artículo publicado en EL NUEVO HERALD. En su artículo, el columnista hace recordar el folleto que distribuía Antauro Humala; “En ese pasquín, que llevaba el nombre de Ollanta Humala, se pedía el derrocamiento del gobierno del señor Toledo y el fusilamiento del presidente Toledo y varios de sus ministros, entre ellos el señor Kuczynski”. Y argumenta Bayly: “Si Ollanta Humala permitió que su hermano distribuyese aquel periódico inmundo que llevaba el nombre de “Ollanta” y que pedía el golpe contra Toledo, es porque estaba de acuerdo con las barbaridades antidemocráticas que dicho periódico publicaba”.
Jorge Bruce, en LA REPUBLICA afirma: “Yo sé que no votaré por Keiko, por el daño espiritual irremediable que causaría a nuestra sociedad darle una oportunidad a quien dice que el de su padre fue el mejor gobierno de la Historia del Perú. Pero, como muchos, no estoy dispuesto a entregarle mi voto a Humala sin recibir suficientes garantías de su nueva actitud. Tenemos unas semanas por delante, pero no puedo ocultarles que mi ansiedad es creciente y se acerca a ese punto diagnosticado por Bleger, en el que ya no se aprende ni se piensa sino que se actúa impulsivamente”.
Ansiedad, ese es precisamente el estado de ánimo de muchos de los votantes peruanos, tanto de los que están decididos a no concederle su voto a Keiko Fujimori como los que no están dispuestos a votar por Ollanta Humala.
Es esa misma ansiedad la que ha impulsado a Mario Vargas Llosa a anunciar su voto a favor de Humala e invitar a los peruanos a que le imiten, con la esperanza de que el candidato de Gana Perú, haya renunciado a su extremismo chavista y se decida por el modelo brasileño de Lula.
El muy controversial Cardenal Primado del Perú, Juan Luis Cipriani Thorne le riposta al laureado con el Nobel de Literatura que se abstenga de decirle a los peruanos por quién votar. Cipriani en tono de crítica, agregó: “Hay que ser un poquito más serio y no simplificar la verdad”, una declaración que de hecho pone en claro su apoyo al fujimorismo.
Hay una realidad, Mario Vargas Llosa tiene todo su derecho a exhortar a que se vote por el candidato que él prefiera. Habla como un ciudadano. Cipriani, como alto representante de la jerarquía católica está obligado por cátedra a no emitir su opinión en el terreno electoral, pues su palabra puede ser concebida como la opinión oficial de la iglesia del Perú, independiente de que se declare a sí mismo como “peruano ante todo”: “Yo antes que cardenal, soy peruano. Soy peruano de nacimiento con todas las circunstancias, opiniones. Me modero hasta donde puedo en función de la representatividad que tengo como cardenal”
En función de esa representatividad, en lugar de atacar opiniones electorales debiera moderarse y dejar al César lo que es del César. Es muy diferente la opinión eclesiástica que denuncia una violación del derecho humanos de su feligresía, la denuncia de la corrupción presente en un gobierno, el reclamo a favor de los humildes, que aunque parezca político es, en realidad, parte de la labor evangelizadora de la iglesia y muy diferente a la emisión de una opinión a favor de determinado candidato dentro de una justa electoral.
Cipriani intentando restarle credibilidad a Mario Vargas Llosa le recuerda que en su juventud él había sido muy partidario de Fidel Castro, algo estúpido no concebible en un alto dignatario del clero católico. En aquellos tiempos, la gran mayoría de la intelectualidad liberal creyó, como lo creyó el pueblo de Cuba, en la sinceridad de Castro, en un proceso que se definía como “humanista”. Se olvida el cardenal primado que Pablo persiguió furiosamente a los cristianos y luego se convirtió en el apóstol de los gentiles.
Poco falta aún para las elecciones definitivas. Los peruanos tendrán que decidir que esperan de un incierto futuro, tal vez lóbrego. Tienen que decidir cuál propuesta sea la menos dañina; tal vez el consejo que diera Pedro Pablo Kuczynski en entrevista con el periódico EL COMERCIO sea lo más recomendable: “Hay que estar tranquilos, pensar bien y hacerse la pregunta: ¿Con este candidato cómo estará el Perú en cinco años? Eso tenemos que responder para votar. No se debe ir por el voto viciado”.
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