Fue el iluso Marx quien propuso un supuesto método científico de llegar a la sociedad eminentemente igualitaria del comunismo. Lenin trazó sus planes de construcción de una sociedad transitoria hacia el comunismo a través de lo que denominó la dictadura del proletariado, el socialismo.
Sin embargo la gran tarea tomó el camino lógico a la que conduciría la dictadura del proletariado bajo la dirección de un partido colocado por encima de la sociedad y del estado, el establecimiento de la cruel y fría dictadura del Partido Comunista cuyo máximo exponente fue el período conocido como stalinismo.
Luego del XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética se emprendió un periodo de condena a Stalin y de reformas que no modificaron en esencia la dictadura de la elite comunista. Con Brezhniev se volvió a la época de los planes quinquenales y el estancamiento y la represión propios de la era de Stalin. Nunca se logró edificar la sociedad socialista.
Muchos teóricos marxista han propuestos soluciones de elaboraciones intelectualistas y métodos de carácter aparentemente científicos para establecer el soñado socialismo, ningunas viables. Se ha hablado incluso del socialismo con rostro humano, con un estado de derecho y respeto por los derechos ciudadanos en torno al cual la acción de las masas garantizaría una sociedad casi perfecta, sin crisis económicas y sin la pretendida explotación del hombre por el hombre.
En Cuba después de cinco décadas de promesas en la construcción del socialismo, Fidel Castro llegó a decir que el sistema cubano ya no era bueno ni para Cuba. Raúl Castro tuvo que reconocer que se estaba al borde del abismo.
En 1996, ya tras la desaparición del bloque soviético y el fin del socialismo real, el profesor Heinz Dieterich elaboró el concepto de lo que denominaría socialismo del siglo XXI, recogido después por Hugo Chávez como propuesta de su llamada revolución en Venezuela. Para Dieterich el nuevo socialismo se sintetiza en una frase: “En que las mayorías tengan el mayor grado de decisión históricamente posible en las instituciones económicas, políticas, culturales y militares, que rigen su vida”.
El sociólogo alemán que ha sido consejero de Hugo Chávez y profesor de sociología y metodología en la Universidad Nacional Autónoma Metropolitana de México considera que todavía no ha habido una sociedad socialista: “Como científico economista y sociólogo ─ aseguró en el 2007 ─, prefiero los parámetros que utilizaron Marx y Engels: economía de valor y democracia participativa. Y bajo esos criterios no ha habido una sociedad socialista desde la Revolución Francesa, aunque sí, muchos heroicos y trágicos intentos de lograrla”. Podríamos asegurar que hubo más intentos trágicos que heroicos en ese intento.
No obstante consideró en aquel momento que dos serían los pasos que debería dar Hugo Chávez para construir el socialismo del siglo XXI: “1. reemplazar gradualmente el principio regulador de la economía de mercado, el precio, por el principio regulador de la economía socialista, el valor, entendido este como los insumos de tiempo (time inputs) necesarios para la generación de un producto; 2. avanzar la participación económica de ciudadanos y trabajadores en tres niveles: 1. en lo macroeconómico (p.e., el presupuesto nacional); 2. en lo mesoeconómico (municipio) y, 3. en lo microeconómico (empresa)”.
Independiente de la impracticabilidad a nivel económico y social de sus tesis la base de toda su teoría es la teoría del valor de Karl Marx y su consecuente colofón, la tesis marxista de la plusvalía.
Ahora el teórico del socialismo del siglo XXI asegura que Hugo Chávez, Castro, Evo Morales y Correa no serán capaces de construir el socialismo. En un nuevo trabajo aparecido en Kaos en la red, Heinz Dieterich, confiesa que la esperanza de que Hugo Chávez, Fidel Castro, Evo Morales y Rafael Correa fueran la vanguardia que ayudara “a crear el nuevo Modo de Producción del Socialismo del Siglo XXI, se ha desvanecido”.
De acuerdo con el apasionado teórico de lo imposible, ninguno de los cuatro líderes de la izquierda bananera “ha hecho un esfuerzo serio para avanzar la alternativa anticapitalista del Siglo XXI y ninguno lo hará”.
Aseguró que cuando conoció en 1999 a Hugo Chávez se decidió a apoyarle y cuando este “asumió públicamente el discurso del Socialismo del Siglo XXI en 2005, lo valoré como un posible aliado en la vanguardia de la sociedad poscapitalista del futuro. La doble estrategia, el desarrollismo nacionalista-regional y la creación de la economía de equivalencias, iban a ser el camino”.
Critica la debilidad teórica de Chávez “y las fuerzas anticomunistas de la Nueva Clase Política “bolivariana”, encabezadas por su jefe hegemónico Diosdado Cabello” que lograron desviarle del camino iluminado del Socialismo del siglo XXI. Diosdado Cabello ha sido un estrecho colaborador de Hugo Chávez y uno de los fundadores del Partido Socialista Unido de Venezuela.
Hoy, según Dieterich, en Venezuela “no queda más que una retórica “socialista” sin contenidos ni sentido, y un desarrollismo mal ejecutado”. Nada que resulte fuera de la lógica de los constructores de socialismo que en definitiva es la retórica del poder absoluto. Así, defraudado con su irreverente discípulo dice de él que “anda por los caminos de Luis Bonaparte”.
Con respecto a Bolivia señala que el principal obstáculo en la gestión de Evo Morales en la construcción del Socialismo Siglo XXI es el vicepresidente Álvaro García Linera del que dice es un “intelectual brillante en lo abstracto, pero con poca capacidad política. Su praxis se basa en el credo, de que en los países andinos sólo se puede realizar el “capitalismo andino”…”.
Critica el que Evo Morales basa su ideal de “una sociedad justa” en el concepto reaccionario de la “reciprocidad” “tal como ha sobrevivido muy precariamente” en el sistema ancestral de organización inca, los ayllus que tenían a su cargo una extensión de tierra que les servía para producir sus alimentos y les permitía almacenar alimento en caso de una emergencia que les impidiera hacer sus labores. “Tal patrón, señala Dieterich, no sirve, como es obvio, para organizar una sociedad moderna”.
En su ataque al vicepresidente boliviano Dieterich dice que le ha abierto las puertas de la presidencia “a los ideólogos socialdemócratas y confusionistas del imperialismo, como Toni Negri”. Toni Negri un intelectual italiano de izquierda (marxista) que ha sido atacado por los comunistas por sus opiniones socio políticas divergentes de ortodoxismo marxista leninista, autor del libro Imperio donde expresa que “los talibanes del petróleo se han enfrentado a los talibanes del dólar” como trasfondo del atentado contra las Torres Gemelas el 11 de septiembre de 2001 y ha declarado que el “imperialismo es un periodo ligado al Estado-nación, que ha sido superado porque se ha ‘autodestruido’” tesis que se refleja en la expresión de Linera de que el estado nacional “es una mierda” que cita Dieterich.
Su crítica a la vía empleada por Bolivia afirma que “con el posmodernismo instalado en la Vicepresidencia de Bolivia no se instalará el Nuevo Socialismo en ese país”.
Refiriéndose al intento de socialismo del siglo XXI que se impulsa a través de la denominada revolución ciudadana de Rafael Correa la emprende contra el ex ministro de Relaciones exteriores, Comercio e Integración en el gobierno de Correa al que califica como “típico yuppie universitario liberal” y quien, según el sociólogo marxista, frustró la propuesta que le había planteado al presidente Correa de crear “un equipo de investigación internacional para identificar los valores (time inputs) de la economía ecuatoriana, que es el primer paso hacia la economía socialista”
Con respecto a Fidel Castro, Dieterich considera una falsedad la declaración del primero, cuando dijo que “…entre los muchos errores que hemos cometido todos, el más importante error era creer que alguien sabía de socialismo, o que alguien sabía de cómo se construye el socialismo…”. Dieterich afirma que “Marx y Engels sabían con absoluta claridad, que el socialismo sólo puede ser la autodeterminación del ser humano”.
En esto se equivoca tajantemente. El socialismo no nace de las entrañas de la sociedad ni es la expresión de la “autodeterminación del ser humano” sino de la voluntad de un determinado número de activistas y líderes e impuesto desde el poder. Para el teorizante ya la fase superior del socialismo no es el comunismo sino el socialismo del siglo XXI, y concluye su crítica a Fidel Castro diciendo: “Si Fidel piensa que la difícil situación de Cuba y su status político no le permiten discutir lo evidente, debería expresarlo. El avance de la causa anticapitalista requiere transparencia”.
Sin embargo la transparencia es la negación del sistema impuesto. Si hay transparencia entre los constructores de utopías fracasadas el resultado es la ruina del sistema socialista que requiere la imposición de un dogma absoluto y único, la supresión del derecho de opinión y de expresión, algo que conocen muy bien Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales y el sanguíneo Rafael Correa.
Finalmente, Heinz Dieterich exhorta a apoyar a los cuatro presidentes que calificó como “progresistas”.
Dieterich no le prestó el menor interés por el ridículo presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, en definitiva se trata de un monigote de Chávez sin personalidad propia y con menos talento que Evo Morales, que ya es mucho decir.
Ciertamente, ni Fidel Castro, ni Chávez, ni Correa, ni nadie en el mundo, podrán construir el socialismo. El marxismo como teoría social y económica ha demostrado ser un fracaso que desgraciadamente ha costado muchas lágrimas y mucha sangre. Quedará solo como referencia bibliográfica como la Ley de las Doce Tablas romanas del siglo V a. C. es una referencia para los estudiantes de Derecho.
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