Mario
J. Viera
Ya comienza a verse en Cuba el verdadero
rostro de la dictadura oculto tras el combate al Covid-19. Ahora una redactora
del Granma, siguiendo las instrucciones precisas que le imparte el Buró
Político del PCC, hace algunas advertencias: “no podemos darnos el lujo ─ afirma la “periodista” vocera ─ de que exista impunidad y de tener actitudes
permisivas ante lo mal hecho”. En principio parece ser algo lógico en medio
de una epidemia que, en el país, pudiera alcanzar proporciones incalculables; que
hay que estar atento a todo lo que se hace para detener la expansión de la
epidemia; ejercer el derecho a la crítica, exigir transparencia, pedir
resultados; pero tenemos que hacernos algunas preguntas al respecto: ¿Qué
significa “lo mal hecho”? ¿Cuáles son
las actitudes incluidas dentro del concepto de “lo mal hecho”? ¿Falta de previsión de las autoridades
gubernamentales o sanitarias del país? No, la escribidora lo descarta, porque
ella deja bien en claro que el Estado cubano “de manera pertinente, ordenada y con probada eficacia” lleva a cabo el “plan
de enfrentamiento” al Covid-19 de acuerdo con “las particularidades del país”.
Eso es muy importante, “las particularidades del país”, sí porque Cuba es muy
particular, muy diferente a cualquier otro país, aunque, aclárese, todos los
países tienen sus “particularidades”, no es lo mismo Argentina que México, ni Inglaterra
que Estados Unidos, sin embargo, el virus del Covid-19 no hace diferencia
alguna en cuanto a las particularidades de cada país.
Cuba, ya de largo, sufre una carencia
crónica de recursos, esto sí es una de sus “particularidades”, y con esos
recursos deficitarios tiene ante sí el azote de una pandemia, y nos dice la
vocera en Granma, “que aun pandemia de
por medio, seguimos bloqueados y asediados económicamente”, y esto hay que
repetirlo ad nauseam, porque es la coartada perfecta para ocultar las propias
deficiencias. Pero nadie debe preocuparse, porque, entre “lo mal hecho” no está
el mal uso que de esos recursos hace el Gobierno; porque entre “las innegables
fortalezas” con que se cuentan, está también, la “economía planificada”, y así,
nos dice la redactora de Granma, el gobierno “con orden y de manera colegiada”
hace “un uso objetivo de los recursos de que dispone el país”; claro está que
solo aporta una afirmación sin fundarla en hechos estadísticos y que demuestren
ese supuesto “uso objetivo de los recursos”.
¿Acaso
entre “lo mal hecho” se incluyen las violaciones que puedan cometerse, por
negligencia o por desidia, del protocolo sanitario? ¡De ninguna manera!, parece
decir la plumífera; porque en Cuba, entre otras fortalezas, se cuenta con “un extraordinario sistema de salud pública (...)
y la estructura y concepción de la Defensa Civil”. Y en ese extraordinario
sistema de salud y con esa estructura de la Defensa Civil, no se producen
errores, no existe “lo mal hecho”, ¡Faltara más! Si es que “la más alta dirección del país” se desvela “para
mantener la vitalidad de los servicios; para que sean sostenibles las garantías
que, en materia de derechos, disfrutamos los cubanos”; ¿cuáles son esas
garantías de derechos que, supuestamente se disfrutan en Cuba? Parece ser que la
cronista del Granma no ha leído el Código Penal de Cuba ni lo ha cotejado con
lo que dice la Declaración Universal de los Derechos Humanos o con lo que se
establece internacionalmente como derechos de los ciudadanos. Ella cumple con
lo que se le ha encargado y no se va aponer a filosofar sobre algo tan baladí
como ese tema de los derechos ciudadanos.
La careta comienza a caerse, no lo dice la
obediente cronista del Granma, pero es lo que se deduce de las palabras de ese
tal presidente Miguel Díaz-Canel, que ella cita, “ya pasamos la etapa de educar, informar y persuadir, ahora, actuar con
rigor...” Actuar con rigor contra “lo mal hecho” y deja definido lo que se
considera como “mal hecho”: “Tanto
aquellos que infrinjan las medidas sanitarias (está bien), como los que pretendan lucrar con lo que a
todos nos pertenece” (no es incorrecto); pero ahora viene lo que realmente es el más mal hecho de todo lo “mal
hecho”, y es por eso que el PCC activó los Consejos de Defensa de la “guerra de
todo el pueblo”: “o los que apelen al desorden
para seguir el juego a quienes, aun
en un momento tan sensible, se empeñen
en desacreditar a nuestro sistema social, que no les quepa duda, deberán afrontar ante la ley las
consecuencias de sus actos”.
El régimen, por supuesto siente temor.
Está frente a una situación muy especial, que afecta a la ciudadanía mucho más
que el desabastecimiento crónico debido, tanto al embargo externo, como al
bloqueo interno, la propagación del Covid-19. Ha habido reclamos por parte de
la población por las carencias; hay temor a la pandemia y si esta crece en
cifras alarmantes en todo el territorio nacional, todo puede ocurrir, hasta un
estallido social espontáneo, y ya esa situación, los magnates del PCC la están
previendo. Ya se manipularán las cifras que reportan sobre enfermos y decesos;
es peligrosa la transparencia. El régimen no pretende persuadir. está listo
para instrumentar la represión con toda su crudeza “aún en un momento tan
sensible” que puede poner a su “sistema social” en peligro de ser barrido, más
por la acción popular que por los propios efectos del virus... Mientras tanto,
la oposición interna guarda silencio.
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