Saco cuentas, hago cálculos y termino
diciendo: No se puede despejar la incógnita, y me pregunto: ¿Qué se está
haciendo en concreto para debilitar al Buró Político del Partido Comunista de
Cuba (BPPCC)? Busco, indago y no tengo respuesta. Nada de verdad se ha hecho
para ahogar a los regentes del BPPCC.
¿Sanciones económicas? Quizá pongan en aprieto a las finanzas del
Gobierno apéndice del PCC... ¿Suspender vuelos regulares de líneas aéreas? Le quita ingresos al Gobierno satélite del
BPPCC... Entonces tengo que decir, o preguntar: ¿Y qué?
Si se congelaran las cuentas secretas de
miles de millones de dólares que el BPPCC tiene aseguradas en muchos bancos y
en paraísos financieros; entonces sí, eso sería un golpe demoledor al BPPCC.
Mientras cuenten con dólares para mantenerse en el control del Gobierno y la
Sociedad (Art. 5 de la Constitución) al Buró Político le importa un comino que
el gobierno satélite llegue al borde de la bancarrota. Compruébese con la
experiencia de Corea del Norte. Muchas son las sanciones económicas que se le
han impuesto; si hasta se produjeron, en ese país varias hambrunas, y la gente
moría de inanición, pero, en apariencia, morían contentos. ¿Y qué pasó con el
control que ejerce el Partido del Trabajo de Corea (Comunista)? Seguir
resistiendo. Sus líderes, ninguno de ellos, pasan hambre. Tienen a buen
resguardo sus riquezas, “¡El Partido es inmortal!”, dijo Fidel Castro en una
ocasión.
Como ha argumentado Rene Hernández Bequet,
del Partido Demócrata Cristiano: “El régimen cubano, y no los gobiernos
extranjeros, es el responsable de la grave situación que aqueja a nuestro
pueblo. Sin embargo, la condena y la
presión que haga Estados Unidos y la comunidad internacional debe ir dirigida
directamente a los represores y sus jefes políticos y no a los sectores o
actividades que afecten a la población, ya de por sí agobiada por más de 60
años de inoperancia y maldad”. “DEBE IR DIRIJIDA DIRECTAMENTE A LOS
REPRESORES Y JEFES POLITICOS”; es decir, aplicar sanciones contra los jerarcas
del Partido Comunista de Cuba. La fuerza directriz en Cuba no es el gobierno satélite
del Buró Político, sino el mismo PCC. El propio Fidel Castro lo reconoció el 14
de marzo de 1974, hablando en la conclusión de la Asamblea de Balance del PCC
en la provincia de Oriente, en Santiago de Cuba:
“¿Saben ustedes lo que le da seguridad a la
Revolución? El Partido. ¿Saben ustedes lo que le da perennidad a la Revolución?
El Partido. ¿Saben ustedes lo que le da futuro a la Revolución, lo que le da
vida a la Revolución, lo que le da porvenir a la Revolución? El Partido. Sin el
Partido no podría existir la Revolución, sin el Partido nada podría darle
continuidad a la Revolución..."
Muchos
en la comunidad de exiliados cubanos en Estados Unidos, se han sentido
gratificados, alegres, entusiasmados con la medida (muy politiquera y de
cacería de votos) de Donald Trump para suspender definitivamente el “intercambio
cultural” entre Estados Unidos y Cuba, lo que impide que artistas simpatizantes
del régimen cubano puedan ofrecer su arte en tierras de Estados Unidos. Si hasta
se proclama que es una victoria del exilio. Es cierto que molesta, y hasta
irrita, que vengan a la Florida artistas que mantienen una actitud de sumisión
y hasta de apoyo al régimen de Cuba, pero, y digo, pero, ¿en qué, esta medida,
afecta al Buró Político del PCC? Quizá sea la pérdida de un mínimo beneficio
económico para el gobierno fantoche que, supuestamente, preside, Miguel
Díaz-Canel. En nada afecta al Buró Político del PCC, ni económicamente, ni en
prestigio; es más, le sirve para alimentar su propaganda en contra del exilio
al que le agrada denominarle como la “mafia de Miami”. Nada tengo en contra de
la medida, que sí considero oportunista y politiquera, pero que en nada afecta
al BPPCC.
Cuando
se aprietan las tuercas económicas contra el mascarón de proa que es el
gobierno de Cuba, quienes más resultan dañados son los cubanos de la calle, los
que carecen de todo, hasta del ánimo para enfrentar a los órganos represivos
del PCC. El BPPCC, y los hijos y los nietos de los miembros de ese órgano de
control partidista, no dejan de disfrutar de una vida de placeres y comodidades,
como si fueran hijos y nietos de grandes burgueses.
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