Mario J. Viera
La noticia, impactante, Evo Morales, tras
14 años de continuada presidencia de Bolivia, renuncia bajo fuerte presión
social. Un movimiento de protestas, al mismo estilo de las que, en el pasado, él
había impulsado lo arroja del poder. Júbilo ha provocado la noticia
de la caída de Evo Morales y ¿qué otra cosa podía generar el inesperado cambio
que se ha producido dentro de la escena política boliviana? La democracia
estaba siendo burlada, el poder inclinado a favor de dictaduras como la del
régimen del Partido Comunista de Cuba, de la dictadura sangrienta de Daniel
Ortega en Nicaragua y del desmoralizado régimen madurista en Venezuela. El
hecho tiene implicaciones para toda la América hispana.
En Ecuador Rafael Correa, antes, había
entregado el poder, por medio de elecciones, a quien consideraba su delfín
fiel. Lenin Moreno Garcés; pero Moreno Garcés no resultó ser como Correa
esperaba. Pronto descubriría que, el sucesor, sería todo menos un sometido a la
línea del correísmo; que actuaría con independencia, para desarmar paso a paso
todo el legado autoritario de la era de Socialismo del Siglo XXI y del mismo Rafael
Correa. En Honduras, hay que recordar la crisis que, las intenciones continuistas
y reeleccionistas del presidente Manuel Zelaya, apoyado fuertemente por Hugo
Chávez y el gobierno castrista, se produjo entre el Ejecutivo, el Congreso
Nacional, el Tribunal Supremo Electoral y la Corte Suprema de Justicia
hondureños, y que trajera como consecuencia, la destitución y expatriación de
Zelaya por efectivos del ejército nacional. Primer fracaso del expansionismo
del Socialismo del Siglo XXI.
Luego vendrían las protestas populares en
Venezuela en contra de Nicolás Maduro y el surgimiento de un movimiento
opositor de resistencia cívica, cuya cabeza es Juan Guaidó y su auto
proclamación como “Presidente encargado”, que generó una esperanza de
renovación, contando con el apoyo del gobierno de Donald Trump y otros
gobiernos latinoamericanos dentro de la Coalición de Quito, entre los que se
destacaban el presidente de Colombia, Iván Duque Márquez y el presidente de
Brasil, Jair Messias Bolsonaro, y que se disolvió en medio de las
contradicciones presentes entre los diferentes partidos de oposición. Nicaragua
estremeció al mundo con los reclamos de los estudiantes universitarios, la
iglesia católica y población en general, en contra de la dictadura Ortega-Murillo,
y la respuesta agresiva del régimen, provocando hasta 300 asesinados por los
órganos represivos.
Parecía que en Bolivia todo transcurriría
sin sobresaltos, alguna que otra protesta, alguna que otra declaración de la
oposición en contra de las pretensiones reeleccionistas de Evo Morales incluso
en contra de los postulados de la Constitución y del referendo que se opuso a la
tal pretensión. Todo parecía lo habitual, la economía crecía en un promedio de
4,6 por ciento anual y la pobreza se había reducido en un gran porcentaje (disminuyó
de 36,7 % a 16,8 % entre 2005 y 2015), si hasta el Banco Mundial y el FMI
elogiaron la gestión económica del gobierno de Evo; parecía que el socialismo,
de Evo y de su partido MAS, funcionaba. No obstante, Radio Francia
Internacional citó en su edición del 20 de mayo de 2015 lo dicho por el
economista Carlos Torranzo, considerando que el anticapitalismo del MAS era un
engaño: "Es un capitalismo de
estado, con economía mixta y gran presencia de la empresa privada”, citaba
RFI también al intelectual de la izquierda indigenista, Eduardo Prada, que
calificó al gobierno de Evo como “el
mejor gobierno neoliberal, que ha cumplido de manera consecuente con el Fondo
Monetario Internacional y el Banco Mundial". ¡No todo es la economía,
idiota! El sesgo totalitario que emprendía el gobierno de Evo, comenzó a minar
sus éxitos en la economía, casi inadvertidamente para muchos observadores y
analistas, el suelo ardía bajo los pies de Evo.
La base indigenista de Evo comenzó a
resquebrajarse desde el 2011, cuando intentó construir una gran carretera de
300 km, con fondos del gobierno de Brasil, que atravesaba el territorio
indígena y las áreas protegidas del Parque Nacional Isiboro Sécure o TIPNIS,
extensa zona de importancia ecológica de la Amazonia boliviana (Ver De
indígenas a colonizadores: https://phantom-elfantasma.blogspot.com/2011/09/de-indigenas-colonizadores.html). Se había iniciado una confrontación
entre los pueblos naturales y el gobierno de Morales. Los indígenas iniciaron
una marcha de protesta para llegar a La Paz, cuando a unos 330 km al noreste de
La Paz fueron bloqueados por grupos de campesinos pro Morales y alrededor de
450 policías, mientras que decenas de indígenas aymaras (la misma etnia de Evo
Morales), quechuas y guaraníes se solidarizaron con los procedentes del TIPNIS.
El 24 de agosto de 2018, la Agencia británica Reuters, reportó que dos importantes
grupos de defensa de los derechos indígenas, la Cidob (Confederación de Pueblos Indígenas de Bolivia) y el Consejo
Nacional de Ayllus y Markas del Qullasuyu (CONAMAQ), abandonaron el pacto de
unidad con el gobierno boliviano. De este modo comenzó a agudizarse una crisis
que más que política (la oposición antievista, estaba muy desorganizada) era de
carácter social. De acuerdo con el New York Times, en octubre de 2018, un
sindicato de cocaleros de la región de las Yungas, zona situada al noreste de
la ciudad de La Paz, había expresado su respaldo al expresidente Carlos Mesa. Los
cocaleros fueron el principal apoyo inicial de Evo Morales, pero este se
fragmentó desde que Morales aprobó en el 2007 la Ley de la Coca en favor de la
región del Chapare, su bastión político. Desde el 3 de septiembre del pasado
año, los cocaleros de las Yungas habían marchado sobre las calles de La Paz
exigiendo la renuncia del mandatario y la revocación de la Ley de la Coca, y la
suspensión de la erradicación de la coca que se llevaba a cabo en su región.
En contrario con lo postulado en el
artículo 168 de la misma Constitución que Evo Morales había animado, que
prohibía más de una reelección para la presidencia, Evo decidió postularse para
una tercera reelección; el poder ciega y el mesianismo descontrola. Hubo
protestas, y las protestas más fuertes se levantaron entre los pueblos
indígenas, la base electoral que le había sido fiel. ¿La solución? Convocar a
un referendo solicitando la modificación de ese artículo 168. ¿El resultado? El
51,3% de los votantes optó por el NO. Pero, para algo le servirían la mayoría
de los magistrados que le eran afines en el Tribunal Constitucional de Bolivia;
y ese Tribunal abolió el discutido artículo 168.
Llegó el 20 de octubre. Evo se enfrentaba
en los comicios a tres candidatos, Carlos Mesa por la Comunidad Ciudadana,
coalición integrada por los partidos Frente Revolucionario de Izquierda y
Soberanía y Voluntad; Chi Hyun Chung del Partido Demócrata Cristiano; y Óscar
Ortiz Antelo por el Movimiento Demócrata Social. Las encuestas favorecían
claramente al candidato de centro izquierda Carlos Mesa. El escrutinio del 83%
de las actas verificadas por el Tribunal Electoral le confería a Morales una ligera ventaja sobre Carlos Mesa. Pero Evo Morales no podía
confiarse a una segunda vuelta. Se requería que, para ganar las elecciones en la
primera vuelta, un candidato debía superar el 40% y sacar al menos un 10% de
ventaja al segundo. Cuando, 24 horas después el escrutinio del 95% de las actas, según
el Tribunal Electoral, Evo Morales obtenía un sospechoso 46,86% de votos contra
el 36,72% obtenido por Carlos Mesa. Morales, supuestamente superaba a Mesa en
un10.14%. Sin más espera Evo Morales se declaró como el vencedor. Pero el
fraude era evidente. Comienzan las protestas. Mesa denunció como “fraude
escandaloso” los resultados electorales, declarando: “Confiamos que la ciudadanía no va a aceptar este resultado tergiversado
y amañado".
Ante el enrarecimiento político que habían
provocado las conclusiones del Tribunal Supremo Electoral. Evo aceptó que la
OEA realizara una auditoría y que aceptaría las conclusiones a las que esta
arribara. El 10 de noviembre la OEA emite sus conclusiones y recomienda la
anulación de las elecciones del 20 de octubre y hacer un nuevo proceso
electoral. Pero las protestas continúan y se producen violentos enfrentamientos
entre los opositores y los seguidores de Evo Morales. El día anterior, las
Fuerzas Armadas de Bolivia declararon que no se enfrentarían contra el pueblo.
En un comunicado que lee el comandante general, Williams Kaliman, se declara: “Ratificamos
que nunca nos enfrentaremos con el pueblo a quien nos debemos y siempre
velaremos por la paz [...] Los actuales problemas generados en el ámbito
político deben ser solucionados en el ámbito de los más altos intereses de la
patria antes de llegar momentos irreversibles”. Hasta ese momento una posición
digna de las Fuerzas Armadas.
El día 8 se había producido amotinamientos
dentro de las fuerzas policiales, en Cochabamba, Sucre, Santa Cruz y La Paz. La
cronista Susana Seleme Antelo se refiere a esta situación: “Los amotinamientos de las Comandos de las
Policías de Cochabamba, Santa Cruz, Sucre, de todos los departamentos y otras
poblaciones menores, salvo La Paz, contra del régimen, al lado de las
movilizaciones civiles, habla de un proceso insurreccional que nadie previó.
¿Cuáles las razones de los amotinamientos de la policía? Reclama igualdad de tratamiento como el que
reciben las Fuerzas Armadas, que hasta ahora no ha ejercido su función del
monopolio del uso de la fuerza. No quieren reprimir. Tienen motivos pues en 2003 reprimieron otra sublevación
popular, y cinco altos mandos militares purgan cárcel de entre 9 y 12 años,
tras un juicio por genocidio”.
De inmediato Carlos Mesa se pronunció con
el reclamo de la renuncia de Evo Morales a la presidencia “Creemos que esta es una decisión que debe tomar el presidente Morales,
si le queda un ápice de patriotismo debería dar un paso al costado",
Luego de las declaraciones de la OEA, de
los motines y de la declaración de las Fuerzas Armadas de no participar en
represalias contra la población, Evo Morales intenta un movimiento
diversionista, declara que se convocará a nuevas elecciones y la total
renovación de los miembros del Tribunal Supremo Electoral y dice, como si
estuviera concediendo una solución de paz: “He renunciado al triunfo que he
ganado. Toca ir a las nuevas elecciones”. Ese mismo día la posición de las
Fuerzas Armadas se hacía más radical, exigiendo la renuncia a la presidencia de
Evo Morales. El general Williams Kaliman, en un nuevo comunicado declaró: “Después de analizar la situación conflictiva
interna, sugerimos al presidente del Estado que renuncie a su mandato
presidencial, permitiendo la pacificación y el mantenimiento de la estabilidad
por el bien de nuestra Bolivia”. A buen entendedor... ¡Salud!
Ya Evo Morales no pudo aguantar más: “Es mi obligación como presidente indígena y
de todos los bolivianos asegurar la paz social. Renuncio para que Mesa y Camacho
no sigan maltratando a los familiares de nuestros compañeros, no sigan atacando
a los ministros y diputados, para que dejen de maltratar a los más humildes. La
lucha no termina aquí. Los humildes, los patriotas, vamos a continuar luchando
por la igualdad y la paz. Espero que hayan entendido mi mensaje; Mesa y
Camacho, no perjudiquen a los pobres, no le hagan daño al pueblo. Queremos que
vuelva la paz social. Grupos oligárquicos conspiraron contra la democracia. Fue
un golpe de Estado cívico y policial. Duele mucho lo que ha pasado”. Al
mismo tiempo el vicepresidente Álvaro García Linera, y los presidentes del
Senado, Adriana Salvatierra, y de la Cámara de Diputados, Víctor Borda, presentaron
también su renuncia.
Técnicamente se trata de un golpe de
estado, desde el momento que, el jefe del ejército general Williams Kaliman
Romero, le exige a Evo Morales que renuncie al cargo de Presidente. El ejército
podía haber optado por la no represión al pueblo. igual que la policía. Con eso
bastaba. Podemos sentirnos contentos, alegres y entusiasmados con el
derrocamiento de Evo Morales, pero no podemos perder de vista la objetividad. Por otra parte, no se trata de las tipicidades
de un golpe de estado clásico. El Gobierno de Bolivia ha quedado acéfalo ante
la renuncia de todos los que forman la cadena de sucesión presidencial, y en su
lugar no se ha instalado un gobierno de corte militar o del tipo
cívico-militar. Con el propósito de llenar este vacío, la senadora opositora Jeanine
Añez Chávez como segunda vice presidenta del Senado se propuso para ocupar la
silla vacía por los 90 días que la Constitución da para realizar nuevas
elecciones: “Ocupo la segunda
vicepresidencia y en el orden constitucional me correspondería asumir este reto
con el único objetivo de llamar a nuevas elecciones", afirmó Añez,
entrevistada por la televisora privada Unitel. "Creo que los bolivianos no merecemos esto. Le debemos certidumbre a la
gente. Por lo tanto, si hay acompañamiento de las organizaciones civiles, yo
voy a asumir, pero si se decide otra vía u otro camino también lo voy a aceptar".
Cuando se le preguntó si estaba preparada para asumir el reto, Añez respondió:
"Que quede bien claro de que esto es
solamente una transición. Es solamente para llamar a elecciones y que sean
transparentes, como todo el pueblo lo quiere. No queremos fraudes electorales,
no queremos incertidumbre". "Todos
tenemos que acompañar este proceso, esa es la salida constitucional la forma de
pacificar al país (...) es urgente.
Es lo que demanda la población y así lo tenemos que cumplir (...) las cosas se tienen que hacer rápidamente",
manifestó.
Además, aclaro, el que el ejército se haya
implicado en la renuncia, prácticamente obligatoria de Evo Morales, no
significa que la democracia haya muerto en Bolivia. Ahora es un emprendimiento
de la democracia en Bolivia, pero manteniéndonos en la observación, porque
entre los opositores a Evo Morales, hay de todo como en la viña del Señor. Es
que como se dice que, en río revuelto, ganancia de pescadores, ya están varilla
en manos algunos pescadores esperando su momento para agarrar el pez.
Ahí está la figura del expresidente y
actual candidato presidencial Carlos Mesa, al que algunos lo ven con tendencias
hacia el neoliberalismo y otros lo consideran como un tipo de “evismo moderado”. En el 2003, Mesa que
ocupaba la vicepresidencia durante el fallido gobierno de Gonzalo Sánchez de
Losada, había roto políticamente con este después del operativo policíaco y
militar denominado el convoy de la muerte,
que provocó la muerte de varias personas muertas y heridas, pero mantuvo su
decisión de continuar como vicepresidente. Tras la renuncia del presidente en
medio de grandes convulsiones sociales, Mesa ocupó la presidencia teniendo que
enfrentar la fiera oposición de Evo Morales, para la formación de su gabinete,
Mesa explicó: “Escogí además a
profesionales, políticos y técnicos cuyas características básicas fueran
idoneidad y honestidad, que expresaran pluralidad desde el punto de vista de sus
ideas, pero con un compromiso con la necesidad de un cambio esencial que el
país necesitaba tras el agotamiento de una de las vertientes del modelo
democrático iniciado en 1982”.
En el 2005 tiene que renunciar al cargo
tras los constantes ataques de Evo Morales y la falta de apoyo que recibió de los diputados
del partido de Sánchez Losada, que le veían como traidor. “Fue por mi decisión ─ expuso ─ de no ejercer represión en ningún
contexto que decidí renunciar al mando de la nación”. La elección de Mesa para
una futura presidencia sería algo que beneficiaría a una transición democrática
en Bolivia. La mejor opción, a mi criterio.
Pero hay otros que en, medio de las
últimas confrontaciones, han ocupado una posición de liderazgo. El más destacado,
Luis Fernando Camacho, un político que dice no hacer política, y no le falta
razón, es el representante de la ultraderecha clericalista y de la
antipolítica; un hombre que, ante el vacío de poderes que hoy se vive en
Bolivia, exige la conformación de una “junta de gobierno” con el alto mando
militar y policial. Ya se le conoce, no solo con el apelativo de “Macho Camacho”,
sino también como el Bolsonaro boliviano que reclama: “La Biblia volverá al
Palacio de Gobierno". Populista y carismático, que les pide a las
multitudes elevar una oración al “todopoderoso”. De acuerdo con la opinión de
la periodista Mariela Franzosi, “En línea
con otros representantes de la nueva derecha regional, como el presidente
brasileño Jair Bolsonaro, Camacho maneja un discurso con muy fuerte anclaje
religioso [...] un discurso que,
aunque intenta asociarlo con 'la paz y unidad del pueblo boliviano', termina
cargado de racismo, odio de clase y provocación”. BBC Mundo reportó que “en su última aparición en su ciudad
(Santa Cruz), en uno de los varios
cabildos contra Evo Morales que se organizaron, Camacho irrumpió en escena
acompañado de una imagen de la Virgen María y con una cruz como telón de fondo”.
Otro personaje a ser considerado es el
presidente del Comité Cívico de Potosí, muy cercano a las posiciones de Camejo
y sobre todo manteniendo una retórica antipolítica via libre para la entrada al
populismo.
El gobierno del siempre complaciente con
las dictaduras de ultraizquierda Andrés López Obrador, concedió el asilo
político a Evo Morales, sin antes este haberlo solicitado, y ya, Morales se
encuentra en México llevado hasta allí en un avión de las fuerzas armadas de
México. Pero todavía el conflicto boliviano no se ha resulto. La solución
deberá encauzarse por medios políticos y ajustados a la Constitución, de lo
contrario la anarquía prevalecerá o se abrirá paso al establecimiento de un
nuevo gobierno dictatorial.
Algo que como conclusión debo agregar es
que, la inteligencia del Partido Comunista de Cuba, no llegó a penetrar todas
las instancias de las esferas militares de Bolivia como ha sido evidente en
Venezuela, lo que permitió que el alto mando militar se pusiera del lado de la
oposición y hasta reclamara la renuncia de todo el ejecutivo evista.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario